It was many years ago when the snow fell softly upon the ground. I was a child and I knew quite a lot about magic. I knew things were always in the right track one way or the other. And if things were wrong I knew they'd wind up getting upright. Somehow a powerful force of goodness and nobility would set things straight when bad people or bad circunstances got on the way. The world was just like that and you never thought that things could be different. As children we went to the streets to play, we complied with what our parents said or order because the world was what it was, and it was a world of good and bad and if the bad won today, tomorrow it would have to lose thanks to that good force that was somewhere watching us and keeping the world in the right track.
As I grew up I started realizing that the forces of goodness and nobility allowed too much evil to happen before acting, for I kept thinking those forces at the end they must act. In other words it was impossible for me to understand a world without justice at the end. Yes, evil could act or made us act in the wrong way, but somewhere, anywhere, a cosmic balance was awaiting the proper moment to get things even. And that way of thinking was always there as years went by, even when other people I trusted started leaning on the side of cynicism or moral nihilism. At the same time the world never stopped giving proofs of who or what was always on command, as wars and injustices and cruel dictators, shrew delinquents or crooked politicians got the upper hand most of the time. But deep in my soul I always kept the idea that a powerful force of kindness must rule the universe never mind the time it had to remain hidden or in expectation.
As I grew older most people I knew thought justice and goodness were just ideals that could be made real when fighting on the right side of History. But History wasn't a living thing with a conscious grasp of what was justice and unjustices, crooked or straight, good or evil. It was just an impersonal abstract force at the random disposal of anybody with real power, and that power was barely for the use of a true justice. Justice difined now by human beings not the
sight of God or Providence or something outside our caprice or influence. Those ideals of justice and goodness as historical forces led many to nihilism and dispair once Communism or any men-built utopia fell to pieces. What was left was widespread cynicism and disguised nihilism. Many others took the path of blind faith to ideology as many in the past followed the Church as a guide among darkness no matter if it was true or not.
However, for some unknown reason I keep thinking like the child I once was: there is a living force up there or anywhere who one day will set things straight in this world one way or other. A day when all explanations will be given and things will get their proper meaning.
CUANDO LA POLÍTICA ES TODO TE AMARGAS
ResponderEliminarEstoy logrando perder el interés por la política. No sé hasta cuándo durará. Pero el hecho de no tener que escuchar o ver noticias en la tele me aleja de ese ruido malsano que produce saberte mal informado y al mismo tiempo manipulado por aquellos que tienen mucho interés en que veas lo que ellos quieran hacerte ver y no veas lo que no les interesa. Suena a tópico, pero es así. Vivo mejor. escojo mis películas, mi música, mis lecturas. Escribo lo que me da la gana.
La política hasta el momento sólo me ha producido mal humor. Hay una malignidad propia de la política que te hace vomitar. Te llega a producir náusea. Oiga, usted, ¿no exagera? Bueno, pues no.
HAY QUE EMPEZAR EL CUENTO DE NAVIDAD
ResponderEliminarHe de escribir un cuento de Navidad, pero no me sale. No sé cómo enfocarlo. La Navidad ha de tener una tonalidad mágica y misteriosa al mismo tiempo, pero ahora me duele la cabeza. Cuánto más mayor me hago más misterio encuentro a todas las cosas. Más misterioso encuentro todo. Antes, cuando era joven creía que la realidad era dura. tenía que ser dura como una piedra y pasar siempre por el filtro de la razón pura y dura y pragmática. Y aunque yo siempre tuve una tendencia hacia lo metafísico, sin embargo, el realismo o principio de la realidad freudiano tenía siempre la última palabra. Mejor dicho, pretendía tener siempre la última palabra.
Ahora no. Siente uno una gran libertad y liberación sentirte capaz de ser lo que has de ser sin que nada ni nadie te pueda decir: Oiga usted, usted está muy equivocado, la verdad no es esa, es esta. Bueno, pues vale. ¿A ver? Pues mire usted esa verdad suya me aburre una burrada. Me paraliza, me vuelve triste. Prefiero mi verdad, pues me hace vibrar, me hace viajar y expandir, produce placer estético y placer intelectual y el simple hecho de leerlo ya es una aventura. ¿Qué más quiero a estas alturas?
