12 abril, 2015

EN DEFENSA DE LA DEMOCRACIA CAPITALISTA LIBERAL

Para este bloguero el mejor modelo político y económico habido y por haber que haya resultado el menos malo y el menos opresivo y el menos matarife, es el capitalismo liberal. Bajo las democracias capitalistas liberales se puede practicar cualquier religión, pertenecer a cualquier club o sociedad cultural de cualquier tipo, ser de cualquier partido político o vivir el tipo de vida a uno le venga más en gana sin que el Estado a través de sus burócratas y policías se metan en tu
vida. Efectivamente, un estado democrático liberal está sustentado en su misma razón de ser capitalista y de teórico libre mercado; pero el nivel de tolerancia y libertad que este sistema permite en relación con los sistemas fascistas, comunistas, bolivarianos o musulmanes es de tal grado de amplitud que sobran comparaciones.
Pero a un país como España le cuesta aceptar la democracia como sociedad válida y necesaria para solucionar sus problemas sociales y económicos. Unos ven la democracia como la mejor manera de robar a manos llenas, o sea, lo interpretan como "el no seas bobo, y mientras te dejan roba lo que puedas"; otros la ven como la mejor manera de favorecer y dar de comer a tus amiguetes, a tus correligionarios, a tus cómplices y compinches que "van a defenderte y dar la cara por ti", o: "hoy por mí, mañana por ti."  Otros ven la democracia como la mejor manera de construir la sociedad sin clases aplicando el esquema idealista de la lucha de clases y sus sucedáneos y así hacer una sociedad socialista única donde ellos han de mandar con la venía, por supuesto, del Pueblo. Que el comunismo haya sido un fracaso estrepitoso da lo mismo: es cuestión de repetir con otra receta. Otros piensan en una "democracia" religiosa con una única Iglesia Verdadera que impondrá la verdadera moral y los verdaderos valores. Todavía otros ven la democracia como el necesario estado de transición hacia una nueva dictadura autoritaria o fascista donde todos los supuestos males sociales y morales se habrán de aplastar como una laminadora purificadora.
Pero, curiosamente, la democracia capitalista liberal es la única que ha sabido conjugar tendencias, modelos, intereses diversos, religiones y sectas, ideologías, utopías, valores morales y culturales; y, hasta cierto punto hacerlas posibles en ámbitos privados (puedes vivir en una comuna, o en un espacio naturista, etc). Todos los demás modelos se construyen en base a la destrucción de toda alternativa que no sea LA PROPIA. Nos queda mucho por aprender de la triste historia y superar errores importantes, pero por ahora la democracia liberal capitalista sigue siendo el modelo que nos ha de permitir avanzar hacia nuevas soluciones sin sacrificar para nada las iniciativas y libertades individuales basadas en el respeto a la ley común y su posibilidad de cambiarla.

NO DEJAR DE LEER EL EXTRAÑO CUADERNO DE NERMAN MELVALL EN LOS RELATOS DE NESALEM http://nesalem-wwwrelatos.blogspot.com.es/

24 comentarios:

  1. Si tratamos de verdades últimas el tema es muy difícil de pensar y justificar, pero tratándose de ideologías políticas lo mejor es utilizar la simple razón y lógica. En los partidos políticos hay mucho cínico y oportunista, no importa que se autodenominen progresistas o conservadores. La habilidad simuladora de mucha gente da para mucho en el teatro de lo público. Una vez que un partido queda constituido como máquina política capta-votos y si su propaganda es efectiva, veremos cómo cantidad de trepas y logreros de todo tipo y condición se van añadiendo a las listas y van consiguiendo ese poder que tanto necesita su ego. Hay mucha gente en los partidos con valía, con inteligencia, equilibrio y sentido común, pero en el campo político se impone ante todo la destrucción del adversario y ganar votos con la retórica, propaganda y demagogia acertada. Es el juego de lo político como tal. Muchas veces este juego se disfraza de idealismos y moralismos que siempre conviene rascar para descubrir su mayor, menor o nula autenticidad.
    Para contrarrestar estas artes de la propaganda y demagogias políticas los ciudadanos de a pie hemos de utilizar la razón y el sentido práctico. Conviene preguntarse o preguntar al político de turno cómo va a conseguir tales y cuales propuestas económicas y sociales. Ha de concretar con lógica y razón el cómo es posible llevar a cabo tanto entusiasmo e idealismo, o tanto progreso económico. Y si no es capaz de concretar y se limita a sermonear o a echar contra el contrario como enemigo supremo; entonces hemos de tener muy seguro que nos están vendiendo la moto; simplemente nos están engañando. Hay que pensar que para el político de partido lo que importa es la máquina de organización propia, los votos que pueda conseguir a costa de los efectos que pueda producir en la gente; el prestigio personal, o la perpetuación en el poder de él y de todos sus colegas o afines.
    La condición humana no cambia de la noche a la mañana y la condición humana es muy variopinta y puede ser muy tramposa a la hora de conseguir metas propias. Lo que uno SIENTE como dilema moral otros no LO SIENTEN, pero lo simulan y lo utilizan a su favor. Habría que dedicar más tiempo a este problema de sentimientos y carencia de ellos. Quien carece de sentimientos o escrúpulos morales ya tiene mucha ventaja sobre los demás. Ya puede actuar, hacer teatro y demagogia sin problemas de sueño ni preocupaciones en cuanto a las consecuencias de sus actos.
    La democracia es lo menos malo de todo lo que el ser humano ha conseguido después de siglos de historia carnicera y de vulnerabilidad. Sabemos que las monarquías absolutas, el comunismo y el fascismo son FRACASOS históricos con muchos millones de muertos en su haber. Pero el peor enemigo que tenemos es nuestra propia condición humana, nuestra vulnerabilidad, nuestra irracionalidad. Contra ello está la razón y el sentido común, además de una sencilla moralidad de principios innegociables: no engañes, no robes, no explotes a los demás.

