Un antiguo actor de superproducciones fantástico-apocalípticas, Riggan Thompson, decide, después de años de ausencia en el mundo del superespectáculo; hacer una adaptación al teatro del relato titulado "What we talk about when we talk about love?" (¿De qué hablamos cuando hablamos del
amor?) de Raymond Carver. El escenario de tal producción es el antiguo Teatro St. James de Broadway: un sitio donde años o decenas de años atrás habían triunfado grandes directores y autores. Todo un desafío para Riggan Thomson, antiguo Birdman, en sus ya antiguas y pasadas superproducciones de superhéroe; que precisamente busca en este, su nuevo territorio, la manera de descubrirse a sí mismo como protagonista real de su propia producción e imaginación. Y es que desde su época de Birdman hasta el presente su vida no parece haber sido suya, sino de acontecimientos que lo van desbordando y olvidando de su propia familia, de su propio papel como actor y creador, al mismo tiempo que se va haciendo mayor y las oportunidades comienzan a ser mínimas para reconducir las cosas y probar ante el mundo que uno tiene algo grande e importante que ofrecer. Nada mejor que la adaptación de la obra de Carver, ya que a fin de cuentas es una obra que también habla de su vida, de su fracaso en su vida sentimental y familiar.
Pero a medida que entramos en la película y nos vemos absorbidos en la trama y en los escenarios y en los entresijos de los escenarios y sus bambalinas y estrechos pasillos y camerinos y escaleras y puertas de servicio con balcones y tejados incluidos que van a dar al mismo corazón de New York y sus cielos y rascacielos; vemos también que vamos entrando en la mente de un hombre poseído por la voz y personalidad del antiguo personaje Birdman con sus triunfos y éxitos traducidos en dinero y llenos en los cines; personaje que intenta retirarle, dar marcha atrás a su proyecto anunciando el fracaso inexorable en ese territorio desconocido y sumamente arriesgado. De seguir en ello, de seguir en ese "cuchitril" (shithole) oliendo a "macho" (smelling balls) y compitiendo con actores oportunistas y sin escrúpulos como Mike Shiner, además del fracaso con su hija Sam en proceso de desintoxicación, su ex-mujer Sylvia que sigue recordándole su pasado de inseguridades o su nueva amante Laura con sus dilemas como persona y actriz; pues de seguir así--le recuerda la voz interior de Birdman--su fracaso y humillación serán estrepitosos. Añadiendo además los problemas financieros del proyecto que ya empiezan a afectar la producción.
La voz interior es algo más que una voz o una simple presencia de recuerdo: se trata de un desdoble de personalidad. Algo así como si el pasado territorio de su vida: fuerte, fantástico y con grandes poderes sobre la realidad ("por encima de todos"), las masas que le idolatraban; el dinero fácil; pues reclamara también su nueva oportunidad de potente y segura recuperación. Riggan vive su doble
personalidad con fuerte dramatismo, ataques psicóticos destructivos; la prueba es vital en su vida y no puede fracasar. Birdman si no puede ser rechazado y olvidado, ha de ser reintegrado a su propia personalidad y a su propio proyecto: he ahí sus poderes sobrenaturales, su capacidad de alzarse al vuelo; su lucha cósmica contra el mal. Y ahora es la lucha por su vida normal como hombre normal con sus relaciones descompuestas, pero aun en posible camino de recomposición y con su propia adaptación de Carver (la adaptación de su propia vida) en el candelero y sometido a la crítica más cruel y mordaz del New York Times con la perversa Tabitha dispuesto a destruirle en base a una simple manía personal. Contando siempre con Shiner que como actor no deja de irritarle, desplazarle, humillarle: un perfecto y, desgraciadamente, imprescindible grano en el culo.
¿Logra esta película que circula toda ella como un solo flujo de tramas, escenas, escenarios, personas, personajes; lo real y lo irreal; lo privado y lo público del público, de la ciudad; lo normal y lo psicótico; logra pues resolver de forma convincente para nosotros, espectadores con nuestros propios territorios divididos y en pugna? ¿Qué pensamos? ¿Qué ocurre al salir del cine?
