26 junio, 2024

TOMANDO UN CAFÉ Y HABLANDO SOBRE LA INCREÍBLE POSIBILIDAD DE LA FE

Hay una frontera entre la vida y la muerte que es infranqueable. No solo infranqueable, sino absolutamente fuera de toda experiencia humana. A nuestra vista solo queda el cadáver y el sentimiento de dolor o de conciencia de finitud. Más allá está lo indecible, lo impensable, la nada. No hay medio de penetrar, de saber: no hay signos que nos conecten con tal Reino de lo insondable. El ateo se conforma con decir que no hay nada porque no se sabe nada y entonces será la pura y absoluta inconsciencia. El religioso monoteista dirá que hay un cielo y un infierno reales o como metáforas de otra condición ya sobrenatural. Lo revelan las Escrituras. Hay una dimensión sobrenatural que desconocemos, pero que es real: el alma sobrevive a la muerte del cuerpo. Otras versiones lo colocan al final de los tiempos, después de una muerte de cuerpo y alma (alma como la esencia de la vida individual) interina e inconsciente hasta el toque de trompeta y luego la resurrección de todos los muertos para juicio divino junto con los que viven en tal momento presente. 


Pero hay otra manera de entenderlo: si nada se sabe eso no quiere decir más que como seres humanos y dentro de nuestros límites cognitivos y categorías de pensamiento, no podemos saber nada. Es una dimensión fuera de lo humano, por tanto inefable, innombrable, indefinible. No poder decir nada no es lo mismo que no haya nada, o que nuestra existencia no tenga otros modos de continuidad impensables para nosotros. No veo por qué el que intuye otras posibilidades de existencia más allá de la pura inmanencia física, se tenga que ver obligado a demostrar nada. Que nada se puede demostrar no quiere decir que la frontera de la muerte nos cierra definitivamente la posibilidad de ninguna trascendencia. Simplemente no sabemos.

Alguien, entre dos cafés humeantes, me hacía la pregunta ¿cómo conocer a Dios? En realidad era una pregunta común. Me gustan las conversaciones relajadas tomando café y abordando temas como estos. Efectivamente, no hay demostración alguna de la existencia de Dios bajo parámetros científicos o bajo una rigurosa lógica analítica. Hay una frontera también infranqueable, indecible, innombrable que nos impide decir nada empíricamente demostrable sobre tal ente. Tampoco bajo parámetros de razón pura. Pero eso solo nos dice que no es posible hablar de tal supuesto ente bajo nuestros aparatos cognitivos y categorías de pensamiento. Por tanto la fe para quien la viva como decisión existencial es un asunto absolutamente irracional. Quien viva la fe en Dios o crea en la vida post-mortem sabe que esas experiencias las vive como una profunda intuición subjetiva. Decir que algo es irracional solo quiere decir que está fuera del alcance de la razón, sin más connotaciones.


 

Entonces, y ya cuando las tazas de café daban a su fin, llegamos a la conclusión de que si Dios es un ente o yo diría un X real aunque fuera de los límites de la inmanencia física-natural a la que alcanzamos los humanos en nuestra experiencia diaría, entonces la fe no dependería de nuestras elucubraciones mentales, psicológicas, racionales de dar vueltas y vueltas a lo que no tiene explicación demostrable. La fe dependería de una fuerte intuición inesperada, que por "razones" inexplicables comienza a invadir la conciencia de una persona, la transforma, le da fuerza e intensidad para vivir; encuentra resonancias que no desaparecen y he ahí el fundamento de una ética efectiva, afectiva e intensa que puede concretarse en opciones morales creativas, valientes, arriesgadas basadas en una esperanza. 

¿Una fuerte intuición? ¿Hemos de depender de una fuerte intuición? Bueno, y ¿por qué no? Si tienes la fortuna de sentir tal fuerte intuición y esa intuición te lleva a una vida con sentido y fuerza e intensidad y esperanza, ¿qué razones tendrías para rechazar tal fuerte sentimiento? ¿La tirarías por la borda simplemente porque no es demostrable ni justificable en términos comprensibles para los demás? Simplemente, allá cada uno con su decisión personal ante la vida, cada uno busca o encuentra lo que mejor sintonice con su ser, pero mucho me temo que cualquier decisión tomada en esta existencia su punto de apoyo se perdería también en la mayor irracionalidad. La razón ha de dar cuenta de sí misma fuera de sus parámetros. Y esos parámetros residen en la conciencia humana finita, perecedera, contingente...   

   

3 comentarios:

  1. AN OLD RUN DOWN DREAM

    I stepped away from the main road
    And found the little gnomes dancing near the river
    Deep river flowing beyond my imagination
    Deep river calling my name
    Away from the river!!
    The gnomes took me to the house
    The old house with the old stove burning coal
    And my heart pounding and pumping
    Looking at the blue sky
    Through a big hole of an old run down dream.