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  2. La condición humana es super-compleja. Hay momentos y situaciones que unos ven y comprenden como totalmente injustas y condenables, pero se asombran al descubrir que para otros no lo son y que además las justifican de una y mil maneras. Lo que uno SIENTE como injusto el otro NO LO SIENTE ASÍ y entonces hay diferencias irreconciliables. Estos afectos o sentimientos difieren mucho de una persona a otra, de tal manera que en lugar de centrarse en las ideas o creencias, sería más acertado hablar de diferenciales de afectos y sentimientos. Lo que uno siente como sentido común y racional, otro lo puede sentir como una aberración política o moral; o viceversa. Cada persona trata de vivir de acuerdo a unos parámetros de equilibrio afectivo, que de no producirse es cuando surgen los conflictos: la lucha por conseguir de nuevo ese equilibrio. Los desequilibrios que nunca se estabilizan han de persistir inconscientemente interfiriéndose de modo tan inesperado como indeseable en nuestras vidas. Nuestras diferencias de ideas o valores habrán de provocar lucha y conflicto, podrían llegar a coincidir hasta cierto punto, o podrían también encontrar amplio territorio común y entonces surgen las alianzas, las solidaridades, las lealtades; las complicidades.
    Esta es inexorablemente la condición humana. Esperar que todo el mundo haya de vivir o compartir lo que uno siente y hacer de nuestras ideas ideas universales y absolutas que se han de imponer a los demás si llega el caso, es un error, pero es un error persistente que ha de neutralizarse con la aceptación de las diferencias y los territorios comunes de las normas y las leyes elaboradas entre todos para poder convivir de la manera más amplia y tolerante unos con otros.
    Que hayamos llegado a inventar o a elevar a grado de valores universales los derechos humanos, es un ejemplo de la búsqueda de esos territorios mínimos comunes. El religiosos integrista carece de razón universal para imponerme su religión, el político fanáticamente ideologizado carece de razón universal para imponerme su ideología; etc, etc. Una democracia liberal ha de hacer posible siempre las aperturas y las posibilidades de consenso para que todas las ideas y afectos tengan ocasión y libertad de expresarse.

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  3. No tener en cuenta la complejidad de la condición humana que hemos expuesto arriba conlleva a muchos errores en política y democracia. Muchos marrulleros políticos mezclan con asombrosa facilidad los sentimientos con la economía, o la política con la imaginación o la religión con la política o los intereses particulares de un sector o ideología con los intereses generales. Esta es la mejor forma de pescar en río revuelto y ganar votos en todos los lados donde haya descontento.
    La economía tiene su lenguaje, sus leyes y equivalencias, pero mucha gente antepone sus ilusiones, sus productos imaginarios o sus ideologías a la realidad económica. En España esto es muy común. Obsérvese que en los programas políticos de los diferentes partidos se prefiere siempre hablar de la redistribución de riqueza, de los muchos beneficios sociales que se van a repartir y promover; otros se atreven a dibujar utopías que requieren de una economía mágica o milagrosa, etc. Da la impresión de que la economía es un campo tan elástico como puede ser nuestra imaginación o caprichos. Pero por suerte la economía tiene sus leyes, sus equivalencias y sus posibilidades que no siempre son las que nos parecen a nosotros. La economía no se puede abstraer del contexto global en que vivimos; la infraestructura productiva ha de acoplarse de alguna manera a las necesidades de los mercados sino quieren replegarse a la inanición y a la mediocridad. Y, sobre todo, hay que considerar que sin una economía productiva no hay posibilidad de sostener un Estado de bienestar mínimamente decente; cuanto menos llevar a cabo una redistribución justa de riqueza. El capitalismo, a través de la estructura de las empresas privadas, es por ahora el motor capaz de crear riqueza y expandir mercados que nos han de favorecer a todos en última instancia. Una sociedad democrática sin libertad económica no es viable. Una vez que los intereses ideológicos o políticos se interfieren en la economía con el objeto de defender sus intereses particulares, es cuando sobreviene el atasco económico; la economía es interferida por otras fuerzas o razones que no son los propios. Se deforma, se ahoga, se agota en pura inoperancia.
    ¿Quiere esto decir que la política y la economía no pueden confluir de alguna manera? Desde luego. ¿Quiere esto decir que la economía no tiene nada que ver con la moral o la imaginación llegado el caso? Desde luego que sí, pero en su momento apropiado. Cada lenguaje o territorio requiere de su propia conjunción y desarrollo. Me explico, si la máquina económica está mal engrasada y tiene holguras por todos los sitios por donde se escapa su energía, es imposible que pueda luego conjugar con un Estado de bienestar basado en una justa redistribución. Donde no hay no se puede dar. Si a la máquina económica le metemos palos entre las ruedas continuamente porque a nosotros nos parece que esa máquina debería de funcionar de otra manera aplicando criterios subjetivos que luego no responden a la compleja realidad de los mercados e intercambios, entonces tan sólo estamos tirando piedras contra nuestro mismo tejado. La máquina económica si se puede mejorar y orientar y canalizar en muchas direcciones, pero antes hemos de dejarla que funcione óptimamente, lo mejor posible en su propio desarrollo y luego ya podremos hablar sobre cómo redistribuir, cómo beneficiarnos de ella de un modo más imaginativo, moral y ético o lo que individualmente se quiera. La casa se edifica por los cimientos no por el tejado.

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  4. ¿Por qué una amnistía fiscal para el dinero irregular que se sale de los cauces del Estado? El artificio de una amnistía fiscal por parte de un Estado --a quien se le escapan importantes cantidades de flujos de dinero por los derroteros de las fugas y depósitos más productivos-- es una contradicción y un riesgo innecesario. Es un Estado, que por una parte necesita recaudar de forma voraz y utilizando todos los puntos y baremaciones posibles de recaudación tanto en forma de impuestos directos como indirectos, pero por otro e hipócritamente por la puerta falsa, trata de recuperar esas fugas de dinero (capitales, fortunas, patrimonios) a través de subterfugios, mecanismos excepcionales, etc. Esa fue la Amnistia Fiscal de hace unos años.

