La justificación del estado de Israel es la existencia física del pueblo judío. Mientras exista el pueblo judío como nación, la Tierra de Israel será siempre un proyecto a materializar. Esa memoria histórica ha pervivido por siglos. No ha sido así con los árabes que poblaron Palestina. La identidad nacional palestina se construye en oposición a Israel. Anteriormente eran árabes adscritos al imperio turco en el que también vivían judíos y otras minorías. Con la formación del estado de Israel surge la posibilidad de formar un estado árabe en Palestina. De la misma manera que se forman de manera conveniente y artificial Jordania, Iraq, Siria, o Kuwait; surge la posibilidad de formar un estado árabe-palestino. Esa posibilidad surge con la partición de 1947. Con los auspicios de la ONU y por votación mayoritaria de sus miembros en aquel momento, se otorga el reconocimiento del Estado de Israel y un Estado árabe-palestino.
Los árabes se negaron a ello. Dijeron no y declararon la guerra a Israel. Pierden la guerra. Los árabes reinterpretan la historia considerando toda Palestina como territorio árabe. Añádase a esto la interpretación religiosa de territorios sagrados islámicos en manos del infiel y ya tenemos la clave de la intransigencia política palestina. Todos los países árabes entran en este juego de conveniencia. En realidad les importan poco los palestinos (Egipto y Jordania tuvieron en sus manos el destino de Gaza y Cisjordania, respectivamente, pero nunca propiciaron un estado árabe-palestino), pero el conflicto palestino-israelí sirve de pretexto para fomentar una victimización crónica por parte del Occidente neocolonialista y cristiano.
Esta conveniente intransigencia por parte de los árabes motiva otra guerra (1967) y otra vez la pierden. Se fustiga un nacionalismo palestino que actúe como mosca cojonera contra Israel, mientras la realidad material de los palestinos árabes se hunde en una mayor miseria y desesperación. El conflicto es irresoluble mientras prevalezca la obcecación árabe de negar la existencia de Israel. Cuando se empieza a reconocer esta existencia se van abriendo más posibilidades de negociación y pactos: Egipto y Jordania son un ejemplo. Mientras sea el terrorismo quien hable la negociación es imposible. La dinámica de la fuerza y la destrucción prevalecerá.
Es un intento de situarnos. Quizás estemos equivocados. Da tu opinión.
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