16 agosto, 2020

LA DESVIACIÓN

Estaba en mi coche en mi viaje de vuelta de la ciudad de P. Había pocos coches por la autopista. De repente apareció una desviación. Había de seguir un tramo de carretera que se salía del trazado de la autopista para evitar unas obras. Fui siguiendo las indicaciones. Disminuí la velocidad. Con cuidado. Luego parecía que había que subir una cuesta. Había un coche delante de mí. La cuesta parecía meterse por un monte lleno de eucaliptos. Era extraño. Me empezaba a parecer una desviación un tanto laberíntica e innecesariamente larga. Iba siguiendo el coche que iba delante y entonces comencé a subir por tal carretera que de repente se convirtió en camino. Miré detrás por el espejo retrovisor y no veía a nadie siguiéndome. Entonces vi una flecha que indicaba que había que desviarse por otro camino más estrecho todavía. Sin darme cuenta dejé de ver al coche que iba delante. El coche ahora iba rozando contra los matojos y matorrales a un lado y otro del camino. La desviación parecía no tener final. Había pasado media hora y seguía por aquel camino de estrechez inaudita. De repente me di cuenta que había que subir por una cuesta muy empinada y el coche parecía patinar por el terreno suelto. Le encajé la primera y fui muy despacio. 

No me explico cómo he podido meterme en esta trampa. Pero no he sido yo. Sólo he seguido la norma que me indicaba una desviación necesaria. No había forma de seguir por la autopista, pues ese tramo estaba cerrado por obras. Es evidente que algo ha fallado, pero es imposible pues yo no me he desviado de las indicaciones. Sea lo que sea he venido haciendo lo correcto. Pero ¿por qué diablos ha ocurrido ésto? El coche ha llegado a la cima de esta cuesta. La temperatura del motor se puso casi en rojo. El embrague echaba humo. De repente noto que el morro del coche se queda en el aire. El motor se me cala. Echo el embrague y pongo la marcha atrás. Salgo y miro que estoy al borde de un precipicio que corta la montaña dejando ver un paisaje de vértigo. Pero, ¿qué rayos ha pasado? ¡Maldita sea! ¿Cómo me ha podido suceder esto? 

Me desespero. No sé qué hacer. No hay nadie. Se hace tarde y pronto anochecerá. Además hay nubarrones y amenaza niebla y frío. El depósito de gasolina está más bajo de la cuenta. Me queda el móvil. Claro, el móvil. Llamaré a mi novia Pepita a que me venga a buscar. O sino, a la Guardia Civil. Claro. No tengo otra opción. Gracias a Dios es la era de los móviles. Hasta puedo sacar fotos. Hasta puedo hablar con el vídeo puesto para que vean lo que me ha pasado. Pero, ¿Dónde está mi móvil? ¡Ay la madre que me parió! Lo metí en el bolso de Pepita cuando volvíamos del pueblo y se me olvidó cogerlo. ¡Maldita sea! ¿Qué hago? Tendré que caminar y dar la vuelta por donde he venido antes de que comience a llover y oscurezca. Pero ¿Dónde estoy? ¿Qué hago? ¿Por qué?

30 comentarios:

  1. LO SAGRADO Y LO PROFANO

    Cuando visito un pueblo o ciudad de España o del extranjero siempre entro a ver las iglesias. Me gusta salir del ajetreo cotidiano de ese pueblo o ciudad para entrar en ese espacio de silencio y solemnidad propio de los templos. Si coincide que alguien está ensayando con el órgano, pues tanto mejor. La atmósfera llena de notas sacras contribuye a sentirse cerca de esa profunda dimensión que anida en muchos humanos de lo "otro", lo misteriosos, lo sagrado, lo trascendente, las referencias a los mundos míticos y arquetípicos del alma homínida. No importa las inquietudes sagradas o profanas que muchos humanos albergan, observo que muchas personas, incluso ateas o agnósticas, se sientan a veces en los templos medio vacíos para meditar, para estar a gusto consigo mismos, para sentir eso "otro" que ha dejado de existir en la vida prosaica del trabajo, las rutinas, las obligaciones y preocupaciones.
    Tanto en los países católicos como protestantes existe todavía la posibilidad de conseguir este retiro silencioso, este paseo solemne a través de las grandes catedrales a ciertas horas, este sentarse en un pequeño pueblo francés o italiano en una iglesia medieval o renacentista y revivir en lo posible el sentir del pasado. O la experiencia de repliegue interno hacia nuestra subjetividad de la catedral calvinista de Ginebra o la desnudez de las paredes de la Gethsemane Church en Berlín, o la asistencia a un servicio luterano en la Holy Spirit kirke un domingo por la mañana o ¿quién no ha pasado en su visita a Inglaterra por alguna iglesia o catedral anglicana? Me estoy refiriendo al todavía rico espacio cultural y religioso europeo. Poco a poco muchas iglesias o templos se van convirtiendo en edificios ya desacralizados y con fines ajenos a su función religiosa: restaurantes, librerías, discotecas, servicios municipales, etc.
    Para quienes proceden de ámbitos culturales o familiares católicos, protestantes, judíos o musulmanes, el Libro cumple esa función de retiro a un tiempo sagrado al leer algunas de sus historias o narrativas o enseñanzas en la misma casa o habitación antes de dormir o en horas de tranquilidad. No importa si se pertenece o no a una confesión de fe y militancia, muchas personas hoy día, aun habiéndose alejado de sus compromisos de iglesia, sinagoga o mezquita por razones diversas, o aun sin albergar ningún sentimiento de fe al modo de las religiones; sin embargo siguen vinculadas a sus antiguas tradiciones a través de la lectura y meditación de las palabras y el sentido profundo de aquellas palabras a través del tiempo.

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  2. LA COMITIVA

    He seguido la comitiva que van siguiendo a Mara. Se han ocultado en el bosque. Es de noche. No tengo ganas de meterme en el bosque. Me da miedo. Pero la comitiva de Mara sigue allí. Y Mara. He vuelto a casa, pero la casa está vacía. Hace tiempo que está vacía. bebo un vaso de leche fría que saco de la nevera. La casa está aislada y se llega a ella por un camino empinado. El paisaje es verde y húmedo. Llueve con mucha frecuencia en estos parajes. Te preguntarás quién es Mara y qué es esa comitiva que la acompaña. Te preguntarás quién soy yo y porqué vivo solo. Te preguntarás por mi edad. No tengo paciencia para contestarte todas esas preguntas. Sigue con tú curiosidad. Antes de dormirme leo un capítulo de la Biblia y luego lo releo y lo repito en voz alta. Y a lo mejor lo hago siete veces como si fuese un ritual. Así me siento más seguro. Al vivir solo en esta casa tan solitaria pues necesito encontrar algo que me resulte seguro. Cuando repito las cosas muchas veces me siento más seguro. Es extraño. Cuando leo ese capítulo de la Biblia y lo repito, lo repito hasta que pierda el sentido y se convierte en simple ruido de mi boca que sale al aire. Es una extraña sensación, pero creo que es una sensación sagrada. Dios creaba cosas con las palabras.
    Pero quizás debiera vivir con alguien en la ciudad o en el pueblo próximo. No me resultaría difícil. Pero hay un problema. Me gusta este paisaje, me gusta el silencio, me gusta la soledad. Por lo contrario, me asusta la gente. No. No soy un fantasma. Seguro que ya pensabas que yo era un fantasma. No. Soy una persona de carne y hueso. Pero no soy como otras personas. Eso es cierto. Podría contarte mi vida, pero me aburre contar mi vida. No tiene nada de interés. No pienses que Mara es alguien que existe de verdad. Yo creo que no es como somos tú y yo. Mra y su comitiva son otra cosa. Y son reales. Para mí son reales. Mara, al contrario que yo es una mujer que ha visto muchas cosas. Que ha conocido mucho mundo, pues ha viajado por muchas tierras y territorios que hablan lenguas extrañas. Por eso su comitiva tiene gente de todos los sitios.
    A veces los oigo hablar cuando me interno en el bosque. Suelen sentarse alrededor de un roble enorme y allí hablan y murmuran y oran a sus dioses o a su Dios o a sus espíritus. No sé. Quizás no sea nada de eso, pero hablan en lenguas raras. A veces salen del bosque y se acercan a mi casa. Yo salgo y les recibo. Mara me mira con curiosidad. Creo que ha vivido más de mil años. Y toda su comitiva es también milenaria. Creo que están siempre de viaje, deambulan por todos los sitios por la noche y nadie los ve.
    No quiero entrar en el bosque. Tan solo me pondré a repetir un salmo, una poesía, una canción y así me quedo tranquilo y me duermo para al día siguiente trabajar en mi huerta o ir al mercado para vender mis frutos de la tierra.

