La alcaldesa de Xixón dice que el botellón se soluciona con pedagogía. Irene Montero compara Afganistán con España: es todo cuestión de grado.
Los toros no me interesan. Nunca me interesaron. Nunca fui a una corrida en mi vida. Cuando una vez tomando el café en una cafetería vi parte de una corrida por la tele, me dio un mareo y una sensación de repulsa. En Langreo, donde nací, nunca había oído hablar de toros entre la gente con afición o interés. Los toros estaban relacionados con esas cosas que nos venían de fuera y se asociaban a españolería y flamenco. Era algo que venía a ser consustancial a ser español en aquellos años del franquismo. Como ir a misa o cantar el Cara al Sol en las escuelas. Años más tarde comprobé que mis alumnos de high school en los USA asociaban automáticamente toros con España. Un libro de texto de castellano que usábamos en clase tenía un dibujo de un camarero español con grandes patillas, pantalones de bailaor de flamenco, y como fondo un cartel clásico de toros en la pared. Hemingway había popularizado los toros en USA relacionando el toreo como un espectáculo de valor y riesgo viril. Muchos turistas quieren ver los toros por ser ese espectáculo cruel y arriesgado. Vienen a por sensaciones fuertes.
La alcaldesa de Xixón está en contra de los toros, de los coches en la ciudad, del franquismo que representa la Laboral; y está a favor de la pedagogía para combatir el botellón. Toma, nuestra alcaldesa, sus decisiones propias como decisiones generales siguiendo el estilo autoritario típico de los políticos que se creen arropados, lo cual evita el debate serio que implique a la sociedad civil gijonesa, ya que los temas son buenos para el debate colectivo y así hacer una buena pedagogía política y social. Después del debate vendría el referéndum como ciudad, como pueblo. Al estilo de los cantones suizos. Democracia sin miedo. No van por ahí los tiros. Los partidos políticos odian la independencia que pueda tener una sociedad civil no atada a sus intereses. Hay partidos que rivalizan por el voto y el poder, no sociedad civil que busca el beneficio de una ciudad común a todos.
El botellón implica a muchos miles de jóvenes que han de votar en su día y a ellos, nuestra alcaldesa, no les va a prohibir tan insolidaria diversión colectiva. Los muchos jóvenes practicantes del botellón, saben que no se les va a reprimir y que eso de ser responsables ciudadanos no deja de ser un gesto de buenas intenciones. La realidad es siempre otra cosa y los hospitales con sus enfermos producidos por el consabido contagio vía persona a persona a ellos no les afecta directamente. Les queda muy lejos. ¿Más pedagogía? ¿Acaso no hubo ya bastante pedagogía en las escuelas y al final todo el mundo sacó su título de la ESO y bachillerato sin mancha ni borrón?
Efectivamente, en Afganistán, según Irene Montero, el grado de machismo es quizás mayor que en España, pero España sigue siendo terriblemente machista. No hay diferencias cualitativas, tales como que Afganistán es un territorio musulmán de muchos pueblos diversos, todos ellos de cultura islámica y con costumbres de tipo feudal que encajan bien con dicha religión de libro. En este territorio que intenta consolidar un único estado, pero que tal cosa sigue siendo más bien teórica que real, pues la mujer se sitúa, junto con los niños y los ancianos, en el eslabón más bajo de la escala de valores humanos. Primero es el hombre y luego los demás en su debida subordinación y dependencia. La diferencia con España es abismal, pero a Irene Montero le interesa más su ideología de izquierdas que la verdad. Veamos su análisis bajo su prisma ideológico:
Para esta izquierda el enemigo real es el capitalismo que representan los EEUU. Si los talibán ganan la guerra a los americanos, entonces es buena noticia. La derrota del neoliberalismo global en cualquier parte del mundo es bienvenida. Si los talibán machacan a las mujeres de forma bárbara, no podemos echarles la culpa entera a ellos ya que después de todo fue USA quien los equipó y financió en su día. Por tanto, es a USA a quien realmente hay que culpar. Los talibán están ahí porque los americanos los pusieron en primer lugar, ahora que se vuelven contra ellos y ganan, no podemos condenarlos así sin más. Bien es cierto que machacan a sus mujeres, pero quizás también estemos exagerando y no prestemos atención al Islam popular y a las costumbres de otros pueblos. Nuestro eurocentrismo lo distorsiona todo. "No hagamos de nuestro feminismo occidental un arma arrojadiza contra los pueblos que luchan contra el imperialismo capitalista", diría una feminista de la izquierda ultra, "tratemos de comprender la mujer afgana desde un contexto particular a su cultura y a sus costumbres. No nos gustan, pero son ellos quienes tienen que buscar sus soluciones y no nosotros con nuestros esquemas occidentales. El machismo es consustancial con el patriarcado capitalista y España forma parte de tal sistema, por lo tanto la comparación no ha lugar: unos son machistas a su modo y nosotros al nuestro. Primero acabemos con nuestro machismo hipócrita, y luego ya veremos cómo evolucionan ellos en su contexto. Lo que no podemos hacer jamás es utilizar nuestro feminismo como arma arrojadiza contra los pueblos anticolonialistas, entre ellos los triunfantes talibán."
