26 julio, 2019

CONVERSACIONES DIARIAS

Me encontré con Peralta. Peralta sabe de política. Comenzó a defender a los suyos y despotricar contra los otros. A los enemigos ni agua, venía a ser la cosa. La razón estaba siempre a favor de los suyos. No cabía ninguna posibilidad de error o equivocación en relación con las ideas o las prácticas de los suyos. Traté de hacerle ver que a lo mejor los suyos se equivocaban respecto a x o y, pero eso le hizo subir de tono la voz y hasta se enfadó porque, según él, no sabía lo que estaba diciendo y
porque la lógica y la honradez estaban con ese partido suyo y esos líderes tan valientes y decididos. En el fondo Peralta olía en mí a un liberal sin lealtad de partido alguna, pero al tener algunas ideas liberales la conexión con el capitalismo brutal, sagaz y depredador era fácil. Éramos amigos ocasionales por vieja amistad de barrio, pero si alguna vez nos encontrábamos y la conversación derivaba en política siempre ocurría lo mismo. Sus partidarios tenían siempre la razón y si ganaban elecciones era que el pueblo había entendido sus razones históricas y morales, pero si las perdían entonces el pueblo era borrego y no sabía dónde estaban sus verdaderos intereses de pueblo y de clase. Simplemente se dejaban engañar y manipular por el poder de las castas. A veces Peralta podía hablar de otras cosas y era bastante ameno, pero cuando la cosa derivaba en política, la verdad a mí ya me apetecía acabar la conversación. No soportaba los juicios morales y políticos donde tú te veías coaccionado a ser cómplice o enemigo. No cabían términos medios, ni matices. La política para él era un campo de batalla con fichas del color bueno y por el otro lado el color malo. Sin más.

Empecé preguntándole por su familia y ella me respondió que sus padres habían sido tenderos en un barrio de la ciudad. Al preguntar por el barrio me di cuenta que era un barrio tranquilo de clase obrera. Sus padres habían llevado una tienda de ultramarinos de las de antes, antes de los supermercados. Dice que vendían mucho y que la tienda les fue bien hasta que llegaron los primeros supermercados. Luego fue ir sobreviviendo hasta la jubilación. Ella durante ese tiempo fue creciendo en tal barrio junto a una hermana más pequeña y un hermano dos años mayor que ella. La hermana seguía viviendo con los padres y se mantenía soltera y sin compromiso. Además era una mujer muy
amante del deporte y bastante sociable. Tenía una buena pandilla con la que se juntaba a menudo y hacían salidas de montaña o iban a cenra o tertuliar sobre política y otras cosas. El hermano estaba casado y ya tenía dos niños pequeños, Trabajaba de mecánico en el taller de un concesionario de coches alemanes. Su mujer era profesora de secundaria en un instituto. Parecían una pareja bien avenida. Ah! la hermana trabajaba en un banco de administrativa. Todo muy normal.  Ella seguía estudiando para acabar filosofía. Pensaba presentarse a unas oposiciones. Vivía con su compañero en un piso alquilado, y con el trabajo de él de programador informático y ella clases particulares de matemáticas iban pagando el alquiler y sobreviviendo. Acabamos el café y nos despedimos. Había sido una conversación muy tranquila y relajada. 

12 comentarios:

  1. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF

    Estaba sentado con el gato viendo cómo llovía a través de la ventana. El gato miraba con atención. Le causaba interés la lluvia. La televisión apagada, como siempre. La verdad es que no sé para qué la compré. Me aburre muchísimo. Ver esta lluvia tras los cristales me agrada sobremanera. El gato es muy buena compañía. Ya conoce mis gustos y mis costumbres. Sabe como acoplarse a su amo con el mínimo de fricción. Somos un buen gato y una persona sin clasificación. Simplemente un individuo. Una persona. De repente oigo un ruido que proviene de la pared. De dentro de la pared. No viene de ningún vecino. No. De la misma pared. El gato está asustado. Primero se aleja, pero luego vuelve y se acerca a observar y a oir. Ruuuu! Raaaa! Rarruuu! Así suena el ruido. ¿Un taladro? ¿Una sierra? ¿Un motor eléctrico pequeño funcionando por funcionar? ¿Un roedor potente, con dientes potentes? Estremecedor. ¿Termitas? ¿Cucarachas indias?
    El ruido siguió durante un tiempo. El gato y yo escuchando y observando.
    Y de repente, la pared se abrió. Digamos que se resquebrajó. Fuimos el gato y yo a mirar por el agujero y no vimos nada. Fui a por una linterna y no vi nada. Metí la mano y solo noté un hueco, un vacío. Nada más.
    Entonces el ruido cesó. Tendría que llamar un albañil mañana mismo para cerrar el agujero.
    El gato y yo volvimos a mirar la lluvia tras los cristales. Lluvia apacible. Ruido apacible. Gato apacible. Vecindario apacible.