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Podéis visitar "LOS RELATOS DE NESALEM" http://nesalem-wwwrelatos.blogspot.com.es/
TONY (EN RECUERDO DE UN PERRO BUENO)
24 enero, 2015
16 comentarios:
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PERO, ¿QUÉ ÑARICES YE LA VIDA? // BUT WHAT ON EARTH IS LIFE? // PERO ¿QUÉ NARICES ES LA VIDA?
Any moment is as good as another but a moment could be hell and another heavens for the person who lives those moments. Cualquier momento ...
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Estamos entrando en el lenguaje informático que nos conduce a la realidad virtual desde la cual empezamos a operar para cualquier gestión o ...
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A veces uno lee cartas al Director como estas. En España recurrimos más al pretexto moral-piadoso que al riesgo. El riesgo nos da pavor. ...
Lo más fácil hubiera sido haber hecho otra película de Birdman, sacar dinero suficiente para retirarse a gusto o hacer otro proyecto de teatro con dinero caliente en la cartera. Pero ya vimos que el dinero anterior le complicó a Riggan más la vida que le solucionó problemas. La felicidad está siempre en otro sitio. La felicidad o autenticidad o el deseo propio no debe estar condicionado más que por uno mismo: es algo profundamente nuestro que hemos de desarrollar o dar una expresión o producción para que nos reconozcamos en ello. Y el amor es lo mismo: algo nuestro, no algo condicionado a otra cosa, sino algo propio y profundamente nuestro. (V de A)
ResponderEliminarEl personaje que pervive en Riggan como un ego desdoblado, podría considerarse clínicamente como un caso de psicosis esquizofrénica. Pero la etiqueta clínica se las trae. Suerte que en el arte estas dobleces de personalidad o a veces multiplicidad de personalidades tienen cabida como arte, como posibilidades de experiencia del ser humano a descubrir en su dimensión estética. La antipsiquiatría de Laing y Cooper nos hablaba de la esquizofrenia como una etapa necesaria para ciertas personas en su crecimiento hacia una mayor integración de sí mismos. Delueze y Guattari en su libro El Antiedipo, Capitalismo y Esquizofrenia, nos habla de las diferencias que hay entre un modo de ser que vive la realidad traspasando límites convencionales o políticamente establecidos, pero de forma creativa y sin llegar a ningún tipo de autodestrucción; y, por otro lado, el esquizofrénico clínico que ha fracasado en su intento de integración y creación para llegar a una ruptura peligrosa con la sociedad y consigo mismo. Foucault nos hizo ver el concepto de locura en su devenir histórico hasta los modernos psiquiátricos y medicalización de la enfermedad mental. Hay cosa en este pensamiento sobre la esquizofrenia muy interesantes, aunque yo personalmente cuestiono el optimismo de esta corriente crítica y contracultural. Demasiado optimistas sobre el potencial humano y social, aunque las aperturas que hacen de pensamiento y experiencia--sobre todo en el caso de Gilles Deleuze--me parecen interesantísmas.
ResponderEliminarEn esta película vemos la lucha o conflicto entre los dos egos o personalidades. Uno es el deseo de la exploración de un nuevo territorio que responde a sus afectos profundos, a su ánima, diría yo. Un ánima no expresada, no desarrollada, no producida. Y, por otro, está el ego de lo ya probado o explorado que persiste en su arraigo, en sus caminos o territorios ya colonizados. La lucha es intensa y desencadena ataques de tipo psicótico o fuerte ira destructiva, pero el conflicto se dirige a una nueva producción, a nuevos territorios de creatividad e integración de las dos personalidades. No se forma un sólo yo, sino que ambos yos o yoes o personalidades pasan a ser otra cosa, hay una mutación hacia un devenir nuevo (no la síntesis dialéctica, otra cosa).
Puedes seguir un sonido que te lleva a su territorio y desde allí divisar nuevas perspectivas, nuevas geografías. Si encuentras una persona prepárate para la exploración: podrás caminar con ella hasta cierto punto, pero más allá de ese punto habrás de dar la vuelta y replegarte; o quizás puedes caminar con facilidad y darte cuenta que esa geografía afectiva es común a ambos y que la exploración promete en riqueza y detalles: exploración, explorar; descubrimientos. Pero si no es así entonces los territorios se bifurcan, empiezan a ser aburridos, monotonía o rincones oscuros de opacidad, de rechazo, de angustia, de hostilidad. O quizás los mismos gestos hablan de un alma; un alma que habla con gestos; un alma que brilla con los ojos, o esconde un algo extraño en la mirada introspectiva: quizás un territorio de obsesiones, de miedos; de violencia; pero también de esperanza, de resbalones involuntarios y entonces comienza el tobogán de las vueltas y los mareos con vistas a alguna montaña lejana o a algún río de aguas profundas y frías.