La máxima abstracción supone la absoluta indiferencia. Que un ser vivo queme por el fuego sería igual a una piedra que se funde por el fuego. Pero el ser vivo cuando quema grita de DOLOR, el dolor es real porque es concreto e insoportable. La piedra quema y se funde por el fuego en un acto de absoluta indiferencia e insensibilidad. ¿Qué quiere decir esto?
ResponderEliminarSupone que el ser vivo jamás se puede fundir en la máxima indiferencia y, por tanto, jamás se puede refugiar en la absoluta y máxima abstracción. La carne grita, pero el espíritu también grita; y, entonces, el hecho mismo de existir es ya grito, es dolor, es desasosiego. De ahí que toda nuestra vida como singularidad individual concreta (no el común de la especie, lo cual ya nos resulta distante), sea la búsqueda del menor sufrimiento posible sin saber exactamente cómo se ha de ir consiguiendo. Hay cantidad de categorías morales que nos vienen impuestas como abstracciones (hay que amar, hay que ser bueno, hay que ser libre, hay que ser solidario... hay que..) sin saber qué significan en nuestra realidad concreta y así volvemos a ser atrapados por aquello que actúa como espejo, pero sin ser real. ¿Cómo es posible esto?
ResponderEliminarCientíficos de tal o cual universidad han logrado aislar las células del cerebro que producen el tiempo. Por lo cual, el tiempo es un producto neuronal que reside en nuestro cerebro, mientras no se descarte otro descubrimiento parecido. Parece que el enamoramiento es también una química cerebral objetivable hasta cierto punto. El amor podría ser reducido a una explicación científica. Lo cual indica que todos los acontecimientos que se producen en este universo a la larga se podrían explicar de un modo científico. Todo ello nos podría llevar a un futuro de un mundo donde todo se podría corregir en base a una píldora, una inyección, una descarga eléctrica, radiaciones de diferente tipo que mata o corrige o impide que el ADN se "degenere", o que tales células mueran, o que tales otras se refuercen, etc.
ResponderEliminarPero hay siempre una pregunta final. ¿Cuál es el modelo de perfección humana?, ¿quién lo ha de diseñar y en función de qué? Quienquiera que sea ha de ser conciencia. Quienquiera que programe el maga-ordenador ha de ser conciencia y si conciencia humana entonces una sustancia sometida siempre a condicionantes emocionales, intereses, proyecciones, estímulos, desplazamientos inconscientes, representaciones del yo. A menos que esa conciencia racional y científica logre abstraerse en una perfección que vaya más allá de su absoluta inmanencia en un universo contingente, jamás podrá contemplarse como objeto de algo que realmente nos trascienda. Si eso llegase a ocurrir hablaríamos entonces de milagro. Lo Trascendente irrumpe en la inmanencia del universo como un milagro. Al estilo de la Revelación religiosa.
Hegel diría que la acumulación de experiencias en un campo empírico nos haría saltar a un cambio cualitativo que trascienda el anterior y nos abriría nuevas perspectivas en un nivel superior de conocimiento y posibilidad de experiencia. Y así hasta llegar al Espíritu Absoluto ya depurado de toda contingencia: la perfección. Pero la razón dialéctica de Hegel se movía en todos los campos del saber y experiencia humana, no sólo en las ciencias naturales. Un constructo filosófico obedece siempre a las claves que nos ofrece la conciencia del filósofo. No salimos del círculo de la conciencia humana.
Quizás sea interesante salir de los constructos de mente/materia, de tiempo/eternidad, de cualquier dualismo o dualismo mediado por una mediación que lleve a la síntesis y hagamos de todo suceso, acontecimiento, cosa, etc., un milagro. Nada tiene razón última de ser, nada queda explicado definitivamente por los círculos filosóficos, nada nos lleva a trascender la conciencia científica. En realidad no dejan de ser máquinas o instrumentos de la conciencia que nos liberan de dolor, de sufrimiento; son instrumentos que abren conocimiento infinito, pero como todo instrumento o máquina puede estar al servicio de cualquier contingencia política, sea democrática o totalitaria. Nadie nos ha librado todavía de la amenaza del totalitarismo. Anida en oscuridades insondables, en espejismos frondosos que aparecen como luz y bondad en muchas ocasiones.....
