11 febrero, 2019

CONDICIÓN HUMANA

LAS NOTAS DE JUDIT RAMPEN

Me di cuenta que Suerio no valoraba la razón. Es decir para él la razón no era válida como herramienta para discutir o debatir. Para él lo que tenía valor eran sus emociones y el sentimiento que le despertaba el tema. Contradecir sus emociones o pasiones era algo ofensivo para él. Por eso su debate o conversación sobre el tema se definía más bien por la afinidad emocional o pasional que por las razones que se dieran sobre tal asunto. La razón la ponía al servicio de sus emociones, de sus vivencias profundas. No había razón per se, o argumentos basados en la razón per se: datos objetivos.  Si se le presentaban datos objetivos que contradecían su pasión o emoción, él lograba
autoconvencerse de que todo era trampa, engaño, astucia o malicia.  Sólo era cuestión de imaginarse que habría otros datos en otro sitio que le daría a él la razón. 
Yo creo que todos actuamos así en la vida normal y corriente. Anteponemos nuestra experiencia profunda de las cosas a cualquier otra cosa. Si la gente con quien hablamos nos es afín, pues bien. Si no nos es afín y nos contradice, pues mal. La razón la vamos a supeditar a nuestra vivencia profunda y las emociones o pasiones que suscita. Nos pondremos o no de acuerdo con la gente en los temas políticos, religiosos, de sucesos, etc., dependiendo del humor en que estemos, del equilibrio emocional, del interés que domine nuestro ser. Anteriormente a cualquier dato objetivo o uso de razón hay un estar en el mundo de cada cual que es contingente y no depende de nosotros. Nacemos como nacemos y vamos creciendo en diferentes contextos y con diferentes modalidades de experiencia. Ese fundamento a priorístico es el que va a ir configurando nuestras energías vitales, pasiones, emociones, afectos; y, como no, nuestra razón. Pero la razón es siempre instrumental y al servicio de nuestra voluntad. Aceptamos las razones de la ciencia o de las matemáticas o las razones de Estado, porque ya nacemos en esa realidad dada y vivir a la contra de tal realidad y razón requeriría volverse loco o ya estarlo. Pero a lo largo de nuestra vida haremos valer nuestra voluntad por todos los medios y diferentes estrategias de ser y existir. Condición humana.

21 comentarios:

  1. SIN MIEDO

    Nada de lo que existe tiene razón por sí mismo, o se puede justificar a sí mismo. La razón por la que estoy escribiendo esto, o la razón de la taza de café que tengo al lado jamás llegaría a una explicación necesaria que agotara satisfactoriamente la razón de ser de tal acción o cosa. Todo acaba en un surgir porque sí. Las cosas, los acontecimientos, están y no están al mismo tiempo. Están para desaparecer, y existen en el momento que surgen. Incluídos nosotros. Mi yo, mi ser humano, mi conciencia; jamás pueden dar razón de sí mismos. Como algo necesrio por sí mismo o en relación a otras cosas que al final han de dar razón y cuenta de tales cosas. No. Todo acaba siendo porque sí y acaba desapareciendo por que sí. Nada depende de sí mismo ni de nada en última instancia. La muerte es ese punto en que se evidencia esa imposibilidad absoluta de que nada se sostiene a sí mismo. Ni se puede sostener a sí mismo. "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado", decía Jesús en la cruz en el último momento de agonía. Una clarividencia absoluta de lo que significa la muerte y la vida.

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  2. SIN MIEDO PERO CON VÉRTIGO

    En este mismo momento en que yo estoy escribiendo y tomando café hay toda una realidad/mundo de objetos, de cosas, de pensamientos, de acciones, de acontecimientos. Otras conciencias que piensan y actúan, aman, odian, trabajan, crean, sueñan. Otras conciencias que pueden interactuar conmigo y compartir las mismas experiencias, ver las mismas cosas; aunque posiblemente las sientan de otra manera o sean capaces de darles otro sentido no compartido. Mi realidad o mundo no es solipsista, puede ser compartido, objetivado, con otras conciencias. En la medida en que nos acerquemos a un denominador común de significados y experiencias, constituiremos una realidad que haremos la realidad o normalidad. Y, en la medida en que nos alejemos de ese denominador común de significados y experiencias, nos vamos alejando de esa realidad o normalidad. De haber ruptura o superar un mínimo denominador común, podría resultar "la locura", lo raro, lo extraño, lo desconocido, lo misterioso.
    Dependemos de las conciencias y su modo de constituir realidad. Pero la conciencia no es algo que dependa de sí mismo o pueda dar razón de sí misma en este universo, salvo de un modo inmanente consigo misma. Existo porque existo. Esta realidad es, pero no hay razón alguna que la justifique. Simplemente es y deja de ser. Podría ser otra realidad o infinitas realidades. No nos ha sido dada ninguna explicación, ni ningún plano o referente que nos explique el qué y el por qué. Simplemente es y deja de ser. Misterio absoluto.

