UNA AGENDA OLVIDADA EN UNA PENSIÓN DE UNA CIUDAD CUALQUIERA
Bajé del coche. Cogí la manguera y llené el depósito con diésel. Luego pagué en el interior. Me apeteció un café. Lo tomé y pagué. En la tele había un señor hablando de política. Volví al coche y me fui.
Caminaba por la avenida. La gente se cruzaba conmigo. Otros seguían mis pasos. Me paré en varios semáforos para esperar al verde de peatones. Seguí caminando. Llegué al centro de la ciudad y todo seguía igual. Un señor tocaba la guitarra sentado en una silla plegable. Caras. Rostros. Escaparates. Ganas de tomar una caña. Pido una caña en una cafetería famosa. Leo algo de un libro que llevo conmigo. Pago y me voy.
Escucho música. Me siento en el sofá y escucho música. No soporto la televisión. La música me saca del mundo profano. Hay algo en la música que nos lleva a lo posible que nunca se hace verdad, a veces medio verdad. Y nada más. Cuando se acaba la música como una manzana. Miro por la ventana y veo árboles y gente que camina.
Hubo una época en que enseñaba en los institutos y tenía mucha ilusión por hacer cosas con los chavales. Poco a poco fui perdiendo la ilusión. La realidad de los chavales no deja de ser realidad y acabó absorbiendo mis energías. Mi labor de misionero pedagógico fue siendo cada vez más gris y patética. Un día llegó la jubilación y dejé de madrugar y de seguir horarios. Nada fuera de lo normal. Nada excepcional. Las excepcionalidades las suele cargar el demonio. Un libro puede ser el paraíso en el momento apropiado. O una persona inesperada que habla y dice algo con gana y pasión.
Cuando era mucho más joven esperaba afuera del portón del taller donde trabajaba. Comía el bocadillo al sol. Luego cuando el patrón abría el portón pues empezaba a trabajar a golpe de reloj hasta las cinco o las seis. Luego a casa. Y luego a lo mejor a pasear por la ciudad o al club cultural a escuchar música o hablar con alguien. Siempre hay un alguien en algún sitio.
04 mayo, 2017
19 comentarios:
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El político habla por la radio y me aburre. Cambio a un programa sobre la biografía de un escritor y me gusta. Es un programa bien hecho. Un programa donde se ha puesto empeño y profesionalidad. Quedo contento. Hay gente en el mundo de mucha valía, pero no siempre están donde les correspondería estar. Donde les correspondería estar suele estar algún mediocre astuto que ni hace ni deja hacer. No. No yo. Yo soy un gran mediocre que disfruta de su mediocridad. Quizás tenga un mérito dentro de mi mediocridad: no trato de ocupar aquellos puestos que no me corresponden. No está bien que lo diga. Eso ya indica cierta vanidad. Bueno, se me escapó. Mil perdones. Cambio de emisora y hay otro político hablando. No lo soporto y me voy a la música. Jazz. Ahora mucho mejor. Es hora de dar mi paseo prosaico, rutinario, sin acontecimientos que registrar. Mucha gente con cara limón.
ResponderEliminarSer mediocre aceptando tú mediocridad es algo liberador. Te liberas de muchas cosas que no te corresponden, pero que llevabas pegadas en tu cerebro. Te liberas incluso de la cualidad de ser mediocre. Y cuando eres un mediocre jubilado de la enseñanza en realidad ya nadie te necesita para nada. La gente te deja tranquilo. En esta vida puedes ser un guerrero lanzado y a por todas, o simplemente un mediocre como yo sin horizontes y sin ambiciones. Bueno: horizontes grises, ambiciones grises; sin sustancia. No hay peor cosa que ser un mediocre que no se reconoce como tal. Llegas a ser peligroso. No soportar la mediocridad propia puede llegar a ser destructivo, peligroso.
ResponderEliminarEl guerrero se arriesga a que le den por muchos sitios, pero su naturaleza depredadora se lo pide. El mediocre sabe que por mucho que pases desapercibido siempre hay incordios. Desde el momento que existes ya creas fricción, pues la existencia es siempre conflicto. Si dices porque dices, si haces porque haces; si no dices porque no dices y si no haces porque no haces. La existencia es intratable. Somos intratables. Un mediocre como yo está en el grado mínimo de intratabilidad e irritabilidad. Aun así, puedes molestar cuando abres la boca y sueltas palabras.
