A veces nos envían amigos cartoons chistes políticos,
soflamas o análisis sobre la situación político-económica en clave antisistema.
No solo antisistema de izquierdas, sino también de derechas. Tienen todas ellas
en común una cosa: el odio y rechazo de la democracia capitalista tal como la
conocemos. Ellos hacen culpable al sistema democrático de la crisis, de la
estructura de explotación que nos domina con saña, de la ausencia de justicia,
moral, patriotismo, etc. Y, en consecuencia, muchos de ellos abogan por otra cosa.
Esa otra cosa es lo que nos pone los pelos de punta. ¿Qué cosa puede sustituir
a la democracia parlamentaria-constitucional-capitalista?
He ahí la madre del cordero.
¿Nacional-catolicismo (bis)?, ¿comunismo? (bis), ¿comunas de
acción socialista o Estado fuerte con implacable destino universal?, ¿anarquismo
sin Estado? ¿Un sistema basado en la espontaneidad humana libre y bondadosa que
haría posible un mundo ideal? O por lo contrario: ¿un Estado absoluto de tipo
estalinista-mussoliniano-franquista? ¿Una socialdemocracia ideal de justo
reparto y derechos infinitos a todo lo que nos plazca?
Nos aterran todas estas soluciones. Puede que haya otras y se
me pasan. Pero hay algo en todas estas soluciones que es peligroso. Se trata de
pensar que el ser humano ha de responder a un patrón totalmente idealizado de
su esencia o naturaleza. Se cree que podemos llegar a ser buenos si poseemos
las ideas correctas y las aplicamos como absolutos en forma de sistema político
o económico o Nueva Era o Nueva Historia. O lo que se quiera. Ese es el gran
fallo de todas estas ideologías que ahora vuelven a aprovecharse del río
revuelto de la crisis.
El fallo es que el hombre no es bueno por definición ni
absolutamente malo. El hombre es un ser que se mueve en un espectro de
posibilidades nunca constantes y siempre imprevisibles. Quien creíamos era un
pozo de bondad resulta que cuanto más lo conocemos nos resulta un pozo de
mentiras e hipocresía. Quien creíamos un pozo de maldad resulta que si lo
miramos más de cerca no lo es tanto. Quien creíamos normal resulta que apenas
duerme por las noches apesadumbrado por sus obsesiones. Quien creíamos
inestable y chiribita, puede que sea un ser feliz y fuertemente dotado para la
vida en todas sus facetas, etc.. Quienes lo creíamos honrado a carta cabal,
resulta que robaba a manos llenas y engañaba, etc..
Obviamente con este ser humano no podemos crear ninguna
utopía. Por eso las utopías acaban degenerando en despotismos, dictaduras
asesinas o asfixiantemente burocratizadas. Desconfiemos de aquel que nos
promete el socialismo revolucionario, de aquel que nos quiere devolver a las
glorias imperiales españolas en forma de neo-franquismo; de todo aquello que
reclama para sí verdad absoluta, objetiva, científica respecto al ser humano. Mucha
de esta gente tiene otras cartas que esconde: su propia ambición política o profundo resentimiento, que
de llegar a cuajar, no dejaría títere con cabeza para implantar su utopía.
Es por ello que pensamos que lo mejor que ha desarrollado
occidente como sistema político es la democracia
liberal-capitalista-parlamentaria. Es la única que da juego y conjuga las múltiples
variedades de la especie humana. Hasta nuestro calvinismo radical se encuentra
a gusto en sus libertades civiles. Nuestra ética judeo-cristiana protestante sigue
siendo absoluto referente, pero nuestras expectativas son humildes. No
esperamos cambiar más que lo poco que podamos cambiar en el presente. Mañana, ¿quien
sabe?
Y una de esas peligrosas ideologías es, sin duda, el Islam. Una ideología totalitaria, teocrática y opresora que, curiosamente, se ha extendido mucho por Europa estos últimos años. Hay millones de ciudadanos europeos que la profesan. Francia, España, Alemania, Gran Bretaña, Suecia, Noruega, Italia... cuentan por millones los adeptos al Islam, ante la indiferencia, cuando no la complacencia, generales.