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  2. EL PRIVILEGIO DE LOS INICIADOS EN LA FILOSOFÍA

    La filosofía tiene su terminología, sus categorías, sus conceptos, su metodología. La filosofía es una disciplina del saber como otras tantas. No se puede confundir filosofía con la literatura, o con la ciencia o con la sociología, psicología, etc. Quizás el rasgo distintivo de la filosofía es que coge de todos los saberes y conocimientos y funda una disciplina que nos permite especular, estirar, aventurar, viajar, hacia las fronteras de lo posible dentro del pensamiento. Por eso la filosofía puede llegar a ser una pasión, una adicción incluso para algunos. La filosofía es fascinante para aquellos que han entrado en ella y se han ido familiarizando con sus categorías, conceptos, lenguaje, etc. No así para muchos que la ignoran, la echan de lado como si de la peste se tratara o la confunden con cualquier otro saber de forma torpe y desordenada. Además, como ocurre con la lingüística u otras disciplinas, la gente tratándose de ideas o de idiomas o religiones, suele saber más que nadie con simplemente "haber oído", o "fulano dijo", o "esto es así porque es así", etc.
    Todos sabemos opinar de todo y las conversaciones se enriquecen con ello y nos expresamos con mayor o menor éxito, pero si hablamos de matemáticas todos sabemos que hay una disciplina que ordena y formaliza los temas relacionados con los números y sus combinaciones, y a la que nadie se atreve a cuestionar con simples opiniones. En última instancia serían las matemáticas la que nos sacaría de dudas ante algún problema complejo de números. Lo mismo con la ciencia en general, aunque últimamente saber distinguir lo que es ciencia de pseudociencia cada vez se hace más difícil para las personas que no están al tanto, y se confunde cualquier teoría conspiroparanoica con lo que es ciencia seria, o mezcla la ciencia con la ideología para justificar cualquier decisión política; o se hacen circular como noticias o hechos científicos de un modo periodístico y sensacionalista cosas que no son resultado de ninguna investigación responsable o probada. Hoy día la gente habla de ciencia con mucha soltura y se oyen a veces auténticas burradas "médicas", "científicas", que nos ponen los pelos de punta. Pero esa es la vida concreta de los humanos de carne y hueso.
    En el caso de la lingüística como muy bien expone Ramón d'Andrés la gente suele hablar de las lenguas con la mayor soltura del mundo con todos los prejuicios, desconocimientos, enfoques ideológicos tendenciosos; pero a diferencia de las matemáticas, muy pocos recurren a la lingüística como disciplina para saber qué es lo que existe como conocimiento serio y comprobado sobre las lenguas en la actualidad. Todos sabemos de un modo infuso y gratuito y lo afirmamos con vehemencia extrema si llega el caso. Un buen conversador habla y disfruta de cualquier conversación, pero también sabe que hay referencias a las que puede recurrir llegado el caso o en caso de duda y es humilde en cuanto a ser definitivo con nada.

    (SIGUE ABAJO)

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  3. (VIENE DE ARRIBA)

    Desgraciadamente no es este el caso de mucha otra gente.
    Tratándose de la filosofía todo el mundo es filósofo a su manera, y efectivamente no hay conversación de bar o de mercado o de plaza pública o café que no lleve una carga filosófica subyacente, pero es muy difícil hacer saber a la gente que también hay una disciplina o campo de saber que posee sus propias categorías de pensamiento, su propios conceptos, sus metodologías, sus escuelas, etc. Se trata de la filosofía. La filosofía nos ayuda a formalizar, economizar y abreviar todas esas ideas sueltas sobre la vida, la muerte, la condición humana, la amplitud de los conocimientos humanos en sus diversas ciencias o disciplinas; el sentido o no sentido de la vida, cómo se obtienen conocimientos o saberes y en función de qué a prioris o verdades supuestas. Nos ayuda a diferenciar la ética de la moral, a perfilar y a situar conceptos políticos, sociológicos, psicológicos, científicos. En definitiva, la filosofía además de ser una aventura intelectual de máximo placer, es también una herramienta muy eficaz contra los prejuicios, contra las mentiras, contra aquello que pasa por verdad y no es más que alaborada ideología para captar clientes. El pensamiento crítico de la filosofía es uno de los logros más interesantes del ser humano, pues logra llevar a la mente hacia las cumbres del saber y la experiencia humana y, desde allí, la panorámica nos permite ver con amplitud y detalle al mismo tiempo. La filosofía permite la absoluta libertad de especulación y riesgo (esto algunos que buscan Unidad en todo lo detestan), siempre y cuando se utilicen las categorías, conceptos, etc., necesarios, o si de hace falta se acuñan nuevos términos que abran más territorio y nuevas vistas. De no ser así se van invalidando, oscureciendo o podría darse el caso de ser revalidados con una nueva abertura crítica, dialéctica, analítica, existencial, etc.
    Curiosamente la filosofía se mezcla de una forma gratuíta con la literatura, con la ciencia, con la antropología, con el prejuicio, con las ideologías, con las opiniones más disparatadas. La mayoría de las veces se ignora olimpicamente no solo por la gente de la calle, sino por gente académica con sus títulos en la pared; la filosofía "No sirve", dicen, "es aburrida", es "demasiado difícil y esotérica", o "no añade conocimiento alguno", o "es perder el tiempo". Uno cuando oye esto se da cuenta del privilegio de que disfrutamos los que nos gusta la filosofía; del placer a que renuncian aquellos que la ignoran o la arrinconan o desprecian. Bueno, allá cada uno con su vida.
    A los que nos hemos iniciado en la filosofía mientras tanto seguimos disfrutando, alejándonos de prejuicios, construyendo una ética en consonancia con los paisajes que vislumbramos, apreciando todos los saberes y conocimientos honrados, explorando las fronteras más alejadas del universo, de la experiencia humana, del sentido, de la cotidianeidad explorada como extrañeza....

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TOMANDO UN CAFÉ Y HABLANDO SOBRE LA INCREÍBLE POSIBILIDAD DE LA FE

Hay una frontera entre la vida y la muerte que es infranqueable. No solo infranqueable, sino absolutamente fuera de toda experiencia humana....