Rulanda de Milkavosora se encuentra con Turramón de Nilaser en el Paseo de Tralamera. Los dos son un par de cerebritos capaces de desnudar cualquier idea hasta sus últimas consecuencias. Sin embargo hoy Rulanda está inspirada y le echa su sermón a Turramón en función de anteriores conversaciones. Los dos caminan, pero Rulanda habla y habla:
Hay necesidad de ser fanáticos, amigo Turramón. Conozco a mucha gente
que quisieran ser fanáticos de algo y poder luchar por ello de forma clara y absoluta. Mucha gente que quisiera poder luchar contra enemigos claros y malignos a los que poder derrotar o condenar al infierno con todas las de la ley. Hay mucha rabia y mucha gana de venganza que en otras épocas se traducirían en cruzadas militares o morales, en persecución de judíos o herejes o expansión militar por territorios conquistables; o en patriotismos místico-románticos pero capaces de machacar cabezas o reducir otras naciones a dominio incuestionable. En otras épocas había verdades que defender y normalmente eran verdades absolutas, incuestionables, por las cuales se moría si llegara el caso. Una expansión colonial en nada se diferenciaba de una misión divina de expansión cristiana, mahometana o de cualquier dios. Era necesario creerse superiores y poseedores de valores irrenunciables con lo cual justificar la misma existencia.
que quisieran ser fanáticos de algo y poder luchar por ello de forma clara y absoluta. Mucha gente que quisiera poder luchar contra enemigos claros y malignos a los que poder derrotar o condenar al infierno con todas las de la ley. Hay mucha rabia y mucha gana de venganza que en otras épocas se traducirían en cruzadas militares o morales, en persecución de judíos o herejes o expansión militar por territorios conquistables; o en patriotismos místico-románticos pero capaces de machacar cabezas o reducir otras naciones a dominio incuestionable. En otras épocas había verdades que defender y normalmente eran verdades absolutas, incuestionables, por las cuales se moría si llegara el caso. Una expansión colonial en nada se diferenciaba de una misión divina de expansión cristiana, mahometana o de cualquier dios. Era necesario creerse superiores y poseedores de valores irrenunciables con lo cual justificar la misma existencia.
Pero todo esto ha entrado en crisis. Las verdades se han diluido en nubes; y, con un impulso más de inteligencia, acabamos en los desiertos infinitos. Se han traspasado todos los muros de contención de dogmatismos, de metafísicas, de fes, de idealismos y no hay nada, absolutamente nada, que no quede diluido en un infinito de concatenaciones sin alma alguna y sin sentido propio y sustancial. Quizás hayamos salido de Egipto y ahora nos adentramos en el puro riesgo y la pura indefinición. Bien es verdad que quedan muchos residuos del pasado, muchas nostalgias de los ajos y cebollas que solíamos comer: hay fundamentalismos de todo tipo que siguen reclamando territorios: otros siguen empeñados en hacer de esta tierra un cielo o un paraíso programado y ordenado. Pero lo que sí es cierto es que ya se han traspasado todas las fronteras de la certeza absoluta y no hay nada que no sea cuestionable y reducido a flujos o corrientes o fuerzas, u oscilaciones o verdades objetivas siempre provisionales hasta alcanzar nuevos territorios.
Se podría decir que para mucha gente es insoportable vivir sin causa fanática. Y los fanatismos son siempre una posibilidad, no importa qué territorio ideológico (o ausencia de ellos) habitamos: hay potencial de fanatismo para todo: fanáticos de la tolerancia, del igualitarismo, del orden natural o divino, del mercado libre o planificado; de Jehová o de Alá. Nadie escapa a la placentera posibilidad y oscilación hacia la venganza, hacia la santa o histórica ira, a la conquista de nuevos centros de poder desde donde "articular", hacia la lucha entre coordenadas, hacia la imposición de algo sobre algo.