Me he puesto a leer un libro extraño. Se trata de un investigador de la Tanak o, en cristiano, el Antiguo Testamento. Habla sobre cómo los antiguos dioses mesopotámicos poseían unos yoes fluidos y fragmentados que se encarnaban en diferentes lugares o estatuas con diferentes nombres, pero que era el mismo dios o diosa en sus diferentes selves (yoes) y encarnados en diferentes sitios a la vez, pero sin que el dios quedase agotado por esas diversas manifestaciones. Me parece interesante el tema, y más todavía ciando demuestra que en la Tanak, en sus textos elohistas, también Yahweh es un dios fluido y antropomórfico y de yoes fragmentados que se manifiesta como hombre, como zarza ardiente en su literalidad pues Yawheh tiene cuerpo y es un cuerpo parecido de alguna manera al cuerpo humano, pero de diferente composición, pero cuerpo que ocupa tiempo y lugar concreto en un momento y al otro momento ocupa otro: el tabernáculo: ocupa el lugar, pero en otras ocasiones vuelve al cielo, etc. Sin embargo los textos sacerdotales y deuteronómicos ya lo empiezan a situar en el cielo y en el Templo el lugar lo ocupa el signo/significante del shem o nombre, y que remite a un Yahweh que sólo vive en los cielos. Curioso. Sigo leyendo el libro con sumo interés.
Fui en coche hasta el hipermercado. Llevo una lista y voy tachando a medida que compro. A veces la brillantez de los suelos pulidos y la intensa luz de neón me desconcierta, me fatiga. Veo a lo lejos una persona que conocí hace muchos años. Dejo que desaparezca. Tal como aparece desaparece. No creo que se acuerde de mí y yo no sabría qué decirle después de tanto tiempo. Ahora estoy en la sección de embutidos esperando mi número que no acaba de llegar. Observo. Mientras observo. Yo creo que la gente despide vibraciones y que uno las pilla de alguna manera. Hay gente que despiden una inquietud agresiva. Parecen estar a la defensiva. Los cuerpos hacen movimientos rápidos y gestos displicentes. Otras personas todo lo contrario, hay un aura de afabilidad, de amabilidad; los cuerpos se mueven tranquilos y los rostros son risueños. Otros son reservados, muy metidos en sí, muy preocupados. Son cuerpos tensos, aunque no agresivos. Es difícil saber cómo serían en realidad si uno pudiese tomar un café con ellos. Es desconcertante saber a cuánta gente nunca conoceremos. Las murallas que nos separan son muy gruesas y quizás sea mejor así. Todos debemos de tener algún toque de locura que otros descubren y que nosotros descubrimos en otros. Algunas mentes se mueven en auténticos infiernos de miedos e inseguridades y de suspicacia paranoica. Otras han logrado construirse una coraza de indiferencia y se tornan patológicamente aburridos y grises: Muchos encarnamos alguna obsesión o algún fanatismo particular. El espacio del alma es de una complejidad abrumadora. Hay un yo buscando siempre equilibrio, balance, proyección, exploración: el lenguaje nos arrastra y nos desplaza, nos ....
ResponderEliminarEl lenguaje. ¿Interpretación o presentación? ¿Símbolo de otra cosa o pura presencia? ¿Metáfora de otra metáfora y así ad infinitum?
Ha llegado mi número. Pido queso fresco sin grasa y doscientos gramos de pavo asado sin grasa.. Sin grasa, sin sal y sin pavo.
Me fascina el silencio. He tenido sueños que hace mucho tiempo deseaba. Las personas queridas estaban allí en un escenario grato, agradable, bueno, paradójico, de luz clara. Cuando te pones a oír de verdad, el mundo suena. Las tonalidades de los sonidos. Las gradaciones de los sonidos. Todo se desvanece en los umbrales. Gracias a los umbrales no nos volvemos locos de verdad. Un mundo sin umbrales sería insoportable. Hay personas que sobrepasan nuestros umbrales y se nos hacen insoportables. Y nosotros a ellos. Espectros de sonido. Espectros de luz. Espectros de temperatura. Vivimos en los espectros. Entre espectros de mayor o menor intensidad. El cuerpo fluido de D-ós es infinito y al mismo tiempo trascendente.
ResponderEliminarElla le dijo: ¿Por qué no me preguntas quién soy y de dónde procedo y quiénes son mi familia y dónde trabajo y qué años tengo?