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  3. QUIÉN SABE

    Soy feliz en mis sueños. Duermo en una gran alcoba en la parte de arriba de la casa. Tengo luz eléctrica. No creas que vivo en la edad media, no. Soy una persona moderna. Vivo en la modernidad. Uso velas y candiles cuando celebro algún acontecimiento. Tengo una tele, pero la veo muy poco. La tele me aburre. Pero luego tengo una gran biblioteca. Esa es mi vida. La biblioteca. Vivo para leer. Parecía que no era así, parecía que sería más justo que fuese una persona viviendo una vida rústica y anticuada. Pero no. Los libros son mi tesoro, pues en los libros habita el alma de los autores. Bueno, o quizás no. Quizás a los autores se les ha escapado algo cuando estaban escribiendo. Algo que habitaba en ellos, pero no eran ellos. Y ese algo quedó impreso, escrito, y así cuando leemos estamos reviviendo ese algo. Ese algo que no pertenece ni al autor ni al lector. Que no me pertenece a mí cuando leo. Por eso las bibliotecas como la mía son sitios extraños, misteriosos, más propios de ser iluminados con velas que con luz eléctrica.
    Pero yo decía que era feliz en mis sueños. O mejor dicho, cuando estoy escribiendo esto estoy diciendo que soy feliz en los sueños. Creo que ya vas entendiendo. Ese algo, un algo deja escrito como si fuese yo quien lo escribiese, pero no estoy seguro, mejor dicho: no estamos seguros. Verás, todo lo que estás sabiendo de mí lo estás haciendo a través de mis palabras, de mi letra impresa, pero aunque lo rubrique con mi firma no hay garantía alguna de saber con propiedad, como nombre propio, quién o qué es lo que está ahí plasmando las letras. Para poder seguir leyendo hagamos un pacto entre "tú" y "yo". Tal pacto es que tanto tú como yo existimos, somos algo real y tenemos voz propia que remite a algo que es nuestro y aunque no sea visible, asumimos es algo nuestro, nuestra alma. Bueno, ¿has quedado tranquilo o tranquila si eres lectora?
    Mis sueños podrían ser símbolos de algo, pero si son símbolos de algo la realidad de mis sueños está en otra parte que no puede ser explicada con la sencillez de las cosas que vemos a nuestro alrededor y de ahí que el lenguaje tenga que ser simbólico. Y en mis sueños está Mara y su comitiva. Pero hay otros muchos sueños y cuando despierto me digo a veces: menos mal que he despertado. Este mundo quizás exista para poder despertar a otra cosa que no sean los sueños. Podría ocurrir que un día no pudiésemos despertar en este mundo y entonces seguiríamos en los sueños actuando como Mara y su comitiva: siempre viajando, deambulando.
    No tengas miedo. Te veo algo miedoso. Quizás miedosa. Te preguntarás ahora si tengo Internet y ordenador o móvil o tableta. Nos estamos acercando a un sentido más familiar. Lo podría tener, pero es una estupidez perderse en tal diseminación de realidad virtual. Me podría volver loco entre tanta información y tanta instantáneidad. Vendería mi alma al diablo. Por eso está aquí Mara y su comitiva. me quieren enseñar el camino. Sacar de mi obcecación y llevarme al infinito misterio de las cosas. Pero cuando digo yo, es difícil de saber quién es yo. Mara me ha prometido explicarme todas estas cosas cuando sueñe de nuevo en el bosque o los vea realmente como personas que meten ruido al caminar y comen como humanos.

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  4. MARA VIVE EN EL BOSQUE

    Hoy me voy a internar en el bosque para encontrar la comitiva de Mara.
    Mi alma queda enredada en las cosas de este mundo y pierdo sensibilidad espiritual. Me quedo vacío de significado y de vida. Cuando trabajaba en las fábricas este era el estado en que me movía con las máquinas. Me convertía en otra máquina. Cuando llegué a enseñar en los institutos de enseñanza media me convertía en máquina pedagógica, pero en ambos casos perdía mi alma para sobrevivir en las máquinas sociales que te dan de comer. ¿Podría haber incorporado mi alma a las máquinas sociales y funcionar al unísono? En algunos casos se lograba la empatía, el feeling de lo que podía ser la utopía del trabajo como juego creativo cuando la máquina se convierte en el apéndice o el complemento de tu alma, y también la máquina pedagógica se puede convertir en ese apéndice que ayuda a unificar empatías en función del conocimiento que se imparte. Pero lo que ocurría la mayor parte del tiempo era que tu alma se iba haciendo máquina social y podía llegar el momento en que la perdías, te perdías; ya eras otra cosa más, otro número dentro del gran mundo social y político. ¿Pero había otra posibilidad de ser y existir que no fuera esa? ¿Acaso no es la vida siempre conflicto? Conflicto profundo. Desgarre profundo.
    A veces no nos damos cuenta que el conflicto es lo que nos hace escindirnos en alma y cuerpo. Entonces el alma se independiza del cuerpo para poder escapar a la esclavitud de la realidad. Nos hacemos seres invisibles porque en la invisibilidad somos libres de pensar e imaginar lo que queramos, mientras el cuerpo, la otra parte de lo que somos, queda expuesto a la apropiación de las fuerzas y poderes de los otros y del poder social y natural en su conjunto. Queda expuesto al mundo para ser apropiado en sus máquinas sociales. Pero el alma se escapa, se niega, rehuye y busca sus dimensiones propias una vez escindida del cuerpo como ente casi independiente. Casi. La vinculación con el cuerpo nunca se pierde y siempre aspira a una unidad imaginaria: A un estado utópico del cuerpo como un todo potencial.
    Entro en el bosque y tengo la sensación de mareo, de desasosiego, de pérdida de sentido, de absurdo. Repito entonces mis mantras bíblicos y me centro en la actividad, en el caminar, en el ver y observar. Trinos, cantos y llamadas de pájaros. Olores fuertes a aromas de plantas, hojas, flores, y humedad de tierra. La soledad dentro de un bosque que conoces renueva, limpia el pensamiento, tranquiliza. El cuerpo se renueva, salta, siente la vibración de lo vivo que le rodea. Y lo vivo siente su desazón de haberse independizado de lo inerte, de lo insensible, para desarrollarse como seres autónomos. Y nuestro cuerpo carga con su cerebro, con la complejidad de su cerebro y su mirada reflexiva que produce el mundo a través de signos, cadenas de signos y significados. El lenguaje comienza a ser la realidad virtual común a los humanos. La cadena que nos esclaviza o nos libera a nuevos horizontes.
    Mara está sentada sobre el tronco de un árbol. Su comitiva duerme alrededor de ella tirados por el suelo mullido de hojas y tierra blanda. Mara ha vivido muchas vidas y ha viajado por muchos universos. Eso dice su leyenda y eso revelan los sueños. En sus ojos encuentro mi sosiego, y en su rostro está el sentido de las cosas. En este momento cuerpo y alma se funden en un abrazo.

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  5. Hola, me alegro de que volviera.
    Dentro de la complejidad de llegar a entenderle; es usted ¿abstracto?, muy imaginativo y da la impresion de ser un caleidoscopio de ideas ... y pasa de una a otra velozmente....
    Me he quedado con:

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    1. Bueno, parece que no ha acabado el comentario. Creo que va usted por el camino adecuado por el momento....

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  6. ME METÍ EN UN CUADRO Y ME TRAGÓ

    Descubrí a Mara en un museo. No. No se trata de esos encuentros casuales donde dos personas se conocen por primera vez ante un cuadro de un museo importante de una gran ciudad europea y lo comentan en una lengua extranjera común a los dos, y entonces ese intercambio de opiniones en lengua extranjera y en un país distinto a los dos sobre el cuadro da lugar a una relación de amor intenso... Bueno, o quizás una simple amistad o quizás nada. Todo pudiera también comenzar y acabar como el paso del humo o de un sonido.
    Pero a Mara no la conocí así, la conocí dentro de un cuadro. Sí, dentro de un cuadro de paisaje verdioscuro de una obra paisajística del romanticismo europeo. Me diréis que los artistas son capaces de hechizarnos con una imagen femenina teniendo como trasfondo un paisaje misterioso. Pero no se trataba de ninguna imagen femenina concreta, sino del mismo paisaje. Fue ese paisaje el que me desplazó por completo de mi plano de normalidad. O sea, el plano de normalidad en el que entonces vivía. ¿Qué ocurrió? Pues que de repente el paisaje de aquel cuadro no tenía nada que ver con ningún paisaje de los que hasta entonces había visto o vivido, aunque sí había reminiscencias de la infancia que reclamaban salir a la luz, que me llamaban desde profundidades remotas del sentimiento donde todo tiempo y espacio remitía, no precisamente a los sueños, sino a realidades míticas (llamémoslo así por el momento) que se configuraban en otros planos de experiencia nunca extinguida, todavía viva y todavía capaz de enviar un mensaje de voz. Y ahí estaba Mara.
    Apareció de pronto vestida con ropas anacrónicas de imposible descripción. Salía del bosque y caminaba entre las piedras y los matorrales verdioscuros como si fuera una niña incontrolable; más como una figura sobrenatural que natural, aunque las dos cosas se fundían en una nueva expresión de inocencia, esa inocencia que se abre ante la sabiduría ya milenaria; sabiduría que ha recobrado el principio de la creación. Aquellos bosques eran entradas y salidas a nuevas comunidades humanas sostenidas por la imaginación de algo o alguien que nos arrojaba a una lejanía perteneciente quizás a otro universo o dimensión, pero posible, cierto a pesar de la distancia. Y Mara me dirigió la mirada alegre, inocente, juguetona; pero al mismo tiempo atrayente, contagiosa, absorbente, profunda. Mara no era ninguna abstracción, ninguna idea con la que se podría jugar a producir sentidos; ningún símbolo que refiera a otra cosa real y entonces ella sería nada más que el medio. Nada en sí mismo. No. Mara era un ser vivo. Era la vida misma bajo otras esencias, otros paisajes, otros planos, otras .... me pierdo.
    ¿Lo veis? Es muy difícil explicarse. Me seguís leyendo y pensando, ¿adónde nos quiere llevar esta escritura? ¿Adónde nos quiere llevar este ente que tanto se desliza? ¿Alma? Qué culpa tengo yo de que la vida se abra de tantas y tantas maneras, todas tan raras e indefinidas por mucha normalidad que reclame para sí.