Pero nunca como ahora somos profundamente conscientes de la total imposibilidad de justificar nuestra Razón en términos metafísicos, permanentes, eternos, divinos, naturales, históricos, raciales. La misma Historia ha pasado a ser un juego de conveniencias, de relación de poder y de fuerzas; pero nada más. Ahora se nos abren los grandes desiertos y las grandes estepas que nos rodean. Los espacios celestes siguen siendo infinitos e indefinidos. Pero, amigo Turramón, tras todas estas extensiones también se puede divisar un inmenso centro de atracción que a modo de agujero negro nos puede ir tragando o haciéndonos oscilar en una eterna órbita.
Turramón entonces contestó:
Amiga Rulanda, si así han de ser las cosas, que quizás lo sean; yo, entonces, con mayor "razón" doy mi arriesgado salto hiper-irracional hacia el territorio de la fe. Allí espero encontrar a las tribus perdidas que no dejan de merodear por los desiertos en busca de un nuevo territorio donde habremos de obtener nuestro sustento de sentido y realidad. Lucharemos cuando hayamos de luchar y estaremos en paz cuando hayamos de estar en paz. Será la escritura de un nuevo libro cuyas páginas por ahora siguen en blanco.
Claro que esta conversación habría de seguir....
La figura del Nazareno. El Nazareno se movía en una sociedad judía de proyección histórica. Un Génesis y un Apocalipsis con un pueblo elegido que habría de gobernar sobre todas las naciones. Ese gobierno sería un gobierno universal y justo de Jehová en una Tierra renovada. Esa es la esencia del Nazareno que también conlleva venganza sobre los inicuos, los malignos que explotaban al pueblo, los ricos, los colaboradores con el poder gentil o goyim: Roma. El juicio de Jehová sería un juicio terrible. Los malos a un lado, al Gehenna a arder como leña o basura, y los buenos al Paraíso del Señor.
ResponderEliminar"La venganza será mía" dice Jehová.
Y el Nazareno era un profeta; un profeta más en el Israel de entonces. Anuncia el Profeta el Reino del Señor.
La idea central de Reino de Dios. Caída a la Historia desde el Edén. Nomadismo, esclavitud, escape y vuelta al nomadismo: marcha por el desierto camino de Canaán: la tierra de leche y miel, la Tierra prometida. Regulación de las tribus: la Torá: regulación económica, social, parentescos, moral, militar, religiosa. Canaán se hace realidad: conquistas, máquina militar en acción, exterminio, Arca de la Alianza, distribución de territorio; jueces: la tentación de crear un estado: la monarquía. David, Salomón y período de implantación del partido Yavista/Jehovita a través de luchas internas, reyes más o menso inclinados a instaurar la centralidad del culto a Jehová: la importancia de Josias. División de Reinos, la Desaparición del Reino del Norte: Judá. El exilio babilónico. Tiempo profético: Israel es un pueblo rebelde y trae su desgracia para sí, pero también están las promesas de Retorno, de Nuevo Templo y Reino Justo de Dios. Reino Universal de Jehová. El retorno: Esdras, Nehemías: reconstrucción del 2º Templo. Griegos: los gentiles hoyan el Templo: rebelión macabea: Roma y los herodianos. Corrientes mesiánicas: los dos mesías: el sacerdote y el guerrero: sectas apocalípticas-puritanas: esenios, Juan el Bautista, ¿Jesús?
ResponderEliminarEl Reino de Dios o el reino de los cielos como idea central de tales movimientos: la inminencia del fin de los tiempos.
Es evidente que en la época de Jesús la sociedad judía estaba dividida como en toda sociedad de acuerdo a intereses. posturas, afectos. La distribución de poder político y económico favorecía a unos y reducía a la pobreza y el hambre a otros, sin hablar ya de las consecuencias visibles del infortunio de una mayoría: cojos, paralíticos, leprosos, etc. La distribución del poder la hacía Roma. En última instancia era Roma. Cuanto más se avenía uno con Roma más privilegio se podía conseguir, más posibilidad de evitar problemas, más contemporizador se hacía uno con el mundo y las ideas ya que Roma era la Civilización por excelencia. Además ya había un substrato griego en la sociedad israelita de aquel entonces asumido por estamentos de poder o quizás generalizado.