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  3. (Viene de arriba)

    SER O NO SER. THAT'S THE QUESTION

    Pero el caso es que "hay" algo que nos hace ser y sentir. Algo sin más razón última que el misterio más absoluto. Y aquí llegamos a la encrucijada de siempre. Al límite. Nada humano puede cruzar tal límite: ni la razón puede dar cuenta de ello, ni la imaginación, ni la intuición. Pero "ello" es porque sí. Y "ello" somos todos. Todo lo existente.
    Solo algo o alguien trascendente nos podría dar existencia real, razón del existir, razón del universo. Solo esa trascendencia nos podría dar realidad, sentido real, propiedad de ser algo único y libre voluntad. Recordemos: por nosotros mismos solo podemos dar cuenta de un modo inmanente e intersubjetivo de esa misma inmanencia en la que vivimos y somos. Nietzsche y mucho ateísmo actual se abrazan a esa vida inmanente y aceptan su condición humana radicalmente contingente y muerte (absoluta). Otros ateísmos todavía encuentran una necesidad o devenir en el cosmos, en una Razón Universal matemáticamente demostrable o una adecuación entre razón/imaginación/intuición y el ser necesario del universo.
    Para el protestantismo en su día de gloria luterana o calvinista, la fe era un don de Dios (trascendencia) que daba realidad y sentido al individuo por primera vez y para siempre. Una especie de milagro. La fe como milagro. Cristo sería la encarnación y asumpción de todo lo que conlleva la condición humana de absoluta contingencia y, milagrosamente, llevarla a la resurrección de una realidad trascendente. Parece que ese es el mensaje profundo del Nuevo Testamento.

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  4. NOTAS SOBRE NOTAS

    Hace falta repasar conceptos fundamentales de matemáticas. La abstracción por la pura abstracción. Los conceptos fundamentales de la física. A medida que buscas y lees y piensas, la mente se abre a nuevos descubrimientos, pero se necesita tener herramientas básicas. La música abre dimensiones, puertas al paraíso o al infierno, todo depende. Las redes sociales a veces generan debate. A veces. Muy pocas veces, pero no se lee bien y no hay interés alguno en debatir con deportividad. Inseguridad. Quizás inseguridad. Todo me está resultando cada vez más misterioso. Es excitante saber que la realidad donde venías funcionando como algo dado y ya supuesto y de sentido común and taken for granted, suddenly it becomes a mystery full of possibilities. Body and mind. Le corp et l'esprit. Cuerpu y mente.

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  5. Saludos a todos. Un fuerte abrazo. No os conozco. Me sois anónimos, pero: un abrazo. Que la política no os haga desesperar. Trascenderla. Es la nueva religión, pero no nos ofrece trascendencia alguna. A veces es puro veneno. Saludos a todos. Tomar una jarra de cerveza en alguna taberna con una gran mesa redonda y en ella buenos amigos. O caminar a un pueblo abandonado allá en el monte y refundar de nuevo el pueblo. Sunrise and a new smile. Let's make supper in the new fireplace. We've lost our memory. Perhaps our sense of time. Everything is new. I say hello to everyone. Nous sommes la nouvelle tribe. La derniere nation qui habite dans le monde? Je n'en sais pas.

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  6. NOTAS DE BAYAMÍ PULHAPULKAR

    La necesidad en la que vivo no es mi necesidad, sino la de otros. Lo cual indica que la necesidad en la que vivo no es mi libertad. La razón a la que me lleva tal necesidad no es mi razón. Es la razón de otros. Lo cual indica que la razón en la que vivo no es mi libertad. Lo mismo pasa con la realidad que vivo, la cual no es mi realidad ni por asomo muchas veces. Es la realidad de otros. Lo cual indica que no soy libre a pesar de toda necesidad, toda razón o toda realidad que pretendo vivir como mías.

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  7. NOTAS DE BAYAMÍ PULHAPULKAR II

    A veces debes de fabricarte un ego que sepa situarse a cierta distancia de la realidad en que vives. Observa. Aunque parezca a primera vista que todo tiene explicación, en realidad nada tiene una explicación final de por qué existe o por qué ocurre. Ni en tí mismo, ni en tu interioridad hay razón alguna de lo que ocurre o lo que vives como recuerdos y memoria. Simplemente vives y existes, como todo lo demás vive y existe. Pero de repente ha surgido un ego en tí un tanto especial: comienza a mirar el mundo fuera de las razones convencionales, de las explicaciones políticas y sociológicas, de la mirada de los otros. Y ves por primera vez un mundo que habías siempre presentido o intuido, pero que siempre también habías escondido, excluído, alejado. Increíble. Te entra vértigo. Las cadenas de la prisión eran mayores de lo que pensabas, pero la libertad a ganar es inmensa también. No es fácil. Nada fácil, pero ahora eres tú quien realmente decide.

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  8. El místico aspira a... El humanista aspira a....El hombre de ciencia aspira a.... La mujer de ciencia aspira a.... El feminista aspira a... Vox aspira a....Podemos aspira a....El religioso aspira a....
    Es evidente que todos ellos necesitan de un gran aspirador.