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  7. NO QUIERO SALIR DEL CUADRO

    ¿Cuánta gente habrá pasado por ese cuadro sin ver más que otro cuadro del romanticismo europeo? Cada persona que ha pasado por esa pintura ha visto la escena del paisaje, pero ¿a cuántos se les ha aparecido Mara en dicho paisaje? Ya sé que el lector está ávido de saber a qué cuadro me refiero y así darle a las teclas del ordenador o el móvil y con el cuadro a la vista rápidamente decir: "Pues yo no veo de dónde saca usted tal impresión cuando este cuadro lo que señala o trata de expresar es tal y cual cosa en función de tal y cual técnica o visión del mundo del romanticismo. Creo que usted se deja llevar por sus ensueños. Bueno, es otra forma de mirarlo". O, "Sí, efectivamente hay unos tonos de color que sugieren cierta profundidad mítica u oscuridades de la naturaleza propias del Romanticismo, pero en mi opinión le falta técnica y además sufre de cierta improvisación o imprecisión en la carga de matices. No obstante es un gran cuadro, pero yo no soy capaz de ver a esa tal Mara por ningún sitio. Por lo menos el cuadro no da pié a tal fantasía...". Otro miraría tal cuadro con rapidez sin llamarle la atención nada, simplemente otro cuadro más como pieza de museo, y otros muchos verían muchas diferentes cosas en tal superficie plana colgada de una pared y circunscrita la atención a la superficie que cierra el marco del cuadro. Como todo trozo de realidad tal cuadro tiene se contenido material del que se puede hablar con detalle: el bosque, el estanque, las montañas al fondo, la casa de piedra, las figuras humanas que se sitúan en una especie de prado; el cielo ... Luego nos fijamos en las proporciones, los contornos y perfiles, la perspectiva. Y entonces pasamos a los colores y sus tonalidades y sus mezclas y sus efectos ante el reflejo de la luz. Uno se puede quedar ahí y seguir hablando luego del Romanticismo y su rebelión contra cualquier intento de definición, de claridad y transparencia ante la luz del ingenio guiado por la inefable razón, etc. Y por último entrarían los aspectos "subjetivos" del cuadro que hablarían en forma de evocación, de sentimientos, de sugerencias; pero allá cada cual lo que quiera vivir o experimentar con el cuadro. Un cuadro puede evocar infinitas percepciones. Digamos que su estructura como obra de arte permite tales "lecturas" que cada cual ha de experimentar a su modo.
    No olvidemos que el cuadro cuelga de una pared en una gran sala de museo para dejarse ver por ciudadanos de todo el mundo. La obra de arte aspira a la eternidad, pero el tiempo pasa y la eternidad nos resulta cada vez más efímera, más dislocada, más fuera de su sitio, más relativa a épocas históricas o sociales o modas y escuelas artísticas. Si el lenguaje del arte induce a abrir nuevas dimensiones de percepción y a través de tales dimensiones lograr penetrar a otra vida natural y sobrenatural que nos reclama a viva voz y nos llama en forma de mito poderoso, tal llamada puede pasar muy desapercibida a pesar del tráfico de gente que transita por un gran museo de una gran ciudad europea.
    Tal cuadro queda en el secreto de mi percepción. He sido absorbido por tal paisaje y he cruzado planos de realidad que me estaban prohibidos. Una nueva dimensión se ha abierto en mi ser. Ser. Qué gran palabra. Alma. Qué grandes palabras. No quiero revelar el secreto. No quiero la desacralización de mi secreto. El fuego interno de mi obra de arte. He entrado y no quiero salir.

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  8. LO DE MARA ES ALGO TERRIBLE TAMBIÉN

    Mara entonces se introduce en el bosque. O en el denso color verdinegro con sus tonalidades y matices. Todo depende de la resonancia que surja en el alma. Conexión. Vínculo. Has traspasado los colores y la tela y ahora estás en un bosque profundo siguiendo la figura de Mara. Pero la figura se pierde, se difumina, se rodea de una comitiva de otras figuras que cobran vida en forma de duendes, enanos, ángeles. El bosque produce bienestar, todo se transmuta en una infancia remota que abre caminos inciertos hacia algo desconocido que ha de ir desvelándose. Mara sigue caminando a paso rápido y decidido, pero soy incapaz de seguirla. Caigo. Tropiezo.
    Hay dos personas cerca de mi mirando el cuadro. Una saca el móvil y hace una foto. Ahora simplemente veo el cuadro como objeto delante de mis narices. Pero la sala me resulta un lugar extraño. Una aparición novedosa de realidad sin explicación. Uno de los observadores del cuadro le dice al otro en inglés: "I think the painter was in a bad mood the day he painted this landscape". Y el otro responde: "Yeah! Kind of". La normalidad ha vuelto, pero ha vuelto entre paréntesis.
    Me retiro del cuadro y sigo caminando. Me resulta todo extraño y sorprendente al mismo tiempo. Todo me parece milagroso. Incluso la pesadez y el cansancio que empiezo a sentir. Me siento en un banco mullido que coincide mirando al frente con un cuadro que refleja los efectos de la peste cerca de una ciudad medieval que se percibe al fondo. Cadáveres, moribundos, fiebres, sufrimientos. Algunos familiares cerca tratando de consolarlos. Más allá hay un cuadro de una batalla con todo su horror; los caballos asustados o malamente heridos, los cuerpos humanos lanceados y sangrantes. Podría haberme introducido también en el horror como experiencia estética y ser un espectador más de un museo sin más, pero sigo introduciéndome en esas realidades imaginativas con ojos de testigo presente. Entre el cielo y el infierno hay muchos matices y tonalidades, pero nunca se llega a su consumación absoluta. Mara tiene dos caras: una es la luz y claridad de la inocencia, pero la otra es siniestra y cruel. Las dos se mezclan en multitud de tonalidades y matices como la vida misma. Mara es vida, no abstracción. Mara está allí en las remotas dimensiones inocentes de los cuadros románticos de paisajes verdioscuros, pero la mirada de Mara proyecta también sus iras y venganzas sobre los humanos. Se regocija en las matanzas, en los sufrimientos absurdos, en la maldad astuta y sádica del dominio a toda costa, o los miedos incontrolados de las almas humanas.
    Mara no es una fuerza ciega y bruta sin sentido ni orientación, tampoco es un cielo de ideas puras y transparentes al margen de cualquier mundo de la experiencia. Mara es una voluntad que vive creando y dibujando y pintando y esculpiendo sin nada externo a ella que la pueda limitar o condicionar. Cuanto menos nosotros, oh criaturas inmersas en sus mundos como testigos limitados.
    ¿Limitados?

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  9. MARA SE VA DE LAS MANOS

    Bueno, bueno, Mara se me ha ido de las manos. Se ha convertido de repente en una diosa o una divinidad, pero eso de divinidad suena más a una cualidad abstracta que a una voluntad viva de una diosa viva. El pintor que pintó el cuadro quizás no supiere que con su paisaje, su obra de arte, estaba creando también a Mara. En sus colores y tonalidades, en su inspiración, en su deseo intenso de dar vida al paisaje del cuadro, o mejor dicho: en su producción creadora fue dando vida a Mara, encarnando a Mara, aun sin ser consciente de ello Mara fue cobrando vida en su bosque profundo, fue adquiriendo forma o cuerpo material para que los sentidos del cuerpo humano pudieran detectarla en consonancia con la luz del alma. El alma iluminada del artista fue dando vida a Mara para que Mara pudiere luego ser vista y sentida por las almas iluminadas que lograran reverberar o resonar ante el cuadro. Misterio de la encarnación. ¿Por qué Mara no se aparece en cualquier momento o en cualquier ocasión a todo el mundo al margen de los planos de existencia en que viva la gente? Las almas dormidas o despiertas o sonámbulas, todas podrían despertar y ver y desvelar el misterio de Mara. Mara para las masas, Mara en condiciones de igualdad para todo el mundo. Mara transparente para la ciencia, los medios, el arte, la sociología, la teoría y práctica política; no digamos ya la filosofía o la religión. De la misma manera que el cuadro es expuesto libremente a todo el mundo gracias al museo y al Estado de todos los ciudadanos del orbe, así los misterios de la naturaleza se van desentrañando de sus supuestos orígenes oscuros, esotéricos, míticos o místicos; para abrirse a la luz del conocimiento general de todos. Y el arte no ha de ser una excepción. Acabemos por desentrañarlo de una vez y por todas descifrando sus técnicas, sus procesos de producción, su relación inexcusable con los tiempos, la Historia, los discursos. Sus sentidos reconocibles y abiertos a todos. Mara no podría entenderse más que como un producto histórico que apunta a una liberación o quizás a un oscurantismo reaccionario o a un machismo de idealización de la mujer o viceversa: a un potente símbolo de liberación de la mujer subyacente en épocas de fuerte opresión y servidumbre de ésta. O una representación metafórica de la humanidad con su potencial creativo escondido en los colores oscuros del conservadurismo y su bosque privilegiado. Pero también puede ser el producto de un delirio interpretativo, de una alucinación galopante. Oiga, tómese su pastilla. La ciencia y la tecnología están para devolverle a la normalidad.
    ¿Almas iluminadas? ¿Cuadros o sinfonías o poemas que albergan códigos secretos para almas iluminadas? O peor todavía: ¿cuadros que encarnan voluntades sobrenaturales creadoras y que además escapan a la conciencia inspirada del pintor?