Pero tenía que escribir un cuento de Navidad que no me sale. Lo intentaré cuando me pase el dolor de cabeza.
SEGUIMOS INTENTANDO UN CUENTO DE NAVIDAD
ResponderEliminarBueno, en esa Navidad del cuento tiene que hacer frío. Ese frío que muerde la cara y las manos. Ese frío que pica. Y el día tiene que ser un día de cielo cubierto, de pronto oscurecer. Ha de predominar la noche. Noche fría. Noche que llegue a precipitar la nieve. Noche que invite a meterse en casa, a poner leños en el fuego del hogar. Noche de cristales que se empañan. Mejor todavía: noche que empieza a nevar y los copos van cayendo con suavidad, sigilosamente. Desde la ventana o las ventanas podemos ver las luces de otras casas cercanas. Otras casas donde está ocurriendo lo mismo o parecido. Podía también ser en una aldea lejana y las otras casas nos serían conocidas. Tendría que haber una iglesia con decoración navideña. Y dentro de nosotros empieza a haber una alegría incontenible, mágica, espontánea.
El calor hogareño del interior contrasta con el frío exterior. Saldremos en algún momento para comprobarlo. Nos pondremos los guantes, la bufanda y el abrigo y nos dejaremos acariciar por los copos que están cayendo. Ya somos varios niños afuera con ganas de jugar, de correr, de cantar villancicos. Algunos ya hemos formado nuestro grupo y nos disponemos a ir por las calles de la aldea o del pueblo o del barrio cantando villancicos que hablan de tierras lejanas donde ha nacido un Dios. Tierras muy lejanas en el tiempo y en un territorio innombrable. Quizás ni existe el tiempo porque cuando nos situamos en esas tierras sentimos como si fuera un algo que está dentro de nosotros. Que seguirá estando en la cama cuando vayamos a dormir como una antesala a un sueño hermoso. O quizás siga brillando en el futuro cuando nuestras vidas hayan perdido la inocencia y nos veamos quizás solos en otro país o con otras gentes o pasando malos momentos en una vida absurdamente incomprensible. Bueno, poco a poco nos vamos situando. Hoy no me duele la cabeza.
He dado una vuelta por la ciudad con unos amigos. Hemos llevado la mascarilla. El día era de un sol luminosos y no hacía frío. Tomamos un café y hablamos. Como hablan las personas normales: de cosas que pasan en la vida diaria, de política, de otras personas. Es curioso. Estoy tranquilo. Dejo que las ideas circulen. Prefiero escuchar. A veces digo algo que realmente me apetece decir. Es un buen día y de vuelta a casa pienso en mucha gente que he conocido. Me gustaría algún día juntarlos a todos en algún mundo ideal, en algún territorio creado por algún mito.
EL CUENTO DE NAVIDAD NOS LLEVA A OTRAS REALIDADES
ResponderEliminarHabría que congelar el tiempo. Mejor dicho, dejan de existir los recuerdos en tal escenario. Ni tampoco pensamos en un futuro en el tiempo, sino que todo es un plano en un presente absoluto e infinito. Cuando salimos a la calle a jugar sobre los jardines o calles nevadas pienso que más allá hay espacios infinitos de más pueblos, más ciudades, más paisajes, más montañas, más mares, más cielos y nubes que siempre permanecen en su misma forma o movimiento presente sin variar en su constitución. Nada envejece, ni nada cambia; todo permanece en su ser tal como es y eso mismo coincidente con lo que vemos o lo que somos.
Pero a medida que caminamos o nos movemos en ciertas direcciones vamos hacia un tiempo pasado o futuro imperceptible pero que está ahí comprendido en ese presente absoluto. Sería en esta Navidad eterna cuando la existencia se fuera viviendo en presentes absolutos sin variación perceptible, pues no habría más recuerdos pasados que los presentes; y el paso de un presente al siguiente sería un paso discontinuo donde todo sería absolutamente nuevo y presente y así ad infinitum.
Pero podríamos caminar hacia un pasado-presente o un futuro-presente en todo momento caminando en cualquier dirección en pautas de continuidad-discontinuidad imperceptibles y siempre en mundo presente y la misma gente que siempre es la que es y el tendero es el tendero de siempre, y el amigo es el amigo de siempre que habla igual y gasta las mismas bromas. Y los padres o los personajes que nos rodean, y nosotros mismos siempre los mismos, sin percepción del cambio o tiempo hacia la muerte.