ResponderEliminarY él respondió: No. Quiero conocerte en el instante, en el presente; tal como te vas descubriendo, tal como te vas revelando; sin más referencia que lo que veo en este instante. Tú rostro, tus palabras libres, sin poder atarlas a nada más que el momento. Quiero conocerte así, sin más.
Ella creyó que él era un hombre extraño y al mismo tiempo fascinante.
Él creyó haber conocido por primera vez a una mujer en todo su misterio.
Pasó el tiempo y entonces la realidad impuso sus condiciones y sus fastidiosos referentes. Es imposible vivir el paraíso en la tierra.
"The duality we have noted in the priestly tabernacle results from the tension between two religious impulses, neither of which is confined to a particular period, place, or culture. One impulse emphasizes what the theorist of religion Rudolph Otto called fascinans, the aspect of divinity that humans find alluring and appealing. This impulse produces a desire to approach the divine, and hence it reflects a hope that God is locatable, even in a physical sense. Indeed, it reflects a sense that God can somehow become usable. Such a divinity is the foundation of order. The other impulse is rooted in what Otto calls the tremendum – the overwhelming, dangerous, and repelling aspects of the divine. For this viewpoint, the divine realm must be a realm of absolute freedom, and hence the divine cannot be confined to a single place and can never be confidently located by humans." (from "The Bodies of God and the World of Ancient Israel" by Benjamin D. Sommer)
ResponderEliminarSi te centras en una sola cosa, esa cosa te devolverá todo el universo.
ResponderEliminar¿Era Lutero consciente de estas cuestiones?: cuando la salvación no depende de ti, sino de un poder sobrenatural, entonces nada del mundo material o natural tiene valor en función de tal salvación. Las consecuencias simples y sencillas son las siguientes: a) Nadie, salvo tú, sabe si está salvo o no está salvo. b) Nadie que no seas tú puede saber si tú estás salvo o no estás salvo. c) No necesitas de ninguna iglesia, ni ninguna organización para salvarte d) No necesitas de ninguna ayuda externa material o natural o ideológica-teológica para salvarte. e) Cuando la fe ya está instalada en tí y sabes que vives en un estado de gracia, toda tú vida ha de estar orientada por necesidad hacia el bien, con sus aciertos y errores, por tanto no necesitas moralistas o curas o pastores o líderes que te tengan que decir lo que tienes que hacer o pensar, ya que tú mismo conoces por instinto y razón lo que te conviene. f) Tú mismo buscarás VOLUNTARIAMENTE aquella congregación que responda a tú interés; y, tú mismo buscarás o encontrarás a aquellos pastores o líderes que correspondan a tú espíritu, para refuerzo y reprensión llegado el caso.
ResponderEliminarNada te ata. Eres libre.
De no ser así Roma tiene las puertas abiertas para tí.
Viviendo en función de otra cosa, de otro contenido. Estamos en el instante, o el punto de pasado que se hace futuro, pero nuestra mente está en función de una representación que ha de realizarse en el futuro. Siempre hacemos del momento un símbolo o una metáfora de otro contenido que siempre creemos es más real, más coincidente con nosotros; pero que aunque siempre está pendiente, habrá de realizarse en un futuro más o menos corto o largo. Estoy aquí, pero en función de un allí o allá y nunca estoy aquí. El allí o allá ha de realizar mi aquí, lo ha de llevar a su complexión, a su conclusión, a su plenitud, a su paraíso. El aquí y ahora se nos desliza siempre, es provisional para otra cosa, otro acontecimiento.
ResponderEliminarY así transcurre la vida.
Pero, ¿y si dejamos el simbolismo y lo metafórico del momento y dejamos que el aquí y el ahora cobre su propia soberanía como realidad ya realizada y única existente, absolutamente existente: la metáfora y símbolo del momento se anulan en su coincidencia y pasamos a vivir cierto vértigo de la instantaneidad, cierta omnipotencia del punto que deja de ser pasado para ser futuro. Extraño. El mundo es muy extraño. Fascinante a veces.
Los textos bíblicos fuerzan el pensamiento. Y lo fuerzan hasta agotarlo. Puedes aceptar el desafío, o puedes pasar del tema si no te dicen nada estas cosas. Pero antes de llegar a esa conclusión pon a prueba tu pensamiento, déjalo que estire y rompa, o déjalo a ver qué es lo que descubre si hay algo que descubrir y si hay tiempo y tranquilidad para ello. Quizás todo ello sea nada más que un absurdo, o quizás nos haga ver algo extraño que jamás habíamos visto.