ResponderEliminarPero cuanto más lejos se situaba uno respecto a Roma más excluido quedaba, más necesitaba encontrar su razón de ser en su propia religión, su propia identidad judía. su odio hacia el invasor y sus gobiernos títeres herodianos. Pero su propia identidad judía era variopinta y no era lo mismo ser fariseo que de la corriente generalizada del Templo: judaísmo popular. Tampoco era lo mismo ser un zelota o un esenio o un juanista. Todo variaba en función de necesidades, intereses, estabilidades espirituales. Quizás las circunstancias en la época de Jesús se iban pareciendo ya a la época de la rebelión macabea de más de un centenar de años antes. De nuevo la oscilación se iba aproximando a un odio generalizado a Roma; de nuevo se ponía en cuestión el Templo como centro legitimador del judaísmo puro. La sociedad judía se radicalizaba a marchas forzadas y el miedo subyacía en subconsciente colectivo de muchos.
¿Quién era Pablo en medio de todo esta efervescencia social y religiosa? ¿En dónde estaba situado Pablo y cómo cambió su postura después de su conversión o caída del caballo camino de Damasco?
Quizás al Cristo del Nuevo testamento lo tengamos que encontrar entre Pablo y el Nazareno.
Quizá Pablo nunca existió, y sólo es un personaje o pseudónimo utiluzado por los CURAS del momento partidarios de Roma.
ResponderEliminarPedrosa Latas
El episodio del Camino de Damasco tiene todos los ingredientes que caracterizan a los mitos, milagrerias de las vidas de santos y cuentos infantiles. Lo siento, pero los ateos incorregibles lo vemos assi.
ResponderEliminarPedrosa Latas
Si Pablo hubiera sido un zelota, entonces hubiera sido un radical contra Roma. Su vida anterior a su conversión hubiera sido una vida de lucha antirromana. Esto implicaría también una postura visceral contra las autoridades del Templo, en menor medida contra los fariseos. Pero no era así, según Hechos fue colaborador y cómplice con apoyo del Templo, para perseguir los seguidores del Nazareno. Previamente había consentido en matar a Esteban por sus "blasfemias" contra el judaísmo. Hechos no matiza, o matiza poco, ¿qué judaísmo? ¿Qué significaba la sinagoga de "los libertos" y la de los de Cirene y Alejandría en el judaísmo de entonces? Todos ellos contaban con el beneplácito del Templo a la hora de matar a Esteban, eso parece ser cierto según Hechos, El joven Saulo ¿estaba al servicio del Templo? ¿Policía? ¿Espía? El Templo se avenía con Roma sin mucha dificultad. Su función política era poner "orden" y evitar fricciones con Roma. Pablo odiaba la figura del Nazareno y sus seguidores. Esa figura patética y perdedora y antirromana no era su Mesías ni su Salvador. ¿Es Hechos fiable? ¿Hasta qué punto? ¿Quién era Esteban? ¿No se podía decir algo más del joven Saulo? Y ¿por qué no? ¿Por qué no se dice más de Saulo? ¿Por qué ese silencio? ¿Desde qué postura o situación escribe el autor de Hechos? ¿Cuántos años después de todos estos acontecimientos? ¿Está el autor de Hechos ya asentado en alguna comunidad cristiana? ¿En qué contexto y a qué desafíos teológicos ha de enfrentarse tal comunidad? En una palabra ¿para qué se escribe Hechos? ¿Tenía algo que ver el joven Saulo con el poder herodiano?
ResponderEliminar¿Y después de la caída del caballo?
Si la figura profética-mesiánica y apocalíptica del Nazareno significaba la culminación de una historia que implicaba de lleno al pueblo de Israel y su definitiva liberación y horrible venganza contra los impíos (mía es la venganza, dice Jehová); y si la predicación del Galileo constituía una movilización de intensidades afectivas con su ética de urgencia y cuya resonancia inquietaba seriamente al poder herodiano establecido y así mismo a Roma; con Pablo de Tarso algo cambia con respecto a esta figura del profeta judío galileo.
