Quisiéramos que los flujos de la vida reposaran en algunos puntos desde donde pudiéramos convertir en eternidad ciertos momentos entrañables. No su repetición, sino su flujo propio sin principio ni fin. Ser arrebatados por un torbellino hacia esas otras dimensiones de inocencia, magia y esperanza. Pero
es sólo un deseo que se origina en algún pliegue o espacio de nuestro cuerpo limitado y sometido al desgaste del tiempo. Aunque en realidad ya estamos siendo arrebatados por los torbellinos y los flujos de esta vida de los sentidos y la materia dentro de una eternidad o una infinitud. Mejor dicho, nunca hemos salido de tales flujos o concatenaciones y ya siempre estamos en ellas. Nuestro pensamiento debiera hacer imposible cualquier espejismo de trascendencia o fe religiosa en el más allá, pero no ha sido así: A lo largo de la historia siempre ha habido otra historia de los anhelos del Cielo y el Paraíso o la Encarnación de la Trascendencia en nosotros, los seres de carne y hueso. Tanto en vertical como en horizontal o el mismo cruce de las dos dimensiones. Pero es también la historia de los mercaderes del espíritu y sus organizaciones y sacerdotes. Las traducciones de lo Trascendente a lo inmanente siempre han llegado a ser demasiado terrenas y confusas. Demasiado humanas una vez comienzan a encarnarse. Jamás se nos ha dado un punto claro de intercambio o encuentro entre la Trascendencia y la inmanencia. Un punto común a la vista de todos, sin lugar a dudas o sospechas. Quizás es que hemos confundido la infinitud de lo inmanente por una eternidad fantasmagórica. O quizás D-ós sea ya siempre un milagro solipsista.
25 marzo, 2015
15 comentarios:
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Ese punto de intersección entre la Trascendencia y la inmanencia ha de ser siempre axiomático. Los axiomas son autoevidentes y nunca se cuestionan. Nuestra fe está basada en un axioma o varios. Hemos puesto un tope en el cual nos sentimos seguros. Quizás sean axiomas necesarios, pero los axiomas se pueden colocar a conveniencia. Es complicado.
ResponderEliminarLe vi por la Avenida y le paré. No me reconocía. No sabía quién era. Me fijé que tenía una cicatriz que le cruzaba la cara, como si hubiese sufrido un grave accidente. Le volví a decir mi nombre, pero no lograba recordar. Hacía un par de años que no lo veía. Y la última vez que lo había visto pudimos hablar y recordar cosas del pasado. Había sufrido un mal divorcio. Había estado trabajando de albañil y la última obra donde trabajó el contratista no le pagó los meses trabajados. Era un hombre muy visceral y muy metido en sí, pero de noble corazón y disposición. ¿Qué le habría pasado? No lo supe, ni él hubiere sido capaz de decírmelo. Seguí caminando por la Avenida un tanto confuso. De repente te encuentras con un antiguo amigo que no es capaz de reconocerte y la cara la tiene cruzada por una gruesa cicatriz.
ResponderEliminarCirce y yo estábamos paseando por la ciudad de Readle. Gran ciudad de Readle con sus avenidas inacabables, casi infinitas. Salimos del apartamento con ganas de caminar por las aceras que parecían senderos en medio de la yerba y los nogales que poblaban los jardines abiertos de la ciudad. No podíamos creer que estuviéramos juntos después de tanta ensoñación y pasión. Pero las pasiones y las ensoñaciones se pueden hacer realidad una vez que se encarnan y se materializan. Nos habíamos materializado a base de fuerza y valor. El amor es la fuerza más poderosa y el amor requiere de realidades que vivir, de aperturas que nos llevan a lo novedoso; a la exploración. La ciudad estaba abierta para nosotros y empezamos tomando un café en Mater Dei. Pero no dejábamos de mirarnos: sus ojos--Circe's eyes-- brillaban de tal manera que me sentía iluminado por una luz de inocente esperanza. Estaba como hechizado y sin embargo aquello era real y palpable. El lugar nos parecía eterno en aquel instante. Tomamos el café a pequeños sorbos y decidimos prestar atención a los ruidos, a los simples ruidos del Mater Dei. Nuestros ojos fijos en los ojos del otro, pero sólo escuchando ruidos y sonidos. Hablaríamos de sonidos. Con Circe podía hablar de sonidos y de luz. A veces hablamos de luz. Las infinitas gradaciones de luz y sonido. Pagamos y salimos en dirección al Newman's Park donde había un mercadillo de productos artesanales. Nos llamó la atención un puesto de muñecos de cabezas grandes y extravagantes y compramos el muñeco que a los dos nos pareció el más siniestro. Nos acercamos al arroyo que forma el estanque y nos quedamos contemplando la corriente por un tiempo. Nuestro lenguaje pasó a ser el silencio. No muy lejos Bill Bobbe tocaba la guitarra a la entrada del parking--lo decía un letrero: "Hola, soy Bill Bobbe con mi música"-- y algo más lejos un predicador vestido de negro y una biblia cerrada y cogida por la mano izquierda nos hablaba de una buena nueva y un dios.