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  9. SIMPLEMENTE PASABA POR ALLÍ

    La pobreza evangélica. Enfermedad. Invalidez. Desnudez. Hambre. Ceguera. Lepra. Locura. Llagas. Cojeras. La condición física del hombre en máximo estado de degradación. En los evangelios se presenta como una condición inherente al mundo y que necesariamente afecta a una parte importante de las poblaciones. Todos pueden ser víctimas de la pobreza. No solo los pobres que se perpetúan como pobres, sino también aquellos que por guerras, desgracias, dislocaciones sociales, pueden acabar en pobres. La pobreza es un estado de vida que no deja de nutrirse de hombres y mujeres. Familias. Huérfanos. Deshechados de la vida. El Jesús de los evangelios se centra en los pobres. Centra su predicación en el pobre. Sus milagros se centran más en los pobres. El pobre para Jesús no es una categoría social o política, es una categoría religiosa en relación con la fe. Quien vive la fe se salva. Y eso afecta a todo el mundo: pobres y menos pobres e incluso ricos. Ser pobre en sí no es cualidad sine qua non para salvarse, pero la pobreza en sí, como estado; es otro indicador del mal en el mundo, de la caída en pecado del mundo; de la imperfección y degradación a que puede llegar el mundo. La pobreza interpela a todo el mundo. Interpela a los pobres entre sí: aún en la máxima condición de degradación puede también regir el egoísmo y la violencia. Interpela al fariseo y al publicano y les hace actuar de una forma u otra: ¿Qué se siente ante un pobre tullido tirado en la calle? ¿Algo normal y rutinario que sirve para justificar una limosna? ¿Algo que fuerza a falsa compasión poniendo gesto compungido e hipócrita para que los demás vean lo piadoso que es uno y cumplidor de la ley? ¿Algo que mueve a cambios sociales y políticos y entonces todos iguales ante una distribución justa y adiós pobreza? ¿Algo que hace ver, por comparación, lo bien que se está y lo mucho que se ha prosperado?
    Parece que hay una similitud en los evangelios, entre la ley y la fe, y la pobreza y la fe. Las dos nos interpelan a reconocer nuestra condición real como hombres/mujeres ante nuestros semejantes/prójimo. Y no todos actuamos como el buen samaritano. No todos sentimos la miseria del prójimo y el sufrimiento humano (no solo del pobre) con una compasión espontánea y natural que nos haga actuar sin vacilaciones. Más bien lo contrario. Más bien la pobreza nos servirá como pretexto para todo lo que nos interesa y nos es necesario como personas religiosas, políticas, ingenieros sociales, etc. La pobreza, como la Ley, son como grandes espejos donde nos reflejamos como lo que realmente somos. Y, en los evangelios, solo unos pocos se salvan ante la interpelación de la pobreza. Entre ellos, curiosamente, el buen samaritano que simplemente pasaba por allí.

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  10. POR FAVOR, NO ME VENGA CON MILONGAS

    Los milagros son otro aspecto muy relevante en los evangelios. Jesús hace milagros, muchos milagros: cura, sobre todo cura. Saca demonios que parecen estar en la causa de muchas enfermedades del cuerpo y del alma. Un milagro es un poder de trastocar las leyes naturales, de romper con la lógica que rige la vida. En aquel entonces parece ser que se producían de vez en cuando algunas curaciones que resultaban sorprendentes y llevadas a cabo por algún taumaturgo. Pero para la normalidad de entonces como la de ahora, las enfermedades seguían su curso y si algún médico o alguna medicina actuaba, pues bien, pero si no pues el enfermo quedaba a la buena de Dios. El mundo antiguo debía de ser un mundo lleno de enfermos muy visibles por las calles, leprosos, locos deambulantes, tullidos, plagas horribles, etc. El sufrimiento humano era más visible, más descarnado, más "natural" en la vida de entonces. Y en los evangelios Jesús hace milagros y cura enfermos.
    Para quienes creen en la lógica y la razón y la evidencia y la demostración para todos los aspectos de la vida, esto de los milagros debe de resultarles la demostración más palpable de la fantasía e irracionalidad de que se nutre la religión cristiana en su revelación. Creer en los milagros bíblicos, para la inmensa mayoría de gente hoy día, es una muestra de cortedad mental, de infantilismo, de imbecilidad, de pura irracionalidad ya ni apto para viejas beatas. Hasta los cristianos de hoy y sus teólogos esto de los milagros evangélicos les resulta un tanto vergonzante, propio de épocas donde dominaba la superstición y se creía en cualquier cosa. Hoy día en la época de la razón y la ciencia y las deconstrucciones de todo lo sobrenatural y mítico, pues eso de los milagros queda para las mentes perdidas o extraviadas en ocultismos, o fundamentalismos fanáticos. Algo rayano en la subnormalidad.
    Y sin embargo los evangelios insisten en los milagros. Sus relatos están llenos de milagros. Y esos milagros rompen con toda lógica, y con toda razón, y muestran un poder divino que actúa fuera de los cánones naturales, fuera de los cánones de la lógica aristotélica, fuera de toda ciencia médica. Jesús actúa con una voluntad que se nutre de otra Voluntad más allá de toda norma o conocimiento o logos humano. Es el camino y la dimensión de la fe.