ResponderEliminarLA IGLESIA
ResponderEliminarEl caminante fue hacia la iglesia y vio que estaba cerrada. Preguntó a un lugareño cuándo abrían la iglesia. El lugareño le respondió que la iglesia estaba definitivamente cerrada. El caminante le preguntó que por qué estaba cerrada definitivamente, y el lugareño respondió que ya nadie iba a la iglesia y que las últimas feligresas que iban ya habían muerto hacía unos años. Ahora la iglesia estaba abandonada y las llaves las tenía un vecino que hacía muchos años su padre había ejercido como sacristán. El caminante miró de nuevo el edificio de la iglesia cuya congregación había dejado de existir. El pueblo tendría unos 300 habitantes.
LOCURAS
ResponderEliminarEn el año 2060 se comenzó a considerar a la gente religiosa enfermos mentales con problemas de tipo psicótico. Si una persona creía en Dios o en cualquier otro ente sobrenatural no demostrable de forma empírica, entonces esa persona estaba dejando que una parte irreal de su mente o cerebro tomase posesión de la realidad, y eso le llevaba a una psicosis o desdoblamiento de la mente que no respondía para nada a una normalidad mental. No importaba si esa persona supiese funcionar en sociedad de forma más o menos equilibrada, de cualquier manera esa persona era una enferma mental en potencia, con necesidad de un tratamiento que la hiciera borrar o difuminar esos entes inexistentes e irreales que podrían en su día causar un desorden psíquico grave.
No así con la religión musulmana que poco a poco se iba consolidando como una religión racional y adaptación social positiva por su negación de toda subjetividad individualista y su valoración de lo comunitario como valor máximo del Islam.
Las cosas en el mundo pueden evolucionar de forma tal que te dejan sorprendido. Por descontado que las fuerzas pensantes junto con los tecnócratas y todavía más los políticos lo justificaban de mil maneras y de forma tan persuasiva como seductora.
GENÉTICA
ResponderEliminarPara el año 2100 la genética ya hacía posible la igualación biológica y social que impedía que unos nacieran diferentes a otros y por lo tanto se evitaba ya de forma radical que ninguna persona destacase o sobresaliese o forzara alguna irregularidad en la igualdad de todas las personas en un estado inexorablemente democrático e igualitario.
Se logró la producción in vitro de homínidos sin diferenciación física o sexual, de igual inteligencia, de iguales sentimientos, de igual manera de hablar, de gustos en la vida equivalentes entre sí. Se acababa así con las discriminaciones de todo tipo.
Pero todavía quedaban las enfermedades que hacían que unos sufrieran injustamente y otros no. Pero todo ello se iba solucionando a medida que la ciencia iba controlando las enfermedades. No dio tiempo. Una extraña mutación genética comenzó a producir rarezas biológicas que a veces coincidían con los homínidos de diseño, pero con alguna tara, y a veces se deformaban en rarezas animales de difícil catalogación.
¿DEBATES O ESPECTÁCULOS?
ResponderEliminarEs un programa de televisión conocido. Hacen debates sobre actualidad política y económica del país. Las introducciones suelen estar bien, son informativas y crean expectativas de buen intercambio de ideas. Pero el horror viene cuando empiezan los debates. Entonces te das cuenta que es un espectáculo. Que lo que en realidad se vende al público es un espectáculo tipo combate de lucha libre recio y marrullero. Hay dos lados. Unos son de "izquierdas" y otros de "derechas". Se arroja la carroña y unos y otros tratan de comérsela a empujones, a puñetazos, a lucha abierta sin cuartel. Vale todo.
Es decir: los participantes en el debate no se respetan la palabra, actúan con mala educación y mala fe en algunos casos. No hay manera de acabar un argumento porque el otro o la otra o el otre se descalifican al instante, se interrumpen con voces o voz bastante alta; y, cuando alguien intenta analizar con más precisión pues se interrumpe al asunto porque "es demasiado técnico". O sea, la gente, los televidentes, el público necesita las "cosas claras", es preferible el espectáculo de bronca, mala educación, demagogia, etc., que meterse en el tema de forma seria. Me llama la atención un profesor de universidad que enseña economía que no deja hablar por sistema, que interrumpe groseramente, que monopoliza el tiempo de forma totalitaria.
Los otros, salvo alguna excepción, siguen la misma tónica; solo varía la estridencia y el estilo. Como espectáculo sirve lo mismo que servían los gladiadores en el circo. Como debate yo diría que no se produce tal debate. Se escenifica la mala educación, el gamberrismo dialéctico y el totalitarismo oratorio.
We tend to structure our thoughts and experiences according to rational or ideological discourses, but perhaps nothing that appears to us at any moment has any logical explanation. It's all like a miracle. An absolute present never present or transparent.
ResponderEliminarLA HUÍDA
ResponderEliminarLa cabaña estaba iluminada por un fuego tembloroso alimentado por troncos de madera. El fuego calentaba un puchero que reposaba sobre una plataforma encajada en un trípode de hierro. La cabaña tenía ventanucos que daban al bosque. La oscuridad afuera era casi absoluta. Dentro todavía hacía frío.