    Lo que estamos presenciando es una guerra entre el Estado y el Dinero. La corrupción, la evasión de capitales, las cuentas en el extranjero sin declarar, el robo generalizado de un ejército de chorizos y sus cómplices, no es más que la guerra entre el Dinero que busca su liberación del centro gravitatorio del Estado (de lo público) para entregarse a sus fines propios de acumulación, de inversión, especulación, máxima rentabilidad, de derroche y disfrute, etc. Curiosamente aquí el Dinero está representado por izquierdas, derechas, sindicatos, partidos, ayuntamientos, etc,. Por otra parte, el Estado necesita más y más ingresos vía impuestos principalmente, para mantenerse y ejercer como Estado garante de la estabilidad social, del mantenimiento de millones de funcionarios, pensionistas, parados, etc. Entonces quienes gobiernan están en esta encrucijada: ellos representan de alguna manera al Dinero y han de facilitarles vías adecuadas de inversión, de impuestos asumibles, de facilitación de terreno para que las aves carroñeras no vampiricen el dinero público y se dediquen a la libre especulación capitalista-financiera (incluidos sindicalistas, marxistas aventureros, etc) de forma abierta, legal y productiva; pero al mismo tiempo han de ser el policía, el recaudador fiel, el sheriff, el bondadoso Estado de Bienestar....
    Más allá de los Rato, los Bárcenas, los Villa y miles y miles más de cómplices y acaparadores de lo ajeno (ellos lo ven como dinero de nadie), están las contradicciones del mismo sistema capitalista español y europeo. Este sistema, principalmente en España, Grecia, etc) se ve inmerso en una lucha competitiva con mercados y finanzas internacionales sin tener posturas claras, valientes: fórmulas políticas y económicas capaces de encontrar un sitio productivo y efectivo, tanto para el Dinero que necesita especular a gusto; y, al mismo tiempo, lograr el justo equilibrio entre una fiscalización abusiva que retrae y bloquea las inversiones, y satisfacer las demandas ya establecidas e implantadas de un Estado de Bienestar. Difícil situación.

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  5. Es una pena que quedemos captados por el espectáculo mediático de la detención de Rato, etc; pues habría que ver que los problemas son más de fondo que de superficie. Utilizar la amnistía fiscal como cedazo donde poder cribar lo que interesa políticamente de lo que no interesa es un juego arriesgado, pero el hecho de que se opte por este tipo de torpezas con objeto de moralizar la imagen de un partido, muestra hasta qué punto la crisis política en España va alcanzando cotas de impredecible mutación.
    Arriba hemos expuesto las contradicciones de una derecha española que no es liberal ni por asomo, ni tampoco podría serlo aunque quisiere. Pero son contradicciones que hay que verlas siempre en el contexto de una globalización de mercados. El capital, el dinero, cuando no puede comportarse como su propia esencia determina, tiende a buscar los espacios y tiempos donde pueda fluir con mayor rapidez y efectividad o rentabilidad. El capital se va desplazando allí donde ve más facilidades y menor resistencia a su rentabilidad. En caso de quedar "apresado" o "acaparado" por el Estado y se vea utilizado preferentemente para fines políticos, ideológicos o "sociales", tiende a bloquearse y/o escapar a tal situación, perpetuando así el estancamiento de la economía y aumentando así el paro. Digamos que el capital va, desde un grado cero de libre movilidad, hasta un grado absoluto de apropiación y bloqueo. Entre estos dos polos hay un infinito de posiciones de mayor o menor movilidad y fluidez. Hay países comunistas como Corea del Norte o Cuba donde el estancamiento es fuerte, y otros como Singapur o EEUU donde la movilidad es mucho mayor y los flujos de capital tienen mucha más elasticidad para adaptarse a nuevos mercados y productividad. Otros países favorecen la movilidad del capital, aunque luego gravan los ingresos con objeto de mantener un estado de bienestar desarrollado. Serían los casos caso de Suecia, Noruega, Alemania, etc. En el caso de España el desajuste entre capital y estado de bienestar es considerable. El Estado tiene un papel preponderante en la economía con su intervencionismo de riqueza con fines políticos e ideológicos que se substraen a la fluidez y productividad de los mercados. Digamos que el grado de intervención de la política y la ideología (factores subjetivos) a través Estado en la economía de mercado es lo suficientemente alto como para estancarse económicamente y de forma crónica.
    Las tendencias ante la crisis no son de liberalización de la economía, sino de todo lo contrario con algunas excepciones. La crisis en España agudiza más las fuerzas de izquierda, de lo "social", del Estado protector y redistribuidor. Si el capitalismo es el causante de la crisis, según esta interpretación, habrá que ir contra él y someter a la economía a mayores cotas de ideología y control por el Estado. Pero con ello el capitalismo se repliega todavía más, las empresas que resisten fuerzan más y más la extracción de plusvalía a base de mayor explotación y condiciones leoninas. La gente aspira a trabajar para la Administración o huye al extranjero.
    La contradicción es fuerte e irresoluble en el contexto de globalización de mercados. La tendencia es también a una pobreza más generalizada y más repartida.