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  11. CON CUIDADO. LA MENTE HUMANA ESTÁ MUY LOCA

    La oración aparece también con insistencia en el Nuevo Testamento y en toda la Biblia, pero yo distinguiría entre oración y rezo. La oración implica la relación íntima, subjetiva, del individuo que "habla" con Dios. Que "dialoga" con Dios; mientras que el rezo o rezar implica más la repetición de plegarias ya formuladas por instituciones de culto, bien sean hechas colectivamente o individualmente. Por ejemplo, los católicos cuando rezan el Ave María o los luteranos sus rezos ya escritos en el oficio, etc. Luego hay un uso también común de las oraciones dirigidas por alguien que las hace de forma espontánea.
    La oración individual interpela al individuo creyente a relacionarse a modo personal y subjetivo, de conciencia a "Conciencia"; de un "yo" a un "Tú" que ha de sentirse presente y que está escuchando, que está "ahí" oyendo. De nuevo estamos en un terreno fuera de toda razón y lógica y demostración alguna. Todo este acontecimiento de la oración es invisible. Las señales externas pueden indicar que alguien o una comunidad está inmersa en la oración por estar de rodillas o inclinados o con los ojos cerrados y el rostro recogido. Pero lo que está pasando interiormente es invisible, indemostrable, carece de evidencia alguna de que haya un Ente llamado Dios ahí escuchando. Todo podría ser producto de la misma mente y sus juegos o proyecciones.
    Y sin embargo los evangelios y el mismo Jesús insiste en la oración y él mismo oraba sin parar y creía en las consecuencias visibles de una oración con fe: la fe mueve montañas, si tuvieréis fe sanariais a otros, etc. O sea, la fe y la oración no pueden ir desligadas, pero uno no deja de sentir un inmenso respeto reverencial o algo mucho más fuerte al saber que un Dios Todopoderoso y de Voluntad inagotable e infinita e indeterminada, va a "estar ahí" escuchando/oyendo a un ser humano lleno de lagunas, una voluntad más bien pocha, una mente capaz de inventar cuentos de la lechera y mil milongas más; un ego que nunca se encuentra a sí mismo por mucho que busque.
    Oíga, bien es verdad que la vida es compleja y complicada, pero creer que Dios mismo está "ahí" oyendo lo que uno dice desde sus océanos y tormentas y ríos de pensamientos, pasiones, imaginaciones, es muy difícil. Y es muy difícil porque a no ser que Algo o Alguien, cuya intensa luz sea dominante y determinante en medio de ese mar de subjetividad confusa que es el ser humano por lo general, entonces no hay posibilidad de establecer ningún "diálogo" o "conversación" que podamos considerar real o posible. La oración evangélica, entonces, presenta problemas serios de veracidad, salvo que recurramos al milagro, a lo milagroso de nuevo. Quizás de nuevo algo milagroso ocurre, y así de nuevo ya estamos en la diferenciación de los caminos de la razón y el entendimiento y los caminos de la fe. Por la razón quizás jamás llegaremos a vivir el sentido de la oración, por ser algo que corresponde al milagro de la fe.

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  12. OIGA, NO SIGA AHÍ ANCLADO EN LA MÁS PURA IRRACIONALIDAD

    MARA ORTIGA: Pero oiga usted, ¿cómo nos habla de los evangelios cuando ya sabemos que los evangelios y la Biblia y todo eso que tenga que ver con la revelación, no es más que pura invención o mito o mito e invención a la vez, o reconstrucción de algún hecho o hechos posibles pero ya mitificados, idealizados, o teologizados decenas de años después? Efectivamente, como usted dice el lenguaje de la fe no quiere saber nada con la verdad objetiva, la crítica e investigación histórica al servicio del común de los hombres y mujeres que quieran saber esa verdad. Pero eso es ir en contra de la razón y el sentido común. Subjetivamente yo puedo pensar en lo que me da la gana, creerme un marciano o un dios del Olimpo, pero la verdad social sobre mí persona me hace ver que soy un simple humano sometido a las mismas necesidades o contingencias que los demás. Lo dicho: la religión es un cuento para incautos. Cumplió una función en ciertas épocas, pero hoy ya no tiene nada que decir: está agotada o en proceso de agotamiento. Al menos para la gente con formación y sentido crítico.