"Papá no tardará en llegar", dijo la mujer a sus hijitos que permanecían sentados sobre un tronco que hacía de banco.
"Pero papá se fue muy lejos, ¿cómo sabes que va a llegar?", dijo el hermano mayor.
"Dijo que llegará y que una vez que llegue habremos de salir todos caminando hacía el valle de Formar, allí nos esperan vuestros tíos", respondió la madre.
"Pero mamá, tú sabes que el bosque está lleno de alimañas y que además la tribu de Mircal nos persigue con saña. Tengo miedo".
"No hay tiempo para el miedo, Cormael", respondió la madre a su hijo mayor. Los pequeños ahora gemían. El más pequeño dormía sobre una manta en el suelo.
Pasó el tiempo en silencio. El fuego seguía haciendo bailar las sombras. Una cabaña en medio de un bosque denso. Un bosque inmenso que cubre parte del monte Zerrad.
Muy entrada la noche suena la puerta. Alguien golpea la puerta con el puño.
Era el padre. "Pasa y toma un poco de café", dijo la madre. "Mientras voy preparando los niños y las mochilas. Nos espera un largo viaje."
"Sí, prepáralo todo rápido. A punto han estado de atraparme, pero desconocen la existencia de esta cabaña. Hemos de irnos antes de que la descubran. Entonces estaríamos perdidos". Dijo el padre.
Al cabo de unos diez minutos ya todos estaban internándose en oscuridad del bosque bajo un frío otoñal, todavía soportable.
DISTANCIA CLÓNICA
ResponderEliminarHabía dormido muy poco y parecía que la noche iba a ser muy larga. Se levantó de la cama y se fue a sentar en una butaca del salón. Abrió la persiana y dejó que la noche entrara en la estancia. La noche estaba templada. Desde la butaca veía los edificios próximos y alguna ventana todavía con luz. Silencio. El gato pronto le siguió hasta quedar sentado cerca de él en el sofá casi pegado al sillón.
Y entonces comenzó a darse cuenta que había dado un traspiés filosófico de consecuencias imprevisibles. De la dimensión horizontal había pasado a una dimensión vertical hasta el momento desconocida para él. Había pasado de la existencia en función de la nada a la inagotable fuente de algo inexplicable e indefinible, de la historia desplegada y preñada de sentido, al más profundo repliegue de todo sentido. De repente la dimensión horizontal dejó de tener sentido, dejó de tener explicaciones, se presentaba agotada en su lógica inexorablemente circular, en su multitud de escuelas filosóficas, religiosas, modas de un signo u otro. La dimensión vertical tomó el relevo. Por primera vez las cosas estaban ahí sin más razón que el puro absurdo y el puro absurdo era un presente absoluto que emana de misterios insondables. Algo así como una aparición milagrosa que se sostiene en sí misma, pero que descompone al mismo tiempo todo orden o valor asignado por el sentido común de la normalidad incrustada en nuestros cerebros. Todo se desata, se desvincula y aparece como algo fantasmagórico imposible de codificar o darle orden. Pero tampoco el caos. Tampoco la confusión.
El gato se puso en sus rodillas y pidió una caricia.
Algo se había soltado de sus falsos cimientos para dar libre vía la absoluta libertad. Qué peligro. En realidad todo seguía en su sitio. Todo seguía siendo lo que había de ser. Las cosas habrían de seguir circulando bajo la más aparente normalidad y bajo los sentidos y significados de siempre. Las leyes seguirían rigiendo la naturaleza y la sociedad. La gente seguiría reclamando su conciencia singular o comunal. Pero algo había ocurrido en aquel escenario tan prosaico en una noche de tantas.
El último círculo horizontal se había agotado y ahora se desprendía de su mente.
Y con ello la realidad adquiría una distancia clónica totalmente dependiente de sí misma en una continua circularidad totalmente enloquecida.
El gato le miraba fijamente y con sus patas delanteras le masajeaba el estómago. El sueño se apoderaba de él. Una inmensa tranquilidad inundaba la vivienda. Se metió en la cama y durmió el resto de la noche a pierna suelta.
PABLO Y EL ESPEJO
ResponderEliminarFue Pable quien dijo que la experiencia cristiana se basaba en una locura para el resto del mundo. Pero creo que confió poco en tal locura que debía de haber considerado como un diamante indestructible. Hizo suya la transmisión de la locura y luego todo se volvió confrontación por la verdad, lucha por la verdad, aclaraciones teológicas por la verdad, lucha de poder interno, confusiones y desviaciones de la verdad.
En el momento que la locura se torna verdad, tal verdad hay que explicarla, hay que mantenerla a raya, hay que organizar en torno a esa verdad, hay que dividir entre los puros de la verdad y los herejes, hay que ser siempre bueno en función de tal verdad... La locura se hace política, doctrinal, simbólica, literal; es decir la locura deja de ser locura para que el mundo pueda comprenderla. Y sin locura no hay Cristo. La locura se basta a sí misma. Quien la recibe ya nunca la abandona por otra cosa. Mucho me temo que Pablo se dio cuneta de esto muy tarde. O quizás nunca se diere cuenta de tal abrumadora experiencia y solo percibió el reflejo especular de tal locura.
