Las ideas flotantes dentro de una interioridad/subjetividad/campo de conciencia, solo pueden rebotar, ir de un sitio para otro, vivir aisladas sobre sí mismas. Conectan con la realidad exterior más como vampiros o chupasangres, absorbiendo lo necesario para sobrevivir como inútiles mundos flotantes dando vueltas sobre sí mismos y sobre todo el espacio de la conciencia y siguen rebotando, deambulando como un puro solipsismo, eterno solipsismo. Mantienen obstinadamente su
independencia del mundo exterior, pero al precio de un agotamiento continuo, de un recelo constante, de una desconfianza defensiva; de interpretaciones paranoicas paralizantes. Pero toda idea flotante puede reventar con un simple pinchazo, o sufrir un repliegue demasiado estrecho y ¡plaff! O un despliegue demasiado dilatado y ¡plash! Luego surge la confusión, el caos, la búsqueda de antiguos o nuevos referentes donde poder reagruparse. Pero puede que la realidad externa haya entrado de lleno como un torrente de agua con vía libre para inundar y entonces todo se mezcla y los contenidos viciados de las esferas flotantes se diluyen o diseminan y tomando nuevos bríos, nuevas energías. Nuevos flujos libres, liberados. ¿Y ahora? ¿Qué sentido darles? ¿Cuál es el nuevo código si es que lo hay?
Un nuevo nomadismo invade el planeta. Y se desvincula de los flujos políticos, de los flujos morales, de los flujos económicos, de los flujos científicos, de los flujos religiosos, de los flujos del derecho. El nuevo nomadismo se constituye en arte. Artilugios artísticos. Máquinas de placer estético. Comunidades de producción y distribución basadas en fluidos incesantes. Fluidos intensivos. Rupturas. Discontinuidades. Disparidad de mundos. No un universo: multiversos. ¿Qué ha pasado? Nuevos centros gravitatorios de reagrupamientos fascistas se están formando. Un phylum de destrucción y autodestrucción amenaza al nuevo nomadismo. Gravitación, dispersión. Todo fue demasiado rápido. Todo se ha vuelto confuso y a la vez muy extraño. Pura extrañeza.
16 mayo, 2017
17 comentarios:
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La señora creaba olas de desconcierto, hacía túneles que se cruzaban y se entrecruzaban y luego se replegaban dejando la estancia cargada de tensiones y malos humores. Al momento se iba hacia la nevera, grande nevera, inmensa nevera; y sacaba un jamón asado al horno al que le iba cortando rodaja tras rodaja y satisfaciendo su hambre incontrolada que acompañaba con sorbos de coca-cola bebidos directamente de la botella. Todo volvía a la inmensa nevera. La televisión descansaba en el suelo moquetado de verde y dentro de un mueble de madera bien labrada y trabajada. La televisión mostraba una película de serie b. Nunca se apagaba. La tele siempre estaba encendida día tras día, noche tras noche, estación tras estación. Satisfecha la señora con sus rodajas de jamón en el buche y algo calmados los nervios, ahora se tornaba eufórica y nos venía a besar y a decir lo buenos que éramos y lo desagradecidos que también éramos a veces. Cubría entonces el rostro con las manos y emitía un gemido de fatiga o dolor de cabeza. Era pequeña de estatura y redonda como un tonel. Y en ese preciso instante de fatiga o desasosiego comenzaba a desplazarse como una peonza por el pasillo y las habitaciones y salía al garaje y al césped y no encontraba el sitio apropiado donde descansar o encontrar algo de alivio. Luego se acercaba a nosotros y nos cogía por la cintura y nos contaba cualquier cosa sobre los vecinos. Pronto habríamos de acompañarla al centro comercial más grande de la ciudad y al momento nos deslizábamos por las autopistas en su inmensa ranchera con dos depósitos de gasolina y un reprís que dejaba metros de marcas de goma sobre el suelo de hormigón de la calle cubierta de árboles.
ResponderEliminarNo me podía imaginar una infancia al cuidado de tal madre. Pero era madre. Había sido madre a su manera. A su modo y manera. Y la niña, su hija, había tenido que ser hija de tal madre. Los fantasmas y las obsesiones; los desprecios y reproches marcados a fuego en la mente infantil; los túneles de malos humores desplazándose por las diferentes casas de infancia como mangueras confusas deformando los ambientes y cruzando mensajes contradictorios al mismo tiempo para luego imponer más dominio caprichoso, descontrolado; dominio omnipotente para una niña.