ResponderEliminarNo es que el judaísmo de entonces no dispusiera de sus propias disquisiciones esotéricas y especulaciones místicas; y el Libro de Daniel y la tradición del Libro de Enoc y la Sabiduría de Proverbios y las tradiciones orales fermentadas en Babilonia que más tarde daría lugar a la tradición místico-oculta de la Kabbalah; y no hablemos del la teología proto-gnóstica de las comunidades del Qumram allá en el desierto de Judea; pero con Pablo de Tarso la figura del Nazareno-judío se desplaza, se recodifica de tal forma que podríamos hablar de un gran cambio de paradigma.
Un cambio de paradigma. El Cristo de Pablo, el Cristo que habla a Pablo inaugura un desplazamiento del judaísmo de imprevisibles consecuencias.
Si el Reino de los Cielos del Nazareno era la culminación de las promesas del cumplimiento de la Torá a través de Israel, para el Cristo de Pablo se trataba del vencimiento del poder del mal que dominaba el Cosmos a través de la carne y de lo cual daba testimonio la perfección de la Torá para irremisible y absoluta condenación nuestra. La entrada al Reino de los Cielos requería entonces de una Redención cósmica que hiciera posible la expiación de toda la creación y así gozar la Humanidad (Israel+los Gentiles/Roma) de una salvación inmerecida por la vía de la fe.
La figura del Nazareno se convierte --o se revela así-- en una divinidad preexistente y encarnada como hombre cuya misión en la Tierra sería la de servir de Víctima propiciatoria para Dios Padre en sacrificio vicario para la humanidad. Entramos en una compleja teología que ha de recodificar toda la Tanak o Antiguo Testamento en función de tan grandiosa obra de salvación. Con Pablo el tarsota, se abre un Nuevo Testamento con un Cristo, Jesucristo victorioso a través del sacrificio de la Cruz. Comienza el cristianismo.
Con Pablo nos alejamos del Nazareno terrenal y su contexto histórico de inquietantes tramas políticas bajo el Imperio; de sus milagros entre el pueblo común, de sus andanzas y polémicas, de su ética de total desprendimiento y puntual cumplimiento de la Ley; para entrar en Cristo cósmico que se encarna para cumplir con un plan divino predestinado desde antes de la fundación del mundo. Es la dimensión mistérica rayana en el dualismo gnóstico platónico del Pleroma y el mundo bajo el dominio de Satanás y del Pecado como esencia y condición humana.
No estaba el judaísmo de entonces fuera de tales influencias como ya hemos dicho; es posible que ya hubiera una receptividad en ciertos círculos hebreos a estas especulaciones de tinte mistérico; pero el tour de forcé paulino con su cambio de paradigma de salvación por fe en lugar del cumplimiento de la Torá y su inconveniente circuncisión y su fuerte etnocentrismo israelita; abrió así la puerta al mundo gentil a un Cristo universal. El Cristo paulino, Jesucristo, se hacía apto al mundo grecorromano; se abría al Imperio. Ni judíos ni griegos, todos uno en Cristo Jesús.
Hechos, a pesar de su postura de reconciliación, no puede disimular lo incómodo que era el tarsota entre los primeros seguidores del Nazareno y sus "columnas" o jefes de la comunidad de Jesús en Jerusalén. A lo largo del Nuevo Testamento y a pesar de la censura que pudieron haber sufrido sus textos o desaparición de algunos; sin embargo la polémica con Pablo tuvo que haber sido de alto calibre como se puede leer en Gálatas o capítulos finales de Hechos cuando Pablo es "condenado" por Santiago (hermano de Jesús) y las Columnas a expiar su supuesta profanación del Templo.
ResponderEliminarHabía desconfianza hacia Pablo y "los judíos" o "judaizantes" de Hechos, mucho nos tememos eran los seguidores del Nazareno gobernados por Santiago, Pedro y Juan....
Quizás, quizás, es apasionante, como arriesgado, introducirse en esta investigación. Pablo no por ello deja de ser un gigante y un perspicaz conocedor de la naturaleza humana. Quizás tenía Razón en la naturaleza del mal y del pecado. Su radicalidad en cuanto a la condición humana no deja de ser también radicalmente sensata y realista. Y también de su salvación.
