04 enero, 2013

CUANDO LOS BUENOS ERAN BUENOS Y LOS MALOS MALOS


La película era una de vaqueros en blanco y negro y trabajaba John Wayne con 27 años. Es del año 1934 y se titula “Steel Blue” o “Acero Azul”. El tema es el siguiente: John Wayne llega como de incógnito a un pueblo donde conoce al sheriff. Pero en ese pueblo hay un problema: uno de los ciudadanos con más poder quiere apropiarse de los ranchos de los vecinos del pueblo. Para ello contrata a una banda de pillos que aterrorizan a los rancheros para que cojan miedo y se vayan. La razón de esta actuación se va descubriendo que se trata de que debajo de los ranchos hay una mina de oro y entonces el malo malo (el mero malo) pues quiere apropiarse de todo los terrenos a muy bajo precio o a ninguno una vez que los rancheros se tienen que ir huyendo. Pero una chica y su padre que venían de otro sitio para visitar el pueblo y sus propiedades fueron atacados por la banda de pillos que ya esperaban su regreso y mataron al padre. A partir de ahí la chica descubre que el malo rico que pretendía ser muy bueno ayudándola, no era tan bueno y entonces escucha detrás de una valla una conversación con otro malo donde se revela el plan malvado. Ella, que había sido defendida por John Wayne y el sheriff en aquel ataque, pues va y se lo dice a John Wayne. Entonces John Wayne y el sheriff engañan a los pillos y al hombre malo hasta que los vencen y la justicia se impone. Al final John Wayne resulta que es un marshall venido de Sacramento con la misión de arrestar a un pillo-atracador que resulta que trabaja para el mero mero malo. El mismo John Wayne propone matrimonio a la chica y los dos se van, al final de la película, felices y contentos a San Francisco para casarse y ser felices y tener niños.

Pues esta es una película de buenos y malos, donde los malos mueren sin derramar sangre alguna y caen con espectacularidad del caballo o de los tejados de las casas bajas del oeste. Las persecuciones a caballo son emocionantes y los malos aunque hacen cosas malas contra la gente y roban y matan; pues al final los buenos ganan y el protagonista se casa con la chica guapa y todo se arregla y las cosas vuelven a su cauce de bondad legal y orden justamente establecido.

Uno se pregunta porqué diablos las cosas no resultan así en la vida normal. Los buenos tienen que ganar a los malos y los malos sabemos todos que son malos y sin duda alguna y los buenos pues también. No habría de haber lugar a confusión alguna. He de ver más películas de este tipo. Me hacen un hombre feliz.

4 comentarios:

  1. Pues sí, señor Nesalem. Película del año 1934. El mismo año, señor Nesalem, en que estalló la revolución minera de Asturias contra la República española. Los mineros eran proletarios cargados de bondad, justicia y razón, que sólo buscaban un mundo más justo y "solidario", la abolición de las clases sociales y de la explotación del hombre por el hombre y todas esas bondades sublimes.

    La República española era mala muy mala, dominada por la "fascista" CEDA (partido que, por cierto, nunca tuvo milicias armadas), y la CEDA, según ellos, "tenía la intención" de instaurar el fascismo en España.

    Por eso, un mes de octubre de 1934, los buenos muy buenos revolucionarios mineros se alzaron en armas y a golpe de dinamita contra el gobierno legal de la República, malo muy malo y muy "fascista".

    Así son todas las cosas de este perro mundo.

    Pedrosa Latas

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  2. Y el mito de los mineros heroicos sigue funcionanado en la izquierda. Las minas de HUNOSA deberían de estar cargadas de mineros en nómina y en manos del SOMA y así seguir in secula seculorum; como John Wayne con su amada que llega virgen a ser su esposa para siempre. Y nuestros valerosos izquierdosos serían comisarios políticos-mandones-burócratas-manipuladores privilegiados para siempre. El mundo no es justo mires por donde mires. "¿Díme a qué amo estás sirviendo?" decía la canción de Bob Dylan.

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  3. Esa imagen de un mundo que consiste en una lucha del bien (de los buenos) contra el mal (contra los malos), con la seguridad de la victoria del bien, dada su superioridad moral, grata a los dioses. Entonces, todo es sencillo: nos alineamos con el bien, siempre cada humano se alinea con el bien, y luchamos por ese bien que sabemos que va a vencer. En blanco y negro. Así fue el mundo hasta hace cuatro días: hasta que en Occidente todo empezó a ser relativo, y la gente empezó a desconfiar de los absolutismos morales. Ha llegado el momento en que no es nada fácil hacer que la gente occidental se alinee con "el bien", y llevarla a los campos de batalla físicos o virtuales, a luchar contra "el mal". Eliminar las certezas morales y religiosas absolutas equivale a eliminar las guerras y los fanatismos, no nos engañemos; lleva a crear un mundo más amable y habitable. Véase Holanda y otros muchos países occidentales. Pero esto tiene un inconveniente: que esta catarsis moral sólo la ha llevado a cabo la parte más avanzada del mundo, que somos nosotros, los occidentales. ¡Vaya Ud. a predicarles este relativismo y esta comprensión superior a otros pueblos y civilizaciones, dispuestos a matar y a morir en masa en aras de un ideal absoluto del bien! Porque ellos están convencidos de que son el bien, y que nosotros somos la encarnación del mal. Avariciosos, corruptos, afeminados, putas, ateos, idólatras, pornógrafos, blandengues y sin valores morales. O sea: somos carne de degollación, merecedores de los más severos castigos y purificaciones por el fuego y el acero. Ellos sí que creen, con todas sus fuerzas, en un mundo dividido entre "los buenos" y "los malos", donde el bien siempre acabará imponiéndose.

    Cuetu

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  4. El relativismo acaba allí donde "el otro" te dice que como no hagas lo que él quiere te va a machacar. Usted mismo lo hace ver con suprema clarividencia, pues ya usted sabe perfectamente quién es su enemigo; por tanto no hay tal relativismo y sí una conciencia de que en algún momento vamos a tener que luchar contra ese MAL que usted tan bien describe. Y si no luchamos porque somos tan relativamente fofos y amorales, pues desaparecemos.

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