La música son notas de sonido estructuradas. Podemos analizarlas objetivamente y ahí están: divididas en unidades, aisladas las notas como unidades que se van enlazando unas con otras en el tiempo y en grados de intensidad o modulación. Podríamos verlas así. Entender la música así y no sentir más que el placer estético que produce ver y contemplar a distancia una estructura de sonido musical. Y punto. Ver el cuerpo y no sentir el alma. Y los hay que sienten el alma, pero no pueden ver y contemplar el cuerpo a cierta distancia. Pero no dejarían de ser tonalidades secas o híbridas; quizás extraviadas.
ResponderEliminarCuerpo y alma.
El cuerpo no puede existir sin alma y el alma no puede existir sin cuerpo. Los dos van juntos. Cuerpo y alma forman una misma entidad. ¿Cuál es la unidad-partícula cuerpo-alma o alma-cuerpo? ¿Dónde está el lugar desde donde podamos contemplar tal unidad-partícula fuera de todo cuerpo-alma?
El universo no existe nunca en sí como estructura neutra y transparente que espera ser contemplada por un sujeto-espejo limpio y transparente. Cada uno lo vivimos en tonalidad propia, cada cuerpo-alma, alma-cuerpo, reverbera de una forma diferente: siente una música diferente con sus altos y bajos, sus distorsiones, sus refinamientos sublimes, sus aberraciones, su calma y tranquilidad y equilibrio. Pero al ser todos partícipes del mismo ser cuerpo-alma, alma-cuerpo, hay posibilidad de puntos de contacto donde podamos resonar juntos por un tiempo y una intensidad modulada en los mismos puntos.
Pero, por esa misma razón, existe también la posibilidad de apropiarnos, de subordinar, de forzar, de seducir los demás cuerpos-almas, almas-cuerpo; en función de nuestras resonancias; de resonancias concentradas en entes políticos, religiosos, aparatos de apropiación-distribución de toda índole. El estudio del mal ha de considerar esto.
Los puntos de contacto. A veces entre lo equívoco de nuestras relaciones con los demás surge el punto de contacto, o mejor dicho: las superficies de contacto: los espacios comunes. Puede ser por un instante, en una conversación, en algún acontecimiento te das cuenta que hay cierta complicidad con tú postura, con tus ideas, con tu forma de ser. No estás solo. A veces te creías solo, pero no estás solo. Ese sentimiento lo comparte otra persona. Esa idea puede ser comprendida por otro/s. Esa protesta no es solo tuya, también es compartida, aunque sea mínimamente compartida.
ResponderEliminarCompartimos superficies de contacto con D-ós. Compartimos naturaleza con D-ós. En todo momento y lugar hay una superficie común con D-ós. D-ós, desde luego, es algo incomprensible para nosotros; algo que nos supera en su infinitud y misterio, pero el ser de D-ós tiene superficies de contacto con nosotros: contacto corporal, material, de naturaleza material e incorporal. Nuestro cuerpo/alma, comparte superficies comunes con el cuerpo/alma de D-ós. En todo momento, aun sin darnos cuenta. Pero otra cosa es darnos cuenta. Darse cuenta de ello hace de D-ós algo real, material, palpable e incorporalmente posible en nuestra alma.
ResponderEliminarCreo que esta línea de pensamiento teológico comenzó con Duns Scotus, Duns Escoto.
LOS CUERPOS DE DIOS
ResponderEliminarUn dios que sea puro espíritu y sin cuerpo sería un dios fuera del alcance de los sentidos humanos, un dios fuera de la materia, fuera de la carne. De no haber cierta comunidad o comunicabilidad entre el hombre y Dios, entonces aquella idea gnóstica del dios completamente alejado de la materia vil y corrupta que es el mundo y el hombre, sería cierta. La pureza y perfección del Dios-Espíritu no podría nunca imaginarse nuestra existencia, imposible también el tener un punto de contacto, pues puro espíritu y materia al no tener absolutamente nada en común, serían dimensiones irreconocibles, alteridades absolutamente alejadas de sí mismas.
(Continúa abajo)
Hay una forma de entender la Biblia aprovechando las investigaciones más recientes. La Biblia no como revelación progresiva, sino como superposiciones de escuelas o periodos con su proyecto teológico concreto. Pero todo ello no disminuye la revelación, sino que la ha de enriquecer con aportaciones que ayudan a comprender a Dios y la relación de Dios con su comunidad.