Al no haber tiempo ni cambio no hay maldad, ni enfermedad, ni deterioro; todo se mantendrá en un estado de inocencia eterna en un escenario de extensa infinitud. Y así quedaría construido el mito de Navidad. Nuestra experiencia y escenario de Navidad sería ese. Estaríamos todos, no faltaría nadie y en esa misma noche habría de nacer el niño-Dios, el Mesías que ya ha construido se reino y ahora viene a guiarnos en este nuevo mundo.
Ha sido un día extraño. La peste nos sigue obligando a llevar mascarillas. Hay gente ordenada y gente desordenada y despreocupada en ciertos bares y calles. Se presenta una Navidad rara, en una realidad trastocada, en un mundo de pantallas y realidad virtual y juegos de simulaciones. Todo instantaneidad, presente absoluto pulsando teclas. Hay transformación imperceptible que nos atraviesa de lleno, que no somos capaces de juzgar, de trascender.
Por eso hemos decidido crear rápidamente nuestra Navidad eterna, inocente, infinita. Hemos de crear nuestros paisajes y nuestras nostalgias y juegos dentro del reino del Mesías que ha de llegar para reinar para siempre.
LA INOCENCIA
ResponderEliminarArriba he tratado de crear una realidad mesiánica que haga desaparecer la pesadilla de la historia en la tierra. Si no en realidad, al menos simbólicamente. Una Navidad simbólica que nos haga resucitar en otra dimensión. Me decía un primo mío por teléfono que esta peste era consecuencia de nuestro maltrato a la naturaleza y que ahora la naturaleza se estaba vengando. Bueno, quizás, pero si la naturaleza se quisiera vengar de verdad lo haría transmutando la condición humana en algo bueno, noble, honrado, equilibrado. Y así punto y final a toda maldad. Pero si no lo hace es que ella misma está atrapada en esta misma condición de cambio y sufrimiento y locura que nos roe las entrañas.
Pero la Navidad exige inocencia, niños que miran la vida con ojos de plato, que ríen, que disfrutan y confían en el mundo y las personas y por eso deberían de jugar con alegría. Pero la infancia tiene también tanto de tristeza, tantos miedos, malestares de cuerpo, irritabilidad. El mundo no es justo. Siempre quise contar esto que ahora voy a relatar, pero siempre me he inhibido, no he querido volver a entristecerme.
Una vez, no hace más de cinco años, estaba comprando en un supermercado de mi ciudad. Iba con mi carro cogiendo cosas como todo el mundo, pero al llegar a un pasillo algo me llamó la atención. Había un niño travieso que quería coger cosas, un niño de unos dos años que era un trasto y tiraba alguna caja de algo. Los padres parecían gente muy humilde y hasta me parecían algo escacharrados de presencia. Su ropa gastada, su forma de hablar, sus rostros algo enfermizos y el niño jugando. Pero he de llegar ... el niño tenía la cabeza literalmente soldada a cachos. Me explico: al mirar me di cuenta que el niño tenía que haber sufrido un terrible accidente para romper el cráneo por varias partes y haber podido soldarlas y mantener su cabecita funcionando y poder caminar y jugar. Pero al volver mirarlo la pena que me entró fue tal que tuve que abandonar el pasillo conteniendo las lágrimas y sin saber lo que estaba haciendo.
Perdí la gana de seguir comprando y fui a las cajas a pagar y salí directamente al coche con mis bolsas. Me senté y traté de asimilar, comprender. Aquel niño no merecía eso, la inocencia no puede ser maltratada de tal manera, sea un accidente imprevisto, una caída o lo que hubiese sido tal desgracia. El resto del día lo pasé deprimido y con tristeza. Lloré en varias ocasiones y el niño no se me iba de la cabeza. Me parecía una injusticia atroz, pensé en qué Providencia era capaz de permitir tal cosa. Tal grado de crueldad. Tan crudo. Tan descarnado. Pero esa era solo una modalidad de dislocación "natural" o divina, entre las miles de millones de desgracias parecidas a través de la historia donde los niños habían venido siendo las víctimas del hambre, de las terribles plagas y enfermedades. La inocencia castigada, ultrajada sin compasión, la mirada inocente aterrorizada ante el miedo que no desaparece.