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  6. Los cambios en una democracia capitalista se pueden conseguir siempre que la sociedad civil se considere poder constituyente en todo momento e instante. Lo cual quiere decir que el poder representativo ha de verse siempre anclado en la sociedad civil (de todos, común a todos). En toda la dinámica social y política de barrios, de centros de trabajo, de grupos, sociedades, asociaciones, fundaciones culturales, civiles en general; es ahí donde reside el poder real político, poder constituyente de la democracia. Algo más profundo que la representatividad; digamos que es lo que hace posible la representatividad y la alimenta, pero teniendo en cuenta que la representatividad no es el poder real aunque se lo atribuya como tal y en la práctica se haya de reconocer.
    Desde la comunidad de lo civil constituida por individuos responsables, es desde donde emana el poder real democrático de cualquier república o democracia. El poder constituido ha de estar siempre en función del poder constituyente que le reconoce y, en caso, de traicionar los principios democráticos, podría demandar cambios y adaptaciones. La sociedad capitalista es la única que ofrece este mecanismo de cambio, esta posibilidad de cambio y ajuste hacia un futuro siempre abierto. La misma sociedad capitalista es la que quisiera afirmarse en un poder constituido ad infinitum, pero le es imposible cerrar el espacio de vida que es la gente y sus aspiraciones a una mayor participación en esa vida civil.

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  7. La reflexión sobre la política ha de partir de dos principios ontológicos fundamentales: trascendencia o inmanencia. Si la política ha de estar asentada en principios trascendentes o naturales, entonces es cuestión de adaptarse a esos principios a través de una correcta interpretación. Toda interpretación ya pertenece al terreno de lo humano, de los intereses, motivaciones y deseos humanos. Sea la teocracia faraónica egipcia, la monarquía divina o semi-divina de muchos pueblos, la República romana tutorada por los dioses, o las monarquías absolutas europeas, o las teocracias musulmanas; el que los dioses legitimaran tales gobiernos pasaba ineludiblemente por la traducción o interpretación de signos o revelaciones a través de oráculos y sacerdotes o sacerdotisas, de profetas o doctores en lo divino. Si la política reclama para sí derechos naturales, estos han de ser elaborados, adaptados, inventados; en función de una relación de poder concreta, de un determinado tiempo y espacio.
    Pero si la política hace referencia a una inmanencia histórica o natural, entonces el hombre se hace consciente de su protagonismo y su acción como fundamento de toda forma de gobierno o ejercicio de la política en toda su dimensión. La democracia que surge de la revolución americana o de la revolución francesa son ya plenamente conscientes de la acción constituyente del hombre, el poder constituyente que ha de dar forma a las constituciones modernas, asumiendo que dicho poder constituyente está basado en el pueblo y en los individuos que componen el pueblo. No obstante el pueblo es una categoría que no podemos abstraer de su realidad socioeconómica, de su relación de propiedad; de su realidad "material", cultural, étnica-nacional. Un gobierno democrático, sea republicano o de monarquía constitucional, ha de tener al pueblo como referente de su legitimidad sin olvidarnos que el pueblo lo forman individuos concretos antes de ser representados por partidos, políticos.

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  8. Totalmente de acuerdo, Sr. Nesalem. Ambas formas de entender la política están presentes en la actualidad. Yo, sin ir más lejos, conozco gente que defiende que la política ha de basarse en la voluntad de Dios, expresada legítimamente a través de su Iglesia. Que el regimiento de la cosa pública debe basarse en la escrito por San Agustín, Padre de la Iglesia, en su obra La Ciudad de Dios. ¿Qué decirles a estas persones? Nada de lo que Ud. o yo podamos decirles les hará cambiar un ápice su forma de pensar.

    Cuetu

    Cuetu

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  9. CONTRADICCIONES LIBERALES

    Yo también soy partidario de la democracia liberal. Al mismo tiempo, y por razones esencialmente histórico-culturales, soy partidario de la independencia de Cataluña o, mejor dicho, de los Países Catalanes en pleno. ¿Cómo conjugar ambas cosas? Difícil parece.

    Dentro del estado español, los catalanes son una minoria. Son una minoria muy pequeña dentro de todos los órganos legislativos españoles; aunque lograran una hipotética alianza con otras regiones españolas de nación no castellana, seguirían siendo una minoria pequeña dentro de dichos órganos estatales. Nunca, pues, podrán cambiar ellos solos las leyes españolas de manera adecuada para conseguir la independencia.

    En el discurso democrático liberal español, aunque se reconociera que son explotados fiscalmente en beneficio de otras regiones (que ya es mucho reconocer), los catalanes nunca serían otra cosa que una minoría fastidiada, igual que lo podrian ser en su caso y momento los camioneros, los productores de trigo, el personal sanitario o los funcionarios judiciales. Cualquiera de estas minorias por sí sola no puede cambiar la legislación del estado a su gusto, y las opciones que les quedan son dos: una, utilizar la legislación vigente y las acciones que ésta permite para mejorar su situación; y dos, "votar con los pies", es decir, dejar el sector de camión, trigo, etc. o dejar Cataluña y trasladarse a otra actividad económica no fastidiada o a otra región de España no explotada, sino favorecida fiscalamente, como Andalucia, Extremadura o Asturias. Cualquier acción contraria a las leyes democráticas debería ser legítimamente reprimida por el estado.

    Cuetu

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  10. MÁS CONTRADICCIONES

    Una región minoritaria de un estado, pues, nunca podrá conseguir un objetivo político, como es su independencia, por métodos democráticos. ¿Hay entonces una contradicción insalvable entre la democracia liberal y el derecho de los habitantes de una región minoritaria a decidir sobre su independencia? No debe tratarse de una contradicción intrínseca, puesto que, de hecho, no ha habido ninguna contradicción en el Reino Unido con ocasión del referéndum escocés sobre la independencia.

    La diferencia entre el caso escocés y el catalán es clara: en el primer caso, el estado y el pueblo británico permiten a los escoceses votar sobre su independencia, y están dispuestos a aceptar el resultado de tal votación. Las leyes británicas (expresión de la voluntad del estado y del pueblo) no lo impiden. En el segundo, ni el estado ni el pueblo español permiten a los catalanes votar sobre su independencia. La Constitución Española (expresión de la voluntad del estado y del pueblo) prohibe una votación de tal naturaleza, dado que la unidad territorial del estado está recogida en su articulado como principio fundacional muy importante.

    No hay pues contradicción intrínseca entre los principios democráticos generales y la independencia de una región. Son las leyes particulares de los diferentes estados democráticos las que pueden permitir o no el derecho a la secesión.