TEODOSIO
ResponderEliminarEn aquel banco de trabajo se perfeccionaban las piezas que salían de las máquinas ya mecanizadas, pero el banco de madera del oficial Teodosio hacía el milagro de la perfección. Con su tornillo de banco y un juego de limas hacía que los encajes fuesen impecables. Eran piezas de alta precisión, de aceros de alta calidad y sólo Teodosio era capaz de darles aquel toque mágico final.
Fuera de su banco de madera puesto allí en un rincón especial para él con unas luces de neón muy bien regladas y otros focos de luz concentrada, fuera de este espacio tan consagrado a su mimada labor; Teodosio era una persona insoportable, irascible, intratable. No había peón o auxiliar que pudiese actuar como ayudante, tampoco había aprendiz que pudiese soportarlo. Y sin embargo la empresa lo necesitaba. Aquel toque suyo de precisa y absoluta perfección era la marca ineludible con que la empresa Mecanizaciones El Planeta lograba ser imbatida en el mercado.
Y así pasaban los años y Teodosio se iba haciendo ya mayor. A veces la vista le fallaba, o las manos ya no eran tan firmes como antes. Era evidente su merma y decadencia profesional. Había que hacer algo para salvar la marca de la empresa, pero nadie sabía cómo. Su maestría era toda una vocación fruto, ya no solo de una inteligencia fundada en la visión de abstracciones puras, sino también de una intuición rayana en lo extra-anormal--por decirlo de alguna manera-- ; y si a eso se le añadía una experiencia acumulada de cincuenta años de vida profesional, entonces Teodosio era único e insustituible. Su desaparición, bien por jubilación forzosa o bien por deceso, sería el fin de Mecanizaciones El Planeta tal como el mundo conocía a esta empresa.
Teodosio era un mundo, una burbuja, una vocación pura allí en su rincón y sus lámparas y su tornillo de banco y sus limas de precisión. Su botella de agua, su fiambrera con sus bocados breves, pero escogidos. Nadie sabía lo que exactamente comía. Nadie sabía si la mujer que vivía en su casa de un barrio del extrarradio era su mujer, su hermana, su madre, una prima. Sólo se sabía que aquella mujer era todo lo que él tenía en esta vida fuera de su oficio. Teodosio jamás compartía su conocimiento profesional con nadie. Nadie lo soportaba. Implicarse en su ámbito de trabajo era hacerse objeto de absurdos berrinches y descalificaciones humillantes que acababan con la paciencia del más templado. Imposible.
Un día el Jefe de Sección le anunció que el Director tenía que verle. Teodosio ya apenas podía sostenerse en pie. Su edad era incierta, como inciertos eran los papeles que había presentado hacía cincuenta años. Teodosio se dormía muchas veces sobre el banco de trabajo. Era evidente que el hombre ya no podía seguir allí. Sus pantalones estaban húmedos de orina, y el olor del rincón comenzaba a ser de un rancio enfermizo. Hacía un año que las piezas que se le servían ya tenían que ser revisadas por un equipo técnico para darles certificado de calidad. Mecanizados El Planeta ya se iba convirtiendo en una empresa más, en una del montón, lejos ya del prestigio inicial. La caída iba siendo imparable.
Cuando el Director le propuso la jubilación forzosa, Teodosio se quedó pálido y sin habla. El hombre se moría allí mismo ante el despacho. Fue entonces cuando a Sargo, el Jefe de Personal, se le ocurrió la excelente idea de mantener a Teodosio en su puesto, dejarlo allí en su rincón como un símbolo viviente hasta que él mismo se diese cuenta de su inexorable limitación física.
Teodosio siguió en su rincón. La mujer con quien vivía lo traía y lo llevaba en un taxi. Al final casi arrastrando. Hasta que un día nos enteramos de su muerte.
ERASMO Y EL ROBOT
ResponderEliminarErasmo se sentía gris. Se levantaba inmerso en tonalidad gris. Iba a la cocina a hacer un café y se sentía gris. Su mujer le freía unos huevos para el desayuno con una tostada, los comía con gusto pero el día pintaba como el color de las nubes que veía en el cielo amenazando lluvia. Sentía una grisácea tristeza con solo saber que habría de pasar el día trabajando en la fábrica. Pero además de tristeza era también una formidable pereza que bloqueaba todo tipo de ideas que no fuesen las rutinarias para soportar el cotidiano vaivén de la vida. Había caído en tal estancamiento que a veces la mayor comodidad que encontraba en su ir y venir de un sitio a otro, era abandonarse a la inercia de las cosas y olvidarse quién era o qué coño hacía en el mundo. Ahora tocaba ir a la fábrica en autobús, luego en la fábrica tocaba soldar barras de hierro a un ritmo cronometrado. Cuando iba al retrete miraba por un ventanuco y veía el cielo casi siempre gris.