Quizás eso querrá simbolizar la matanza de los inocentes. Las miles y miles de matanzas de inocentes en el planeta. No creo que Jesús se hubiese sentido muy a gusto sabiendo que miles de niños habían pagado el precio de la ira de Herodes el Grande por no encontrarle. Pero la leyenda representa esos horrores a nivel universal. Al menos eso quiero pensar.
JESÚS
ResponderEliminarNo hubo nunca un cristianismo puro. Hubo cristianismos diversos. Hubo quizás una figura llamada Jesús, pero si Jesús era humano jamás supo exactamente qué era lo que predicaba. Predicaba una interpretación más del Reino de los cielos que él nunca supo realmente qué era. Era una idea. Y quienes le seguían pues seguían su idea, pero su idea ya impregnada de tintes personales o subjetivos sobre tal idea por parte de sus discípulos. Cuando muere Jesús todo su mensaje ya de por sí impreciso, se torna un mensaje reinterpretado por sus seguidores, por lo cual su mensaje se vuelve un espectro de posibilidades interpretativas en torno ya no solo a su mensaje, sino a también a su figura. Surgen los cristianismos. Así mismo estos cristianismos van mudando, cambiando a medida que cambia la historia y los tiempos. Hay aperturas y cierres interpretativos. Hay fusiones y confusiones con poderes políticos, con culturas y religiones perdedoras; hay fusión y separación. Fusión con el mundo contemporáneo, pero también separación en nombre de una supuesta pureza primitiva. Es el juego de siempre. La dialéctica de siempre. La concatenación de hechos e ideas sin teleología alguna. El cristianismo dio lugar a muchas cosas que se iban definiendo dentro de su constelación de ideas: sectas o movimientos diversos de todo tipo: mormonismo, espiritismo, teosofías, milenarismos, socialismos, gnosticismos, etc.
Jesús el judío sólo pudo haber sido Dios si sus milagros hubiesen sido verdaderamente milagros atestiguados por testigos contrastados. Si sus palabras en los evangelios fueren de verdad sus palabras y los hechos relatados fuesen verídicos sin posibilidad de contradicción. Una Resurrección clara. Una Ascensión comprobada y certificada por testigos fiables. Un cuerpo resucitado tocado por muchos que no pueden mentir por no compartir complicidad alguna.
LA LOCURA DE LA FE
ResponderEliminarSi la caída es caída ese es precisamente su significado: nada en el mundo te lleva a una verdad absoluta, a la casa fundada sobre la roca firme e inamovible. No hay nada ni fuera ni dentro del ser humano que se escape al cambio, a la mutabilidad, a los desplazamientos, a las incertidumbres y dudas. A los errores y los aciertos que siempre pueden desembocar en nuevos errores o viceversa. Siempre estamos en movimiento. Alegrías breves y tristezas más frecuentes. Amor y odio y odio y amor que se mezclan. Y los sentimientos fuertes surgen de una fuente inconsciente que pocas veces podemos contrarrestar. Juego de poderes externos y equilibrios internos a través de una ficción mediadora llamada yo.
Esa sería la máquina de la vida en este universo caído. No sobrarían compensaciones. Representaciones de mundos compensatorios: Filosofías, misticismos varios, ideologías, religiones, ilusiones múltiples. Un mundo maquínico sin alma real. Un espectro de efectos lumínicos, ensamblajes diversos que son y no son. Quizás hologramas. Juegos de hologramas sin sentido más allá de las reglas de juego.
Ese sería el mundo caído. Una nada. Una apariencia de realidad que en sí misma es otra apariencia de otra realidad que no sería más que apariencia, etc, etc....
De ahí entonces que la fe sea la única salida a este universo de sombras con pretensión de realidad. A esta pesadilla de la Historia.
La fe entonces sería ese absurdo de Tertuliano. Creo porque es absurdo. Creo en una realidad divina porque sí. Ante esa declaración tan absurda como inexplicable, como pura locura que la razón trataría siempre de ridiculizar y borrar del mapa, no hay nada que hacer. No habría tribunal humano capaz de condenar o probar algo tan sin sentido de razón y evidencia. Ese tío está loco. La locura de la fe.