    RUCO SALVATERRA: Bueno, bueno. Bajo un paradigma racional y crítico, efectivamente, tiene usted toda la razón. Yo mismo leo mucho sobre la moderna crítica de la Biblia y racionalmente/científicamente, los relatos bíbicos y personajes, pues no son muy de fiar en cuanto a su objetividad, sus dichos, hechos o milagros. Es elemental ver cómo cualquier relato sobre la "realidad" de hoy día se somete inmediatamente a interpretaciones varias dependiendo de nuestros intereses y eso gozando de los medios que tenemos, la instantáneidad de la información, etc. Pues eso también ocurría en la antigüedad de diferentes modos y con más razón, pues los criterios de verdad basados en objetividad y los métodos de relatar sobre la realidad, eran muy libres y muy dependientes de verdades divinas que había que sustentar antes que nada. La verdad no nacía de ninguna necesidad de objetividad que solo la razón con la experiencia podía proveer. Eso es bastante moderno.
    Por eso, el relato de la revelación bíblica para el hombre o mujer creyente, es ante todo un relato de fe, no de razón. Y estamos en lo mismo que comentábamos anteriormente sobre los milagros o la oración: solo se pueden entender los textos-revelación bíblicos desde la fe. Son textos que responden a la fe, a la creencia "absurda" de la fe; a un porque sí de iluminación, de revelación interior, de "locura" subjetiva si se quiere. La fe no tiene más demostración que un "porque sí" que acontece y solo se justifica por sí mismo como acontecimiento subjetivo radical y punto. Viéndolo así, fe y razón jamás se rechazan, no se pueden rechazar. La fe no tiene fundamento alguna para rechazar el paradigma de la razón, y la razón no tiene fundamento alguno para rechazar o negar "el milagro" de la fe. Ya desarrollaremos esto con más tiempo.

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  13. NOTAS UN TANTO ENIGMÁTICAS DE LOU TIMBLE

    Es curioso. No la veía y estaba muy a la vista. La buscaba como algo que resplandecería por su propia luz o perfil entre las otras figuras, los otros cuerpos. Pero no acababa de verla. Y entonces descubrí que era la figura más visible del cuadro. La figura que menos podía relacionar con ella era precisamente ella. La experiencia fue increible. Me hizo viajar en el tiempo de un modo vertiginoso. Me hizo reflejarme en mi mismo como si mirase a un espejo que estaba también reflejando mi figura y sentí la fuerza de un lenguaje hasta ahora desconocido para mí: el lenguaje de la vida, de nuestra vida, de cada vida.

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  14. VA A OCURRIR.

    Hemos de encontrar un planeta donde solo podamos vivir tú y yo. Bueno, y algún amigo más si promete comportarse bien. Subiremos en autogiro hasta la Luna y luego desde allí encenderemos un cohete y volaremos por los espacios siderales a lugares muy remotos. Seguro, seguro que encontraremos ese planeta y seremos los primeros padres y lo fecundaremos con muchos hijos. Nuestros amigos harán lo mismo. Si se portan bien.
    Es hora de dormir. Sí. Es hora de dormir. Cierra los ojos. Todo eso que te dije va a ocurrir.

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  15. EL MAL. CLAVE DE LA EXISTENCIA HUMANA

    El mal. ¿Qué dicen los evangelios sobre el mal. Hay demonios que poseen a algunas personas sin que sepamos exactamente por qué. Si eso ocurre pues tal persona comienza a hacer locuras o a tener trastornos psicosomáticos. También abundan las enfermedades que ya describimos arriba. Pero fundamentalmente domina el mal moral, el peor de todos en estos relatos. Hay gente que actúa bien y otros mal. La misma persona puede actuar bien en un momento y en otro mal. Puede tener fe en un momento y en otro dejar de tenerla. O peor todavía: puede simular que tiene fe, pero nunca haberla tenido. Cuando se descubre que no tiene fe es porque en realidad nunca la ha tenido: ha estado simulando fe, pero en un momento clave resulta que "la pierde".
    El mal está presente a todas horas: pobres mendigando, ricos opresores, asesinos, religiosos que utilizan la religión y la ley a conveniencia. Adúlteros. Fornicarios, etc.
    Es algo así como si colocásemos el cianotipo de la ley de Dios sobre el panorama humano del Israel de entonces, para comprobar que sólo algunas almas son capaces de dar la talla por un tiempo o en acontecimientos concretos. Puede ser una viuda pobre, una persona humilde, un publicano que reconoce sus pecados, un centurión que tiene fe; un buen samaritano que pasaba por allí.
    El pecado lo inunda todo y Jesús es la persona que viene a sanar, a salvar. La impresión que recibimos de los evangelios es que el poder de Satanás es efectivo en todas las esferas de la vida, y, por otra parte, el ser humano es débil y vulnerable al pecado y por lo tanto a las transgresiones morales de todo tipo. Satanás lo tiene muy fácil con los hombres. Los que hacen el bien parecen ser pocos y de forma ocasional.
    Sabemos, según las Escrituras, que el mal entró en el mundo allá en los comienzos de la historia, y ahora reina a sus anchas. La única forma de vencerlo, según estas narrativas, es colocándole primero la vara de medir del amor--Jesús nos muestra que el amor es la clave de la Torá,-- y además cumplir la misma a rajatabla. Seguir la ley del amor y cumplir dicha ley bajo esa radical interpretación del Nazareno, significa enfrentarse al mundo tal como es, y, por lo tanto nos llevaría a ser objeto de persecución, burla, muertes, etc. Todo ello sin embargo tendrá su premio, su recompensa: la resurrección y vida eterna en el reino de los Cielos.