ResponderEliminarEl Dios de la Biblia pasea por el Edén, se hace oír, se presenta a Abraham como tres hombres, lucha contra Jacob como un ángel con forma humana, se convierte en zarza ardiente a Moisés; aparece como luz intensa y cegadora varias veces a lo largo del Éxodo; es el Dios que se aparece a Ezequiel en forma bronce refulgente (Ez 1:7); el mismo Dios que se establece de forma alternativa en el arca de la alianza, más tarde en el Tabernáculo en forma de nube, de resplandor, de voz. Es presencia en un “cara a cara” con Moisés, ocupa la cima del Sinaí, etc, Pero luego, este Dios que en los textos más antiguos de la Biblia adopta formas antropomórficas y que crea al hombre a su imagen y semejanza y tiene rostro y dedos y en definitiva cuerpo, pasa a ser un Dios que vive en el cielo y cuyo punto de contacto con la comunidad de Israel empieza a ser la Palabra (shem).
ResponderEliminarEn los textos de E y J Dios tiene cuerpo, ocupa espacio y tiempo en un momento concreto; tiene presencia adoptando formas materiales visibles y audibles. Es un Dios de presencia, no de interpretación. Es un Dios vivo que está ahí y ahora, no un Dios que vive instalado en el cielo, pero que deja su palabra o unos querubines o un espacio sagrado como símbolo de su presencia, pero su esencia está en otra parte: el Trono del Cielo. El Trono desde donde rige y se dirige a los humanos por medio de la Torá, del Templo, del texto escrito. Este último Dios es el Dios de los textos deuteronómicos: un Dios depurado de toda materialidad visible, de toda posibilidad de forma y fuera de la posibilidad de imaginarlo en relación con cosas materiales. In-corporado (hecho cuerpo) a formas materiales (corporalizado).
ResponderEliminarEl libro de Benjamin D. Sommer, titulado “Los Cuerpos de Dios en el Mundo del Antiguo Israel” (The Bodies of God and the World of Anciente Israel. Cambridge University Press) comienza con la teoría del Dios que tiene varios cuerpos, de hecho tiene la posibilidad de adoptar infinitos cuerpos; pero también es un Dios de yoes fragmentados, que adopta diferentes yoes/personalidades. Es un Dios que puede corporalizarse en objetos, en fenómenos naturales, en forma humana, en querubines, en ángeles, pero tales corporalizaciones no agotan a un Dios que al mismo tiempo puede estar en otros sitios en otra forma o en otro yo manifestando otra personalidad. No es un Dios centrado, integrado, ocupando un único lugar, ni un único ego/personalidad (Deuteronomio), ni menos un espíritu inmaterial. Es un Dios que tiene cuerpo y que dicho cuerpo tiene semejanza a la forma humana; un cuerpo de una materia diferente, muy diferente a la materia humana, pero de todas maneras cuerpo que se puede sentir y ver como tal. Que ocupa espacios y tiempos concretos. Material anthropomorphism. (Genesis 1:26). Sin embargo en los textos de P se mezcla la concepción de E,J, con la deuteronómica. 2:7. 3:8, 11:5, 18, Isaías, 6:5, Exodus 33:9,
ResponderEliminarEl libro comienza con el antiguo politeísmo mesopotámico y sus peculiaridades que lo diferenciaban, por ejemplo del politeísmo griego; los dioses que se manifiestan en Mesopotamia y los pueblos semíticos del norte, son de una misteriosa fluidez y una multiplicidad de egos o personalidades. Una singularidad deidad podía existir simultáneamente en varios cuerpos. Pone el ejemplo de la diosa Ishtar que se aparece en muchos sitios asociada a muchos nombres diferentes Ishtar de Arbela, Ishtar de Nínive, etc., avatares de Ishtar que representan a la diosa pero de forma reducida. Todas las representaciones de la diosa implican una misma divinidad fluida y con diferentes yoes que se corporizan en determinadas estatuas, en determinados lugares; pero que luego en caso de sacrilegio o descuido, podría abandonar tales lugares y las estatuas entonces quedaban reducidas a simples objetos, desacralizadas.