Una vez que fichaba en el reloj, el jefe de equipo le pasaba la nota de las tareas del día, firmaba, y luego; de forma automática, iba cogiendo con su ayudante las barras de hierro de diferentes tamaños, y al momento comenzaba a soldar los complementos metálicos que se iban incorporando a las barras para formar enganches o moldeados que cumplirían sus funciones de soporte o almacenaje en otros escenarios industriales posiblemente tan grises como el suyo. Las mismas barras una vez soldadas habrían de pasar por un proceso de troquelaje y mecanización para luego pasar por el tren de pintura y quedar listas para el embalaje y transporte. Todo ello requería unos movimientos de cuerpo y reflejos mentales totalmente automatizados, lo cual dejaba libre una parte importante de su mente para vagar y deambular por donde le diera la gana sin tener que preocuparse de fallos o tropiezos o de ninguna inoportuna contingencia que lo hiciera despertarse. Una vez llegado a esa fase de automatismo dejaba que "el robot" se hiciese cargo y entonces podía gozar un tiempo en una playa tropical o escuchar un concierto de su música favorita en vivo o gozar de placeres prohibidos sin censura alguna o reproche moral indeseado.
Pero horas de ensoñación con el robot puesto también necesitaban de estímulo a base de cafeína, sobre todo en los turnos nocturnos. Así que cada hora daba un breve paseo hasta la máquina cafetera y se tomaba un buen expreso bien cargado para recargar el sistema nervioso y así protegerle de la fatiga o la desconexión inesperada con el peligro que ello podría suponer.
Al final de su turno de fábrica volvía la tonalidad gris. La ciudad no era más que otra máquina donde los cuerpos se iban desplazando, recargando, aprovisionando, refugiando, relajando, descargando, reparando, estropeando...
El problema era que su cuerpo iba aumentando las capacidades automáticas, ya no solo las de su trabajo en la fábrica, sino que al mismo tiempo eran también las de subir y pagar el autobús, las de llegar a casa y tumbarse en el sofá y ver la tele, las de las conversaciones diarias con su mujer, los mismos saludos a los vecinos, los mismos gestos en el bar con los amigotes; los mismos reflejos para pagar recibos o letras, echar gasolina al coche, comprar en el supermercado. Erasmo era el nombre de una máquina más. Pero la mente era mucho más y no paraba de crear nuevas vistas al mar, nuevos placeres prohibidos, nuevas tramas cada vez más complicadas que requerían tiempo y motivación para mantenerlas en razón de la pura imaginación.
Fue así como un día se notó raro, confuso, tan abstraído consigo mismo que no sabía exactamente dónde estaba, ni lo que hacía y para quién lo hacía. Simplemente la mente se había hecho un verdadero lío. Era tan solo cuestión de ser transportado al hospital más cercano para ser diagnosticado. Sus vecinos vieron cómo una ambulancia se lo llevaba. parecía algo asustado.
EKLECTA Y DIOS
ResponderEliminarEl problema de Eklecta era que no encontraba a Dios. Tenía sed de Dios pero no era capaz de dar con Dios. Así de simple. Como ella era una persona de transparencias y verdades indubitables pues la cosa le parecía un tanto agobiante visto bajo un prisma existencial. Lo que sí tenía claro era cómo el mal reinaba con gusto y con el más ignominioso descaro y cinismo. Bien es verdad que había que concretarlo siempre en personas, pero también el mal destructivo natural en forma de catástrofes o plagas hacía de la vida de muchos una gran puñeta de dolor, sufrimiento y caos.
A veces se le antojaba a Eklecta que el mal era un principio metafísico positivo y activo, con su propia agenda de destrucción y perversión de los valores buenos de amor, nobleza y perfección. Una especie de fuerza cósmica consciente en oposición a otra fuerza también cósmica pero buena y creadora del amor, etc. Ese venía a ser el mito cósmico del maniqueísmo: una lucha a niveles cósmicos de dos fuerzas opuestas donde el Mal partía con cierta ventaja. De dónde surgía tal mierda metafísica era un puto misterio. Como siempre todo acaba en misterio.
Pero cabía la posibilidad de que el mal fuese simplemente una resultante de fuerzas cósmicas sin conciencia de nada: unas resultantes de colisiones, mezclas, o flujos absolutamente inmanentes e indiferentes. Fuerzas ciegas, torpes, inhumanas, etc. Una naturaleza que hace y deshace sin ton ni son y sin justificación o finalidad alguna. Toda finalidad o significación sería cosa nuestra, humana, de la conciencia humana representando una experiencia absurda a la que no se puede reconocer como tal. También es curioso que las cosas tuviesen que ser así. Siempre hay un misterio que subyace a las últimas explicaciones. Pero bueno, lo importante es que podamos seguir viviendo y comiendo y sin problemas excesivos que nos destruyan de una manera u otra. Así pensaba Eklecta.