    (Sigue abajo)

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  16. EL MAL Y OTRAS COSAS SEGÚN EL EVANGELIO

    (Viene de arriba)

    Al mal y a Satanás, por el contrario, les espera un castigo eterno. A los seres humanos que hayan caído en las redes del mal o hayan prestado oídos a Satanás sin ejercer oposición, pues recibirán también tal castigo. A los buenos o los que tuvieron fe de verdad, pues resucitarán en el Paraíso. Habrá un juicio universal donde se absolverá a los buenos y se decidirá el castigo de los malos y al mismo Satanás y su cohorte. Luego el cosmos recuperará el equilibrio y la justicia será absoluta bajo el reinado de Jesús, el Mesías. Fin de la Historia.
    Leyendo los evangelios se produce la impresión de que esta trama surge porque sí. Me explico: parece una trama que solo tendría significado real en las profundidades de la Voluntad divina. Pero como tales profundidades están fuera de nuestro alcance, entonces la revelación evangélica se convierte en objeto de fe, no de razón. Es decir: no hay razón que pueda dar cuenta del sentido del universo. La razón solo puede explicitar, desarrollar, conjeturar o intuir en los posibles; pero para dar cuenta de una realidad absoluta que dé razón de sí, la razón necesitaría de otra razón superior que diera razón de la misma y así ad infinitum. Cosa imposible ya que la razón tiene mucho que ver con la conciencia/mente humana como vamos a ver. La fe entonces llega a entender tal sentido de esta trama cósmica simplemente porque sí. Lo dice la Revelación que es la Voluntad de Dios para con nosotros y punto. No hay nada que demostrar.

    (CONTINUARÁ)

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  17. NO ESTÁ NADA CLARO ESO DEL MAL Y EL LIBRE ALBEDRÍO

    (Viene de arriba)

    ¿Cómo se tiene fe de verdad? Los evangelios hablan de personas que tienen fe genuína, que creen. Otros no creen. Todo parece remitir a una voluntad libre del hombre que elije creer o no creer. Si la viuda pobre elije creer es porque ha elegido libremente creer. Pero una voluntad incondicionada que pueda ejercer plena libertad de elección sería también capaz de ejercer un poder de trascendencia sobre las pasiones, las confusiones morales, las interpretaciones complicadas, las tentaciones de todo tipo. Un ser libre de elegir no remite más que a sí mismo a la hora de abrir o cerrar puertas. De abrirse a Dios o no abrirse. Donde el individuo es suficiente, Dios no tiene más que hacer que dejar hacer; pero entonces, oh paradoja, la salvación no necesita de más salvador que uno mismo desde sus interioridades espirituales.
    Por tanto, si hubiera un espíritu libre dentro de cada uno que pueda ejercer libertad moral e intelectual contra toda oposición, resistencia o pecado; entonces los hombres nos bastaríamos a nosotros mismos sin necesidad de Dios. No era, entonces, necesaria la venida de Jesús, ya que con el libre albedrío como referente fundamental del alma humana no habría posibilidad alguna de culpar a nadie nada más que al mismo hombre, al individuo como sujeto inexcusable de sus propias acciones y conducta. El individuo sería la causa de su propia desgracia o salvación, pero una persona que es libre y transparente consigo misma no eligiría nunca el mal, pues una persona en tal estado de inocencia y pureza mental/intelectual sería incapaz de percibir el ente contaminante y condicionante que es el mal.
    El alma incondicionada y pura en su inocencia no puede ejercer juicio moral alguno respecto al bien o al mal. Solo ejerce tal juicio moral quien ya ha perdido su inocencia previamente y por empuje de una fuerza exterior maligna, ya que la simple posibilidad de elección entre el bien y el mal implicaría ya la perdición total hacia un estado de contaminación moral irreversible. La posibilidad de elegir lo malo es ya ser tentado en algún momento a hacer lo malo.
    Hay algo aquí que nos hace ver que el libre albedrío falla en última instancia. Libre albedrío remite a un estado de inocencia, no de elección entre mal y bien. De nuevo: ese dilema de elegir entre bien y mal ya nos sitúa en un estado de caída, de pecado, de potencial contaminante irreversible. Hum! Esto fue lo que compredió Pablo. Quizás.

    (CONTINÚA)

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  18. (Viene de arriba)