    Puesto que las leyes españolas impiden al pueblo catalán decidir sobre su independencia y, por otro lado, el estado y el pueblo español no muestran voluntad alguna de querer cambiar dichas leyes, la situación de conflicto es inevitable mientras exista en Cataluña una probable mayoría de la ciudadania que muestre una voluntad política inequívoca de decidir sobre la independencia y que considere la independencia como una mejora substancial de sus condiciones de vida.

    El estado y el pueblo español obligan, pues, a la probable mayoría del pueblo catalán a una de estas dos opciones: a) renunciar al objetivo de la independencia, no delictivo ni ilegítimo en si mismo, pero declarado ilegal. b) A luchar por la independència desobedeciendo las leyes españolas.

    El estado reconoce la existencia legal de partidos independentistas porque implícitamente considera que la independencia no es en sí misma delictiva ni ilegítima. Y de hecho, el estado español no persigue a los partidos independentistas por aspirar a objetivos contrarios a la Constitución. Si estos partidos consiguieran una mayoría de votos en España para reformar la Constitución, nada se opondría a la celebración, como en Escòcia, de un referèndum de separación. Y la reforma de la Constitución es un objetivo perfectamente legítimo y constitucional, en los términos que la propia Constitución establece. Por eso pueden existir partidos que propugnen una reforma, en el sentido de que la Constitución recoja el derecho de autodeterminación de Cataluña.

    Cuetu

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  11. Visto, pues, que por medios legales, Cataluña no puede llegar a la independencia, a la posible mayoría del pueblo catalán que quiere la independencia solo le queda la opción de la desobediencia civil a las leyes españolas, con una afirmación decidida de la voluntad de independencia y una acción política inequívoca y valiente de creación de estructuras de poder efectivo y de estado, exponiéndose a la represión que los órganos judiciales del estado aplicaran inexorablemente a los díscolos que cometan ilegalidades.

    La desobediencia civil, caso de producirse, y las represalias judiciales y policiales del estado conducirán, sin duda, a una situación de conflicto abierto, en la cual al pueblo catalán no le quedarà más recurso que acudir a medidas de lucha civil no violenta, en el camino marcado por Gandhi para conseguir la independencia de la India: huelgas, cortes de tráfico, acciones de masas, etc. etc.

    El pueblo catalán, según todos los indicios, ya es a estas horas plenamente consciente de que nunca conseguirá la independència por medios legales. La pregunta es: ¿se ven en Cataluña actualmente indicios de que el pueblo catalán opta por la lucha civil, valiente y decidida, al estilo de Gandhi, contra la negativa y cerrazón del estado y del pueblo español? ¿O más bien se observa que el pueblo catalán comienza a renunciar a un objetivo cuya consecución requeriria unos sacrificios y penurias que no se está dispuesto a asumir?

    La ilusión democratista que representaron las grandes acciones de masas catalanas en los pasados años no puede prolongarse por más tiempo. Todo el mundo ve en Cataluña que llega la hora de las grandes decisiones, la hora de la verdad. Y en este momento el dilema catalán aparece claro y en toda su crudeza: O renuncia (autoengañándose quizás con las viejas y queridas ilusiones "izquierdistas") o lucha (con la tensión, el sacrificio y la inseguridad que implica). No hay más. ¿Qué camino emprenderá el pueblo catalán? Tengo mi opinión, però me la reservo.

    Cuetu

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  12. Creo que el tema catalán es un tema que iremos viendo en los hechos y acontecimientos cercanos. La realidad será la que hable. Recuerdo a los lectores de este blog que en anteriores epígrafes se habló y debatió este tema con amplitud y plena libertad. Y, desde luego, sigue estando abierto este blog a cualquier otra opinión, sea a favor o en contra de la independencia de Cataluña.
    Podría escribir mucho sobre este tema, pero sería repetirme de nuevo. Admiro a los que son valientes con su crítica y se atreven a afrontarla desde la razón y el diálogo o debate. No importa si es a favor o en contra. Ese es el espíritu liberal capitalista de democracia.

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  13. EL PROBLEMA CATALÁN: UN EJEMPLO ILUSTRATIVO DE LO QUE VENÍA REFLEXIONANDO EN ESTE EPÍGRAFE.

    Un típico ejemplo de choque entre poder constituido y poder constituyente. El poder constituido español fruto de un pacto político entre el debilitado poder franquista y los nuevos partidos políticos, cuenta también con el apoyo de los partidos nacionalistas catalanes y vascos. Lo ideal para muchos es que una democracia constitucional fuere lo más duradera y sólida posible como para no necesitar de cambios sustanciales durante siglos, pero el problema de la vertebración de España como estado sigue siendo crónico. Muchos españoles de toda ideología e identidad hubieran deseado que España hubiera tomado los derroteros centralistas de Francia u otras naciones, pero el centralismo de Francia no hay que olvidar se consiguió a base de mucha sangre y sufrimiento y, por otra parte la historia de España no es la de Francia. Otros países tomaron una vía más descentralizada que la de Francia y no dejaron por ello de ser países avanzados, incluso más avanzados que Francia.
    Las democracias constitucionalistas buscan también de protegerse de los posibles "irracionalismos" constituyentes que puedan surgirles; y, para ello recordemos que en última instancia en una concepción política inmanentista el poder constituyente reside en el pueblo, y el pueblo son individuos y los individuos concretos son muchas cosas, legión, multitud: constelaciones de afectos y contrafectos, de propiedad, de necesidades y deseos. También pueden constituirse en identidades nacionales o étnicas, minorías nacionales para sí. Entonces las constituciones y el constitucionalismo constituido busca sentar sus propios mecanismos de reforma de forma inmanente a su juego de poder y de representatividad: nada hay fuera de tal representatividad, o si lo hay o empieza a haber no tiene razón de existir por sí mismo. Es el juego del cierre a lo ya constituido negando la posibilidad de que "ahí fuera" está siempre el poder constituyente con sus "irracionalismos" y desplazamientos: lo impredecible. Países como Canadá logran dar reconocimiento a las tendencias constituyentes del independentismo quebequés con mecanismos constitucionales que permiten la posibilidad de referéndums siempre que la necesidad surja. Otros países se cierran a tal posibilidad, pero con ello se ignora que las democracias al ser concebidas de un modo inmanentista no hay nada eterno y permanente en ellas: nada trascendente como ya vimos. El poder constituyente siempre está ahí al acecho. Inasimilable.
    Un problema real de las democracias modernas. Conviene recordarlo.
    Resumo: si Cataluña se constituye como un poder constituyente efectivo en función de su independencia, las reacciones pueden ser impredecibles. Al no contar la constitución española con mecanismos que acojan la conciencia política de una minoría que reclama la secesión ya que los mecanismos actuales sólo recogen la voluntad de una mayoría, entonces el conflicto de puede convertir en un conflicto de sublevación o de abierta rebelión civil llegado el caso de que esa minoría independentista cobre suficiente fuerza. Sería el choque de dos voluntades sin mediación legal posible. Todo ello nos llevaría a algo imprevisto.
    Creo que el análisis en frío es este. Otra cosa son las mil milongas y millones de pretextos de índole subjetiva con sus juicios morales y políticos que hace ininteligible el asunto este.

