La fuerza del Islam es que no se para a juzgar demasiado en
lo que piensan o no piensan o dudan o dejar de
dudar las personas. Lo importante
para el Islam; y esa es su fuerza, es que todo se reduce a ser creyente o
infiel. O eres creyente o eres infiel. El mundo se divide en creyentes e
infieles y no hay términos medios. Una vez que formas parte del Islam has hecho
una ruptura con el mundo infiel: eres parte de la Umma.
Luego tan sólo tienes que seguir el ritual o no seguirlo o
seguirlo a medias, pero ya nada te ha de sacar del Islam, sobre ti pesa una
condena a muerte si tratas de renegar de la religión del Profeta. Condena que
en algunos sitios es literal, pero que en otros significa exclusión, o
autoexclusión y desarraigo con uno mismo. Tan sólo en los países occidentales el
Islam no puede controlar a toda su grey y algunos se diluyen en las corrientes
de indiferencia religiosa de Occidente.
Pero el Islam ofrece algo muy sencillo a estas almas que
necesitan de fuerte identidad y fuertes valores y ruptura con las torturas
mentales del mundo occidental; con su ambigua moralidad, cuando no inmoralidad
o amoralidad cínica que disfrazan de libertad. El Islam tiene las cosas claras
a pesar de sus sectas o divisiones: o eres creyente o eres infiel. Un gran
atractivo para mucha gente en occidente que vive la angustia de no ser nada. El
Islam tiene mucho futuro en Occidente.
El Islam mete a las mujeres en cintura y las pone en su sitio. Casa, cocina, hijos... y nada de andar por ahí de pendoneo ni encandilando con sus encantos a otros hombres. El hombre manda y decide, y la mujer obedece, por lo menos de cara a fuera. Y si no, paliza, repudio o divorcio. En el Islam, las cosas están claras.
ResponderEliminarPedrosa Latas
Más que futuro lo que está es ya muy presente. Demasiado diría.
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