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  10. ¿OTRO PERROFLAUTA MÁS?

    Me llevé el arquetipo de Mara fuera del museo. Había conectado con la vida de Mara y ahora habitaba en mi alma. No necesitaba sacar ninguna fotografía del cuadro o volver a verle y menos robarlo para esconderlo en algún sótano secreto como icono de culto. El arquetipo viviente se había establecido en el alma y allí revivía con vida de la misma manera que lo había hecho en el cuadro. Ahora era mantener la distancia conveniente entre Mara y yo. Cuestión de lejanía o aproximación. Lejanía implicaba indiferencia, vida prosaica, trabajo, política, noticias, entretenimiento, conversaciones insulsas y repetitivas. Normalidad es eso para la mayoría.Las cosas son medibles, esperadas, circunscritas, limitadas. Pero la cercanía producía una transmutación de esa misma realidad en experiencia inmediata milagrosa. Algo que es incomprensible en su naturaleza y modo de existir, de repente se presenta como una aparición increíble: todo remite a una revelación misteriosa, a una energía inexplicable que se encarna, que forma objetos, ideas, personas, realidad extensa en forma de mundo, cosmos.... Y entonces Mara es la conciencia y lo externo al mismo tiempo, el sujeto y el objeto en relación inmanente.
    El ego con nombre propio que funcionaba normalmente en la lejanía, de repente se funde en una existencia en sí, que surge del misterio. Tendré que repetir esa palabra más veces, palabra odiada por la normalidad. Insoportable, diría yo.
    Je, je, je, oiga usted se ha contagiado con la Nueva Era y esas estupideces de trastocados perroflautas o hippies ya maduritos viviendo del cuento. Ya venimos de vuelta de todas esas tonterías. Bueno, escéptico lector, podría ser que uno hubiere caído en un plano de existencia mística o pseudomística con sus peculiares y arbitrarias metafísicas, pero yo parto de que Mara es una voluntad creadora con vida en sí misma, una fuerza creadora en un proceso instantáneo y permanente de creación. Más allá de todo juicio moral posible, más allá de toda condena o beneplácito por parte de nadie. Aparece y desaparece cuando quiere, pero como voluntad viva se puede relacionar con las almas en el plano y modo que ella/ello desea que sea, pero cuyo deseo no es premeditado o pensado o planificado o sometido a razón alguna o a proyecto o diseño alguno que la limite. Voluntad creativa en instantáneidad absoluta.
    Me volví a mi país. Dejé el trabajo que estaba haciendo y que nada me estaba reportando. Con mis ahorros compré una casa abandonada en un valle rodeado de bosques y montañas. Quería vivir y revivir mi arquetipo, mi transformación. Necesitaba la soledad. La vuelta a una vida diferente.

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  11. CUANDO LA VIDA TRANSCURRE CON NORMALIDAD

    Así es como llegué a esta casa y a esta situación. Verás, yo siempre he sido un hombre sensible a las cuestiones religiosas. Mientras mis conciudadanos o amigos o compañeros de trabajo se declaraban ateos, bien por estupidez, o bien por inteligencia, o bien por imitación, o también por ir en contra de los curas y pastores; pues yo vivía la intensidad de las cosas metafísicas con gana. Digo metafísicas porque lo que me captaba de las películas que veía o de ciertas sectas o movimientos espirituales o de algunos escritores o incluso de los cómics que leía desde muy pequeño, pues me llamaba la atención la sensibilidad de algunos visionarios o artistas o incluso de grandes inventores o dibujantes, pues el trasfondo de misterio en el que discurrían sus ideas, obras, sus inventos o descubrimientos, daba a sus obras una intriga más profunda que lograba siempre desplazar el sentido común de las cosas para acercarlas disimuladamente a lo extraordinario o lo inexplicable.
    Y cuando hablamos de misterio entramos ya en especulaciones metafísicas, pues aún siendo niño uno ya ha empezado a valorar el regusto por el trasfondo de los cuentos clásicos o las maravillosas historias de la Biblia, Homero, las Mil y una Noches, Julio Verne, Mark Twain y otros; pero en mi caso al provenir de una familia bautista, pues la Biblia siempre estaba a la vista y varias versiones o ejemplares reposaban en la biblioteca de mi padre.
    Mis padres aunque bautistas, su religiosidad había enfriado con el tiempo y los intereses primordiales se habían trasladado al trabajo de cada uno. Mi padre era ingeniero civil y mi madre profesora de instituto. Clase media podríamos decir. Éramos tres hermanos y la vida siempre iba como debía de ir, tranquila, sin grandes problemas. Vida de barrio con amigos, escuela, fin de semana con visita a algún museo de la ciudad, a veces íbamos a la iglesia; otras y cuando el tiempo lo permitía pues a la playa o al campo de excursión, etc. Todo normal dentro de una vida de clase media.
    Cuando uno vive una vida segura y bien arropado por padres responsables, pues todo parece ir sobre ruedas y el tiempo para compensar las rutinas se hace con equilibrio y alegría. Pero todo ello cambió cuando murió mi padre todavía a sus 42 años de un ataque al corazón. El golpe fue demoledor para nuestra vida familiar. Mi madre entró en una depresión y mis hermanos comenzaron a sentir inseguridades que hasta entonces no habían experimentado. Yo mismo caí en un estado de pesimismo prematuro, de cuestionamiento de certezas que hasta entonces había considerado normales; de preguntas desesperadas sobre la vida y la muerte. Tenía entonces 15 años.
    Fue entonces cuando me empecé a interesar por la Biblia. Me ponía a leer salmos o algún evangelio o curiosamente el libro tan espantoso como consolador del Apocalipsis. Lo hacía solo y sacaba mis propias conclusiones, pero sabía que aquello era el comienzo de algo serio. Las preguntas serias sobre el mal, el porqué del mal, la pregunta clásica del porqué Dios siendo todopoderosos permite el mal y todas esas cosas que ya desde siendo adolescente te sabes hacer.

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  12. EL MAL ES EL INCORDIO FUNDAMENTAL

    Como adolescente y ya dentro de un sistema educativo donde la ciencia y las matemáticas gozan de mayor privilegio por su papel tan importante en las sociedades modernas, pues lo más natural era que te empezaras a preguntar sobre la existencia o no existencia de Dios. Cuando ya tienes una práctica de enfoque racional de las cosas, no es difícil empezar a entender la Biblia y la religión cristiana como algo indemostrable, aunque beneficioso en cuanto a sus contenidos de creencia en el más allá, de base moral para nuestras actuaciones que de otra manera no tendrían una clara o siquiera poderosa influencia sobre nuestras vidas. El agnosticismo, más que el ateísmo, era una postura o un modo de ser muy propio de los jóvenes de instituto con ciertas inquietudes intelectuales. La mayoría no se planteaba este tipo de problemas. Se conformaba con vivir de forma pragmática o de acuerdo a los tópicos vigentes que les hacía ser personas bien adaptadas a la sociedad sin dolores de cabeza conscientes. Otra cosa era la vida inconsciente y sus rebeliones en forma de violencia, alcoholismo, drogas, sexo incontrolado, etc., pero todo ello dentro de las categorías aceptables y controlables de normalidad/anormalidad.
    Yo entonces aunque agnóstico por principio y carácter, sin embargo la crisis que me embargaba debido a la muerte de mi padre y el dislocamiento o desajuste de lo que hasta entonces había sido una familia armónica y estable, me hizo sentirme insatisfecho con la simple duda de la existencia o no existencia de Dios o del significado profundo de la vida en general. Y en principio había que empezar por el mal. La malignidad del mal. Lo absurdo, cruel e insidioso de mucho mal en el mundo, y sobre todo esa sensación ineludible de que el mundo parece más dominado por el mal que por el bien. La irracionalidad maligna y cruel casi siempre acababa teniendo más dominio sobre la razón y la nobleza que hacen posible las conductas y hechos buenos. ¿Cómo era eso posible?
    Y así empecé por repasar las historias de la Biblia, libro de tradición familiar y sustentador de los valores fundamentales de Occidente, aun en tiempos de dominio de la ciencia en casi todas las esferas.