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  2. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF II

    Los martes llega mi novia. Nada más llegar se pone a limpiar la casa. Pero ya está limpia. Como un jaspe. Quiere cocinar algo, pero ya lo tengo todo cocinado. Va al cuarto del gato y ya está todo limpio. La arena cambiada, las cacas en la basura, la comida y el agua presto. Bueno, entonces nos ponemos a hablar. Nos contamos historias. Ella es buena contando historias. Y yo enlazo con las suyas y así construímos un mundo o dos o los que hagan falta. Solemos tomar dos cafés y luego nos vamos a dar una vuelta por el barrio. Me cuenta cosas de sus compañeros de trabajo, de sus vecinos, de la política, de la ciudad, del país y del mundo. Por mucho orden o arte que quiera poner las historias que cuenta siempre tienen un tono de ironía, de amargura, de humor. Nada parece ir bien con el mundo.
    Llegamos a la cafetería de la esquina entre la calle P y J y allí vemos a gente conocida. Nos saludamos. Hablamos. Tomamos una cerveza o un vino con unas aceitunas. Lo de siempre, política, más política, problemas de supervivencia sobre Hacienda, rentas, facturas, vida prosaica de supervivencia individual y social. Mi novia y yo nos acabamos aburriendo un poco y llega la hora de volver a casa. Miramos para atrás y todo el mundo se engancha al móvil sin querer.
    Ha cambiado mucho la vida con el móvil. Es la puerta a otros mundos venideros. Esos mundos ya están aquí.
    Mi novia y yo hemos llegado a casa. Comemos.

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  3. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF III

    Leo. Leo los libros que me dan placer. Ya no busco más verdad que aquello que me da placer o satisfacción cuando lo leo. Cuando un libro veo que me produce tristeza, dejo de leerlo. Me pasa lo mismo con las ideas. Cuando hay ideas que me producen tristeza las abandono. He llegado a la conclusión que venimos al mundo para sintonizar con algo que sólo nosotros podemos reproducir a la perfección a través de nuestro cerebro, de nuestro cuerpo. Y ese algo es nuestra verdad, pues si tratamos de acoger otras resonancias que no son las nuestras acabamos retorciendo nuestra pobre vida, forzándola, poniéndole más camisas de fuerza de las necesarias. A pesar de eso la gente sigue buscando verdades que no les corresponden. Pero eso es un misterio que a mí no me ha sido dada la sabiduría para resolverlo. Ahora parto de la idea de que la gente y las cosas son así porque sí y no le doy más vueltas al asunto. Suerte que siempre hay una resonancia común con todo el mundo en algunas cosas. De ahí que me guste conversar con todo el mundo hasta cierto punto. Mucha gente no conversa. No sabe conversar. Solo te ven como un pretexto para desahogar sus iras, sus rabias, sus fobias, sus obsesiones, sus sufrimientos, sus desdichas. Cuando dejas de cumplir el papel de sparring o comparsa dejas de interesarles. En realidad nunca les has interesado como persona. Son muchas las personas que actúan así. Me pregunto si no será esa la marca del pecado original. He decidido no ser así.
    Así que sintonizo con aquello que me da placer estético, creativo, que me centre con equilibrio en la vida aun dentro de las tragedias o desdichas. Quizás haya una verdad verdadera para todos que haya que aceptar por obligación racional. Bueno, prefiero entonces dejarme engañar o asumir el posible engaño como una rica bendición, un don de la alegría.