ResponderEliminarEn las primeras transcripciones encontradas en el alto Israel se hablaba de Yawé de Samaria, Yavé de Teman, Yavé de Hebrón, Yavé de Zión. Tenían santuarios diferentes, eran personalidades diferentes, pero se comprendían como una misma divinidad múltiple en sus manifestaciones, fluida. (2ª de Samuel 15:7 habla de un príncipe que tiene que adorar a su dios Yavé de Hebrón y para ello tiene que abandonar Jerusalén porque en Jerusalén se adora a Yavé de Jerusalén. Habla del significado de las palabras que se refieren a ángeles en hebreo o arameo (mal’akh), y hace ver cómo no son seres separados de Yavé, sino partes de la deidad corporalizadas, reducidas pero que no agotan la divinidad en sí que vive en otras partes al mismo tiempo como cuerpo fluido corporizante. Su análisis de las apariciones de ángeles en la Tanak es muy meticuloso. Siempre adoptan forma de hombre y son como avatares del mismo Yavé. Hipóstasis de la presencia divina. Dios introduciéndose en la realidad humana y dejándose ver. El término semita asherat aparece mucho en la Biblia y era una diosa que muchos israelitas entendían como la mujer de Yavé. Restos de piezas de madera representativos de asherat en la edad de bronce y que perduran en el templo en la época del rey Jehoahaz a pesar de la purga que había hecho su padre Jehú (2ª Reyes 13:6), pero ahora trasferido a Yavé. La piedra de Jacob pasó a ser objeto de culto en santuarios donde habitaba el dios (Gen 28:18,19), Jacob unge la piedra con aceite, la cambia de estatus, la inviste de vida, de presencia. Bethel. (Gen 33:20) (Ex 32:4) Aarón y el becerro de oro. Observaciones curiosas. “Estos son vuestros dioses oh Israel que os sacaron de Egipto”. La fiesta era dedicada a Yavé. El becerro incorporaba una multiplicidad de la divinidad en un simple objeto Lo mismo Jeroboam con dos terneros a quienes se refiere como dioses que corporizan a Yavé.
ResponderEliminarLuego habla de la reacción de los textos deuteronomicos. Dios no deja de tener cuerpo, pero ya es un cuerpo que ocupa su lugar en el cielo desde donde gobierna, y en la tierra deja se palabra, en el arca sus tablas de la ley que representan su Palabra, en el templo es un espacio sagrado que representa lo Real que está en el cielo. Ya no es presencia de Dios sino representación de Dios, simbolismo del Dios real que está en los cielos. Dios ha de tener un solo lugar centralizado para su culto: el Templo de Jerusalén. Un solo lugar para siempre. Dios es un solo yo integrado y único. El cuerpo espiritual de Dios envía ángeles que son criaturas aparte de Dios. Delega. Inspira profetas como enviados. Da señales, signos de su existencia, pero ya no es presencia propia en cuerpo corporalizado, materializado, energizado en una zarza, humanizado en un hombre. Signo. Significante. Símbolo. Shem: su nombre, abstracción, su yo integrado, centrado. Kanod: cuerpo, presencia incorpórea.
ResponderEliminarSommer encuentra en esta idea de Dios como cuerpo fluido y decentrado en cuanto a sus yoes o personalidades una aportación interesante al judaísmo. Dios ya no pertenece a un lugar sagrado en exclusiva. Cualquier lugar del mundo podría ser sagrado. La corporeidad de Dios es infinita y su pluralidad de personalidades para nada agotaría su ser único y sus atributos. Cristianismo: encarnación de Jesús, Trinidad. Transubstantación, consubstantación.
(FIN DE LOS APUNTES SOBRE EL INTERESANTE LIBRO DE sOMMERS)
Las empatías son espacios comunes de reververación. De resonancia. El conocimiento, el llegar a saber, es un momento de resonancia entre sujeto y objeto. Cuando esa resonancia se produce hay un momento de placer, de iluminación. Es como si algo indestructible se apodera de ti. Lo mismo con las personas y la amistad: cuando hay territorios de empatía entonces surge placer, alegría; algo indestructible se apodera de uno: es la amistad, la verdadera amistad duradera.
ResponderEliminarPero hay amistades que no son verdaderas, que se han hecho por necesidades afectivas viciadas, basadas en la inseguridad, en el miedo, en la necesidad de afirmación; tales amistades perjudican más que reafirman. Cuando te das cuenta ves que no cuentas con la complicidad que una amistad sólida requiere. Que en cualquier momento puedes ser desplazado por otros intereses que nada tienen que ver con tu persona. Hay amistades basadas en la manipulación. Hay gente que quiere conocer gente para "conocer gente" y así abrirse camino por la vida a base de amiguismos, de influencias, de manipulaciones que nada tiene que ver con la amistad de verdad. No hay resonancias. O hay resonancias falsas, de conveniencia, resonancias manipulables. Es difícil ganar una buena amistad. Es difícil también llegar a un conocimiento sólido de las cosas, de la vida; pero las pocas veces que se llega a ello son momentos de iluminación, de alegría, de solidez con la vida. De saber que ahí no te pueden engañar.
