Me he dado cuenta que en realidad nos sobran ¾ partes de los
políticos que tenemos. Además, se
contradicen aquellos que claman contra los
políticos corruptos e ineficaces y luego piden más estado. No se dan cuenta que
a más estado más políticos ineficaces, y, lo peor de todo: innecesarios. La
economía no necesita de guías espirituales o de curas o teólogos que la
dirijan. Esa es la trampa. La economía se guía por unas leyes de mercado que
acoplándola a unas leyes civiles de máxima garantía de derechos y obligaciones
las cosas casi marchan solas. El problema empieza cuando media humanidad quiere
salvar a la otra y entonces surgen curas, tutores, teólogos, consejeros
espirituales que quieren dirigir y regular la economía, la vida civil. Estos
curas etc, necesitan vivir, comer, hacerse notar, verse como imprescindibles.
De ahí que prediquen Estado. Ellos son los que dan vida y justificación al
Estado. El Estado son ellos en primer lugar. Sin el Estado no tendrían sentido.
Siendo la experiencia humana algo tan complejo y complicado,
es imposible reducirla a una simple definición; y, por lo tanto a una simple
función por decreto. En un estado socialista o comunista, la aspiración es que
nadie pueda sobresalir a un igualitarismo impuesto por el estado. Y ese igualitarismo
no dejaría de ser una opción ideológica interesada y conveniente para quienes
comparten esa ideología; y, quienes comparten esa ideología necesitan el poder
para ejercerla e imponerla como la verdad, lo bueno, etc. Cuentan estos
señores, con la demagogia como arma. Prometen el otro y el moro de máxima
felicidad con retórica y palabras. ¿Quién no desea vivir lo mejor posible
trabajando lo mínimo? ¿Quién no desea vivir en una sociedad utópica con toda
necesidad cubierta y todo planificado para vivir con el mayor tiempo libre?
Todos.
Pero otra cosa es cómo llegar a ello.
El socialismo y el comunismo escogen la vía de la retórica y
la representación simbólica. Ponen el aparato político e ideológico-demagógico
a funcionar a toda máquina para mover a la gente en la dirección interesada; pero
a la hora de crear el motor económico para llevar a cabo el proyecto utópico,
este se atasca, se

estropea con facilidad y la dura realidad se impone de
nuevo. El ser humano es muchas cosas a la vez, no sólo una en una dirección. A
la hora de hacer economía hay que movilizar los recursos humanos más
inteligentes y eficaces para crearla; hay que facilitar la libertad creativa y
de riesgo para que esa economía se movilice en la dirección óptima. Y para ello
hay que crear estímulos, hay que facilitarlos con premios, con compensaciones que hagan
posible que los mejores entren a poner en funcionamiento el motor de la economía con el manual adecuado. Luego será el respeto a
la ley lo que haga posible que la riqueza se diversifique de la manera más
justa para todos. La estructura económica ha de ir de la mano de un fuerte
individualismo guiado por una ética y moral innegociable de justicia, derechos
y obligaciones.
Para esto no necesitamos tantos políticos, tantos curas y
teólogos del estado salva-mundos.