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  4. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF IV

    Hoy ha venido mi ex-suegra a verme. Suele venir a verme de vez en cuando. Su hija y yo nos divorciamos hace ya muchos años. Pero ella no dejó de ser algo para mí. Me sigue considerando parte de la familia, de su familia. Viene de vez en cuando y la verdad es una buena señora que se ofrece a planchar mi ropa, pero que al ser buena conversadora y discreta al mismo tiempo, pues no me causa ningún problema y para nada se inmiscuye en mi vida. Nunca me habla de su hija y sí de la vida del pueblo donde nació y que sigue visitando con mucha frecuencia. Además tiene otra cualidad: lee novelas buenas de las clásicas y tiene un buen sentído crítico. Algún día coincide con la visita de mi novia. Curiosamente se llevan bien, hablan por un rato y entonces mi ex-suegra discretamente se va.
    Hoy ha llegado y ha visto el agujero de la pared. "¿Pero qué ha pasado que tenéis ese agujero ahí al desnudo y tan descarnado?" dice casi gritando. Mi ex-suegra considera al gato como parte consustancial a mi persona. Vosotros. El gato y tú, o tú y el gato. No se equivoca.
    "Hace días que he llamado al albañil,--le digo-- pero no acaba de venir. El gato y yo nos hemos acostumbrado a este agujero y ya casi forma parte de nuestro hábitat."
    Le conté lo que pasó y se puso a mirar e indagar y nada. No ve nada más que el simple agujero desgarrado. Me dice que un conocido suyo es un manitas y que lo puede arreglar mañana mismo. Le digo que no se preocupe, que el albañil que yo he llamado llegará algún día. Y si no pues el agujero ya no me molesta. Lo he hecho mío. Es mi misterio sin explicación. Testigo del absurdo si se quiere.

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  5. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF V

    Fuí a la óptica y me compré unos supletorios para las gafas. La chica que me atendió me ofreció unos cristales dorados plastificados por diez euros. Era una dependiente amable y me enseñó a colocarlos. Una vez comprados e instalados salí a la calle. Oh, milagro, todo el paisaje urbano estaba bañado en oro. Los edificios, las personas, los perros, los parques; todo dorado. Seguí caminando emocionado y todo lo familiar se iba transmutando en oro. Estaba cumpliendo el sueño de la alquimia por tan solo 10 euros. No me lo podía creer. Tantos y tantos años quemando la vista con la filosofía para así conseguir llegar a la raiz de la existencia, y hete aquí que lo consigo con unos simples cristales polarizados y plastificados por el módico precio de 10 euros. Eureka.
    Llegué a casa sin quitarme las gafas. Todo seguía siendo dorado. Algo más oscuro, pero dorado, oro. El gato se escondió debajo de una silla hasta que se dio cuenta que era yo. La cocina trasmutada, el váter, la habitación, la biblioteca...todo dorado. Pero de repente y al mirar al agujero de la pared, veo que sale una potente luz brillante que me desconcierta. Es una luz inquietante. Para cerciorarme de su realidad levanto con un pequeño giro los cristales supletorios y vuelto a la normalidad anterior la luz desaparece, ni rastro de su existencia. Pero cuando vuelvo a bajarlos, eh ahí la luz con su potente brillo blanquecino.

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  6. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF VI