ResponderEliminarEste es mi cuerpo y esta es mi sangre. El pan y el vino concreto y presente allí son el cuerpo y la sangre concreta de Jesús. La materialidad concreta del cuerpo y sangre de Jesús está también en el pan y el vino. Sí se hubiesen analizado el pan y el vino en aquel momento, con métodos modernos, el pan seguiría siendo pan y el vino vino. Al pan pan y al vino vino. El cuerpo y la sangre de Cristo son de una composición invisible e indetectable cuya existencia (realidad) nos es recordada a través de cosas visibles y palpables (pan y vino). Vemos el pan y el vino en la mesa de la comunidad y una vez puestos de acuerdo en cómo hemos de recordar esas dos cosas a través de un silencio o unas palabras de pasaje hacia la sacralidad del tiempo y espacio; entonces recordamos que ahora, en el instante, el pan y el vino materializan al mismo tiempo un cuerpo invisible e indetectable que hace recordar su existencia de la única manera que puede ser recordado: siendo simbolizado. El pan y el vino para nosotros siempre ha de simbolizar lo que no vemos ni palpamos, lo que no podemos ver ni palpar. El cuerpo de Cristo está presente en las cosas concretas, pero es imposible que sea detectado por los sentidos humanos: se ha de recordar su presencia en forma de deslizamiento de significado y por lo tanto en sentido metafórico o simbólico: es imposible que dos composiciones materiales absolutamente diferenciadas entren en contacto y se fusionen: el único contacto ha de ser analógico.
Entonces tenemos dos realidades presentes: la del cuerpo de Cristo y las del pan y del vino. Una no se ve y las otras sí.
Pero el cuerpo de Cristo en los evangelios tenía la posibilidad de aparecerse de forma visual y palpable. Hablaba, se dejaba tocar para comprobar su corporeidad; pero era un cuerpo que también atravesaba paredes y levitaba ascendiendo. Ese cuerpo de Jesús tenía el don de la ubicuidad: podía estar en Galilea y en Jerusalén casi de modo instantáneo. Entonces la pregunta lógica sería, ¿Por qué no se nos aparece de esa manera siempre que celebremos la comunión? Podría sentarse allí con nosotros y compartir experiencias y charlar sobre los problemas de la vida, las dificultades, las soluciones, etc. Luego se va y punto, hasta otro momento. Pero eso no ocurre y entonces parece ser que nos hemos de conformar con un cuerpo que no se ve, ni habla, pero que hay que imaginar y la imaginación produce efectos en función de lo imaginado, salvo que haya contactos a otros niveles muy subjetivos, rayando ya lo milagroso. Pero eso pasaría al campo de lo arbitrario: Pepe sintió tal cosa y Pepa sintió otra o nada. De nuevo el subjetivismo radical.
ResponderEliminarEl protestantismo es una religión de subjetivismo radical. Otras religiones exigen objetivaciones/materializaciones a través de prácticas concretas, liturgias, ritos; y, con cumplir con esos ritos, penitencias, y demás exigencias, pues te salvas, eres justo y más bueno.
En el protestantismo esto no funciona: es todo cuestión de conciencia intimista. Es un subjetivismo radical. La Cena o Comunión motiva la reunión de la comunidad en momentos sacralizados por un ritual de paso: oración y silencio. Pero todo lo demás es una cuestión de conciencia de cada uno y de ello se hace o no se hace responsable. Pero él es su mismo referente en cuanto a fe.
Hay que buscar el lado inexplorado de la vida; el lado, lateral, por el que escabullirse y salir a otros salones, a otros escenarios donde se están haciendo otras representaciones. Vivimos en el mismo desplazamiento. No hay puntos fijos y hay que desplazarse a otros horizontes y siempre habitamos el desplazamiento mismo. Hemos salido del simbolismo y vivimos la esencia. Ya nadie simboliza. Nada es símbolo de otra cosa que nunca llega pues ya ha llegado todo y está aquí presente. Los nómadas están ya preparados para el viaje y el viaje es el destino.