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  13. LAS COSAS A VECES SON SENCILLAS, PERO LLEVA TIEMPO DESCIFRARLAS

    Cuando lees la Biblia te das cuenta que Jehová acaba siendo el el Dios soberano y absoluto del universo. Y si eso es así, entonces todo está bajo su suprema Voluntad. Siendo el Dios creador de la misma existencia, entonces su libertad no está condicionada a nada que le anteceda o le limite; o sea: está más allá de conceptos como bien o mal, razón o sinrazón, ser o no ser, contingencia o necesidad, etc. Y siendo así, ya está todo dicho.
    Esta verdad fundamental que se desprende de la Biblia me llevó años desenmarañarla de todos los discursos teológicos, doctrinarios, justificativos o apologéticos de religiones, instituciones, etc. También de las teologías e historias que se van entretejiendo en la misma Biblia tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento. Era una verdad sencilla, simple, pero al mismo tiempo incalculable en sus consecuencias existenciales. Dios hace lo que quiere, lo que le da la gana y no hay freno ni condicionalidad a su Voluntad libre y absolutamente soberana. Dios es Dios de la misma existencia sin referencia a nada más que su Voluntad.
    O de no ser así, entonces hablaremos siempre de un universo increado, infinito, inhumano, donde toda vida y voluntad basada en tal vida animal o humana, estará siempre ya determinada, condicionada, limitada, angustiada en su soledad o capricho de los dioses también limitados y contingentes. Entonces las únicas ocupaciones del hombre serán siempre inmanentes y siendo muy conscientes de nuestra mortalidad y paso del ser a no ser como nada.
    O trascendencia o inmanencia. Todo término medio es engañoso y acaba siempre en otra cosa que no es el Dios de la Biblia. El budismo mismo es un panteísmo que se somete al modo inhumano de ser de un universo incomprensible.

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  14. Me gustaria decir que lo capto...pero no. Hay momentos en que me “huele” a N. Pero debe ser que ...no tengo mucha idea. Estoy muy poco leida.

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    1. Nietzsche. Todo el mundo tiene miedo a escribir esta palabra.

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    2. Pero...¿estoy en lo cierto?.

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    3. Puede que haya resonancias con Nietzsche, pero si no son tus propias resonancias no hay nada cierto en qué descansar....

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  15. LA FE NO DEJA DE SER UNA OBEDIENCIA, PERO HAS DE SABER A QUIÉN O QUÉ OBEDECES.

    Pero ¿qué haces con esta idea tan absoluta sobre un Dios de voluntad soberana? Cuando todo se reduce a una voluntad libre que crea por crear y bajo parámetros que se escapan a toda comprensión humana, entonces sólo dispones de la fe como medio de creer en ese Dios. Pero fe en este caso es fe en que nada puedes hacer para cambiar nada por ti mismo, ya que tu alma no es ningún ente independiente que pueda actuar con libertad y transparencia, pues ya desde que naces formas parte de una existencia de la que no tienes ni pajolera idea de qué va todo ello en un sentido traducido a la comprensión humana.
    En la Biblia se trata sólo de tener fe y obedecer porque la fe te lleva a obedecer lo que supuestamente es bueno y justo. Y ese ser bueno y justo lo es no porque sea bueno y justo en sí al modo griego-platónico, cosa que hasta el mismo Dios tendría que obedecer como ley universal, sino porque Él decide lo que es bueno y justo. El Dios vivo que crea la misma existencia decide en su voluntad inabarcable qué es bueno y qué es malo en cualquier contexto y circunstancia. Y al hombre solo le queda obedecer.
    Pero hay un problema con todo esto. ¿Cómo sabes que esa voluntad divina existe en primer lugar? La respuesta sería: a través de la Biblia, pues la Biblia es el texto revelación de tal voluntad. Muy bien, pero la Biblia es un texto con palabras escritas a través de humanos. O sea, la voluntad de Dios no se revela de forma directa e inexcusable a las personas, sino que depende de textos a lo largo del tiempo que han pasado por la mano de escribas y correctores al servicio de instituciones sacerdotales o políticas. ¿Quién te dice a ti que eso que estás leyendo no es más que imaginación humana mítico-poética que en aquel tiempo un tanto lejano para nosotros constituía la base de legitimación de toda sociedad o pueblo y en este caso la legitimación de la nación judía? De ser así, entonces la base subyacente a la idea del Dios de la voluntad soberana y libre y arbitraria sería un mito elaborado teniendo como referente al gobernante absoluto de los imperios de la época cuya voluntad era suprema e indiscutible en teoría. Todo existe porque lo quiero yo. El universo existe por que lo he creado yo. Lo cual quiere decir que lo bueno y malo para nosotros, los humanos que lo hemos de asumir y sufrir, forman parte de esa misma voluntad que todo lo puede y todo lo crea. Si me ordenan masacrar un pueblo entero en nombre de Dios, lo he de hacer; y, eso en si mismo, sería bueno por ser voluntad de Dios incuestionable. Creo que alguien en la misma Biblia se dio cuenta de que esto era muy primario, muy adecuado al modo de pensar tribal, pero que los mitos había que elaborarlos de otra manera y en función de profundidades más de acuerdo con una voluntad compasiva y amorosa.
    De ahí el gran valor literario de la Biblia y de su poder espiritual a través de nuestra historia.

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  16. ESTO SE COMPLICA

    Vaya, la Biblia dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. O lo que es lo mismo, el hombre es la imagen y semejanza de Dios. Una imagen representa otra cosa. Una estatua de un santo representa la vida y obra de ese santo que vivió en otra época. Pero representa la vida y obra de ese santo tal como la describen los textos o tradiciones de ese buen hombre. O sea, los textos y tradiciones ya son representaciones así mismo de una vida real que va a ser siempre parcial por definición. La imagen entonces provocará en el devoto evocaciones de todo tipo dentro de su alma, evocaciones piadosas, de agradecimiento, de ruego, etc. Y, además, se establecerá un diálogo (relación) entre el santo que representa la imagen y el devoto. Un diálogo interno en la conciencia del devoto. Nadie verá al santo hablar o estar presente en vida o que la estatua reviva en forma de santo real o el espíritu del santo dé una señal clara y manifiesta ante todos.
    Una imagen de televisión refleja una supuesta realidad exterior a la cual es fiel. Bien sea una suceso, o una obra de teatro, o un anuncio; la imagen televisiva pretende darnos una realidad externa fiel a lo que refleja. Pero bien si es un suceso o una obra de teatro o un anuncio, la imagen ya ha suplantado la realidad y es ella la que se hace representante de tal realidad que en sí jamás podremos conocer en su entera complejidad, la imagen es ya siempre parcial. La imagen es reducionista por naturaleza. Mi imagen en un espejo es un reflejo fantasmal de mí mismo y mi dedo siempre tropezará con la dura superficie del cristal.
    Si el hombre es imagen de Dios, entonces somos una expresión de Dios parcial, reducida, deformada. Jamás sabremos lo que es Dios en su realidad, pero la relación entre las imágenes y sus "realidades", son de semejanza lo cual implica relaciones metafóricas. La estatua del santo ha de reflejar metafóricamente cualidades o aspectos de lo que se supone fue la vida del santo. La imagen televisiva de un suceso ha de mantener la semejanza realista de realidad del suceso aun sin jamás poder llegar a ser tal realidad. La relación del hombre como imagen de Dios intentaría de alguna manera dar algún sentido al misterio de Dios, pero si yo puedo relacionar la luna con la imaginación y el sol con la razón en relación de semejanza, eso mismo no lo puedo hacer con Dios. No conocemos el otro término de la semejanza y usar cualidades humanas para describir a Dios no dejaría de ser idolatría. Pero si las cualidades del hombre son imágenes de Dios, ¿habrá que arriesgarse a describir a Dios en términos humanos?
    Eso mismo es lo que hace la Biblia. Dios adquiere cualidades humanas cuando se relaciona con sus elegidos, con sus profetas, con los patriarcas, con Moisés. Se hace entender a los humanos con su voz (palabra), con sus emociones: ira, amor, venganza, paciencia, cólera. Se describe con rasgos físicos: "su brazo", "su rostro", etc. O su poder manifiesto: rayos, terremotos, manipulación de acontecimientos históricos y políticos, milagros, etc. Y es más: hay ocasiones que cede a las peticiones de sus patriarcas, de sus ruegos. Y hasta cambia de opinión en algún momento. No cabe duda que es un dios vivo según nos atestiguan los textos.
    Pero los textos son lenguaje, y el lenguaje es mediador entre lo de "ahí fuera" y la conciencia o alma humana. El lenguaje representa en sus propios términos lo que se supone es realidad "ahí afuera". Esto se complica.