    Te conviertes en otro más que "ve la luz". Se supone que en esta vida no debes de ver más luz que la normal que está detectada y justificada por la ciencia. Cualquier otra luz sin justificación física alguna te remite a los casos de gente rara o anormal que ve lo que no se debería de ver porque, o bien no existe, o tiene el cerebro mal o la mente chiflada. Pero mi gato también ve esa luz que sale de la pared y sin necesidad de gafas. Lo digo porque le noto la tensión de cuerpo y los ojos debido a su extrañeza y curiosidad cuando mira al agujero.
    Era lo que me faltaba: ver luces donde no debían de salir. Cuando venga mi novia no sé lo que le voy a decir con este puto agujero tan raro y con lucecitas intensas blancas que se ven con mis gafas doradas. Me dirá que es el momento de venir a vivir conmigo porque un hombre viviendo con un gato puede empezar a hablar consigo mismo o con un animal y así empieza uno a chochear y para eso no hay mejor cosa que una mujer que tome las riendas de esa casa. La vida siempre es así. Cuando crees que ya eres libre y además empiezas a ver la luz y el mundo dorado y todo renovado, es cuando la realidad común y corriente de la gente, de los recibos de la luz, de hacienda, de la cara de limón circunspecto del político de turno; se te trata de reimponer con mucha más fuerza. No te escaparás. Aquí domina Blas y no más. Al pan pan y al vino vino. No hay más cera que la que arde. Habrá que ir a verlo para creerlo y todas esas cosas.
    Nadie quiere que veas lo que nunca nadie debería de ver.
    Bajé los complementos dorados de las gafas con un giro y volví a ver la luz. Pero ahora cincuenta mil fuerzas físicas y mentales me trataban de impedir que la siguiera viendo. Eres un chiflado, un tonto la uva, un esquizofrénico galopante, un neurótico insatisfecho con visiones psicóticas, un místico sin sustancia y de tres al cuarto que busca darse importancia; eso te pasa por refugiarte en tu mema subjetividad y pretender aislarte del mundo, los débiles mentales como tú buscan estos escapismos de lucecitas del otro mundo, ahora nos vendrá este con la patraña de que ha visto a Dios o a la Virgen, o a San Pancracio que da pan y trabajo. O también: este tipo ya empieza a chutarse o a beber o a esnifar o simplemente chiflar. Se le va la olla. Quizás el gato le está contagiando su gatunidad.

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  7. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF VII

    Cuando una luz se aparece de un modo tan imprevisto en el tabique de un piso de una ciudad cualquiera y en forma de abertura, en forma de agujero vacío y sin sentido; entonces lo mejor es dejar que ello mismo evolucione a su manera. Llamaré al albañil para que no venga nunca a repararlo, si es que tenía alguna idea de venir a hacerlo. Todo pudo haber sido una casualidad, un accidente dentro del mismo tabique con sus efectos colaterales tan curiosos como inesperados. Pero a fin de cuentas un accidente. Una casualidad. Una conjunción de factores involuntarios.
    Me hice un café y le puse agua nueva al gato. Tenía que ver a mi amigo Renso. Él era mi confidente, mi amigo de verdad. Tenía que contárselo a alguien con cierta dosis de sabiduría y equilibrio. Estas cosas no se las puedes contar a cualquiera. Ni mi novia, ni mi ex-suegra podrían darle más sentido que lo propiamente normal y utilitario. A amigos y compañeros de trabajo o antiguas amistades históricas, no se les puede ir con tales acontecimientos de tabiques rotos y luces que brillan a través de la rotura.
    Llamé a Renso. Le dije que si podía venir a casa cuando tuviera un hueco. Dijo que sí y que en este mismo momento estaba libre. Sería cosa de 10 minutos. Vive cerca.
    "Qué te pasa?, me dijo al llegar.
    "Ven y mira lo que ha pasado", le dije sin más preámbulos. Pasamos al salón y pronto se sintió atraído por el agujero.
    "Coño, ¿qué pasó aquí?" Yo entonces le conté cómo había sucedido todo. El gato estaba ahora restregándose contra las piernas de Renso. Renso era de casa. Eva, su mujer, adoraba mi gato cuando venían los dos en alguna ocasión. Después de observar el agujero por un rato me pidió los suplementos de las gafas. Los puso y no pareció notar nada especial saliendo del agujero. Simplemente la tonalidad dorada. Volvió a subir los cristales plastificados con un giro de mano y luego bajarlos de nuevo. Y entonces sí vio una diferencia.
    "Oye Blemu, esto es muy raro y tal como me lo cuentas resulta un tanto inquietante. Ya sabes como soy yo. primero analizaremos todas las causas posibles, y luego una vez descartadas todas las falsas hipótesis, entonces recurriremos a todo riesgo de explicación sin descartar nada."
    "Lo sabía. Una persona como tú no deja en la estacada a los buenos amigos. Nunca nadie ha encontrado ese lugar o punto de contacto entre lo razonable y normal de las leyes físicas, y lo inexplicable que pudiera obedecer a cualquier otra dimensión más allá de la física. Que tú sopeses toda explicación sin poner límites, me parece digno de tí. No en vano eres mi mejor amigo."
    El gato se puso a beber y afuera comenzaba a oscurecer.
    "¿Qué tal si nos vamos a tomar una cerveza al bar de Compte?" le dije con ánimo de salir un poco.
    "Ok" dijo él.