    ES INCREÍBLE, NO ME LO PUEDO CREER

    El tipo de razonamiento expresado arriba no lo encontraremo en los evangelios. El asunto de quién tiene o no tiene fe es un tema que queda así: unos parece que son culpables por ser hombres de poca fe o ninguna, y otros ejercen fe porque sí. Unos son poseídos por los demonios y otros no. Por otra parte se deja ver el poder omnipotente de Dios cuando dice que de unas piedras podría hacer hijos de Abraham si quisiera y que toda la trama del pueblo de Israel y del Mesías es algo que depende de su Divina Voluntad, de la cual puede disponer como le plazca llegado el momento.
    Efectivamente, para los evangelios lo importante es la fe que mueve montañas, la fe sanadora, la fe que salva; y, el cómo se produce tal fe, o cómo se distribuye es algo que no entra a razonar, a explicar. La fe no se razona, se cree o no se cree: quien crea y ejerza fe pues se salva, quien no crea se pierde. Y punto. Quienes sigan a Jesús bien, quienes no le sigan pues mal. No hay más teología que la que arde y es bien simple, por otra parte si el cuarto evangelio quiere entrar en más berenjenales, es su problema, pero no era conveniente hacerlo. Tan solo genera confusión. Como así fue. De haberse necesitado de explicaciones racionales convincentes para todo el mundo, entonces Jesús ya lo hubiera hecho, hubiera escrito textos doctrinales bien razonados y a nivel de cualquier campesino o pescador de Judea y Galilea.
    Pero la fe en los evangelios es otra cosa, es un misterio o milagro que acontece en algunos, pero no en otros. Si a tí, Marcos X, te toca la fe y se hace irresistible pues vívelo como tal y sé consecuente, pero si la prédica de Jesús le parece a Mateo Z el producto de un farsante, pues ahí queda el asunto. Si a otros les sobreviene la fe con más o menos intensidad, pues que hagan un esfuerzo para que aumente; si a otros les resulta un fenómeno intermitente, pues traten de que sea algo contínuo. A nadie se le fuerza a creer en los evangelios. Es una libre elección en cuanto que ningún poder político o religioso fuerza a nada. La fe así vista parece más un milagro que otra cosa, un porque sí que acontece porque sí; pero es que toda la trama evangélica y bíblica es un acontecer fuera de toda razón explicativa o de toda razón universal eterna que preceda o someta a Dios mismo. Dios es libre voluntad ilimitada e incondicionada.
    El mal entonces acontece porque sí, los demonios son entes que provienen posiblemente del cielo como ángeles caídos y que ahora habitan o deambulan por los aires o los desiertos o cualquier región del cosmos bíblico. No aparecen los demonios como tal en el Antiguo Testamento, salvo en los escritos apocalípticos quizás por influencia del dualismo zoroástrico; pero en el Nuevo Testamento ya están bien consolidados como un ejérciro malvado con sus jerarquías incluídas.
    El mal en sí puede trazarse en la historia bíblica del Edén, la Caída, pero quién o qué promueve la caída del estado de inocencia en que vivían Adán y Eva, para forzarles a escoger entre el árbol de la vida y el árbol del conocimiento, es un misterio que queda sin explicar. Ocurre porque sí o por razones ocultas que no es el momento de saber.

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  19. (Viene de arriba)

    ESTO DEL MAL TIENE MUCHA MÁS MIGA DE LO QUE CREÍAMOS. DEMOS UNA VUELTA POR GÉNESIS

    Vivir la inocencia es ignorar lo que es el mal. Soy inocente cuando estoy inmerso en la plena confianza con todo. Desconozco el mal y su labor destructiva y vivo en la plena creatividad, el pleno juego, la plena confianza con Dios, con las personas, los animales y las cosas. Si Adán y Eva eran inocentes, lo eran en todos los sentidos. Desconocían la existencia del mal. No podían conocer el mal a menos que alguien se lo anunciara. Algo así como: vosotros no sabéis lo que es el mal, pero yo os lo anuncio y os coloco en la tesitura de confrontarlo, de poder elegirlo como opción. Desde el momento que eso pueda ocurrir la inocencia ya ha sido tocada, ya ha sido dañada; ahora es cuestión de tiempo.
    Veamos lo que sucede en el Edén: "Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: 'De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás' (Gn 2:16-17, las mayúsculas son mías). Obviamente quien tiene un mayor interés en acabar con ese estado de inocencia de la pareja primigenia es Dios; y, por tanto, como introducción a lo que luego ciertamente pasaría, Dios les anuncia el mal y la muerte como posibilidad, como realidad, como potencial. Señores, desde ese mismo momento la inocencia ya ha sido tocada, ya se introduce el miedo, la duda, la incognita de una posible destrucción. En una palabra: la caída acaba de producirse con el enunciado de Jehová Dios. Dios mismo ha producido la caída de sus criaturas, las cuales pasan del estado de inocencia absoluta al estado de conocimiento de LA EXISTENCIA del mal, de la destrucción, de la muerte. La caída está servida, solo falta pasar a la EXPERIENCIA del mal, todo lo demás que ha de suceder ya cuenta con los significados desvelados, con el potencial de conocer. El dilema ha sido servido a la pareja sabiendo cuál habría de ser el final. La serpiente es solo un instrumento.
    La caída es así mismo la pérdida de la libertad. En la inocencia eran libres de crear, libres del mal, libres del tiempo, libres de la muerte. En la caída ya están condicionados a algo externo que les tienta, que les intriga, que les incita a conocer. Una vez comido el fruto prohibido pasan de un estado potencial irreversible a un estado actual de tiempo, de cambio, de desgaste, de cansancio, de trabajo, de dolor, de separación de Dios. Se les expulsa y se cierra el Paraíso con vigilancia perpétua "para guardar el camino de la Vida" (Gn 3,24). Anteriormente ya se nos había anunciado cuál era el árbol de la vida: "Luego dijo Jehová Dios: 'El hombre ha venido a ser como uno de NOSOTROS, conocedor del bien y del mal; ahora, pues, que no alargue su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para SIEMPRE'." (Gn 3,22. Las mayúsculas son mías). Curioso: Dios (en plural ???) ya conoce el bien y el mal dentro de su ser. El mal parece ser parte inherente al conocimiento de Dios en la misma medida que el bien. ¿Es Dios así mismo creador del mal? Y si es así, ¿por qué?