ResponderEliminarEs extraño. El mundo de las personas es extraño y lo recomendable es permanecer siempre en los espacios comunes. Espacios en la superficie. Bien visibles. Con rocas donde agarrarse. O quizás árboles. ¿Hasta qué punto se puede uno arriesgar con una persona? Hay capas de afectividades, capas de emociones, capas de pretensiones, de ilusiones, de simulaciones... Hay siempre riesgo y uno es también un riesgo con los demás. Nos movemos entre flujos espectrales cuyos polos nos resultan inalcanzables, si tales polos existen.
Ninguna revolución será posible sin tener una idea medianamente razonable sobre nuestra modalidad de ser. Ningún cambio importante. Seguimos esperando en los espejismos, seguimos siendo espejismos para los demás. Misterio de la existencia. Abrazo el misterio de la existencia y que todo circule a las velocidades o lentitudes pertinentes.
Otra cosa a considerar en la película Birdman son las velocidades: fiémonos en las velocidades....
La ciudad. Las calles que hablan con sus sonidos. Las ventanas que esconden vidas y ambientes y acontecimientos. Uno puede bailar por las calles y subirse a los tejados y desde ahí ver los ríos de coches y el circular de los homínidos. Hagámonos por un momento homínidos y divisemos por primera vez nuestras ciudades como si fueran pesadillas o sueños fantásticos de la sabana donde merodeamos para conseguir animales o hierbas o frutos o hemos de cruzar un río y caminar con la tribu y ser tribu, alma de tribu. ¿Y si el tiempo es en realidad un tiempo coexistente en un espacio infinito y allí a lo lejos ya coexiste nuestro futuro: un presente-futuro. Sigamos en el tejado de la ciudad. Sigamos bailando y quizás nos apetezca volar, flotar. No lo haremos con el cuerpo pero lo hacemos con la parte líquida o gaseosa del cuerpo; quizás la parte invisible del cuerpo que sí sabe volar y remontar. Quizás el problema es que no somos demasiado materialistas. La materia es complicada y en ella están los infinitos universos que jamás podremos descifrar y sólo una parte controlar.
ResponderEliminarBirdman vuela. Cree volar. Hay un mundo dónde puede volar, pero su vuelo lo aleja de muchas cosas. En realidad no necesita volar de acuerdo a las leyes físicas, ni destruir un mal que ya lo ha minado y convive en sus propias alas. Es necesario aprender a volar de nuevo, pero antes hay que comprender mejor la modalidad de ser desde donde se parte.
Ciudad. Mágica ciudad. Los meteoritos vienen del cielo y chocan contra los tejados. Pero se deshacen en polvo mágico. Las vidas humanas se complican y buscan las claves de esa modalidad de ser para poder sobrevivir a las obsesiones y las neurosis. O quizás las paranoias.... nombres clínicos sobre vidas medicalizadas. Etiquetas, siempre etiquetas; pensáis a través de las etiquetas, decía Rigan a la cronista de arte del New York Times: "Eres una vaga de cojones"; "métete tus notas por tu arrugado culo". Fuera de las etiquetas hay muchos mundos. Gracias Riggan.
Hay magia cuando hay apego a la más posible realidad de las cosas. No hay magia cuando deja de haber apego a la más posible realidad de las cosas. La más posible realidad de las cosas es ese afuera de los acontecimientos que podemos explorar en sus mismas dimensiones y hasta donde es posible. De esta forma evitamos que sean nuestros deseos y delirios quienes interpreten los acontecimientos sin tener en cuenta las mismas propiedades de éstos y así evitamos también caer en sus redes sin necesidad y por ignorancia nuestra, o desconocimiento. Si dejamos que nuestros delirios y deseos se precipiten sobre los acontecimientos corremos el riesgo de ser atrapados por ellos y quedar desarmados ante el poder de estos que ya son capaces de apoderarse de nuestras energías desde el principio. Es un juego de afectos y los afectos son energías de atracción y rechazo o repulsión. Pero también puede haber una resultante de sana indiferencia, de beneficiosa indiferencia y desapego.