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  8. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF VIII

    Renso echó su primer trago y comenzó a hablar pausadamente.
    "Mira Blemu. Científica y racionalmente hablando ese agujero no puede guardar ningún misterio. Tiene que haber una razón del porqué de esa luz que se produce. Tú la viste desde un principio cuando surgió ese agujero. Sin necesidad de gafas. Pero ahora solo se puede ver con los complementos esos de marras. Tiene que haber un efecto óptico o alguna filtración de luz de algún sitio o alguna reacción química que la produzca. Tuvo que haber un motivo que dio origen al ruido que produjo el agujero."
    Yo entonces mirándole fijamente le increpé amigablemente.
    "No hay motivo alguno que sea explicable razonablemente. No hay razón alguna que nos produzca una luz tan intensa como esa. Simplemente ocurrió. Y esa luz la vemos porque sí. ¿Por qué diablos todo tiene que tener una explicación? Si hay cosas que no la tienen pues habrá cosas que surgen porque sí. Y no hay más razón que ese porque sí. No pasa nada. Aceptar cosas que pasan porque sí sin darles más vueltas es otro modo de ser sensato. El hecho es real. Tú y yo lo hemos visto. Tú has visto la luz en el segundo intento. Lo curioso es que no lo vieras en el primero."
    Renso echó un trago largo directamente del botellín y volvió a la carga.
    "La verdad hay cosas que valdría más poner el tope en ese porque sí que tu dices. Eso del átomo que se comporta como una partícula en determinados casos y como una onda en otros. Al parecer los diferentes modos de existir del átomo tienen que ver con la conciencia del observador. Qué es lo que esperamos ver parece que condiciona el experimento de tal manera que acabamos viendo onda o partícula partiendo de una u otra expectativa del observador. Y hasta aquí mi pobre lección de física cuántica. Pero eso que te ha salido es un puto agujero que quizás tenga que ver con esa vecinona tan fea que vive encima de tí. Creo que te ha gastado una broma. La habrás mirado mal o la habrás ofendido. O metes ruido o el gato miaga cuando tú no estás y le da la lata. Una venganza, amigo Blemu."

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  9. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF XIX

    "Amigo Renso, efectivamente, podría haber sido el novio de esa vecina que es muy mal encarado y me mira mal cuando me ve aunque solo nos hemos intercambiado cuatro palabras en el ascensor en toda nuestra insignificante existencia. Quizás los dos, novio y vecina, se han conjurado contra mí y vete tú a saber lo que han tramado. Si las explicaciones científicas quedan descartadas, las demás, con sentido del humor o no, también. Habrá una razón, pero esa razón quizás no esté a nuestro alcance. Quizás yo mismo he provocado esa luz desde mi negro subconsciente y entonces creé ese efecto material en forma de taladro interno que produjo ese conducto por el cual pasa la luz esa del demonio o de los ángeles, vete tú a saber." Echo el último trago de cerveza y miro el ambiente del Compte. Dos o tres personas bebiendo solos en la barra. Un grupo de tres en una mesa y una pareja joven en otra. Poca gente hoy.
    "Bueno, Blemu, yo no echaría tras ello más. Llamaría a ese albañil y haría tapar ese agujero sin darle más importancia. Bien es verdad que me ha resultado inquietante ver esa luz tan extraña a través de tus gafas de sol, pero no veo mucho recorrido en el asunto. Podría ser que la conciencia tenga un poder o influencia en la materia y sucedan cosas que no podemos entender. Oye, creeme que estoy abierto a todo. Pero yo no le daría más importancia."
    "No sé, lo voy a dejar así. A ver adónde me lleva todo esto. Lo de los complementos de las gafas fue un acierto: veo todo tan dorado, tan refinadamente dorado que hasta parece haberse cambiado el chip de mi vida. Bueno, es broma. Aunque la verdad es que fue una experiencia increíble." Saco dinero para pagar, pero Renso ya se me adelanta.
    "Te veo raro ultimamente Blemu", me dice dándome un golpecito en el hombro derecho, "¿algún problema con tu novia? Beatriz me parece muy maja y creo que te comprende perfectamente. ¿El gato? Muza es el mejor gato que he visto en mi vida. Buena compañía te hace. ¿El trabajo? ¿La salud?"
    "No nada, todo en orden por ahora--le respondí con ganas de irme,--. Bueno yo tiro para casa. Ya te llamaré si hay noticias o novedades. Gracias por la cerveza"
    "De nada Blemu. Cuídate."

