Satán es una figura que se aparece en ocasiones para tocar las narices. Es alto, delgado, con cara de hombre-caballo y con un cipote enorme que le cuelga como un badajo culebreante. Sus patas son delgadas, pero insolentonas. Se pavonea con ellas cuando se acerca a tentar. Mueve el culo como una maricona y suele sacar la lengua a las mujeres con insinuaciones lascivas. Algunas que acceden a sus placeres lenguateros dicen que el gusto que les entra es insoportable: plena disolución en orgasmo de locura.
Satán es un peligro.
No cabe duda.
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