A un nivel pragmático un gentil para pasar a ser seguidor del Nazareno habría de convertirse al judaísmo ya que el movimiento inicial de Jesús seguía siendo netamente judío, salvo los matices mesiánicos y el significado del Galileo como profeta o mesías. Por tanto el gentil habría de circuncidarse, cumplir con los preceptos de la ley, dar el diezmo al Templo, etc.
ResponderEliminarPero el evangelio de la fe, o el evangelio de "Pablo", ya no requiere tal conversión al judaísmo; o si se quiere dicha conversión queda restringida al llamado Pacto de Noé, según Hechos, de evitar comer carne ofrecida a los ídolos, fornicación, o carne con sangre. Pero a juzgar por las epístolas de Pablo ni tan siquiera se seguía ese pacto ni se menciona a lo largo de sus escritos. El nuevo pacto de la fe o de la Gracia hacía posible la conversión de gentiles sin necesidad de someterse a la ley ni al Templo.
Todo ello dio lugar a la separación de facto del judaísmo del cristianismo. Los llamados "temerosos de Dios" (meketos) vieron así la puerta abierta a pasar a formar parte del "Pueblo de Dios" sin necesidad de ser judíos.
Pero hay mucha tela que cortar en todo esto. Un zelota en la época del Nazareno podría considerarse como la versión más política, más politizada, de la liberación de Israel y de la implantación del Reino de Dios, pero por medios posibles: por las armas, por una victoria militar, a través del poder; del debilitamiento de Roma por la acción. El Reino de Dios cobraría realidad por la acción material y concreta de los hombres que logran construirlo. Inspirados por Dios, desde luego, pero siempre subordinado a la acción concreta y estratégica de arrebatar poder al Imperio y sus secuaces. La rebelión macabea había sido la prueba de lo que se podía hacer. Que luego derivara en lo que había derivado era por errores que se habían cometido, pero que se podían corregir. La próxima rebelión e instauración del Reino de Israel no cometería tales errores.
ResponderEliminarEsta sería la versión "materialista" del reino de Israel o Reino de Dios a través de Israel. Los habría más exaltados, más fanáticos de sangre caliente; pero los habría también centrados en lo posible y en estrategias más pensadas y a largo plazo.
Estaríamos hablando de un movimiento nacionalista cuya idea del reino de Dios era un Israel liberado por la acción de las armas del poder romano. ¿Se reinstauraría la dinastía de David? Eso pasaba a un segundo plano.
Pero luego estaban los que también creían en una victoria militar tras una rebelión del pueblo contra Roma, aunque más ligado a un proyecto religioso que delegaba la conflagración final a un milagro o intervención divina, tal como predecían las profecías apocalípticas. Esa rebelión final y victoria se conseguiría por medio de un Mesías o figura mediadora entre Dios y los hombres con el fin de hacer posible el Reino de Israel en esta tierra. El Reino ya tiene más connotaciones de renovación milagrosa, utópica, de armonía y perfección, etc. Entra en "acción" el milagro.
Esta forma de pensar también radicalizada e intensa se daba quizás porque ante los innumerables fracasos de crear un reino de Israel político, dentro de lo humanamente posible, la única opción sería ya el milagro directo de la intervención divina.
Esta idea del reino de Dios seguía también siendo histórica, horizontal y proyectada a un futuro próxima, debido a "las señales" que se estaban dando de opresión e injusticia insostenibles. La intervención divina o milagro se haría de forma "material": lucha militar, destrucción material del mundo presente. El apocalipsis o revelación daba muestras de lo que habría de ser esta catástrofe divina: todo se realizaba dentro de una materialidad crujiente, sangrante, explosiva... y luego aparecería un reino o Jerusalén celestial también material y un reino divino pero con cuerpos humanos reconstruidos.