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  10. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR RASTIFF X

    Llegué a casa y me puse a mirar la luz con las gafas. Luego las quité y seguía viendo la luz. El gato también veía la luz porque sus ojos se quedaban mirando fíjamente al agujero y estaba asustado. Me acerqué más al agujero en busca de la fuente de luz, pero la intensidad de la misma me cegaba. No podía acercarme más. Tal fenómeno desafiaba toda razón. Y si desafiaba toda razón desafiaba todo sentido común al mismo tiempo y si desafiaba todas esas cosas entonces se trataba de un porque sí que había que aceptar porque sí. Podíamos hablar de un milagro. Una aparición. Seguro que Muza, mi gato, me daría la razón si pudiese hablar.
    Pero entonces me puse a cabilar sentado en el sofá y mirando para la ventana. Curiosamente la noche estaba estrellada y las estrellas titilaban. Júpiter era visible si hacía un esfuerzo en la dirección correcta. Pero Júpiter reflejaba la luz y esta mostraba el planeta quieto como el aceite. Luego estaban los tejados opacos de la ciudad cerrando el cielo. ¿Qué era la luz de las estrellas? Sí, la ciencia nos explica todo en clave de física nuclear, pero todo ello es la forma en que nosotros podemos comprenderlo, con nuestras categorías de significado, con nuestra conciencia. Algo está ahí, pero siempre ya se nos escapa a toda comprensión, nunca agotamos su significado. Mente y materia se confunden en el mismo fenómeno. Son inseparables. Se pierden en un vértigo de explicación y conocimiento. ¿Cerebro? ¿Mente? ¿Mente/cerebro? Todo está en las neuronas y todo se llegará a saber de un modo predecible y objetivo, dicen los científicos más materialistas. Para ello habría que suspender la conciencia en una objetividad absoluta. ¿Quién es capaz de ello?
    Mirar esta luz improvista y milagrosa. Esta luz porque sí, es mirar las estrellas, pero también el instante en que el gato y yo estamos inmersos ahora mismo. En el fondo es el mismo milagro. La existencia es un milagro, tan milagroso como esta luz, como el gato, como las estrellas. Pero todo pretende estar revestido de una razón, de una lógica, de una necesidad. Y a través de esa normalidad o realidad podemos vivir, dar razones, explicar. Pero eso es transmutar el misterio en términos humanos, sin garantía alguna de que esa normalidad pueda seguir siendo así minuto a minuto. Sustentada así pretendiendo ser eterna y sometida a razón.

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  11. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR XI