ResponderEliminarQué extraña era la vida. Los dos anteriormente tan alejados y ahora nos fundíamos en un mismo ser con una misma conciencia e inmersos en un inocente rito sacramental. El muñeco nos miraba con su siniestra cara y a lo lejos los rascacielos reflejaban la luz solar como anunciando un nuevo paraíso. Todo se agota. Hay trabajos y vida cotidiana. Hay también una encarnación en lo cotidiano, lo corriente, lo profano. Y todo tiende a agotarse y renovarse. Tomamos el sendero hacia la colina del Coyote...
Quizás la fe sólo se pueda explicar por sí misma. Una verdad autoevidente para quien la vive. No hay explicación racional para la fe. Pero la fe y la gracia se desparrama por la vida en toda su infinita materialidad. Los espíritus no tienen vida a menos que se encarnen en la materia: la viva materia...
ResponderEliminarCuando pasaba por la amigable ciudad de Bheesoat para vender mis productos me tropecé de nuevo con mi cliente Nemesius Mikolaterop. Una vez firmado el contrato del pedido nos fuimos a tomar un café al vetusto Café Fisweopne. Nemesius era un hombre muy culto y de una profundidad mística un tanto extraña. Hablar con él siempre era un placer. Su padre había sido un reverendo calvinista radical en una de las más viejas iglesias hugonotes de la ciudad. El caso es que mientras bebíamos café seguimos con la eterna conversación que manteníamos desde hace años, pero ahora lo encontraba muy concluyente. Me dijo:
ResponderEliminar"El tema de la religión cristiana y de toda religión es muy fácil. Si desde nuestra absoluta inmanencia es imposible alcanzar la Trascendencia, entonces sólo la Trascendencia puede actuar para que tengamos fe. Quienes tenemos fe la tenemos porque D-ós ha querido dárnosla y si es así, entonces hemos sido predestinados por Él para ser sus hijos; y si eso es así, entonces ya nadie ni nada nos puede arrebatar la fe en la Trascendencia. Y esto es algo absolutamente objetivo. Al ser consciente de esa fe absoluta uno pasa a un estado de gracia y nuevo nacimiento: la vida se transforma y se sacramentaliza."
"¿Y cómo sabemos quién ha sido elegido o no?", le pregunté yo.
"'Pues muy fácil,' me dijo él, todo elegido ha de satisfacer este axioma. No hay mérito alguno, ni obras, ni sacrificios, ni santificación, ni ceremonias, ni rituales, ni Escrituras, ni nada de nada, tan sólo esa absoluta seguridad por medio de la fe y esa experiencia profunda de vivir un estado de plena sacramentalidad en la tierra. Es muy sencillo. Sencillísimo."
"'¿Y la Biblia?', le pregunté yo. Un calvinista radical no puede abandonar la Biblia, ni una iglesia congregacionalista donde reunirse.'"