Pero hay también un conocimiento falso al que se ha llegado por cubrir miedos, inseguridades, lealtades poco reflexionadas, espejismos alimentados por ilusiones sin madurez; momentos de desequilibrio que se busca equilibrar de cualquier manera creyendo en cosas sin previo análisis, dejándose influenciar por una ideología engañosa; o una autor con magnetismo; o un programa de televisión con garra.
Un conocimiento verdadero y sólido requiere esfuerzo, disciplina, rechazo de aquello que "no resuena" por no tener la firmeza y las fuerza que lo hace válido.
Las leyes civiles "atan" lo incorporal de ser humano al poder del Estado. Son signos que "atan". Pero lo político parece pasar a lo ontológico-metafísico, pues muchos estados ya no se ven como producto histórico, sino como entes supra-históricos: como poderes cuasi-divinos.
ResponderEliminarEl Papa ata lo incorporal del ser humano en la tierra para desatarlo en la Iglesia y el Cielo. Los sacramentos de la Iglesia católica son signos que "atan". Signos que atan a una salvación eterna. Casi nada.
Lo incorporal, la subjetividad, lo incodificable del ser humano ha de tener signos externos que liguen, que aten, que señalicen por donde vamos. Lo curioso es que ya hay muchos signos dados desde que nacemos. Signos que nos vienen dados y a los que hay que doblegarse o aceptar como naturales.
Sitúate en ese espacio sin signos. En ese espacio tuyo, sin signo alguno.
¿Quién eres?
Pero la subjetividad son también signos, palabras, estructuras de significado: el pensamiento. Mundo incorporal. ¿Quién regula ese mundo incorporal? ¿Es un mundo que flota sin referentes o es un mundo que se ata demasiado literalmente a los referentes? De todas maneras es un mundo que no calla. El pensamiento no deja de circular. Lo importante es cómo circula.
ResponderEliminarNo es lo mismo circular con los valores de los demás o que los demás te hayan impuesto sin haber sido cuestionados o aceptados como propios; que circular con valores propios y de afirmación. No es lo mismo vivir en amplias zonas de inconsciencia e irreflexión, que vivir en zonas de consciente y firme empatía con el mundo sabiendo que todo cambia, que todo muda; que los valores de uno aunque poseen una esencia, también han de adaptarse a los momentos y circunstancias. Las zonas comunes con el mundo y con los demás. Las zonas donde uno puede reverberar o resonar con los demás hasta cierto punto. Ese es el mundo de la objetividad.
Dejar que las zonas de inconsciencia e irreflexión dominen en la mente hace que nuestra zona común con los demás sea innecesariamente conflictiva, caprichosamente equívoca. Se hace necesario reflexionar o situarnos en base a una moral, a una razón, a un arte. No podemos abandonarnos en una amoralidad irresponsable generadora de conflictos sin sentido. Ni tampoco a una moral demasiado literal. Pero de todas maneras ha de ser nuestra moral. Han de ser nuestros principios. Los espacios donde nos sentimos cómodos, más seguros, más satisfechos a pesar de los problemas, los conflictos, las dificultades.
MALVERADO I
ResponderEliminarEn Malverado la vida era tranquila. Y era tranquila porque había pocos habitantes. Y los pocos habitantes que había eran personas muy compenetradas en sus trabajos. Trabajaban como ganaderos, otros como granjeros y algún que otro más poseía algún negocio o despacho. El tiempo libre lo dedicaban a muchas cosas variadas: jugaban al póker en el salón de Mike Nistal, las mujeres charlaban en el salón de té que regentaba Nina Arhan; los jóvenes jugaban un partido de fútbol o beisbol y los niños corrían libremente por las calles del pueblo. Algunos leían en la biblioteca que había abierto y organizado el reverendo Paul Murray. Había de todo en aquella biblioteca. El Reverendo Murray era decididamente liberal en su pensamiento y odiaba las censuras. Además de presidir la iglesia presbiteriana del pueblo dedicaba también parte de su tiempo a organizar debates de todo tipo: religión, ciencia, política, historia local y universal. Su mujer llevaba la escuela infantil y el pastor de la otra iglesia del pueblo, una iglesia bautista, también empleaba tiempo con la educación de los más mayores.
