Caña seca. Chasquido. La tormenta amenaza. Un relámpago y un chasquido. Un látigo hace arrancar la diligencia. La gravedad de unos ojos aislados del mundo. Miran desde la oscuridad. Cuerpos de animal. Nuestros disimulados cuerpos de animal. El chasquido de una idea enciende una centella en la oscuridad. La gravedad de los ojos comienza a brillar. Cuando pisamos la tierra húmeda tomamos contacto con nuestra animalidad. Chiscar con un chasquido. Los charcos se ensanchan. La caña seca espera su fuego. Espera su oportuna centella. Su rápido final. Pero ha de ser en otro momento. Ahora está mojada. Solo otra mirada puede recoger la grave mirada. Intervienen los ojos de la imaginación. Es solo un cuadro congelado. Nos hemos limitado al espacio del cuadro. Al universo sincrónico del cuadro. Nos congelamos con la materia del cuadro. Nos disolvemos en el cuadro.
¿Quién? Gestos. Expresiones, Palabras. Movimientos. La mecánica de un cuerpo. La pura neutralidad de un cuerpo. Un cuerpo absolutamente aislado del resto del universo. Congelado. Paralizado. No preguntes por el "quién" sino por el "qué". Pura materia sin alma. Ánima. Animal. Materia viviente. Consciente. Sensible. Irascible. Irritable. Inestable. Intratable. La resurrección de la carne. Una gran carcajada recorre el universo. He renacido. Estoy vivo. Un "qué" pasa a ser un "quién". El "qué" se hizo "quién" y habitó con los demás. No le des más vueltas. Es un apagarse y encenderse. Un cómo y un cuándo en cualquier lugar y con cualquiera.
La vi venir de frente. Cuando se dio cuenta que era yo, bajó los ojos. Y la mirada chocó contra el cemento de la acera. Un cuerpo puede avivar una llama. El fuego es pura química. El amor ha perdido su misterio. Ya somos pura química. He de ir a la farmacia a por mi pastilla de fuego. Cuando volvió a mirar de frente yo ya era puro cemento; pura química sin pastilla de fuego. Ella se rió. No hay mayor chasquido que una risa inesperada. Ha rebotado la risa del cemento como una chispa. Hay vida. Hay amor. La química se disuelve en misterio y su chispa prende mi fuego sin pastilla. La resurrección del alma. La resurrección de la carne. Amén.
29 mayo, 2017
16 mayo, 2017
PURA EXTRAÑEZA
Las ideas flotantes dentro de una interioridad/subjetividad/campo de conciencia, solo pueden rebotar, ir de un sitio para otro, vivir aisladas sobre sí mismas. Conectan con la realidad exterior más como vampiros o chupasangres, absorbiendo lo necesario para sobrevivir como inútiles mundos flotantes dando vueltas sobre sí mismos y sobre todo el espacio de la conciencia y siguen rebotando, deambulando como un puro solipsismo, eterno solipsismo. Mantienen obstinadamente su
independencia del mundo exterior, pero al precio de un agotamiento continuo, de un recelo constante, de una desconfianza defensiva; de interpretaciones paranoicas paralizantes. Pero toda idea flotante puede reventar con un simple pinchazo, o sufrir un repliegue demasiado estrecho y ¡plaff! O un despliegue demasiado dilatado y ¡plash! Luego surge la confusión, el caos, la búsqueda de antiguos o nuevos referentes donde poder reagruparse. Pero puede que la realidad externa haya entrado de lleno como un torrente de agua con vía libre para inundar y entonces todo se mezcla y los contenidos viciados de las esferas flotantes se diluyen o diseminan y tomando nuevos bríos, nuevas energías. Nuevos flujos libres, liberados. ¿Y ahora? ¿Qué sentido darles? ¿Cuál es el nuevo código si es que lo hay?
Un nuevo nomadismo invade el planeta. Y se desvincula de los flujos políticos, de los flujos morales, de los flujos económicos, de los flujos científicos, de los flujos religiosos, de los flujos del derecho. El nuevo nomadismo se constituye en arte. Artilugios artísticos. Máquinas de placer estético. Comunidades de producción y distribución basadas en fluidos incesantes. Fluidos intensivos. Rupturas. Discontinuidades. Disparidad de mundos. No un universo: multiversos. ¿Qué ha pasado? Nuevos centros gravitatorios de reagrupamientos fascistas se están formando. Un phylum de destrucción y autodestrucción amenaza al nuevo nomadismo. Gravitación, dispersión. Todo fue demasiado rápido. Todo se ha vuelto confuso y a la vez muy extraño. Pura extrañeza.
independencia del mundo exterior, pero al precio de un agotamiento continuo, de un recelo constante, de una desconfianza defensiva; de interpretaciones paranoicas paralizantes. Pero toda idea flotante puede reventar con un simple pinchazo, o sufrir un repliegue demasiado estrecho y ¡plaff! O un despliegue demasiado dilatado y ¡plash! Luego surge la confusión, el caos, la búsqueda de antiguos o nuevos referentes donde poder reagruparse. Pero puede que la realidad externa haya entrado de lleno como un torrente de agua con vía libre para inundar y entonces todo se mezcla y los contenidos viciados de las esferas flotantes se diluyen o diseminan y tomando nuevos bríos, nuevas energías. Nuevos flujos libres, liberados. ¿Y ahora? ¿Qué sentido darles? ¿Cuál es el nuevo código si es que lo hay?