LA SEGUNDA NAVIDAD DE RAYMOND
ResponderEliminarRaymond era un chaval que creía en Dios y en Jesucristo. Su padre era pastor de una iglesia luterana de un pueblo desconocido para nosotros. Cuando llegó la hora se fue a estudiar a la ciudad y allí en la ciudad de X perdió la fe en Dios y en Jesucristo. Cuando le pedían pruebas de su fe todos se reían de él porque nunca había sabido que la fe necesitaba de pruebas y entonces él decía que creía porque sí, porque la Biblia hablaba de Dios y de Jesucristo y si la Biblia lo decía y su iglesia lo afirmaba entonces era verdad.
Los otros estudiantes le decían que eso era un argumento circular que no probaba nada fuera de sí mismo y que eso era de tontos que no sabían pensar. Luego en las clases de historia y ciencia y demás asignaturas aprendió a desarrollar ideas en función de argumentos bien probados o por lo menos lo suficientemente probados con documentos o datos. Así que como la fe no obedecía a tal método de prueba pues perdió la fe y se hizo tan escéptico como los demás. El mundo era lo que era y punto. La religión era para los que no crecían intelectualmente o para los débiles de espíritu que preferían creer en mitos o leyendas.
Pero cuando se aproximaba la segunda Navidad, después de casi dos años de estudios en x, notó que le faltaba algo. Veía que la ciudad de x celebraba también la Navidad, pero como fiesta que servía de pretexto para tomarse unas vacaciones y reunirse con familia. Pero él, Raymond, echaba de menos aquel espíritu navideño que le ponía contento y le llevaba a la ilusión profunda de Jesucristo que nace y Dios que viene al mundo. Y se daba cuenta que ya no era capaz de volver a creer en eso porque ahora sabía pensar y sabía diferenciar lo que era un mito o una creencia de una verdad demostrada. Pero la nostalgia que le entraba de la ilusión perdida le hacía deprimirse. Dentro de poco volvería a su pueblo y con su familia y su padre oficiaría el oficio de Navidad con la congregación y su madre decoraría la iglesia con ese gusto especial que ella tenía. Además se reunirían por la noche de Nochebuena y compartirían una cena familiar muy entrañable y especial con una atmósfera sagrada. Como si de verdad Dios fuere una realidad y estaba allí con todos de alguna manera para crear unión, sentido y concordia en el mundo.
Llegaron las vacaciones y se fue al pueblo.
Se dijo que como en el pueblo esos días dominaba la fe en Dios y en Jesucristo pues él viviría esa experiencia en sus propios términos sin cuestionarse nada ni complicarse la vida interfiriendo los conocimientos y la vida de estudiante con el espíritu navideño de su pueblo y su familia. Incluso ayudó a su padre a colocar bien el árbol y a limpiar los cristales de la iglesia.
Así que llegó la Nochebuena, luego la Navidad. Cenó alegremente con su familia, siguió las oraciones y los cánticos navideños. Fue a la iglesia a escuchar el sermón de su padre y a cantar los himnos del himnario y se sintió más feliz y satisfecho de lo que esperaba. Cuando llegó el momento volvió a la universidad, siguió estudiando sin mayores problemas. Acabó su carrera y se dio cuenta que su fe le había acompañado durante sus años de estudiante sin darse cuenta y sin cuestionarse nada; sabiendo argumentar de un modo racional como se esperaba de él, pero sin que en ningún momento notase que aquella su fe obstaculizase para nada en su vida de estudiante o como persona. Todo lo contrario.
LA CONCEPCIÓN DE JESÚS Y LA PRODUCCIÓN DE UN MITO
ResponderEliminarSi un niño puede ser engendrado por el Espíritu Santo sería un milagro. Un misterio. Tales milagros pueden darse en un Dios con poder ilimitado. Pero el nacimiento de un niño judío como Jesús, salvo que se pueda confirmar tal fenómeno como milagro, fue un nacimiento normal. No habría nada de fantástico o misterioso en el nacimiento de Jesús. Marcos no dice nada al respecto, y Pablo da por hecho que fue un "nacimiento de mujer", un nacimiento natural, (Juan parte de otra teología que no toca el nacimiento terrenal del Verbo).