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  17. NORA Y LA LITERALIDAD

    "La literalidad, ese es el asunto," me decía Nora tomando un café en una cafetería de un pueblo cercano a mi ciudad. Nora era mi mejor amiga, pues ya desde el instituto solíamos compartir experiencias y las mismas aficiones a la lectura o las aventuras de todo tipo. Nos solíamos ver de vez en cuando y reanudábamos así una conversación que hacía mucho tiempo había comenzado. Yo le había dado a conocer mis reflexiones sobre la Biblia ya descritas arriba. Quizás me haya extendido algo en ellas, pero era necesario. Mi evolución profesional seguía su recorrido normal como hacen millones de personas para seguir sobreviviendo en el mundo de la competitividad y competencia. Pero siempre intentaba que esa vida profesional se ajustara de la mejor manera posible a mi alma, a mi ser como persona. O sea, trataba de convertir mi actividad rutinaria y reglamentada de forma burocrática, en una actividad que diese lugar a la mayor libre creatividad posible. La dialéctica entre mis trabajos de diferente índole y mi forma de ser me llevaban a desgarres, a conflictos, a dislocaciones que a veces era capaz de dar solución creativa y a veces no. También era difícil encontrar la gente con quien confiar. Me gustaba tratar con la gente, buscaba las ocasiones, pero acababa cansado de las mismas conversaciones, de la monotemática en que se mueven muchos, del miedo que siente la gente a pensar más allá de ciertos cánones de lo establecido. Daba lo mismo que la gente se declarara de izquierdas que de derechas, eso no eran más que máscaras o barnices para cubrir formas de ser conformistas, adaptadas al grupo mayoritario, al compartir una ideología común mucha gente se siente segura sin tener que pensar mucho. Me metían miedo los fanáticos que ya han vendido su alma al diablo y han logrado literalizar su existencia no permitiendo ningún deslizamiento posible a sus interpretaciones del alma racional encerrada en su monumental ego.
    Literalidad. "He ahí el asunto", decía Nora, "la literalidad". "En tú iglesia protestante se daba esa literalidad, pues el protestantismo bautista que se desarrolló en este país era mayoritariamente fundamentalista. Tus padres, sin embargo se habían de alguna manera distanciado de tal actitud mental, bien habían podido buscar otra iglesia más abierta, pues si algo bueno hay en el protestantismo es esa flexibilidad interpretativa. ¿No crees?"
    "Sí, cierto, pero mis padres yo creo que enfocaron sus intereses más en el trabajo y sus posibilidades que en cuestiones que para ellos comenzaban a ser algo etéreas. Fui yo, curiosamente, quien más tarde se tomó la cuestión de la revelación bíblica con seriedad. Mis hermanos se desentendieron de la vida de iglesia sin mayor problema, pero a mí me picó el interés por estos temas espirituales."
    "Sí, ya veo. Esa exposición que has hecho muestra reflexión y ganas. Veo que sigues leyendo como un descosido. Tendrás algún día que unir las costuras desgarradas después de tanto pensar.", ahora Nora me miraba fijamente mientras afuera se percibía la primera tonalidad del otoño en nuestra ciudad.
    "Sí, eso es lo que intento. He sentido alguna atracción hacia esa literalidad en cuanto a fenómeno que se puede percibir en nuestra relación con el lenguaje. Es algo que me empieza a apasionar, pero primero te lo explicaré a ti. Me sigues cayendo bien y eres mi alter ego de forma incondicional." La verdad no sabía cómo empezar.

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  18. METÁFORA Y LITERALIDAD

    La metáfora de la roca como Dios en el evangelio es la forma como muchos humanos podrían entender la seguridad que se podría sentir si Dios/roca fuese el fundamento de la vida. Pero existe la roca que podemos palpar y ver y hacer una casa con cimientos en esa roca, pero Dios no es un asunto de los sentidos que podamos ver y palpar y sentir su solidez como la roca de verdad. Dios es un asunto del alma, de la psique; una idea etérea, una sensación anímica que viene y va como el viento. Hoy sientes a Dios, pero mañana no. Ahora es idea, dentro de un momento te olvidas. Pero si esto es así más o menos con cualquier creyente, entonces lo mejor sería hacer de Dios una roca de verdad, una roca dura que se pueda tocar, ver y palpar y donde mi idea de Dios no se pueda ir. En otras palabras, habría que solidificar a Dios de algún modo, habría que literalizar a Dios para que no se nos escape y esté ahí siempre como verdad visible y eterna. Si llegamos a este modo de pensar ya nos hemos hecho literalistas, y si nos hacemos literalistas es porque estamos hasta las narices de vivir del "cuento", de la metáfora, de lo inestable, de la nube, del humo, del aire. Por eso hacemos a Dios algo objetivo, fijo, visible para todo el mundo, comprensible, o sea: una roca. Petrificamos la metáfora. Pedro=piedra. Petrificamos la autoridad final de la verdad evangélica en una persona y entonces ya no se nos escapa la verdad en forma de metáfora o metáforas. Eso el catolicismo. En el protestantismo se petrifica el texto como una verdad objetiva, tan objetiva como pueda ser que tú y yo veamos esta taza y la podamos tocar y estar de acuerdo en sus cualidades y funciones, etc. Si yo empiezo a ver la taza del amor medio llena o la taza de de mi dolor que se desborda y el otro otra cosa, entonces ya estamos en otra cosa, en otro mundo: el de las metáforas, la poesía, arte.
    Esto ya lo vio Platón y por eso situaba las artes en lo más bajo del conocimiento.
    Y esto el protestantismo fundamentalista no lo puede soportar: la verdad es una y única y se revela en la Biblia si los ojos de la fe son los verdaderos. Cuando las interpretaciones se escapan de forma simbólica o metafórica sin control de alguna autoridad, entonces "Houston, tenemos un problema". Ya empezamos con los "hechos históricos", es decir: todo lo que dice la Biblia tiene una realidad histórica impepinable, y sí no la podemos demostrar ahora, la demostraremos más tarde o Dios nos la mostrará en la otra vida. Primer paso de la literalidad: Texto corresponde a historia, a hecho demostrable, real, fijo, constatable. El segundo paso es que el texto es la verdad, revela la verdad que todo el mundo ha de ver y creer sin excusa. La verdad y el texto en su estructura y literalidad se funden. La persona de fe recibe esa verdad común a todos y en los mismos términos para todos. El texto no apunta a muchas posibilidades que pueden ser inagotables, sino a una verdad que puede ser verbalizada, definida, reducida a credo, confesión de fe, o catecismo. Los católicos tienen al Papa, los protestantes tienen sus confesiones de fe. Esos son los límites en general y de forma muy elástica, pero el fundamentalismo no resiste esa elasticidad interpretativa: la roca es roca, Dios es roca, la Palabra ha de ser también roca.
    Lo cual hace que el literalismo fundamentalismo coincida como método, aunque no con sus objetos de estudio, con el cientifismo positivista del siglo XIX. Nadie en los siglos pasados de la Biblia consideraba los textos bajo esa perspectiva, la equivalencia palabra/realidad era imposible en una época donde realidad y metáfora se confundían de forma natural. Aunque no por ello se dejaban de disputar la verdadera verdad que abarcaba toda la existencia sin línea divisoria entre política o religión o vida civil, vida religiosa, pues tenía que ser todo uno.

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  19. NO ME DIGAS QUE EL LENGUAJE ES EL MEOLLO.

    Yo viví por un tiempo esa tentación literalista. El literalismo es básicamente obediencia. Sometimiento. Tiene su garra en el placer que se siente al sentirte parte de una verdad indubitable. Si tú fallas como persona, Dios no falla. Es evidente que todos fallamos debido a nuestra condición humana. Más bien parece que somos seres resbaladizos y cambiantes por naturaleza. La realidad cambia y nosotros también cambiamos, por lo tanto es imposible permanecer en el mismo sitio todo el tiempo. Ni tampoco nuestras ideas y valores permanecen inamovibles. La experiencia de la vida nos hace buscar un equilibrio de todas maneras. No podemos vivir en una inconsistencia permanente donde no sea posible defender ninguna verdad u objetividad, pero tampoco es posible quedar pegado como un tarugo a un tocón por el resto de la vida viendo y viviendo siempre lo mismo. En la realidad ambas posturas son imposibles.
    Para buscar un equilibrio que nos haga posible vivir con nosotros mismos y con los demás, tenemos que saber conjugar realidad externa con realidad interna. La realidad externa es la que nos hace tropezar, tocar, palpar, trabajar, mover, ver, saborear, medir, manipular; la realidad interna son las emociones, las pasiones, el pensamiento, todo lo incorpóreo. O sea, tenemos la dimensión corpórea y la incorpórea. Y entre las dos media el lenguaje.
    El lenguaje. Por un lado el lenguaje tiene su parte material en forma de sonidos, estructura de sonidos que es posible medir, analizar, objetivar. Pero por otra conlleva una dimensión de sentido que se relaciona con las partes profundas del alma indefinibles, no mesurables, la vida en forma de pasiones, tristeza, alegría, dolor, angustia, placer, amor, satisfacción. Sin lenguaje esa dimensión anímica sería tan expresable como los gemidos o ladridos de un animal. Sin lenguaje el mundo sería una realidad adaptable a nuestras necesidades básicas e instintos. Nuestra realidad anímica respondería a una memoria elemental conservada con fines de mera supervivencia.
    El lenguaje nos hace humanos. La palabra nos hace humanos. Y el origen del lenguaje se presta hoy día a muchas explicaciones, la mayoría de corte materialista y en relación con el cerebro, o en función de profundidades anímicas y realidades míticas que por un lado están relacionadas con la mente y la mente entonces el cerebro, por ser la mente un aspecto del cerebro; o, son estas realidades míticas/anímicas dimensiones de un orden independiente del cerebro que se expresan a través de la mente (que es y no es el cerebro) y nos ponen en contacto con realidades irreducibles a parámetros materialistas o científicos.