ResponderEliminarLas relaciones humanas y las relaciones con los acontecimientos de cualquier naturaleza pueden ser fatalmente vampíricas o desbordantemente creativos, pero hay un momento en que se puede imponer una sana distancia, son apego, sana objetividad y entonces ya somos libres. Libres de encontrar o acoplar con aquello que más nos conviene.
Observad en Birdman la dinámica de las relaciones entre las personas y los acontecimientos.
La magia surge de la vida cuando los afectos están en el mejor de los equilibrios y las distancias. Cuando las velocidades sean las más adecuadas en cada momento.
ResponderEliminarLa verdad no está en las ideologías de los partidos políticos. La verdad es independiente de ellos, pero para verla hay que estar en la colina y posición adecuada: luego se habrá de ajustar el movimiento a la pertinente velocidad. Todo esto puede quedar muy lejos de los territorios de las masas y las élites. Hay territorios para todo y todo es material-espiritual.
ResponderEliminarTristán de Kremolegok se había enamorado locamente de una muchacha hermosa y callada. Tal rostro le hizo volcar y evocar profundos misterios de sí mismo que nada significaban para la muchacha. Así fue como Tristán de Kremolegok se dejó atrapar por su misma pasión y la muchacha hermosa y callada en silencio e indiferencia su locura contemplaba. Difícil territorio es el amor; complicados repliegues y entresijos nos hace recorrer. Para ello nada mejor que encontrar la cota de altura capaz de ver el paisaje y panorama y desde ahí encontrar la objetividad y la calma. Luego, surge la magia.
ResponderEliminarCaminaba por las calles frías y lluviosas de la ciudad de Hormop sintiendo el pálpito y el murmullo de la vida que circula y fluye a través de paredes y bajo las aceras o calles en las inhóspitas y terribles alcantarillas en forma de voluminosas ratas o los gatos de la calle cerca de las basuras. Vida que en forma de personas se reúne en cocinas y comedores y las habitaciones bajo las sábanas o en las salas de estar viendo la televisión o hablando o trabajando sobre las mesas escolares. Vida. Misteriosa vida. Mi paseo iba modulado por la mezcla de pensamientos y recuerdos, pero hubo un momento en que ya no eran los recuerdos sino la misma evocación en el presente al percibir los juegos de luces y oscuridad y las formas de los edificios y los árboles y las farolas de neón y algún coche sigiloso que para ante la luz roja de una semáforo.
ResponderEliminarY sin embargo estar absorbido por el presente en camino de un futuro incierto, inalcanzable; siempre una pura incógnita; no invalida la sensación de seguridad, de cumplimiento del sentido común de que el siguiente paso ya está dado y todo seguirá su curso como siempre. Pared tras pared, personas solitarias que caminan bajo la lluvia. Silencio y mirada exploratoria de un amplio escaparate. Objetos de ornamentación del hogar. Sigo y al dar la vuelta a la esquina ya veo la cafetería Murkam metida en un callejón que jamás he pisado. El letrero es rojo y al arrimarme unos cincuenta metros ya entrado en el callejón y cerca de la puerta veo que hay gente. No parecen la gente que uno espera encontrar en una cafetería de barrio. Visten de un modo algo anticuado y elegante. Es todo muy extraño. Esta vez debería de satisfacer mi curiosidad y entrar. Hay una profunda sensación que surge de mi mismo en forma de riesgo de aventura que me empuja con fuerza a ello.
Y entro. La puerta se cierra. El ambiente es agradable. Me sobra la zamarra. Coloco el paraguas en el paragüero. Me dirijo al mostrador. Pido un café. La gente que habla muy bajo, casi susurran. Presiento que quisieran hablar conmigo. Miro disimuladamente y hay caras que no me son desconocidas.
Limitándome a la pel·lícula Birdman, Sr. Nesalem, lamento decir que me ha parecido aburrida e insulsa en grado sumo. Todas las profundidades filosóficas y existenciales que Ud. le ve quizá sean ciertas, pero eso no es excusa para castigar a los espectadores como yo con ese plúmbeo y larguísimo tostón. Muchas gracias.