Esta "cosmología" no era ajena a los fariseos. Ellos también la compartían, pero con matices de moderación, de calma, de santificación como medio o introducción al reino por llegar. No había que provocar ni inquietar de forma tan radical a Roma; más paciencia, más purificación en esta vida y espera en la resurrección. Todo se cumpliría, pero a su tiempo. Los fariseos practicaban más una "real politik", neutralizando el fervor político y la sangre caliente; pero también la impaciencia mística-apocalíptica de los Quomram y los Bautistas de Juan. ¿Y del movimiento del Nazareno?
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Si contrastamos a los zelotas con los fariseos, podemos ver el funcionamiento de la representación religiosa como suplemento de una realidad que ha de frenarse o arrestarse de alguna manera. Digamos que ante los impulsos o las fuertes intensidades "fanáticas" o politizadas (radicalizadas), que quieren resultados inmediatos o "materiales"; hay una tendencia más moderada que desplaza o substrae-- en mayor grado-- la realidad a un plano de representación donde el conflicto real-histórico se escenifica en claves religiosas. Es como si dijeran: sí, cierto, todo eso es verdad, pero hay que esperar, hay que tener más paciencia, hay que ser realistas y ver que Dios quiere primero nuestra purificación, nuestro escrupuloso cumplimiento de la Torá antes de que llegue el Reino. Con ello evidentemente se evita toda directa confrontación con Roma y se evita así mismo la catástrofe militar que podría acontecer.
ResponderEliminarLa suplementariedad religiosa de los apocalípticos, sin embargo, se limita a una espera del milagro divino de su intervención ante unas señales evidentes. Es una suplementariedad de urgencia y con casi los mismos síntomas inquietantes que los zelotas ante el poder romano y sus cómplices o comparsas saduceos y demás.
En Pablo sucede algo curioso. En primer lugar el concepto Israel se mueve como concepto teológico más que como pueblo inmerso en una realidad social, histórica, en conflicto con el Imperio Romano. Ocurre lo mismo con la figura del Nazareno que de ser humano o profeta inmerso en la realidad del Israel de entonces pasa a ser así mismo otra figura de significados místico-teológicos. La suplementariedad religiosa en Pablo abarca toda la existencia humana. Digamos que para Pablo la historia como tal es la manifestación de conflictos subyacentes a la realidad material: son conflictos que se han de comprender dentro de una trama cósmica-religiosa.
ResponderEliminarPablo diría a los judíos: "Creéis que luchando contra Roma vais a solucionar vuestro problema nacional e instalar el reino de Dios en la tierra; creéis que vuestra lucha es terrenal y mesiánica en un sentido político, militar y profético, circunscrito a la etnicidad de Israel como pueblo elegido para gobernar la tierra; pero yo os digo que el problema no es Roma, ni el mundo gentil que os rodea; ni el incumplimiento de la Torá; el problema está en las fuerzas ocultas e invisibles que nos dominan; en los dramas cósmicos entre Dios y las fuerzas del mal que escenifica el ser humano como ser humano, al margen de su nacionalidad o etnia. En este drama ya no hay judío ni gentil, ni Roma ni Israel; hay un ser humano que vive en su condición radical de pecado y que para salvarse ha de acogerse a un plan de salvación Divino, no humano. Y ese plan no tiene nada que ver con guerras de liberación, ni con proyectos políticos, ni con cumplimientos escrupulosos de la ley que os separan del resto del mundo. Este plan Divino no tiene nada que ver con la materialidad de las obras o acciones humanas, ni con la acción política, ni con purificación alguna que dependa de la voluntad del judío. Es un plan de salvación inscrito en un proyecto Divino, de significados espirituales; y accesible a través de la fe para los predestinados por el Padre ya antes de ninguna materialidad histórica posible."
Con lo cual el discurso radical profético mesiánico queda políticamente desactivado. Roma pasa a ser un poder legislador beneficioso para la sociedad en general: Romanos 13: "Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. 3 Los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y serás alabado por ella, 4 porque está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme, porque no en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para hacer justicia y para castigar al que hace lo malo. 5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia, 6 pues por esto pagáis también los tributos, porque las autoridades están al servicio de Dios, dedicadas continuamente a este oficio. 7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra".