25 abril, 2014

LA VERDAD OS HARÁ LIBRES

Me decía alguien que es un hombre de fe que si ejercemos demasiado la crítica respecto a los dogmas de la Iglesia o los textos bíblicos canónicos, corremos el peligro de quedarnos sin nada. Es curioso, uno siempre creyó que ejercer el pensamiento
crítico es la mejor manera de afirmarse y adaptarse a la vida sin engaños. Nadie podrá ser capaz de ejercer su vida con responsabilidad si no se arriesga a pensar de forma libre y adaptada a su propia afectividad. Los territorios comunes de encuentro con los demás, con el prójimo, o se forman de manera libre y voluntaria o si no se escoge resignadamente el camino de la servidumbre y la esclavitud. Y la mejor manera de tener una mente libre es ejerciendo el pensamiento crítico hasta sus últimas consecuencias. Todo lo contrario a lo que dice el hombre de fe de arriba. Ejerciendo el pensamiento crítico nos abrimos a la vida en su plenitud y eliminamos en lo posible los prejuicios, las imposiciones que los demás tratan de ejercer sobre nosotros.
¿Qué fe es esa que tiene miedo de ejercer la crítica hasta sus últimas consecuencias? Uno creía que la fe siempre apunta a la liberación de todo ídolo, de toda imposición humana, de toda coacción interesada; de toda interpretación o discurso que pide la obediencia y sumisión incondicional. La verdad os hará libres (Jn 8:32) implica también que nuestra adhesión a un canon bíblico o a una iglesia, o se hace desde un pensamiento libre y voluntario, o de otra manera no es más que seguir mintiendo con uno mismo; seguir practicando la obediencia a terceros que nos imponen su verdad, no la nuestra. La fe del esclavo que prefiere subordinarse a ejercer su libertad y responsabilidad sin miedo y con riesgo.
Hemos de desconfiar de todo aquel que te trate de imponer sus axiomas de fe o
creencia como si fueran verdades universales a las que no nos podamos sustraer. Peor todavía de aquellos que nos amenazan con castigos eternos o consecuencias funestas de deidades o autoridades encolerizadas, si no aceptamos sus axiomas. En realidad lo que suele suceder en estos casos es que estas personas te está tratando de imponer su verdad particular que obedece en primer lugar a sus afectividades personales. Jamás aceptemos una verdad que no haya sido dialogada, consensuada, o aceptada por convencimiento o necesidad afectiva propia. Todo lo demás es idolatría, sumisión y resignación. Lo cual no deja de ser otro axioma a cuestionar antes de tomar esa decisión. ¡Ejem!

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EL HOMÍNIDO CHARBOT Y LAS SEÑORAS

 

7 comentarios:

  1. Cuando se lee un texto como los evangelios o el Nuevo Testamento puede ocurrir que el lector descubra en los textos aperturas espirituales de intenso placer por su novedad y profundidad. Puede ocurrir que descubra en la lectura la oportunidad de salvación de su vida y las enseñanzas fundamentales que esperaba. Pero también puede ocurrir que no le digan nada, que le aburra la lectura intensamente y la abandone. Que lo entienda como una narrativa plena de supersticiones para gente dispuesta a creer en lo que sea. Cada uno lee y saca sus consecuencias..

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  2. Todo cambiaría si hubiera principios universales que funcionaran como axiomas incuestionables. Pero tal cosa se ha desvanecido. Sólo hay fenómenos que se presentan a la conciencia. Pufff!!!!

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  3. Al final todo quedaría así. La Torá es incuestionable en sus principios básicos. El trabajo bien hecho y honrado se reflejaría en una ley de oferta y demanda regulada por los principios básicos de la Torá. Todo lo demás es campo libre para la creación, la imaginación, la invención.
    Los cristianos creen que Cristo cumplió la Torá por ellos de forma perfecta. No se les juzgará por la Torá, pero sí han de vivir de acuerdo a los principios básicos de la Torá.

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  4. La realidad pura y dura es lo que somos y lo que nos rodea. Todo ello es visible y accesible a los sentidos. En esta realidad hay que vivir minuto tras minuto. Quien sepa vivir en la realidad con los pies bien puestos no necesita de otra realidad invisible con la que relacionarse. El hombre de mundo está a gusto en el mundo. Se relaciona bien con el mundo en el sentido de que no necesita recurrir a mundos fantásticos o imaginarios para vivir.
    Pero es todo apariencia. Un hombre de mundo resulta aburrido y repetitivo. Un verdadero tarugo.
    Se necesita algo más para despertar los sentidos al infinito de las cosas, los acontecimientos y situaciones. A ese algo más yo lo llamo espíritu. Vivir en el espíritu.
    Pero no todos los que dicen vivir en el espíritu han superado la vida rutinaria, repetitiva; no importa que esté expresada con lenguaje "espiritual".
    Uno se puede relacionar con la realidad de muchas maneras. Invito a explorar la realidad con ojos de artista e inocencia en algún momento.

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  5. El cosmos de Aristóteles era un cosmos que se podía desentrañar con la razón y la disciplina. Era un cosmos donde el logos podía reconstruir una realidad segura y fundamentada. No importa por dónde fuera la mente de cualquier insensato, el cosmos seguía su curso ordenado; la vida seguía sus pautas reguladas. Las cosas, las ideas, los fenómenos quedaban desvinculados del mito. Era la razón, no el mito de los dioses y sus relatos.

    Con Kant el mundo se torna humano. El mundo en sí es inaprehensible. Tan sólo existe el mundo para sí.

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  6. La imaginación se rebela. Aspira a transmutar el mundo. A darle un toque de magia, de creación propia.

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  7. En el pensamiento profundo del escepticismo actual el universo es totalmente indiferente al bien y al mal. El universo es un ente ciego a valores éticos o a cualquier significado que los hombres le quieran dar. Es lo que es y punto. Si un déspota acaba masacrando miles de personas al universo le es totalmente indiferente. La vida de las personas y los acontecimientos se miden por valoraciones humanas sin referentes divinos, ontológicos, o metafísicos, pues esos referentes, Sres. y Sras., no eran más que productos humanos hipostasiados.

    Estamos solos con nuestra conciencia en un universo inanimado y absolutamente indiferente al devenir humano. No nos sirve de consuelo decir que somos, después de todo, ese mismo universo consciente de sí mismo. El mal y el bien serán ya siempre relativos a relaciones de poder y fuerzas.

    Pero si así fuera, el mal en su pureza sería precisamente ese universo indiferente y ciego. ¡¡Qué máquina de precisión sádico-masoquista nos hace ser y vivir!! ¡¡Qué monstruosidad de existencia!!

    Repito: He ahí el Mal en su pureza.

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