ResponderEliminarPedrosa Latas
(Viene de arriba)
ResponderEliminarCuando hay rostros nuevos o rostros no olvidados del todo entonces se establecen fronteras invisibles. Territorios desconocidos o quizás ya conocidos en otras épocas. Hay tanteo ante un posible intercambio de palabras. Alguien se acerca a la barra y con cierta precaución me dirige la palabra: "Usted es Kromber. Quizás no me conozca, pero yo a usted sí. Trabajamos los dos en el taller de Norlpel cuando éramos todavía casi críos." Giré la cabeza y me quedé mirando a una persona que no aparentaba más de 30 años. "No es posible--le repliqué--usted es demasiado joven para haber trabajado en la misma época en que yo trabajé en el taller de Norlpel." El hombre entonces se quedó asombrado. "Oiga, no es de mi edad de lo que yo quisiera hablarle si usted me permite. Yo a usted le recuerdo como una persona muy insegura. Me acuerdo que cuando usted empezó a trabajar en aquel taller usted era un chaval que tenía miedo, que se sentía fuera de lugar totalmente. Cosa normal los primeros días, pero usted siguió siendo muy inseguro durante bastante tiempo y los demás veíamos su debilidad. Tenía miedo a enfrentarse a las dificultades y eso le perjudicaba sobremanera. Los demás lográbamos progresar y aprendíamos a mecanizar piezas con el torno o a soldar un buen cordón de soldadura alrededor de un tubo; pero usted tenía miedo, mucho miedo. Le voy a hacer esta pregunta quizás un tanto atrevida, pero es una pregunta que ya me hacía yo en aquella época: ¿por qué tenía usted tanto miedo? No era normal que tuviera aquel miedo a las dificultades. Y esa debilidad suya le hacía quedar siempre de pinche de recados o de limpieza o de las cosas rutinarias sin importancia." El personaje ahora se quedaba mirando para las botellas de licores de las estanterías de este extraño café. Echó un trago del vaso que llevaba en la mano y se quedó esperando mi respuesta.
No sabía qué responder. Era verdad lo que decía pero no lograba recordar quién era y además nuestras edades no se correspondían. Me sentía desplazado de mí mismo. Alguien había tocado mis heridas de antaño y las heridas jamás se curan del todo. Era verdad que en aquel taller como en muchos otros sitios a lo largo de mi juventud yo había sentido miedos, pero quién no había sentido miedo alguna vez. Sin embargo mis miedos eran míos y era verdad que me habían impedido superarme y crecer en una profesión como lo hacían otros de mi misma edad y sin muchos problemas en muchos casos. ¿Qué razón había para mis miedos? Tomé entonces otro trago de café y me quedé mirando al inesperado conversador. La cafetería iba tomando un aspecto irreal. Respondí: "No sé qué decirle, no le conozco a pesar de los esfuerzos que hago para ello. No acabo de visualizarlo en el taller. Ha pasado mucho tiempo y normalmente me olvido de los sitios y de los momentos que me han hecho sufrir o sentirme mal. Pero aun considerando su pregunta un tanto inapropiada, pues yo a usted no le conozco de nada; sin embargo toca un punto de mi vida que nunca he querido explorar y usted me invita a ello." Hubo entonces un silencio. De repente me pareció que había más gente de lo que yo pensaba y todos vestían de una forma anticuada. Algunos fumaban como si no existieran leyes contra ello o nunca hubieran sido conscientes de ello.
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¿Qué extraño era todo? Ahora parecía estar alejándome de mi presente acoplado a una vorágine de tiempo que me empujaba de un lado a otro entre parajes de una y otra tonalidad de claros y oscuros, de barrios fríos y hostiles, de praderas extensas inabarcables. "Oiga--me atreví a seguir la conversación--¿Qué hacía usted en el taller de Norlpel?" "Verá, yo trabajaba como usted de aprendiz; hacía casi lo mismo que usted, pero a los seis meses yo dejé aquel sitio y me fui a trabajar a uno de los astilleros de soldador ganando casi el doble de lo que ganaba en Norlpel; pero usted se quedó allí más tiempo sin ninguna ambición más, según tengo entendido. Pero hay otra cosa que también quisiera decirle, usted me caía bien y además yo le notaba cierta inteligencia, pero era una inteligencia mal encauzada; digamos que no correspondía a un taller de mecánica y calderería. A veces me preguntaba qué hacía usted allí. A mí me gustaba lo que yo hacía, pero era evidente que usted estaba totalmente desubicado. Aquel no era su sitio."