    Beatriz ya está aquí. Mi novia ya está aquí. Había llamado por la mañana para decirme que comería conmigo y que pasaría la tarde y noche conmigo. Ya ha sonado el timbre y al abrir me caen dos besazos fuertes y apasionados. Yo correspondo con un fuerte e inagotable abrazo. Siento su cuerpo y sus vibraciones. No hay mayor emoción de afecto que dos humanos queriéndose. Un hombre y una mujer fundidos en el amor. Sea lo que sea esa definición de amor yo creo que su mayor expresión concreta es el fundirese en un abrazo.
    Beatriz pasa directamente al salón y ve al gato durmiendo en el sofá. "Muza abre los ojos y al ver a mi novia estira las patas delanteras y pronto se lanza al suelo para seguidamente restregarse remolonamente sobre las piernas de Bea. Precisamente cuando ella está acariciando al gato es cuando ve el agujero abierto de forma obscena. Para mí ese agujero ya parece haberse abierto hace miles de años. Tampoco el gato le hace caso, pero una persona tan sensible como mi novia sí que lo ve con toda su crudeza y obscenidad.
    "¿Qué diantre ha pasado aquí Sr. Rastiff? ¿Quién ha hecho este agujero y cuándo se va a tapar? Me imagino que habrás llamado a algún chapuzas para taparlo. Pero, ¿qué ha pasado?" y ni corta ni perezosa se pone a mirar la abertura con todo detalle.
    "Esto no parece reciente. Parece llevar un par de días así. ¡Hum! ¿Alguna instalación eléctrica pendiente o alguna tubería picada? No veo agua o humedad. El suelo está impoluto."
    Traté de explicarle lo que realmente había ocurrido, pero ella se quedó mirándome con cierta curiosidad. Quiso reirse pero se contuvo y me empezó a tomar a coña.
    "Anda ya, Vaya historias que me cuentas. Algo beberías esa noche. No se te puede dejar solo. Algún día de estos tendré que venir a instalarme definitivamente contigo para que no te ocurran estas cosas. El gato ya hace lo que puede el pobre infeliz. Felino infeliz. Bueno, sea lo que sea llama a un albañil o cualquiera que te lo tape. Queda muy feo."
    Asentí sin más. Le dije que ya había llamado a un albañil y que vendría en cualquier momento. Luego nos pusimos los dos a cocinar con la radio puesta disparando noticias y anuncios. Hacer partícipe a Beatriz de mis elucubraciones y visiones de luz y gafas doradas me pareció algo fuera de lugar. Un despropósito o juego de ensoñaciones sin sentido o con muy poco sentido para una persona tan realista y práctica como ella. Mi novia. La existencia de aquel agujero dejó de tener importancia y yo diría que había pasado al olvido.
    Comimos y pasamos un día muy divertido, entretenido, cálido, pasional. La noche culminó en un sueño entrelazado. Dos cuerpos abrazados. Confundidos en el calor y las vibraciones.

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  12. LAS ANOTACIONES DE BLEMOIR XII (y final).

    Cuando Beatriz, mi novia, se fue al trabajo yo me levanté y me tomé un café que ella había preparado. Luego me coloqué el complemento dorado de las gafas y volví a ver todo transfigurado en oro. Extraña luz dorada. Tonalidad dorada. Y he ahí la luz de nuevo saliendo del agujero. Luz blanca e intensa. La profunda intensidad de una luz blanca penetrante y absorbente. Me dejé llevar por ella y creo que en ese momento perdí el conocimiento o me quedé absorto en una singular amnesia.
    Mi despertar fue sencillo. El gato a mi lado. El salón como siempre, pero visto en una total transparencia. Sin más profundidad que las superficies y los colores. Todo el universo parecía concentrase en el instante. Todo porque sí y en el instante sin más explicación que su presencia innegable y palpable. Los pensamientos y recuerdos eran también cosas que se presentaban en su absoluta transparencia sin más profundidad que lo visible o audible en su incorporalidad.
    Me sentí maravillosamente completo. No había carencia de nada. Todo era una positividad absoluta. Un proceso de creación contínua.
    Me puse a acariciar a Muza. Acabé de beber el café. Ninguna carencia. Nunca había faltado nada. Todo estaba en su sitio. Me levanté y vi que el agujero se había cerrado. Me acerqué y efectivamente estaba cerrado, como si nunca hubiese habido tal fenómeno. Pero un fenómeno que otra gente había podido contemplar como yo. Quizás hasta hubiesen visto la luz intensa si hubiesen puesto las gafas. Renso incluso percibió la luz, pero prefirió echar el freno antes de dejarse arrastrar por un fenómeno más allá de su comprensión.
    El agujero se había cerrado y con él se había ido toda posible explicación. Había ocurrido porque sí y se había ido de la misma manera.
    No parecía haber ninguna dimensión invisible que sostuviera la luz. O que el agujero llevara a otro mundo o universo. Todo parecía ser parte de una misma positividad visible a los sentidos. Pero una positividad desprovista de toda razón o causa y efecto reconocibles o invisibles. Algo que existe porque sí. Todo instante quizás sea un porque sí absurdo e incomprensible, salvo que le demos un sentido personal a través de los recuerdos y el pensamiento. Pero ellos también podrían ser un porque sí incapaces de crear más de lo que les es posible crear en sus limitaciones. Nada de profundidades imperceptibles. Invisibles.
    De repente llaman al timbre. Es un albañil que viene de parte de mi novia, de una tal Beatriz. Dice que hay un agujero que tapar.

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