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  14. Lo que observo en estos debates es que poca gente se fija en el esquema objetivo del conflicto o problema y sí mucho en toda la subjetividad del asunto que va desde barbaridades anticatalanas y antiespañolas, hasta la pérdida infinita entre signos confusos plagados de prejuicios, de suposiciones gratuitas y paternalistas hacia el minoritario, como si fuese subnormal. Pero también el minoritario se hace "superior" en su hecho diferencial y le puede llevar a sobrevalorarse por encima de los mayoritarios dejándolos también en una subnormalidad. Es lo típico en todo este avispero de malas relaciones. Todo se envenena para que las cosas se solucionen de la peor forma posible.
    El caso es que el esquema está ahí: ahora mismo el estado español no dispone de mecanismos constitucionales que hagan frente a una posibilidad de independencia de Cataluña y, si este movimiento (por las causas que sean) alcanza momento suficiente, entonces un conflicto imprevisto nos espera.
    Y nada más.
    Por ahora.

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  15. Hay una izquierda por ahí que juega mucho con el concepto de poder constituyente para justificar sus movidas callejeras y luchas de clase, etc. Hay un libro que para mí es fundamental de leer, es: "El Poder Constituyente" de Antonio Negri, antes publicado por Ediciones Libertarias y ahora hay nueva edición cuya traducción no varía mucho hecha por la editorial Traficantes de Sueños. Tony Negri es un pensador profundo y su libro es críticamente valioso para entender todo el asunto y devenir histórico de las constituciones. Valora mucho al constitucionalista inglés calvinista del siglo XVII James Harrington y eso es algo que me gusta personalmente. El problema que yo veo con Negri y otra gente valiosa de la izquierda crítica, es que el poder constituyente queda ligado a una antropología siempre buenista y creativa por definición de pueblo o lucha de clases o la gran apertura hacia lo nuevo e imprevisto que siempre ha de ser más democrático. Para mí el poder constituyente puede ir en direcciones positivas como negativas. Ahora mismo se podría estar gestando un poder constituyente musulmán en Europa que más bien cerraría que abriría posibilidades democráticas y aperturistas en este continente. Por otra parte esquematizarlo todo en una lucha de clases puede ser útil en algunos casos, pero no en otros. El poder constituyente para mí es algo complejo, tan complejo como las individualidades que interactúan como potencia.

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  16. ¿PODER CONSTITUYENTE?

    Parece claro lo que es el poder constituído (o, simplemente, el poder): el estado y todas sus instituciones. Ahora bien, ¿qué se entiende por "poder constituyente"? ¿Qué entiende Ud, Sr. Nesalem, por este termino cuando lo usa? ¿Quiere referirse a un poder potencial que tiene el pueblo al margen de las instituciones del estado? ¿Quiere referirse a un poder que surge del seno del pueblo o de sectores del pueblo y que se refuerza y consolida, y que muestra una capacidad de llegar a ser un día un poder establecido y consolidado en instituciones como cualquier otro? Sé que otros autores han usado este término a lo largo de la historia, pero a mi me parece impropio e innecesario. No creo que haya más poder que el poder "constituido". Lo demàs, no es propiamente poder, sinó tendencias que podrían o no llegar a ser un día poder. Creo que sería más claro llamarlas de otra manera.

    La verdad, Sr. Nesalem, no entiendo bien qué valor debo dar a su sintagma "poder constituyente". Le rogaría una definición breve para así entender mejor sus excelentes escritos. Gracias.

    Cuetu

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  17. La verdad, Sr. Nesalem, no entiendo bien qué valor debo dar a su sintagma "poder constituyente". Le rogaría una definición breve para así entender mejor sus excelentes escritos. Gracias.

    Estamos en ello Sr. Cuetu, pero eso lleva tiempo. Llegar a las definiciones breves lleva antes mucho estudio y recorrido y placer creativo y luego ya podemos llegar a lo breve, pero cuando se llega a lo breve seguro que se exasperará porque lo breve va a requerir mucha explicación y recorrido y placer creativo para poder desplegarlo y comprenderlo en todas sus dimensiones. Yo le sugiero que haga su propio estudio del concepto de poder constituyente y en función de ello pues llegue usted a sus propias conclusiones. Yo sigo empeñado en que las cosas complejas requieren de estudio, lecturas, reflexión, rectificaciones allá donde hemos cometido errores o improvisado; avances, retrocesos y luego: he ahí el placer de la exploración. Esto es como los exploradores o descubridores que para llegar hay que pasar por muchos relieves, valles, bosques, pérdidas, encuentros, peligros, etc.