ResponderEliminar"Tiene toda la razón del mundo, aquel no era mi sitio--respondí con aplomo--pero el problema era que no sabía cuál era mi sitio y entonces la cabeza me daba vueltas sin encontrar el lugar adecuado para nada. Los cordones de soldadura o la mecanización de una pieza me eran indiferentes como tales, pero tales trabajos me colocaban en la tesitura de enfrentarme a algo que no era mío, que me era ajeno; que no me imaginaba estar haciendo aquello para toda la vida. Con el añadido de que a mí el dinero no me servía de estímulo. Pero mi miedo venía de mi impotencia ante la obligación que suponía tener que trabajar en lo que no formaba parte de mí. Mirándolo desde esta distancia en el tiempo los miedos y las inseguridades surgen cuando uno no sabe lo que es ni lo que quiere: las energías se desperdician; hay confusión y esto puede llegar a ser un infierno. Uno se siente mal consigo mismo, se siente inferior a los demás; se encuentra viviendo en un mundo que actúa como un espejo donde uno ha de dar explicaciones por lo que es y lo que hace de forma persistente y sin saber qué explicar porque es todo confuso. Oiga, ha sacado usted un asunto muy peliagudo que ya creía tener olvidado. En cierta manera me alegro de que lo hay sacado. Esto parece todo absurdo, jamás supe que había una cafetería en este callejón hasta el otro día que me dio por mirar y vi que existía. Y hoy entré. Pero es todo muy extraño. Tan extraño como las preguntas que usted me hace."
"Bueno, Señor Kromber, yo sólo tenía ganas de decirle lo que yo recuerdo de usted. Perdone si he tocado alguna fibra o le he molestado en algo. Me llamo Carlo Munkard. y suelo parar en esta cafetería." Y diciendo esto el tal personaje se fue hacia la mesa de donde había venido y donde había dos personas más, una de ellas una mujer. Pagué el café y salí al callejón que ahora me parecía más insólito y oscuro que cuando entré. El frío y la lluvia arreciaban mientras me colocaba la chaqueta de cuero. Me alejé de allí con una obsesión que habría que explorar: ¿Por qué el miedo y la inseguridad se había apoderado de mí en aquella época y de forma tan insidiosa? ¿Qué es el miedo?
Seguí caminado por las calles, pero mi paseo ya estaba trastocado. ¿Por qué el miedo? No me iba a rendir ante un enigma semejante. El miedo tiene relación con las velocidades y los territorios en la vida. Las velocidades en que circulan las emociones por paisajes dificultosos. Los devenires arrastran desde antes de nacer. Las energías, las disposiciones, ya hacen existir de determinada manera y las emociones son aquellas energías con mayor o menor intensidad de movimiento. Hay emociones que paralizan, que hacen retroceder ante el mundo exterior; que frenan y se revuelven en círculo vicioso o se desvían por caminos delirantes y a través de los delirios o las producciones imaginativas o encuadres representacionales tratan de escapar a cualquier círculo infernal de impotencia o incapacidad de fluir en libertad. Las emociones se forman en un continuo intercambio con otros cuerpos, con otras personas, con acontecimientos, con ensamblajes y en estos intercambios pueden ser atrapadas de forma vampírica por otras emociones más fuertes, más intensas; y de esta manera se puede sentir lo propio como extraño, como indebido, en función de otra cosa que ahora parece como superior, más potente, más necesaria y a la cual nos hemos de subordinar. O, de lo contrario, ya desde cualquier ahora esas emociones se extienden hacia adelante en libre devenir y entonces se empieza a formar territorio propio y lo interno y lo externo se van reconociendo como propios y ya se forma un flujo creativo, placentero, alegre, de afirmación. Y si esa afirmación aumenta o sigue siendo dominante y a la velocidad precisa, entonces se mantiene la libertad y la potencialidad vence las emociones negativas de otros cuerpos o cosas o acontecimientos y se ponen al servicio de la expansión.