Y Nicodemus respondió:
"Sí, la Biblia es importante y la iglesia de tipo congregacionalista también, pero nada puede contradecir el axioma fundamental de la fe. Todo aquello que hable y refuerce el axioma de la salvación y fe absoluta bienvenido sea, pero todo aquello que lo niegue pasa a ser otro aspecto más del reino de este mundo que para nada ha de afectar al escogido. El escogido no necesita de religión alguna, ni de filosofía, ni de ideología, etc; pero al mismo tiempo todo ello es el mundo sacralizado donde ha de vivir y crear."
Acabamos el café y quedé desconcertado. Nos despedimos y yo fui a coger al barco al puerto de la gran ciudad de Bheesoat . Realmente era sencilla esa fe de Nemesius Mikolaterop.
El problema de gobiernos como el de Maduro en Venezuela y el estado islámico (ISIS) es que es muy difícil mantener un estado de alta intensidad de acción y pasión durante mucho tiempo. Es el problema de los fascismos: la ideología enciende pasiones mientras haya un enemigo vivo y amenazadoramente creíble, pero cuando ese temor se domestica empiezan las luchas internas, las rivalidades, los puros y los impuros, etc. Maduro trata de mantener encendido a su pueblo achuchándole a USA e ISIS al infiel cristiano y a los traidores de Alá. Pero esa intensidad y alto voltaje dura lo que dura.
ResponderEliminarEntonces, cuando se agota la fiebre de enemigo, o se empieza a descubrir como un delirio; es inevitable convertir la pasión ideológica en retórica al mismo tiempo que se va instalando un sistema de esclavitud dictatorial. También puede suceder que tal fascismo se disuelva y comience una etapa democrática y de sentido común.
ResponderEliminarLos musulmanes, como toda religión en una democracia, tienen libertad para expresar sus opiniones y su doctrina; pero de la misma manera los anti-musulmanes deberían de tener plena libertad para negar o contradecir las opiniones o creencias musulmanas. Que en nuestras democracias lo primero es siempre posible y además está amparado por nuestra libertad de expresión y religión; y que lo segundo cada vez es más imposible; eso quiere decir que algo no funciona en nuestras democracias, lo cual implica que una ideología concreta protectora de privilegios para el Islam se está imponiendo a toda la sociedad. Se vulnera así la libertad de expresión y de pensamiento en beneficio de una religión concreta.
ResponderEliminarEn la vida nada está bien definido o lo suficientemente definido para evitar que el concepto logre enriquecerse incorporando nuevos fenómenos que puedan comprenderse mejor bajo ese mismo concepto una vez ampliado. El concepto de fascismo se podría ampliar sacándolo de la exclusiva experiencia europea y de los partidos que llevaban o adaptaban ese nombre. Podemos sacarlo del sustantivo y transformarlo en verbo a adjetivo. Una conducta puede "fascistizarse" en el momento que la razón, el "sentido" común, o la capacidad de compromiso quedan en suspenso para adoptar la vía violenta o la fuerza bruta como medio de imponerse a los demás. Una banda juvenil puede fascistizarse desde el momento que vean en la fuerza bruta y la violencia los medios para imponerse a los demás; un partido político puede fascistizarse en el momento que empleee la violencia o la fuerza bruta para imponerse; una religión, etc, etc.. Para mí lo importante no son las motivaciones o representaciones ideológicas per se o cómo estas se puedan definir; sino los grados de intensidad de irracionalismo violento y arbitrario en relación con la razón, el sentido común o capacidad de compromiso. El fascismo visto de esta manera es un proceso de intensificación de afectos y energías que sólo encuentran en la violencia su modo de sustentarse y perpetuarse (una máquina de guerra). Qué ideología lo produce o representa es importante también analizarla, pero son los efectos lo que realmente nos interesan por su peligrosidad y destructividad. Un fascismo deja de funcionar desde el momento en que esa intensificación de violencia y afectos entra en crisis; entonces o bien desaparece en su propia contradicción (incapacidad de estado de guerra permanente) o bien se va transformando a otra cosa.
ResponderEliminarTodo es discutible, sin embargo.