    Buen viaje.

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  18. Me lo temía, Sr. Nesalem. En otras ocasiones en que le pedí una explicación breve sobre en qué sentido utiliza Ud. un concepto: siempre recibí una respuesta parecida a la que ahora me da, en el sentido de que para llegar a entenderlo hay que haberse leído con sumo provecho y placer unos cuantos miles de obras. De lo cual deduzco, sencillamente, que no le gusta a Ud. nada definir ni explicar los conceptos que usa. Ud. sabrá por qué. En cuanto la expresión "poder constituyente" sigue pareciéndome superflua, innecesaria y además impropia para representar lingüísticamente el concepto que parece que quiere representar. Lo siento, pero no veo necesidad alguna de incorporarla a mi vocabulario. Creo que hay expresiones más claras para denotar eso que parece representar en sus escritos. Atentamente,

    Cuetu

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  19. Sr. Cuetu:

    Uno cuando abre un epígrafe como este, lo que hace es abrir un territorio que aparentemente ya está claro para muchos con su objetos definidos por diccionarios y de fácil comprensión para la mayoría. La aventura surge cuando el mismo tema y sus conceptos te van llevando a otras vistas, a otros territorios que tú no esperabas y que sientes la intrépida necesidad de explorarlos. No se trata de un conformismo de definiciones claras y concisas y por tanto a otra cosa. Bueno, mucha gente se conforma con eso. Otros no. En otros casos surge la necesidad de desarrollar más y más el tema a través de otras dimensiones, cruzando otras puertas, deslizándose hacia otras aperturas. Es una necesidad creativa que produce intenso placer, pero que requiere dedicar también mucho tiempo y no todo el mundo tiene ese tiempo. De ahí el café instantáneo, la comida rápida, las fórmulas de quita y pon, las definiciones de diccionario. Bueno, cada uno a su ritmo. Si usted está interesado en seguir mi tema desde el principio lea y verá cómo se va desarrollando. No había nada premeditado. Ni una meta a imponer a mis lectores. Ni una ideología clara que delimitar. En realidad no sé adónde me ha de llevar el asunto, pero yo sigo, encuentro un libro que parece responder a mis nuevas inquietudes y lo leo, hago mi reflexión y aclaro cosas, pero dejo otras para más tarde. No tengo prisa ninguna. Mis comentarios son como notas que voy haciendo y que al final me van llevando más lejos hasta quedar conforme hasta el momento.
    No tengo interés alguno en adoctrinar a nadie, ni imponer concepto alguno bien definido y pulimentado en un tiempo preciso a nadie. No trabajo por encargo para cumplir un tiempo o necesidad de nadie. Quien me quiera leer ha de empezar desde el principio y seguir poco a poco. Si en algún momento ve que puede aportar algo al asunto dentro de la evolución que voy siguiendo pues bienvenido.
    Yo le pediría que empiece a leerme de nuevo con calma y si el tema no le va tal como yo lo voy desarrollando pues empezará a darse cuenta de que se aburre o que no es lo que esperaba. Hay manuales de ciencias políticas a millares en las bibliotecas o en Wikipedia, hay diccionarios a cual mejor que en dos segundos le dan una definición "precisa". Pero no es ese el camino que yo quiero seguir.
    En resumen: tenga calma y léame de nuevo desde el principio. Muy amable por participar y hacerme tal pregunta. Así de paso me ayuda a hacer esta reflexión.

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  20. Curioso: concepto constituyente que alcanza concepto constituido, pero concepto constituido nunca deja de abrirse o por lo menos posee siempre la peculiaridad de abrirse o desplazarse, salvo que nos empeñemos en cerrarlo definitivamente por conveniencia psicológica, emocional, política, etc. Nunca las cosas en este mundo quedan definidas definitivamente, siempre se desplazan o se abren a otra cosa.
    Una constitución constituida de un modo definitivo sería la mejor fórmula para conflictos futuros. Incluso una constitución que se autorregula y se constituye ella misma poder constituyente en función de su propio espacio político definido en función de sus mayorías legislativas, corre peligro de no reconocer necesidades imperativas que reclama una parte de la sociedad o una minoría nacional dentro del conjunto del Estado.
    Es interesante analizar la postura de John Caldwell Calhoun durante la administración del presidente Jackson, cuando Calhoun quiso que ante la mayoría legislativa que se iba imponiendo como soberana, se volviera al orden correlativo de la primera asamblea constituyente donde los estados y las minorías tenían posibilidad (a través del senado) de veto o nulidad de aquellas propuestas que perjudicaran a su estado o a un sector en perjuicio de otro. Este tema es más complejo, pero muy interesante por el concepto de poder correlativo como contrapoder, en lugar de pode legislativo donde una mayoría puede aplastar las reclamaciones de una minoría al margen de lo justas de sus reclamaciones o derechos.

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  21. Interesante personaje el tal Calhoun, congresista norteamericano, sobre el cual me he informado en las enciclopedias de rigor, defensor de los derechos de las minorias y, concretamente, de la minoria formada por los estados del Sur frente a la mayoría norteña. Efectivamente, planteaba el derecho de las minorias a objectar, incluso a vetar, las leyes que consideraban hostiles. También defendía la esclavitud como "bien positivo", más bien que como un "mal necesario", por ejemplo. La minoría esclava se supone, pues, que no tendría ese derecho de veto.

    Fácilmente se ve que, aplicar ese concepto de Calhoun de "mayoría simultanea" al estado español actual transformaria a éste en ingobernable. No sería esta la solución del tema hispano, ni ahora ni en los tiempos en que se redactó la Constitución.