ResponderEliminarEn los intercambios con otros cuerpos, acontecimientos, etc... se trata de buscar siempre la resultante más favorable; pero a veces los factores externos son más fuertes y atrapan a las energías más débiles y las velocidades e intensidades quedan subordinadas o limitadas y entonces se hace imposible formar territorio propio y las energías se vuelven contra sí mismas ante cualquier intento de rebelión o de potencia propia y el miedo es esa impotencia de energías en lucha contra sí mismas impidiendo cualquier acto de afirmación o libertad. El miedo paraliza, nos hace ver la realidad como un poder que nos domina y ante el cual nos hemos de doblegar si no queremos que nos destruya o nos someta a la tortura del dolor y la disminución o el complejo de inferioridad ante otros o ante acontecimientos y entonces la resignación, el repliegue, el resentimiento, el sentimiento de impotencia. El malestar sobre uno mismo, la insoportable auto-culpabilidad sobre un yo configurado para ser dominado.
O también las salidas, los escapes vía delirios imaginativos capaces de encontrar esos territorios propios en proyecciones idealizadas, representaciones compensatorias; o la aceptación de la propia dominación como un acto de afirmación a través del tirano o la omnipotencia de una ideología. Oh, miedo, generador del terror paralizante, de las obediencias más irracionales y destructivas... o de los círculos viciosos de conformismo, aburrimiento y vicios "secretos", que hemos de ocultar a nuestros papás y mamás reales o imaginativos o substitutos.. .
ResponderEliminarLa cara familiar de las cosas es ese aspecto de ellas mismas que forma parte de nuestro territorio común. Cuando formamos nuestro territorio hay comunidad de percepción, de sentimiento, de movimiento; de lenguaje, de sentido. Pero es sólo un aspecto de las cosas en nuestro territorio. Es sólo un aspecto de nosotros mismos que ha entrado en comunión con "el afuera" para formar territorio. Hay muchos otros territorios que nos son desconocidos u hostiles. El mundo, el universo, es una infinidad de territorios que desconocemos. Mi tribu desconoce los territorios más allá del desierto. Y cuando salimos a explorar vamos con miedo y precaución. Las cosas de esos territorios no nos son familiares a pesar de que las plantas y los animales sean los mismos. Pueden pertenecer a otra tribu y entonces son propiedad común de ellos, territorio común de otros que nos son desconocidos u hostiles; o quizás amigos, pero aun así necesitamos su permiso. Es difícil formar comunidad; ser objetivos en el sentido de conocer las cosas como territorio común. Objetividad ya no sería entonces esa esencia común de las cosas que aflora por necesidad ante la percepción y la razón y se hace transparente a todo el mundo a través del concepto; objetividad sería sinónimo de comunidad; de poder compartir una misma realidad territorial en toda su propiedad. Podemos imaginarnos una tal comunidad universal como utopía abstracta, pero ese territorio sería un plano absoluto de transparencia donde ya nada sería porque todo es. Es decir: la comunidad absoluta de las cosas es igual a un plano infinito de absoluta transparencia: un ser eterno, infinito, omnisciente, omnipotente que por ser lo que es no lo podemos concebir. Mientras tanto nosotros vivimos en territorios de infinitos pliegues y repliegues y capas y substratos y formas y contornos y objetos y tiempo y espacio y tiempo-espacio y velocidades. En el ser absoluto la velocidad sería infinita y el tiempo pasaría a ser una eternidad. Nuestra tribu va conquistando nuevos territorios y entonces, cuando los intercambios fallan, recurrimos a la guerra. O viceversa, nos declaran la guerra.
ResponderEliminarNo podemos vivir en un estado de paz, pues ya siempre estamos explorando lo nuevo, lo diferente. No vivimos en la quietud del Nirvana, porque ya siempre estamos en tiempo-espacio haciendo territorio y conquistando nuevos territorios. Es una aventura infinita.
La imaginación hace posible la armonización de los territorios. Bajo la imaginación lo confuso e inexplorable se puede hacer asimilable. El arte, los mitos, la religión. Nadie puede vivir sin las posibilidades de armonización, de idealización, de exploración controlada de la imaginación.
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