El problema de los movimientos políticos y religiosos es cómo mantener una intensidad prolongada capaz de mantener esa movilización en el tiempo. Ha de haber una permanente motivación o centro de interés que haga posible la acaparación de energía y entrega de muchas personas, de las masas, de las naciones; y así seguir en una etapa de creatividad, de futuro, de esperanza (en función de qué eso ya es otra cosa). Ese motor de energía depende de muchos factores: crisis que disloque la sociedad y haga posible una dispersión o confusión de valores que pronto pueden ser redefinidas o codificadas en función de una representación que prometa acabar con el mal que ha producido tal dispersión o confusión.
ResponderEliminarEs interesante ver cómo funcionan los canales de televisión para aumentar el índice de audiencia. O las empresas en el mercado. O los caza-subvenciones con respecto a las administraciones que les van a nutrir de dinero público. O si uno vive en USA es curioso ver cómo compiten también los tele-evangelistas e iglesias unos con otras para captar el mayor número de fieles. Todo en la vida necesita de un motor de motivación que genere una vida con cierta intensidad, potencia afectiva o emoción. Quien no lo logra se bloquea, se entumece, se aburre, etc...
Las grandes ideologías, partidos, religiones necesitan siempre de ese motor: cuando esa motor recurre a los afectos y emociones más primarias, animales, tribales, destructivas, agresivas y con enemigos elevados a caricaturas monstruosas, entonces sobrevienen los fascismos de masas: los terrorismos, las masacres, los genocidios: un morbo de muerte y destrucción se puede ir extendiendo hasta una nueva crisis...
Las iglesias cristianas recurrían a Satán como motor de movilización. Un poderoso enemigo bien representado como sujeto activo y real es un buen referente para mantenerse uno en un estado de guerra permanente; una movilización de la vida del creyente en total alerta para vencer al Mal con el Bien, con Cristo. Pero si Satán entra en crisis y se convierte en difusas categorías o conceptos del mal o del inconsciente o de nuestras propias proyecciones, tal figura ya ha perdido su poder. En detrimento de una vida de creyente más anodina, más aburrida, menos combativa, menos en alerta. Y si Satán queda reducido a especulaciones psicológicas e históricas, también podría ocurrir lo mismo con la figura de Cristo. El cristianismo liberal gana en "cordura" y "sensatez" crítica, en adaptación a los nuevos tiempos de consensos razonados y consensuados, pero pierde el cristianismo su fuerza de irracionalismo cósmico que era lo que le daba vida y fortaleza.
ResponderEliminarLos testigos de Jehová tendrán que ir buscando otras fuentes de movilización permanente que ya no son ni las transfusiones de sangre, ni el servicio militar, ni otras doctrinas que les hacían ser muy diferentes respecto a la sociedad, muy militantes. Una vez entradas en crisis tales señas de identidad en las sociedades modernas, los socios de la Watchtower entran en la posibilidad ya más cercana de convertirse en otra religión más. De hecho su poder de atracción hacia una pequeña clase media con cierto nivel de educación se va perdiendo y desplazando a las clases más desfavorecidas y con menos bagaje cultural.
Esto ya les ha ocurrido a los mormones: son una religión más. Han dejado de ser aquella secta con ese atractivo de lo raro y lo exótico. El posmodernismo todo lo reduce a un discurso más dentro de la circulación infinita de discursos sin referente posible en la realidad, la cual parece que se acaba esfumando.
Ojo con las reacciones a este fenómeno posmoderno o post-post-moderno: nuevos fundamentalismos pueden estar ya reclamando una realidad que creen se les ha sido arrebatada y los demonios pueden de nuevo aparecer con furia y contra-furia.
Lo cual nos hace preguntarnos ¿cuál es la fuerza y motor del cristiano en toda situación y circunstancia?
ResponderEliminarKierkegaard nos habla del punto de encuentro entre la eternidad o trascendencia y la inmanencia de la historia y el mundo natural. Para él es el espíritu, el cual realiza la síntesis del cuerpo y el alma. También la síntesis entre la eternidad y lo temporal. Pero es en ese intento de síntesis donde comienza la disyuntiva entre pecado y libertad. La inocencia del espíritu descubre la posibilidad de libertad: Dios o la nada.