Un nuevo nomadismo invade el planeta. Y se desvincula de los flujos políticos, de los flujos morales, de los flujos económicos, de los flujos científicos, de los flujos religiosos, de los flujos del derecho. El nuevo nomadismo se constituye en arte. Artilugios artísticos. Máquinas de placer estético. Comunidades de producción y distribución basadas en fluidos incesantes. Fluidos intensivos. Rupturas. Discontinuidades. Disparidad de mundos. No un universo: multiversos. ¿Qué ha pasado? Nuevos centros gravitatorios de reagrupamientos fascistas se están formando. Un phylum de destrucción y autodestrucción amenaza al nuevo nomadismo. Gravitación, dispersión. Todo fue demasiado rápido. Todo se ha vuelto confuso y a la vez muy extraño. Pura extrañeza.
04 mayo, 2017
SIEMPRE HAY ALGUIEN EN ALGÚN SITIO
UNA AGENDA OLVIDADA EN UNA PENSIÓN DE UNA CIUDAD CUALQUIERA
Bajé del coche. Cogí la manguera y llené el depósito con diésel. Luego pagué en el interior. Me apeteció un café. Lo tomé y pagué. En la tele había un señor hablando de política. Volví al coche y me fui.
Caminaba por la avenida. La gente se cruzaba conmigo. Otros seguían mis pasos. Me paré en varios semáforos para esperar al verde de peatones. Seguí caminando. Llegué al centro de la ciudad y todo seguía igual. Un señor tocaba la guitarra sentado en una silla plegable. Caras. Rostros. Escaparates. Ganas de tomar una caña. Pido una caña en una cafetería famosa. Leo algo de un libro que llevo conmigo. Pago y me voy.
Escucho música. Me siento en el sofá y escucho música. No soporto la televisión. La música me saca del mundo profano. Hay algo en la música que nos lleva a lo posible que nunca se hace verdad, a veces medio verdad. Y nada más. Cuando se acaba la música como una manzana. Miro por la ventana y veo árboles y gente que camina.
Hubo una época en que enseñaba en los institutos y tenía mucha ilusión por hacer cosas con los chavales. Poco a poco fui perdiendo la ilusión. La realidad de los chavales no deja de ser realidad y acabó absorbiendo mis energías. Mi labor de misionero pedagógico fue siendo cada vez más gris y patética. Un día llegó la jubilación y dejé de madrugar y de seguir horarios. Nada fuera de lo normal. Nada excepcional. Las excepcionalidades las suele cargar el demonio. Un libro puede ser el paraíso en el momento apropiado. O una persona inesperada que habla y dice algo con gana y pasión.
Cuando era mucho más joven esperaba afuera del portón del taller donde trabajaba. Comía el bocadillo al sol. Luego cuando el patrón abría el portón pues empezaba a trabajar a golpe de reloj hasta las cinco o las seis. Luego a casa. Y luego a lo mejor a pasear por la ciudad o al club cultural a escuchar música o hablar con alguien. Siempre hay un alguien en algún sitio.
Bajé del coche. Cogí la manguera y llené el depósito con diésel. Luego pagué en el interior. Me apeteció un café. Lo tomé y pagué. En la tele había un señor hablando de política. Volví al coche y me fui.
Caminaba por la avenida. La gente se cruzaba conmigo. Otros seguían mis pasos. Me paré en varios semáforos para esperar al verde de peatones. Seguí caminando. Llegué al centro de la ciudad y todo seguía igual. Un señor tocaba la guitarra sentado en una silla plegable. Caras. Rostros. Escaparates. Ganas de tomar una caña. Pido una caña en una cafetería famosa. Leo algo de un libro que llevo conmigo. Pago y me voy.
Escucho música. Me siento en el sofá y escucho música. No soporto la televisión. La música me saca del mundo profano. Hay algo en la música que nos lleva a lo posible que nunca se hace verdad, a veces medio verdad. Y nada más. Cuando se acaba la música como una manzana. Miro por la ventana y veo árboles y gente que camina.
Hubo una época en que enseñaba en los institutos y tenía mucha ilusión por hacer cosas con los chavales. Poco a poco fui perdiendo la ilusión. La realidad de los chavales no deja de ser realidad y acabó absorbiendo mis energías. Mi labor de misionero pedagógico fue siendo cada vez más gris y patética. Un día llegó la jubilación y dejé de madrugar y de seguir horarios. Nada fuera de lo normal. Nada excepcional. Las excepcionalidades las suele cargar el demonio. Un libro puede ser el paraíso en el momento apropiado. O una persona inesperada que habla y dice algo con gana y pasión.
Cuando era mucho más joven esperaba afuera del portón del taller donde trabajaba. Comía el bocadillo al sol. Luego cuando el patrón abría el portón pues empezaba a trabajar a golpe de reloj hasta las cinco o las seis. Luego a casa. Y luego a lo mejor a pasear por la ciudad o al club cultural a escuchar música o hablar con alguien. Siempre hay un alguien en algún sitio.
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PERO, ¿QUÉ ÑARICES YE LA VIDA? // BUT WHAT ON EARTH IS LIFE? // PERO ¿QUÉ NARICES ES LA VIDA?
Any moment is as good as another but a moment could be hell and another heavens for the person who lives those moments. Cualquier momento ...
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Estamos entrando en el lenguaje informático que nos conduce a la realidad virtual desde la cual empezamos a operar para cualquier gestión o ...
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A veces uno lee cartas al Director como estas. En España recurrimos más al pretexto moral-piadoso que al riesgo. El riesgo nos da pavor. ...