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  20. HUM. EXTRAÑO TEMA Y EXTRAÑAS PREGUNTAS

    Los frutos de la creación son buenos. Todo lo que crea Dios es bueno. La tierra, los astros, los mares, las plantas, los animales, el hombre. Todo es bueno. Hace al hombre y a la mujer copartícipes de la creación, permitiéndoles nombrar a los animales. Y todo es bueno. El árbol de la vida les sustenta en esa existencia eterna, sin conocimiento del tiempo que lleva a un final que no pueden concebir. El árbol de la vida actúa también como potente símbolo del Paraíso. Vida significa desconocimiento/ignorancia del bien y del mal. Todo era bueno significa que todo la vida se desarrollaba en un permanente bienestar de crecimiento y armonía en un presente sin futuro hacia final o finalidad alguna. Por eso oponer al "árbol de la vida" del cual Adán y Eva se nutren en plena inocencia, al árbol del conocimiento, significa ya el final de esa inocencia. Apuntar o delimitar el árbol del conocimiento, como hace Dios, bajo prohibición y maldición significa ya descubrir el final o límite del paraíso del cual eran absolutamente inconscientes. La voluntad inocente y libre en el sentido absoluto de esta palabra queda ya desarticulada/desequilibrada ante el dilema de la elección.
    Comienza la caída en su modo existencial: existe ya la posibilidad de una realidad diferente a la que están viviendo, y se hacen conscientes de otra forma de vivir que coloca su realidad presente de plenitud entre paréntesis y en función de otra posibilidad. Fin del estado de inocencia. Lo que sigue es cosa de poco tiempo. Cuando por fin comen del fruto y se descubren desnudos el hombre se convierte en "uno de nosotros" (Dios), y para que les sea imposible el retorno al paraíso y su árbol de la vida, se les expulsa y se colocan querubines con espadas flameantes para que no haya vuelta posible a lo que ya es irreversible.
    Y la pregunta vuelve. ¿Por qué si todo era bueno hubo que trastornarlo para que entrase el mal? Y si el mal ya habitaba en Dios como conocimiento, ¿quiere decir que Dios mismo crea el mal porque sí, sin más explicación o razón de ser que el capricho mismo de su Voluntad libre? De ser así el mal entonces no tiene más existencia que la que Dios permita sin más referente y explicación que ese porque sí. Los demonios existirán también porque sí y en el momento que Dios quiera y sin que el hombre pueda comprender nada del por qué de Dios. Al hombre le tocaría existir y vivir su relación con Dios de un modo presente sabiendo que todo emana de su Voluntad infinita incondicional e inescrutable. La obediencia a Dios sería el abrazo a una Voluntad libre creadora, omnipotente. ¡Hum!

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  21. LA NUEVA JERUSALÉN

    Un acto libre es un acto incondicionado por ninguna fuerza externa. Descubrirse en el mundo como un acto en sí, sin ninguna razón que lo justifique o lo someta a una jerarquía de sentido o de dependencia, es vivir la libertad. Quizás la libre Voluntad de Dios es esa: ser sin estar sometido a nada que reclame tus actos o tus pensamientos. Crear, no por causa que te determine, ni por efecto que sea determinado. Surge la palabra y creas de acuerdo a tu ser. Creas libremente cosas o entes que también son libres, indeterminados, incondicionados. Dios crea el mundo y el mundo es bueno, libre, inocente, armonioso. Dios crea al hombre y el hombre/mujer y es bueno y armonioso. Son libres. En los evangelios la fe implica liberación del mundo, de las enfermedades, de la condición de caída. La fe implica resurrección del cuerpo y del alma. Libertad. Incondicionalidad. Vida eterna en eterno presente. Jesús trae la redención, la liberación, el árbol de la vida. Se abren las puertas del paraíso para que podamos entrar en el árbol de la vida. La fe implica ya el perdón de nuestra condición de caída reestableciendo el estado de gracia y la gracia es la libertad incondicionada fuera de toda jerarquía de sentido, de sometimiento a una razón por la que se te juzga. El evangelio es el retorno/llegada al paraíso una vez liquidadas las cadenas del ensueño, de la pesadilla de la historia. Vuelta a la incondicionalidad y la plena libertad del acto libre, del acto en sí. Vuelta a la cooperación con Dios en la creación de muchos mundos, de muchas visiones y posibilidades de mundos.
    Ser porque sí. Estar o existir porque sí.

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