ResponderEliminarLa revelación bíblica nos da la clave para desarrollar conceptos y categorías psicológicas que descubren la esencia existencial (en Kierkegaard no es contradicción: la esencia del hombre es su existencia), del hombre y sus opciones de libertad y pecado, de angustia o desesperación y de redención o salvación. La diferencia con otros existencialistas como Heidegger o Sartre es que los dilemas del hombre están todos inmersos en la temporalidad de la historia o de la nada. Dios para ellos pasa a ser otra suposición de la que hay que desprenderse para vivir la mayor autenticidad. Kierkegaard nos indica que si la apertura del hombre no es hacia Dios o la fe, entonces sobreviene la angustia. Pero la fe de K. no es la fe del beato o el religioso que se obsesiona en su religiosidad, es apertura a la vida.
ResponderEliminarLa Señora Bilamr colocaba todas sus cosas en absoluto orden y limpieza; y, cuando leía sus libros de literatura o filosofía los subrayaba con esmero escribiendo las anotaciones pertinentes en los márgenes. Yo la observaba y mi impresión era que la Señora Bilamr tenía un planteamiento de vida que desarrollaba como si la vida se prolongara hacia el infinito o hacia una eternidad y entonces las cosas había que hacerlas siempre pensando en que la muerte física jamás significa nuestra muerte real y que lo que hacemos en el presente lo estamos haciendo ya en función de un futuro infinito donde todo ha de tener su razón de ser.
ResponderEliminarEfectivamente, un día le pregunté la razón de su vida entusiásticamente ordenada sabiendo que con sus 89 años el futuro cada vez era más corto, mucho más corto e imprevisto. Era una pregunta que me atrevía a hacerle porque la Sra. Bilarm tenía un sentido del humor perceptible sólo para aquellos que lográbamos ganar algo de confianza en el trato diario. Mis ocasionales estancias en aquel palacete me permitieron conocer a la Sra Bilarm con cierta familiaridad, ya que su nieto Ferdinand era un compañero de fatigas de la Universidad y era ineludible aceptar su invitación a pasar fines de semana o semanas durante las vacaciones estivales.
Al hacerle ver a la Sra. Bilamr mis observaciones sobre la toma de notas durante sus largas lecturas, o la precisión de su placentero orden en aquel palacete, ella me respondió:
"Hace mucho que me di cuenta que la existencia es sumamente extraordinaria. El hecho mismo de existir es un acontecimiento de increíble trascendencia e infinitud. Si bien es verdad que vivimos en el tiempo y en el cuerpo y lo material se va desgastando en su transitar; es decir, va desprendiendo partículas de su forma y constitución; sin embargo ya estamos al mismo "tiempo" inmersos en la eternidad del instante y esa eternidad es la eternidad que habita nuestro espíritu inmortal. Nada de lo que hagamos en esta existencia material en tiempo y espacio queda eliminado en una nada, pues no hay tal nada y todo sigue un curso infinito en una eternidad. Mis notas al margen de los libros son las notas que habré de recobrar en mi nueva existencia para proyectos que seguirán teniendo continuidad y aprovechamiento en esa eternidad. Hemos de vivir siempre con la absoluta seguridad de que la conciencia nunca muere y siempre se dirige hacia una mayor apertura de descubrimientos. La conciencia está sostenida por el espíritu y el espíritu es la síntesis del alma y el cuerpo que ya-siempre vive en la eternidad y la inmortalidad. El ateísmo trata de eliminar esta verdad a toda costa, pero hasta el ateísmo tiene su razón de ser para desesperación o desesperación disimulada de quien no ve en esta vida más que finitud."
Seguí visitando la mansión de los Bilamr, una familia de antepasados calvinistas que habitaba cerca de los profundos bosques del país de Norgwr. Un día, la vida física y material de la Sra. Bilamr se extinguió y gracias a Ferdinand pude explorar aquella gran biblioteca con las numerosas anotaciones en los márgenes de los libros. Fue lo que dio razón de ser a mi obra posterior: síntesis del espíritu y la ciencia.