ResponderEliminarCuetu
Pero ahí está el quid de la cuestión liberal. En una democracia constitucional existe libertad de religión y libertad de expresión. Mientras los musulmanes se atengan a la ley del país, pues son ciudadanos de ese país con todos sus derechos. La religión que profesen es cosa de ellos, es su elección. Otra cosa son las conductas ilegales. Si un ciudadano del país X europeo quiere ser polígamo pues no puede paracticarlo como algo legal y exigir derechos en función de su poligamia. Si un ayuntamiento quiere segregar piscinas o playas pues no se le permite.
ResponderEliminarPero ellos si lo pueden hacer como organizaciones cívicas o clubs sociales. Podrían fundar un club deportivo-social donde hubiere piscinas segregadas. Podrían líbremente fundar escuelas coránicas, etc. No habría nada que lo prohibiera, ya que siendo privado se pueden adoptar estatutos privados como práctica cultural, etc..
He ahí el dilema que dejo abierto.
Comentaba yo hace poco en un diario, Sr. Nesalem, el tema de Síria, y de las revoluciones de la llamada "primavera árabe". Decía yo como conclusión al comentario que los pueblos árabes no se podrán liberar nunca del todo mientras permanezca su principal opresión, que no es otra que la OPRESIÓN RELIGIOSA. Una opresión llevada a cabo por una banda de déspotas "letrados" que, en cada país árabe, controlan los textos sagrados y su interpretación. Una interpretación siempre restrictiva, opresora y absolutista.
ResponderEliminarPues bien, supongo que en los países democràticos, se podría conseguir que esta banda de déspotas detentadores del poder sobre los textos, no tenga un poder tan absoluto. Porque aquí, en Occidente, la crítica de los textos y de las religiones es libre, o debería serlo. Mientras nos mantengamos dentro de la democracia liberal, debe ser posible ejercer libremente esta crítica, con lo que el poder de los imanes no sería ya tan absoluto como en los países musulmanes, donde toda política y toda legislación está subordinada por fuerza a la sharia. Con lo cual, podemos suponer que la ideología islámica no tendría ya la fuerza férrea necesaria para tomar el poder.
Lo malo es cuando la crítica libre y seria a los imanes, los textos y la religión islámica se interpreta, como se hace ya en ciertos países occidentales, como "islamofobia" o "racismo", como un ataque a unos ciudadanos por el hecho de profesar tal religión. Es decir, cuando la legislación de los países occidentales actúa como brazo violento del Islam para reprimir toda crítica y todo ataque al poder absoluto de los imanes. Y peor todavía, cuando los imanes ejercen la violencia y el asesinato contra los ciudadanos que osan ejercer su libertad de crítica, como fue el caso de Theo Van Gogh. Actos como ese siembran el terror entre los ciudadanos, que se ven forzados a un "respeto" absoluto a la ideología islàmica.
En ese caso, ya no estaríamos hablando de un régimen liberal democrático, sino de un régimen secuestrado por la ideología fascista de los imanes. Entonces, la lucha tendría que ser por la recuperación de la libertad de pensamiento, de expresión y de crítica. Y creo que en eso destamos.
Cuetu
Efectivamente, la crítica ha de ser libre, tal como se hace también con otros textos. Ejem, la Biblia. Utilizar la coartada de la islamofobia para impedir esta crítica es un ataque frontal a los valores democráticos-constitucionales. Una cosa es el racismo o el prejuicio cultural y otra es la crítica razonable, científica, etc. También el prejucio cultural que provenga del campo musulmán contra los valores de Occidente (mujeres-putas, costubres abominables, falsedad del cristianismo, etc) habría de ser considerado como ofensa punible llegado a ese grado de corrección política.
ResponderEliminarSí. es cierto. En Europa se dan todos los casos: el racismo, la corrección política que siempre ve la víctima en "el otro", el prejuicio justificado o injustificado dependiendo de la ideología, Etc.
La cosa es clara: libertad de expresión sin mirar color, raza, preferencia sexual, religión, etc.
Por otro lado, habrá que estar atentos a las propuestas de los "falsos profetas" procedentes del movimiento 15M. Van a vendernos la salvación revolucionaria de siempre en medio de un caldo ideológico que se limita a proclamar la bondad y el acierto absoluto de los ciudadanos indignados, simplemente por el hecho de estar indignados.
ResponderEliminarNo olvidemos que la antipolítica siempre ha sido el campo de cultivo del fascismo o del comunismo. Nada nuevo nos pueden ofrecer los apóstoles del 15M, salvo esos dos horrores ya vividos en el siglo XX, y cuya memoria històrica serà muy conveniente de conservar.
Cuetu
Cuetu