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  20. ¡MADRE MÍA! ADÓNDE ME LLEVA ESTO DEL LENGUAJE...¡PARAD!

    Los humanos nos entendemos a través del lenguaje. El lenguaje reduce la complejidad del mundo externo e interno con su estructura. Abrevia, economiza y nos hace actuar con objetivos pensados y calculados ante la precariedad de la vida natural y social. También nos induce a abrir espacios de nuevos significados a través de su capacidad metafórica y simbólica. Es decir: una roca es una roca, pero es también una metáfora o símbolo de seguridad, de certeza, de dureza, de impenetrabilidad, etc. Y esto a nivel anímico nos da el sentido y significado que hace posible la expresión del alma, de las emociones, pasiones, sensibilidades, etc.
    Pero toda realidad humana, toda sociedad, está organizada en función de significados más o menos jerarquizados o igualitarios que fuerzan a sus miembros a obedecer, a aceptar como propios, incuestionables, necesarios; lo cual hace posible que otros muchos aspectos de las realidades externas e internas queden sin descubrir, explorar, revelar, expresar. Una sociedad de Estado fuerte y comunitario/totalitario tratará de reprimir y castigar todo individualismo que la cuestione. Una sociedad más democrática e igualitaria tenderá a favorecer lo nuevo, las intuiciones creativas de sus individuos y en múltiples planos de realidad. Los lenguajes estarán condicionados, manejados o manipulados en función de los intereses políticos o de poder con el fin de sujetar, de ser obedecido.
    Evidentemente, las sociedades más conservadoras y estables, las más totalitarias/comunitarias, las organizaciones particulares, etc., buscarán esa obediencia, esa homogenización del lenguaje, esas fijaciones de sentido, ese acabado de valores ya aceptados universalmente. Podríamos decir que toda sociedad tiende a la uniformación de los significados, de los métodos de obtención de conocimiento, pero hay sociedades más abiertas que otras y donde es posible el cambio de paradigmas, de lenguajes, de valores. O, viceversa, cuando una sociedad entra en descomposición o decadencia o degradación, los significados pueden entrar en caos, en un relativismo enloquecido. Si por un lado se produce la paranoia, por otro podría producirse la esquizofrenia.
    El equilibrio está en saber que vivimos en cosmos misterioso, un cosmos de cuya existencia no sabemos más que lo que nuestros sentidos pueden alcanzar y nuestra razón razonar.
    Pero hay otra posibilidad de vivir o negociar sentidos con lenguajes que nos abran al misterio, que sepamos anclarnos a la realidad social y natural al mismo tiempo que nos abrazamos a un cosmos vivo que nos incita también al arte, a la poesía. Y que tal poesía nos abra a otros seres, otras entidades míticas, otras voces....

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  21. ESA LITERALIDAD ME EMPIEZA A DAR MIEDO (1)

    "Pero la literalidad puede ser liberadora, amigo Nesalem."-- Me dijo Nora. "Vamos a explorar este asunto mejor", echó otro trago de café, "verás, esto del lenguaje que nos hace personas es muy interesante. El materialismo lo atribuye al desarrollo del cerebro como bien has explicado, y entonces el cerebro produce la mente u órgano de representaciones mentales. Pero no tenemos por qué aceptar esta teoría que es imposible de demostrar, pues jamás seremos capaces de ver nuestra mente desde una exterioridad que nos permita conocerla como objeto en sí. Por tanto yo te propongo que consideres el lenguaje como una estructura independiente del cerebro y de la naturaleza. El lenguaje es un ente que nos hace hablar, nos hace nombrar, nos hace pensar y reflexionar; el lenguaje nos sitúa en un yo que reflexiona desde su posición de sujeto, pero también nos desplaza, nos hace patinar y conectar con otras dimensiones de nosotros mismos que no controlamos con el ego-sujeto."
    "¡Hostia!", respondí yo con el alma en vilo con solo escucharla. "Entonces el lenguaje nos situaría también en el tiempo al haber siempre un antes y un después en el discurso, en la misma estructura del lenguaje...."
    "Efectivamente, el lenguaje crea el tiempo de la experiencia, no el tiempo cronométrico del reloj, pero podría ser también un regalo de los dioses o de Dios. En tu Biblia Dios crea con la palabra, al principio era el verbo, dice un evangelio. La palabra entonces sería el instrumento de creación y el principio de toda ciencia y de toda sociedad, de toda conciencia pensante, de la posibilidad de toda experiencia." Nora parecía inspirada.
    "Muy bien, pero creo que nos estamos alejando del tema de la posibilidad liberadora del lenguaje. ¿Qué quieres decir con ello?"

    (SIGUE ABAJO)

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  22. ESA LITERALIDAD ME EMPIEZA A DAR MIEDO (2)

    "Bueno, a mí siempre me llamó la atención la felicidad de los fanáticos. Hablamos muchas veces de la alegría o felicidad del poeta o el filósofo o el profesional que hace bien su trabajo, pero la verdadera felicidad y la más duradera es la del fanático, aquel que está atrapado en la literalidad del lenguaje. Esa persona que va a piñón fijo y que es imposible que sepa ver más realidad que la que ve y que además no cede lo más mínimo en sus presupuestos dogmáticos. Esa persona suele ser muy feliz, muy completa, muy realizada. Es capaz de morir por su causa, por su Dios, por su líder supremo. No le falta nada. No duda. Si hay duda es siempre circunstancial, en cualquier otro momento esa duda desaparecerá y se ajustará a la Verdad. El lenguaje para esta persona se funde con la realidad y la verdad y se hace uno con ello y vive la transparencia completa sin desgarre alguno." Nora se me quedó mirando con ojos de ensueño.
    "Pero si el lenguaje por ser él mismo de naturaleza metafórica, entonces comenzará a desplazar las fijaciones a tal fanático y a causarle desasosiego....¿No?"
    "Entonces luchará contra tal desasosiego reafirmando sus creencias y obediencia más ciegamente. Ante los envites del mismo lenguaje que lo ha de desplazar irremediablemente adopta entonces una dureza externa que ha de cubrir un torbellino interno que lo desgaja. Se hace más fanático, más agresivo, más cerrado y logra vivir su fanatismo de forma automática. Su verdad será inatacable y así ganará el cielo o el paraíso x o z."
    "Bueno", dije yo, "si hay lucha interior, no veo ninguna liberación serena y sosegada".
    Y entonces ella me respondió: "Coge una frase y repítela varias veces. Llegará un momento en que tales palabras perderán su sentido. Tu seguirás repitiendo algo mecánico y externo a tu persona, el lenguaje se independiza de ti y tú seguirás repitiendo un sonido sin sentido. La frase se convierte en algo impersonal y perfecto al mismo tiempo, en algo transparente a ti mismo. Te unes por unos minutos a una transparencia del lenguaje en sí mismo como estructura vacía, sin mediación alguna, sin que el pensamiento logre interferirse. Esta es la idealidad del lenguaje, la pura literalidad, la pura liberación. La aspiración de todo fanático y tengo miedo que todos tenemos un ansia de fanatismo inconsciente."

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  23. LA TENTACIÓN DE LA GRAN MÁQUINA

    Mara siguió hablando: "La pura literalidad hará que tu pensamiento se funda con la realidad y entonces realidad y pensamiento formaréis una sola cosa. Se acabó la escisión pensamiento/realidad, o exterioridad/internalidad, o sujeto/objeto. ¿Acaso no hay más y mejor liberación que eso? El fanático es atrapado por el lenguaje de su amo, de su Dios, de su Verdad absoluta y queda fundido en ello. No hay posibilidad de cuestionar nada. Se trata de descansar en la obediencia, dejarse llevar por ella. ¿No es eso una tentación hermosa? Ya no eres tú con tus dudas, tus conversaciones internas en conflicto con la realidad; ahora es la Voz que manda, que sabe, que guía la que te lleva de la mano. Y tú obedeces, tan solo obedeces. Descansas. Dejas de ser responsable de nada. Sólo obedeces la verdad".
    Quedé un tanto sorprendido. No sabía qué decir. Nos pasamos la vida en pleno desasosiego. Las cosas nos suceden como surgidas del capricho y la más pura arbitrariedad, pues si soy torpe o inteligente o físicamente deforme o un guaperas irresistible, todo viene dado porque si. No hay una razón moral del por qué ha de ser así, y si la hay nos parece una moral injusta que ya nos hace desafortunadamente desiguales desde que nacemos, nos marca ya el nacimiento y luego pretendemos que hay una libre voluntad que nos va abriendo camino, pero eso es una manera de nombrar algo que desconocemos y que pudiera ser una pura conjunción de fuerzas que el lenguaje nos nombra, nos distribuye, nos clasifica y acomoda. De nuevo el lenguaje.
    Yo entonces respondí: "Hubo una época en que quedé prendado de una secta. Era la época en que mi padre había muerto y me sentía fracasado. No encontraba sentido a nada y el mundo me parecía un túnel negro, oscuro. Demasiado joven para pensar así. Pero cuando eres joven tienes la energía suficiente para seguir adelante agarrándote a lo que sea. Y un día un amigo, compañero de trabajo, me enseñó a ser fanático. Era miembro de una secta estricta y bien organizada. Una secta que les programaba la vida y ellos sólo tenían que obedecer. Era la máquina perfecta. Las creencias ya estaban masticadas y digeridas y tú lo único que tenías que hacer era aceptarlas, estudiarlas tal como te las servían, obedecerlas y cumplir con tus obligaciones. Aquello me resultó tentador. A mayor desvalorización de mi persona, mayor era la necesidad de unirme a aquello que me habría de dar sentido, fuerza y amor propio. Tan sólo tenía que obedecer, entrar en una estructura jerarquizada y dejarme ir. Nada de pensar, nada de complicarme la vida con dudas, simplemente descansar en la Gran Máquina, en los hijos y hermanos de la Gran Máquina."
    Por suerte o por desgracia no llegué a ser parte de aquella secta, pero la tentación había sido fuerte y más de una vez pensé si aquella opción no hubiere sido la mejor que hubiere hecho en mi vida. Pero uno llega a saber que las máquinas se acaban estropeando y que cualquier ser humano ha de fallar y fallarte por puro egoísmo y necesidad de poder."
    "Buena reflexión", respondió Nora.