Precisamente ese problema del mal tan insidioso a través de la historia fue lo que la llevó a contemplar la existencia de Dios como poder trascendente que en algún momento podría decir, "¡basta!, hasta aquí llegamos. Ahora me toca a mí hacer justicia y dar su merecido al mal en sí, vencerle de una vez y retirarlo del universo que después de todo es mi creación." Tal idea le producía una fuerte sensación de justicia y verdad absolutamente necesaria en cualquier homínido que supiese afirmar su dignidad homínida. ¿Por qué razón el sufrimiento y la injusticia y la crueldad habrían de tener la última palabra a lo largo de la existencia como si los vivientes fuésemos jodidos muñecos de feria para que los grandes colosos del cosmos se pudieran divertir del modo más pervertido posible? Y luego la muerte, la nada, el silencio absoluto como colofón. Bonita tragicomedia.
Se necesitaba eso: un Dios en toda regla, con un poder de cagarse y cargarse y de hacer temblar al Mal hasta en sus mismas entretelas. Eso era justo y lo demás puñetas. ¿Pero dónde encontrar tal Dios sin tener que inventar nada, sin tener que tragar las dobleces y contradicciones de las religiones, sin tener que autoengañarse como una ñoña?
Vale, dijo ella. Que haya llegado a esta idea tan fuerte y poderosa ya es un buen comienzo. Un buen principio. Y así siguió caminando por la larga playa que acababa al final de una ría en medio de un paraje tan hermoso como triste en días de lluvia.
Nota de Pisco Rimo, escritor desconocido que vive de sembrar patatas y dar de comer a las cabras en un monte de la Sierra de Kisko:
ResponderEliminar"Escribir para un público es escribir para que otros te lean y te acepten, pero ¿a qué precio? Si cuando escribes piensas en cómo te van a recibir tus lectores, entonces ya no eres tú quien escribe. Ya te estás vendiendo a un público del cual buscas aceptación antes que tú verdad. Solo cuando escribo desde mi verdad encuentro verdadero placer en la escritura."
EL NEGOCIO
ResponderEliminarLlamé a la puerta. Me abrió una señora joven y me preguntó quién era y qué quería. Yo dije que era el vendedor de pan y que traía unas barras de pan integral recién cocidas que sabían a gloria. La señora se quedó mirando las barras que llevaba en el cesto y al olerlas no se pudo resistir y me compró dos.
"Oiga, usted nunca suele pasar por aquí a vender pan. ¿Qué le mueve a venir hoy a vender pan a este barrio?", dijo la señora joven con las barras de pan metidas en bolsas de papel blanco y ahora cogidas por el brazo derecho.
"Pues la verdad yo soy de Murka, el pueblo vecino, y ahora me he puesto a fabricar pan con mi mujer y con mis hermanos. O sea, una empresa familiar. Esperamos que nuestro pan guste y la gente se anime a compararnos. Nuestro servicio es a domicilio. Llamamos a las puertas y he ahí el pan."
"Bueno, gracias. Lo probaremos y a ver. Oler huele muy bien...Gracias. Adiós." La señora cerró la puerta.
Hemos seguido llamando a las puertas de muchos pisos, casas y hasta negocios hosteleros. Para ser el primer día no está mal. Algunos nos han cerrado la puerta en las narices, pero otros han sido muy amables y nos han agradecido que les llevemos el pan a casa.
Empezar un negocio es siempre difícil, pero no hay que desanimarse.
UN PASEO COTIDIANO
ResponderEliminarSalí a dar un paseo por la zona donde vivo. Al principio me costaba vencer la inercia de la inactividad de estar en casa. Luego ya me fue habituando a caminar a un ritmo. Miro el paisaje urbano que me rodea y lo hago con cierto desinterés. Todo me resulta familiar y nada me produce asombro o curiosidad. Camino por inercia, siguiendo una rutina. La gente me resulta gente normal del día a día. Hay parejas de personas que van hablando por la acera y a veces capto su conversación y muchas veces son conversaciones sobre familiares o amigos que están enfermos o han ido al médico o uno de la pareja ha ido al médico y le ha dicho esto y lo otro. Me llama la atención la cantidad de conversaciones que capto sin quererlo y debido a la inevitable proximidad a que nos somete esta avenida tan estrecha y tan larga que me lleva hasta el centro de la ciudad, y muchas conversaciones son sobre la salud, falta de salud, buena salud, médicos y hospitales, etc. Con la pandemia reciente muchos hablan del coronavirus y los cambios que se están dando.