Pero si hubiese sido concebido de forma divina como relatan Mateo y Lucas, eso quedaría fuera de toda explicación humana y pertenecería al mundo del misterio sobrenatural.
Los humanos podemos hacernos una idea de lo milagroso y, si hubo milagros como el de la concepción de Jesús y hubo alguien a quien un Dios visible y concreto y con testigos oculares se le revelara tal misterio, pues el relato habría de ser algo así como: "Yo, el que escribe tal relato sobre el nacimiento de Jesús, he recibido tal información de parte de un ángel que me explicó los detalles sobre cómo aconteció tal milagro, detalles que yo transcribo al pie de la letra. El ángel se apareció ante mí y varios testigos y tal aparición fue contrastada fidedignamente interrogando a todos ellos por expertos sacerdotes cuyas actas figuran en los rollos tal y cual. Los testigos eran gente de mucha respetabilidad y honorabilidad. Personas que jamás mentirían. Además el ángel dejó una señal de su presencia trastocando el paisaje donde apareció. Donde había una huerta de naranjos, aquellos árboles se convirtieron en olivos. Eso todo el mundo lo pudo comprobar con gran sorpresa. Por tanto lo que escribo sobre el nacimiento milagroso de Jesús es verdad". Pero ni Mateo ni Lucas nos lo hacen ver de esta manera, lo cual da lugar a creer que lo recogen de alguna tradición oral que se fue formando en torno al Nazareno y que ellos dan por buena. O, mismamente, tanto uno como otro creyeron realmente que tal información se les dio por inspiración dentro de sus cabezas, pero para ser presentada como real y verídica. O una mezcla de las dos cosas.
Repetimos, un Dios de poder ilimitado puede hacer ese milagro y otros muchos. Sería algo que dependería de su libre voluntad, pero de haber habido milagro en este caso de Jesús, los humanos tendríamos que ser capaces de comprobarlo. De no ser así, cualquiera podría inventar milagros que se contradijeran unos a otros. Pero ante lo indemostrable del caso y sabiendo que otros de la talla de Marcos y Pablo no supieron nada del nacimiento milagroso, sería preferible no atribuir milagro a tales relatos de Mateo y Lucas.
Pero como la fe puede separar lo imaginativo particular de lo objetivamente comprobable, y así mismo hacer un relato milagroso que cobra vida en sí mismo sin atenerse a más verdad que la que la imaginación va produciendo, pues nace entonces una visión mítico-religiosa con su lógica, con su creatividad, con su institucionalización. Y de ahí cobra fuerza de dogma, de verdad teológico-espiritual.
MÁS REFLEXIONES SOBRE LOS MITOS
ResponderEliminarLa clave de los mitos está en su aceptación colectiva como relatos fundacionales de una creencia o religión. Si tales relatos llegan a institucionalizarse dentro de una iglesia o sociedad como relatos fundacionales, entonces tales mitos adquieren vida material, se hacen razones incuestionables del origen del mundo, dan justificación a las leyes morales de una comunidad o nación, y sirven de inspiración para las leyes civiles. No todos los mitos llegan a tener la fuerza necesaria para ser institucionalizados, y, por tanto solo algunos milagros llegan a ser reconocidos como tales en detrimento de otros muchos que quedan en el olvido. El relato del nacimiento milagroso de Jesús logró ser aceptado por las confesiones de fe cristianas y de ahí su profunda influencia religiosa y artística en Occidente.
Pero surge también otra cuestión. Para que un relato mítico arraigue en mucha gente tiene que ser capaz de crear resonancia afectiva y emocional en el inconsciente colectivo de un pueblo o un grupo determinado de personas. No todos los mitos son capaces de tal cosa. O si lo fueron en algún momento, no logran resistir al tiempo y se agotan ante los cambios históricos. Los politeísmos son un ejemplo.