    Cuetu

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  22. Pero fíjese que Calhoun el supuestamente "reaccionario" está defendiendo una constitución que permite la discusión o acuerdo previo con las partes constitutivas en base a sus diversos y diferentes intereses no importa el estar en minoría o no. El derecho a veto y el orden correlativo en lugar de la mayoría legislativa. Efectivamente, Calhoun defendía la esclavitud, pero no olvidemos que ya la misma Constitución del 1782 se hizo dando como buena la denostada institución. Juzgar a Calhoun como el "malo" sería un acto de hipocresía.
    No sé lo que habría que hacer en España, pero el hecho de que una mayoría legislativa tenga la soberanía impide que las minorías catalanas y otras tengan una proporcionalidad que les permita reivindicar y discutir sus reivindicaciones hasta llegar a un acuerdo. Sin consenso y acuerdo de todos no se pueden aprobar leyes. Claro que esto lleva más tiempo, pero solucionaría problemas que ahora mismo no tienen voz en el Congreso y es muy difícil que la tengan salvo que las incluyan los partidos. Pero con los partidos la representatividad queda muy condicionada por otros intereses que los alejan. No sé si me explico. Es complejo, desde luego.
    Por cierto: cuando estudiaba en la Universidad de Texas mis clases de literatura inglesa estaban en el edificio Calhoun, y cuando entraba tenía que ver la estatua del congresista todos los días. Hay que tener en cuenta que la guerra civil americana se produce en torno a conflictos constitucionales serios y el sur no es precisamente el malo de la película, con excepción de esa obstinación en preservar la esclavitud. Interesante personaje.

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  23. Ya que no el de Calhoun, sí que hubiera sido solución para el estado español mi propuesta "cuatro naciones, cuatro lenguas, un estado". Mi propuesta, divulgada en la cocina de mi casa a mi família y a unos pocos amigos escogidos, se resume en el sencillo principio acabado de enunciar. Las cuatro naciones histórico-cilturales serían: Castilla, Cataluña, Vasconia y Galicia. Los territorios dudosos o problemáticos (Reino de Valencia, Navarra, el Bierzo y Entrambasaguas, Baleares, Franja de Aragón...) se adscribirían a Castilla, a Vasconia, a Galicia o a Cataluña según la voluntad de sus habitantes expresada en referéndum. Existírían cuatro parlamentos nacionales soberanos, y un único parlamento estatal, dentro del cual cada nación tendría exactamente el mismo número de escaños, independientemente de su población o su extensión territorial. El estado funcionaría como una Confederación, ya que las cuatro naciones fundadoras conservarían íntegra su soberanía. Andalucía no podria autoatribuirse la condición de nación històrica.

    En cuanto a las lenguas, funcionaría un sencillo principio de territorialidad. Cada llengua (catalán, castellano, gallego-portugués y vasco) sería la única oficial en su respectivo territorio, lo cual no significa que sería la única usada, ya que la utilización en cada caso de esa llengua oficial, de las otras tres lenguas del estado o de otras extranjeras quedaría al arbitrio de la libérrima voluntad de los hablantes. El sistema educativo en todos sus niveles funcionaría solamente en la llengua propia y oficial, pero la enseñanza de otras lenguas del estado o extranjeras estaria en función de la demanda libre de los ciudadanos, sin límite ninguno.

    Por más que yo, en su momento, divulgué todo lo que pude (dentro de los límites hogareños antes expresados, pero tambíen fuera, eh?) este concepto democrático e igualitario de España, no triunfó de ninguna manera. No estaba el horno para esos bollos, y me temo que actualmente lo está mucho menos. Cataluña, una probable mayoría de Cataluña, ya nunca se conformaria con formar parte de un estado que no la acepta como nación y que trabaja en contra de sus intereses, tanto dentro del estado como en Europa y en todo el mundo. Nunca Cataluña aceptaría ya una España de cuatro naciones / cuatro lenguas. Ya es demasiado tarde para federaciones ni confederaciones idílicas. Me temo que Calhoun y su defensa de los derechos de las minorias no tendría nada que hacer aquí.

    Cuetu

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  24. Si indagué en el poder constituyente y lo hice desde el epígrafe en defensa de la democracia capitalista, es porque había que dar sentido a la sociedad civil como motor de cambios y de poder real por encima de la representatividad de los partidos; o mejor dicho, por encima de la representatividad ideologizada y organizada por otros. Digamos que los intereses diarios y cotidianos que van surgiendo en la vida de las comunidades civiles, se van apropiando por intereses que sólo los partidos pueden fijar o representar. Pero los partidos ya son organizaciones que buscan ante todo su propia perpetuación en un encuadre constitucional y de representatividad. Lo que quiero decir que en las democracias liberales-capitalistas la dinámica de cambios sociales y económicas de puede estancar, hipertrofiar en formalismos que podrían paralizar las necesidades que van surgiendo en la vida real de la calle, del centro de trabajo, de las personas que sienten y padecen y podrían presentar ideas, problemas, conflictos, soluciones a los conflictos, aperturas a lo que parece no moverse, etc. En realidad la vida no para y siempre está en proceso de cambio, fluyendo, Quizás esto es lo que yo entiendo por poder constituyente: la vida misma es poder y proceso constituyente y esa potencia y empuje de la vida no puede cortocircuitarse elevando la política a una trascendencia constituida que una vez fijada ya es casi imposible de cambiar o actualizar, como si lo constituido pasare a estar en un plano ontológico superior al poder constituyente que es el que le da vida y así negarlo, o reducirlo al silencio, o si cobra fuerza política masiva el único problema que vemos es cómo encuadrarlo en algo ideológicamente comprensible y en función de la rentabilidad partidista.
    La democracia liberal-capitalista ha abierto un espacio de libertad en muchos países que jamás habían soñado nuestros abuelos, pero esa libertad hay que concebirla como un proceso infinito que nunca para por mucho que tratemos de obstaculizarla o reducirla a parámetros de trascendencia, formalismo o rigidez. El espacio político constituido siente siempre la tentación de formalizarlo como el único espacio posible de la política, pero eso es un error. Partir de ese espacio como único posible y cerrarse en sí mismo es crear las posibilidades de futuras rupturas, rebeliones, etc..

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