Siempre se dijo que en Malverado no pasaba nunca nada. Era un pueblo tranquilo, próspero y satisfecho consigo mismo.
Hasta que un día llegó una extraña tribu india que provenía de las lejanas montañas del norte. Acamparon cerca del pueblo. Eran extraños porque vestían con pieles oscuras de bisonte, lo cual indicaba que apenas habían tenido contacto con el hombre blanco. Y por la noche se entregaban a bailes rituales alrededor del fuego golpeando los tambores de tripa del mismo animal. Al principio nadie en el pueblo hizo nada. Había que esperar y ver cómo se comportaban. No eran muchos. Quizás el resto de una tribu mucho mayor en su día. Una tribu caída en desgracia. No obstante poseían caballos.
Los días iban pasando de forma inquietante. Ellos no entraban en el pueblo, tan solo lo miraban a distancia. El Reverendo Murray tanteó una conversación con su jefe, pero ellos se retiraron y lo mantuvieron a distancia. Cuando el Reverendo volvió al pueblo decididamente organizó su defensa. Algo había visto que fue como una señal de posible agresión. De organizada guerra contra el pueblo. El pueblo se armó y esperó a la noche. Malverado era un pueblo aislado entre dos desiertos y aprovechaba las vegas del Río Boca Chica cerca de las montañas de Sierra Picuda. Un extraño y bonito paraje. Pero lejos de Chaparral City y la capital del estado. Más bien muy lejos.
(SIGUE)
También Tsusedé, jefe de la tribu de los Shentanee, había notado desconfianza al ver al Reverendo. A unos metros detrás de él venía el sheriff Oldman y su ayudante sujetando un rifle. Tsusedé era un jefe con mucha experiencia y conocedor de su pueblo. Un jefe en el cual confiaban ciegamente. Eran treinta en total. Un resto de treinta personas contando a las mujeres, niños y ancianos. Eran los últimos. Por las noches susurraban sus leyendas y sus recuerdos ancestrales y sus días de gloria por las montañas y praderas. Y danzaban y bailaban para pedir el favor de Poctlemac, el Gran Espíritu. Se veían extenuados. La caza era muy escasa y se iban muriendo poco a poco. Otras tribus los habían diezmado y el hombre blanco los expulsaba de los territorios que atravesaban. Esta era su última oportunidad. El pueblo de Malverado estaba demasiado aislado de otras poblaciones blancas. Podían atacar en un asalto desesperado y posiblemente ganar y apoderarse del pueblo, matar a todos los habitantes menos las mujeres jóvenes que las dejarían como nuevas esposas. El botín era apetecible.
ResponderEliminarTsusedé dio la orden de ataque. Inesperadamente surgieron indios por los sitios más inesperados. No eran muchos, pero estaban dispuestos a todo. Las gentes del pueblo dispararon con poco acierto ya que la oscuridad lo fue cubriendo todo. Los guerreros quemaban las casas y apuñalaban como criaturas poseídas por una fuerza sobrenatural. El pueblo se hundió en el pánico y la confusión. El fuego fue destruyendo los cobertizos, el salón, las iglesias. Al ser todo de madera, Malverado se convirtió en una hoguera. Gritos. Disparos cada vez más espaciados. Gritos de angustia. Lamentos. Gritos de muerte de los guerreros. Todo quedaba reducido a ruinas y muerte. Los cadáveres sembraban la calle principal.
Tsusedé había conseguido su propósito, pero ya sólo quedaban quince bajo el espíritu de Poctlemac. La mañana mostró el horror y la desolación de Malverado. Y Tsusedé sintió miedo. Se había imaginado otra cosa. Quizás un nuevo comienzo y una nueva vida para su pueblo. Revigorizar sus esperanzas tal como contaban las historias de sus mitos y leyendas. Pero sintió miedo y terror. Eran demasiado pocos y los que habían escapado del pueblo no tardarían en llegar con más hombres blancos armados hasta los dientes. Eran una tribu acabada, una nación que se extinguía.
Dio orden de retirarse. Sus pocos guerreros y sus mujeres se retiraban en silencio. Llenaron sacos de provisiones, montaron en sus caballos y desaparecieron por la ruta de las montañas de Sierra Picuda.