Pero hay otra cosa que nos hace valorar el mito como relato con poder de movilización emocional y afectiva: al ser un relato fundacional basado en la fe o inspiración de algún profeta o escritor inspirado, entonces se hace resistente a cualquier intento de cualquier razón externa por desvalorizarlo o a ser desplazado por otro mito diferente. Cada relato mítico cobra vida en sí mismo y solo se desarrolla de acuerdo a su propia lógica interna. De ahí que no haya peor confrontación que la que se produce entre dos religiones que se disputan poder; o, mismamente la rivalidad que se puede producir entre iglesias o sectas diferentes a lo largo de la historia.
Pero ante el inexorable misterio de la existencia, ¿puede haber alguna sociedad que carezca de mito? Hay otros relatos fundacionales que aspiran a desplazar a los mitos religiosos desde siempre: los relatos filosóficos en forma de metafísicas y epistemologías. La fuerza de la razón como base del pensamiento. Y, por otro lado, y derivadas de la filosofía están las ideologías políticas o la moderna disgregación de puntos de vista o interpretaciones particulares sobre el mundo. Ninguna puede tener la última palabra en la resolución del misterio de la existencia, pero algunas gozan de más privilegios que otras como instrumentos de adaptación social exitosos.
CRUCE DE RESONANCIAS
ResponderEliminarDe repente apareció Lea Sirtosky en la cola de la librería. Llevaba una mascarilla gris oscuro, pero sus ojos la delataban. Vestía de negro y me pareció muy elegante. Quizás llevaba los zapatos con tacones altos, pero muy discretos. Parecía más alta que la última vez que la había visto. Llevaba un libro que no dudo podría ser un regalo para ella misma. Un auto-regalo. ¿Qué título era? Algo así como "Por tierras desconocidas". Pero esto quizás me lo esté imaginando y el libro fuese otro. Cualquier best-seller de moda. De lectura cómoda y estilo fluido cargado de mucha tensión desde el principio. Un libro de esos que te agarra desde principio a fin. Esto me lo estoy inventando. Tampoco sé si era Lea Sirtosky, pero al mirar a sus ojos me parecieron los de ella, y ella me devolvió la mirada. Fue en choque de miradas electrizante. Una sensación de síntesis anímica desconcertante. Pero todo parecía al mismo tiempo muy irreal.
Verán, hay personas que deambulamos por los umbrales de lo real y lo irreal. Aparentemente somos gente normal que caminamos por ahí con los rostros preocupados, movemos el cuerpo con cierta inercia cansina, vestimos más o menos sin llamar la atención; pero por otro lado vemos cosas que la gente normal no ve, sentimos vibraciones que los demás no notan. No, no somos vampiros. No va por ahí la cosa. Nada que ver con el entretenimiento de adolescentes. Simplemente gente nacida con ciertas peculiaridades por suerte inclasificables e indetectables por el resto de los mortales.
Por eso cuando la mirada de Lea Sirtosky se cruzó con la mía sabíamos que se había producido un encuentro entre dos almas con la misma resonancia. Había bastante gente en la librería. Yo seguí caminando unos metros más por inercia, luego paré y di la vuelta para cerciorarme si realmente era Lea Sirtosky. Pero al volver a la cola ya había desaparecido. Salí entonces a la calle mirando para todos los sitios sin verla. Increíble que en tan poco tiempo su figura se desvaneciera entre los transeúntes anónimos de la ciudad. Suelen ocurrir estas cosas en la vida. Descubres la persona especial en un cruce de miradas. Surge el milagro del reencuentro después de mucho tiempo, quizás de siglos, y la otra persona desaparece o quizás eres tú quien desaparece a su vista y es ella quien te está buscando sin encontrarte porque ya te has confundido con los transeúntes. E incluso quizás eras tú quien estaba en la cola de la librería y ella quien te vislumbraba a unos metros en la entrada. Es todo muy confuso.
A veces creemos que la vida sigue una lógica y un tiempo lineal. Estamos tan habituados a vivir de esa manera que no nos damos cuenta que nunca hay una sucesión de segundos asegurada tal como marca el reloj. En cualquier momento puede surgir la sorpresa de lo inesperado y extraordinario. El cruce de resonancias.
EL CAMINO DE SERVAL ha pasado al blog RELATOS DE NESALEM.
ResponderEliminarhttps://nesalem-wwwrelatos.blogspot.com/2021/01/el-camino-serval.html?showComment=1610853259066#c3675685294060367635