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  24. LOCO, LOCO LENGUAJE ¿QUO VADIS?

    Lenguaje loco, loco lenguaje. ¿De dónde procedes que tanto nos quieres? Te dejas moldear en una y otra dirección, nos concentras nuestras pasiones y energías en forma de moral, de religión, de ciencia e ideología. Nos haces ser objetivos, subjetivos, delirantes, máquinas productivas, máquinas opresivas, románticos, anarquistas, fascistas, comunistas; serios, cómicos, patéticos, inocentes, ingenuos, sádicos sin alma, místicos del séptimo cielo, kamikazes del terror, hijos de Mahoma, hijos de Cristo, puro amor y puro odio.
    Nos haces ser yo y nosotros y juegas contigo mismo a perpetuar la lucha y el conflicto con nombres, banderas, objetivos, cielos e infiernos. ¿Y si nos disolvemos en tu estructura y dejamos de ser egos para ser puro lenguaje?
    Primer paso. Desenmascarar al lenguaje como ente que nos produce, que somos en él, que somos historia y cultura gracias a que cada cuerpo conlleva un pensamiento común en términos de significado y que jamás podríamos ser sujetos sin el lenguaje que nos produce como tales, Ni tendríamos objetos. ¿Quién se atreve a discutir o cuestionar tanta normalidad y realidad?
    Pero, ¿es el cerebro quién ha producido el lenguaje en sociedad de cuerpos cerebrales animales? O, ¿es el lenguaje el que ha producido la mente usando los cerebros como soporte de su ser y existencia? Lenguaje. Una gran herramienta, un instrumento de alta eficacia social. Las palabras y las oraciones van siguiendo direcciones, produciendo significados que se van soltando y atando, desplazando y concentrando, apresando y soltando. Jugando en ocasiones en juego libre sin ser atrapados y ahí comienza la creación inocente del viejo Adán. La aproximación inocente hacia las cosas. Desligando, desvinculando el mundo de los discursos dominantes. Abriendo mundo, abriendo realidades innombradas, misterios que traslucen.
    Je, je, je, yo soy el que soy; nada ni nadie existe fuera de mi poder de nombrar y estructurar. Vengo del misterio y camino de nuevo hacia ello.

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  25. LANGUAGE POWER

    ¿Has intentado alguna vez el dejar de pensar? ¿Cuánto tiempo dura esta experiencia? Nora me hablaba de la técnica de la repetición hasta que las palabras pierdan su significado y sólo sean sonidos, puros sonidos. Lo empecé a hacer con ciertos versículos de la Biblia. Los repetía hasta que perdían todo el sentido. Puro sonido. Si esa era la revelación divina, ¿qué mejor que dejar la pura estructura material del sonido como pura revelación sin la intermediación de las inevitables interpretaciones humanas siempre imperfectas? Pero quizás lo habría que hacer en hebreo. Hacerlo con una traducción resulta ya mediatizado. Puras especulaciones cabalísticas. No obstante yo seguía haciéndolo y me dormía haciéndolo. A veces podía resultar agotadoramente obsesivo. Mi amigo o amida lectora, prueba tú, pero si no te sirve olvídalo. Espero que me estés siguiendo como lo has venido haciendo desde el principio. Recuerda que te dije que tenemos que asumir que tú y yo somos almas y que el lenguaje nos pone en comunicación. ¿Nos pone en comunicación o nos sitúa en un lugar desde donde hemos de "conjugarnos" con nuestras diferencias y coincidencias o desacuerdos y acuerdos. ¿Somos entonces lenguaje y hemos de actuar siguiendo siempre sus reglas? A tú pregunta yo respondo y viceversa. Pero si mi respuesta es de tu desagrado entonces te creo enfado o agresividad o incluso violencia. O si mi frase te resulta agradable y confiada te puedo crear buen ánimo. Nos creamos buen ánimo.
    Esto es extraño. Pues somos cuerpos y almas. Si no hubiese lenguaje ¿seríamos animales bajo el poder del instinto? ¿La fuerza directa del instinto? ¿Se podría concebir nuestro cerebro sin producir lenguaje? Qué preguntas me estoy haciendo. Imposible. Tendría que haber algún tipo de simbolismo, de abstracción, para poder intercambiarnos sentido. Dar señales de poder, saber quien manda, anunciar la presencia de comida, revivir el sexo, saber dónde empieza y acaba nuestro territorio y quiénes son nuestros enemigos y peligros. Saber también quiénes de los "nuestros" se enredan con los símbolos y los significados y los trastocan de forma alocada, enajenada o peligrosamente aventurera. ¿Acaso han cambiado estás cosas básicas con el lenguaje humano?
    Simplemente las hemos aumentado, las hemos perfeccionado, nos hemos enseñoreado del mundo.
    Se lo expliqué a Nora una vez que vino a visitarme cuando ya trabajaba de profesor en un instituto. Nora no supo en ese momento qué contestarme. Venía de sufrir problemas y desengaños en su vida amorosa. Venía hecha un lío. Yo entonces vivía con una chica que estaba acabando la carrera de ciencias y nos complementábamos la mar de bien. Se llamaba Cintia. A Cintia le encantaban mis preocupaciones y especulaciones. Decía que estaba como un cencerro y luego salíamos a tomar una cerveza y nos enfrascábamos en la irrealidad más real posible.

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  26. SÍMBOLOS MÁGICOS

    Cuando era niño la radio era una puerta a un misterio de voces humanas y narraciones que surgían de sus entrañas en forma de lámparas de cristales, u objetos que no obedecían a nada que resultare comprensible para mi mente de niño. Al mirar por la parte trasera del aparato cuando mi padre lo abría yo tan solo buscaba el origen de aquellos humanos que habrían de habitar allí mismo, pero de una manera mágica. El aparato de radio era la manifestación concreta de un poder mágico en un mundo infantil de magia. Muchas cosas resultaban mágicas y misteriosas en tal mente infantil. Una fuente en un cruce de caminos me hacía preguntarme por la procedencia del agua y su lejanía remota allá en las cimas de las montañas o los valles profundos llenos de bosques, plantas y animales. Eran mis primeras preguntas y mis primeras exploraciones con los ojos de la imaginación. La fuerza increíble del Conejito Atómico y más tarde Superman, eran poderes que provenían de ese mismo misterio que se podía vivir en los tebeos o en el cine o en las narrativas para niños de la radio. Por otra parte era cada vez más evidente que la realidad de las cosas normales de casa, de la escuela, de la calle, del mundo de los mayores; no seguía ese misterio del mundo imaginativo o del mundo de los sueños que a veces se fundían y dominaban mi cosmos infantil. Pero incluso ese mundo de los mayores o de la calle, estaba rodeado de misterios por todas partes. Eran también como manifestaciones palpables y concretas de lo misterioso que parecía impregnar el mundo, mi mundo.
    Los juguetes podían actuar como símbolos de ese otro mundo. Una máquina de cine a manivela y muy rudimentaria que proyectaba películas de papel aceite en color se convertía en otro artilugio de magia con sus juegos de cristal de aumento, la bombilla interna, los engranajes, la luz, el movimiento de las imágenes. Todo ello producía unas emociones y una curiosidad que lo absorbía todo por un tiempo. La máquina en sí, como la radio, se convertían en símbolos que representaban los misteriosos mundos más allá de lo común, del orden de la calle, de las obligaciones, del aburrimiento que a veces ya empezaba a hacer acto de presencia.
    Las narrativas de los cuentos, de los tebeos, de las películas (la televisión no llegó a nuestra casa hasta muy tarde, poco antes de la muerte de mi padre. Simplemente nadie sentía necesidad de ella), todo ello dio alimento más tarde a la imaginación literaria de las buenas obras de aventuras y del cine que las adaptaba. Pero también, dado que en mi familia había siempre una Biblia y de vez en cuando asistíamos al culto bautista, pues también la imaginación religiosa se iba perfilando como misterio más profundo, pero que en sus manifestaciones de culto y sermones resultaba también otra parte de la misma normalidad de los mayores y sus cosas cada vez más rutinarias y repetitivas.

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