A veces la gente habla de sus familiares y sus problemáticas. Que si Pepito no hace nada, que si Cormila tiene un temperamento de mil demonios y no hay quien le diga nada. Que si Pacorro está en el paro y lleva así años. Que si la abuela está en una residencia que sale por un ojo de la cara, que si Asuncia adelgazó mucho desde que fue a vivir a Zacandio, etc.
A veces se oye sobre lo cara que está la vida y lo que se pagó por unos ajos puerros. Otras que qué va a ser de este país. Y otras veces es la crítica dura o mordaz o cariñosa sobre terceras personas: amigos de ambos, familiares conocidos por ambos, etc. Si son grupos de jóvenes suelen hablar en voz alta y decir blasfemias sin ton ni son antes de pronunciar una oración con mensaje generalizado para el grupo: "Oye, gilipollas, ¿cuándo dices que te tiraste a Filipa?" dice uno con la voz alta.
"Me la tiré cuando me salió de los cojones", respondió el otro con la cabeza a medio pelar, la parte inferior al cero y la superior con melena. Lleva tatuajes por el cuello y los brazos.
"Iros a tomar por el culo, ese nunca rascó bola; le da al ale ale manita sin parar", dice otro con los pantalones con culera suelta y muy estrechos. Va cubierto con una capucha de parte superior de chándal.
El grupo mueve los cuerpos con soltura, reflejos rápidos, cambios de movimiento, andares un tanto apresurados pero con freno en seco inesperado para cambiar de ritmo o de cadencia. Siguen hablando de lo tarde que se acostó uno, de lo bien que lo pasaron en tal sitio de botellón, de la bronca que les echó la madre, etc...
Sigo mi paseo y veo que algunos negocios no han durado mucho desde que abrieron, otros me resultan nuevos. Suelen ser tiendas pequeñas, bares, tiendas especializadas en ropa o regalos, alguna confitería, zapatería, fundas de móviles... Otras tiendas de siempre siguen venciendo el paso del tiempo. Hay días que me parecen avanzadas hacia un futuro que va cambiando las cosas sin percibir los cambios del día a día pero que hay momentos en que surge el cambio cualitativo y crees que ya vives en otra época muy alejada de hace cinco años; como si hace cinco años se te perecieran ya un siglo por lo lejos que lo percibes.
LA TRAGEDIA DE LA EXISTENCIA Y EL LENGUAJE DE LOS MITOS
ResponderEliminarBuscamos en la Historia las razones históricas, pero las razones históricas no acaban con el tiempo y la tragedia de existir y ser arrojados al tiempo. Todo lo más a que podemos llegar es a ser máquinas humanas perfeccionadas en sus engranajes corporales y sociales. La máquina como artefacto y artilugio, como modelo de la razón en su grado extremo. Pero la razón era simplemente un instrumento para apaciguar el dolor en ese claro que se ha abierto dentro del misterio. La existencia es como una luz que surge de un silencio oscuro, indiferente, indiferenciado, inimaginable salvo a través del mito, de los relatos míticos. La razón sólo puede explicar la inmanencia, reducirla a conceptos manejables hasta donde es posible, pero nunca puede traspasar la frontera de lo indecible y no nos conformamos con una inmanencia aún aunque se pierda en un infinito de posibilidades. Seguimos en el tiempo de la existencia y la muerte y el nacimiento son las fronteras con el misterio.
El mito del Edén sigue teniendo poder. Hemos sido expulsados del paraíso para caer en la existencia. Ha habido una transgresión, un accidente cósmico, una crisis en el misterio o quizás un plan inexplicable en términos de mente humana. Y entonces nacemos en el tiempo, y comenzamos a hacer historia. Pero vivir en el tiempo es vivir en el dolor, el sufrimiento como background, el desasosiego permanente; salvo los momentos en que vivimos en el olvido, la distracción, el trabajo, las ocasionales alegrías que son como oasis en el desierto del conflicto, de la inseguridad, del miedo a la enfermedad y la muerte. Hacemos historia para apaciguar el dolor común a todos, pero la historia sigue siendo inevitable e inexorablemente inmanente a la existencia. No puede traspasar la frontera de lo Indecible. Los querubines franquean el retorno a lo que fuimos. Nos hemos quedado con el conocimiento que nos otorga la razón. Nos tenemos que abrigar ante las inclemencias del tiempo.
Pero los mitos hablan también de un estado de provisionalidad o paréntesis de la existencia. De una "reparación" o "solución" de la crisis que dio lugar a la creación. De una vuelta al Uno, a la "oscuridad" del misterio, a lo insondable e indescriptible por ser indecible en términos humanos.
Es el dolor y el sufrimiento los que nos hablan de una trascendencia, pues un cosmos absolutamente inmanente no tiene necesidad de tiempo, ni dolor, ni de muerte. Sólo el dolor nos recuerda que algo se ha desencajado, se ha salido de quicio, en una discontinuidad permanente en la misma existencia.
(sacado de EL ATRIO DE NESALEM)