ResponderEliminarEn las montañas de Thorthelt se alza un extraño y misterioso obelisco que nadie todavía ha sabido descifrar. Nos dirigimos hacia allí. Con nosotros viene el viejo Jharspol, un afamado lingüista que busca los lenguajes perdidos del mundo en busca de señales y signos que nos lleven a la pureza de algún lenguaje neutro, asignificante, ideal, un lenguaje absoluto donde la mente pueda descansar. "Nada descansa", dice el viejo Jharspol, "Creíamos descansar en los textos sagrados, pero las interpretaciones nunca se agotan. El lenguaje siempre resbala y seguimos viajando como nómadas. Somos el pueblo del texto, del libro nunca acabado; y las profecías indican futuros imprecisos, ambiguos; cataclismos y restauraciones, caos y reconstrucciones." Jharspol vuelve a su tienda de campaña y nuestra familia se reune con los demás alredeor de la hoguera central, donde se reune toda la tribu. Hemos vuelto a ser tribu. Hemos consumado la ciudadanía y nos hemos vuelto tribu. Nos hemos alejado del Estado. Nos hemos alejado de su circunscripción. Volvemos a los tiempos cuando no teníamos rey.
Y volvemos al desierto. A la reconstrucción de las doce tribus.
Pero antes hay que llegar a las lejanas montañas de Thorthelt y encontrar el misterioso obelisco con sus desconocidas inscripciones.
Paseo por el barrio. Un vecino me saluda. Los perros juegan en el parque. Me gusta observar a los perros. Suelen mirar con cara de lástima. Y luego a oler. No hacen más que oler por aquí y por allá. En la tienda cojo una barra de pan y unos plátanos. Paro a tomar un café en el bar de al lado. Hay gente hablando de fútbol o de cosas del trabajo. La tele está con una tertulia de gente que sabe cosas sobre un tema x o y. Las televisiones hacen milagros para no agotarse a sí mismas. Día tras día. Hay que sobrevivir día tras día. Las nubes cubren el cielo. No hay nada azul que ver. Solo gris en diversas tonalidades. Los coches pasan y paran en los semáforos. Todo sigue un ritmo. Tiempo cronometrado. Espacio codificado. La locura contenida. Signos. Signos. Stop. No hay ambigüedad alguna. Verde. Siga. No hay ambigüedad alguna. El recibo indica que has de pagar X cantidad. El ascensor no falla. Las paredes no se hunden. Las 9 son las 9 para todo el mundo. Hay que cerrar los ojos y escuchar los ruidos. Ahora tapa tus oídos y mira a tu alrededor.
ResponderEliminarA: Oiga!
ResponderEliminarB: Sí, diga.
A: ¿Por qué trata de aburrirnos tanto?
B: Es verdad, no había pensado en ello.
A partir de ese punto x todos los demás puntos han perdido su falso valor. Ahora todos los puntos adquieren su singularidad y se han quedado sin equivalencias. El punto x es un recuerdo que marca la realidad: simplemente marca un referente para no perderse en el cosmos. Es como una ventana por donde habrá que asomarse en algún momento.
ResponderEliminarSaco dinero del cajero. Cojo el autobús. Bajo en la parada x. Camino por las calles céntricas. Veo a Pepo y luego a Pepa. Pepo habla de política y Pepa de la salud de su familia. Política y salud. Tengo toda la ciudad para mí. Soy el dueño de la ciudad. He de buscar los tesoros perdidos por sus calles, sus callejones, sus parques, sus bibliotecas. Veo a Pipo. Pipo me invita a tomar una cerveza. Pipo me habla de sus gastos, de los recibos que ha de pagar, de cómo le clava Hacienda, de cuánto le cobró el taller por reparar el coche. Pago las cervezas y Pipo me dice adiós y hasta otra. Me he olvidado de los tesoros perdidos de la ciudad y siento un ligero fastidio. La secuela de haber hablado con Pipo. Hay gente que deja secuela de fastidio. Sigo creyendo que la ciudad es mía y sigo caminando. Salgo al mar y hete aquí que veo a Pepina con sus gafas de sol y su perrito paseando por el paseo de la playa. Pepina me abraza, me dice cosas sobre el pasado y luego me cuenta las tragedias de su familia, las muertes, las enfermedades y la cortedad y brevedad de la vida. Adiós Pepina, así es la vida. Adiós, perrito, así es la vida.
ResponderEliminarSigo por el paseo de la playa en dirección al parque. Me encontraré con los árboles.
Algunas veces me sitúo en el punto x. Suele aparecer en cualquier sitio y del modo más inesperado.
ResponderEliminarQué raro. Ya nadie habla de Albania como referente del socialismo: del posible paraíso. Quizás ahora sea Venezuela.
ResponderEliminarhttp://www.robertmprice.mindvendor.com/zblog/repent-and-believe-the-fake-news/
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