30 junio, 2024

LA HISTORIA VUELVE A METERNOS MIEDO: OTRO MUNDO NOS ACECHA

Hoy Francia tiene unas elecciones: unos quieren el paraíso en la tierra creyendo que los humanos somos buenos pero la sociedad nos hace malos, los otros creen que solo somos buenos si la Patria o el Líder o Caudillo nos pone a raya. El capitalismo o los capitalismos van a su bola de mercado global y expansión de mercados en base a las estrategias del mayor beneficio en el menor tiempo posible: desarrollo de las tecnologías más avanzadas que vayan sustituyendo a los humanos. El Islam tiene su propia agenda político-religiosa y se va consolidando poco a poco en los reinos cristianos infieles de otra dómina, pero que siguen siendo incorregiblemente infieles. El Islam también cree que el ser humano puede ser bueno si se somete a Dios inmerso en el Corán.

La solución era la separación de iglesia y estado, pero se va comprobando que si una iglesia desaparece vienen otras iglesias ideológicas a sustituirla: las iglesias de los que creen en la bondad humana y la sociedad mala, o la maldad humana y la sociedad bajo jerarquías buena.
Ante el desequilibrio que se presenta de fuerzas que desestabilizan el confort del primer mundo, los humanos se polarizan en buenos y malos: se erradicará el mal repartiendo la riqueza y forzando a todo el mundo a aceptar que todos somos buenos e iguales y que todos merecemos lo mismo por ser humanos no importa lo que creemos ser, pues al final seremos lo bueno que anida en nosotros. El

problema es que son solo unos pocos los que saben qué es lo bueno que anida en nosotros y suele morir mucha gente en ese fanático empeño de purificación y reeducación social. Otros varían la fórmula y nos someten sin inhibiciones a su idea de Patria-Dios o Dios-Patria y comienza también otro proceso de purificación, censuras, cárceles, exilios. La Idea, la Esencia, el Centro, la Raza, las Claves de la Historia vuelven a imponerse con sed de resentimiento y venganza. Para las religiones que no renuncian a su poder terrenal o se definen por él, Dios volverá a imponer su orden divino y lo impondrá por la fuerza.

No sé. Hubo una época en que creíamos haber alcanzado la moderación y el equilibrio basándonos en un realismo respecto a nuestra comprensión de lo que es ser un ser humano: nunca somos transparentes con nosotros mismos, nos mete miedo ser libres para escoger nuestro destino individual y lo mejor es negar esa libertad para hacernos esclavos obedientes de un partido, de una iglesia, de una Patria que nos instituya jerarquías, que nos digan lo que tenemos que hacer y por qué luchar. El miedo a la libertad nos arrastra a la fusión con el Todo, el Cuerpo Místico que nos trascienda y nos diga lo que hay que hacer. Las democracias occidentales trataron de ser realistas con la condición humana y defienden la separación de iglesia y estado, libertad de expresión para que nadie quede por decir lo que piensa, libertad de movilidad para buscar otro destino, derechos individuales. Posibilidad de estudiar y de formación.
Pero hay una fuerza mayor en los humanos: poseemos un cerebro muy complejo y complicado propenso a la paranoia y los espejismos. Los muchos cerebros en sociedad producen representaciones apropiadas para su defensa. Estamos en una guerra permanente con la realidad que siempre nos desestabiliza. El ellos y el nosotros se traduce en relaciones de inexorable conflicto. El yo y el otro siempre estamos bajo relaciones depredatorias. El universo físico funciona así y nostros somos su producto. ¿Qué hacer?
La ciencia sigue progresando y cada vez hay tecnologías más sofisticadas, la Inteligencia Artificial avanza, cada vez nos vamos internando en la realidad virtual a través de aplicaciones; desaparece la gente de atención directa en los supermercados, los cines, las fábricas los gimnasios, los servicios. Las máquinas, los robots van haciendo su trabajo. Es posible que los humanos ya sobramos como habitantes necesarios de este planeta. Estamos siendo superados por otras fuerzas con su propia agenda impersonal, no-humana, eficiente a niveles de cosmología científica a la Brian Green o los universos paralelos virtualmente posibles....

26 junio, 2024

TOMANDO UN CAFÉ Y HABLANDO SOBRE LA INCREÍBLE POSIBILIDAD DE LA FE

Hay una frontera entre la vida y la muerte que es infranqueable. No solo infranqueable, sino absolutamente fuera de toda experiencia humana. A nuestra vista solo queda el cadáver y el sentimiento de dolor o de conciencia de finitud. Más allá está lo indecible, lo impensable, la nada. No hay medio de penetrar, de saber: no hay signos que nos conecten con tal Reino de lo insondable. El ateo se conforma con decir que no hay nada porque no se sabe nada y entonces será la pura y absoluta inconsciencia. El religioso monoteista dirá que hay un cielo y un infierno reales o como metáforas de otra condición ya sobrenatural. Lo revelan las Escrituras. Hay una dimensión sobrenatural que desconocemos, pero que es real: el alma sobrevive a la muerte del cuerpo. Otras versiones lo colocan al final de los tiempos, después de una muerte de cuerpo y alma (alma como la esencia de la vida individual) interina e inconsciente hasta el toque de trompeta y luego la resurrección de todos los muertos para juicio divino junto con los que viven en tal momento presente. 


Pero hay otra manera de entenderlo: si nada se sabe eso no quiere decir más que como seres humanos y dentro de nuestros límites cognitivos y categorías de pensamiento, no podemos saber nada. Es una dimensión fuera de lo humano, por tanto inefable, innombrable, indefinible. No poder decir nada no es lo mismo que no haya nada, o que nuestra existencia no tenga otros modos de continuidad impensables para nosotros. No veo por qué el que intuye otras posibilidades de existencia más allá de la pura inmanencia física, se tenga que ver obligado a demostrar nada. Que nada se puede demostrar no quiere decir que la frontera de la muerte nos cierra definitivamente la posibilidad de ninguna trascendencia. Simplemente no sabemos.

Alguien, entre dos cafés humeantes, me hacía la pregunta ¿cómo conocer a Dios? En realidad era una pregunta común. Me gustan las conversaciones relajadas tomando café y abordando temas como estos. Efectivamente, no hay demostración alguna de la existencia de Dios bajo parámetros científicos o bajo una rigurosa lógica analítica. Hay una frontera también infranqueable, indecible, innombrable que nos impide decir nada empíricamente demostrable sobre tal ente. Tampoco bajo parámetros de razón pura. Pero eso solo nos dice que no es posible hablar de tal supuesto ente bajo nuestros aparatos cognitivos y categorías de pensamiento. Por tanto la fe para quien la viva como decisión existencial es un asunto absolutamente irracional. Quien viva la fe en Dios o crea en la vida post-mortem sabe que esas experiencias las vive como una profunda intuición subjetiva. Decir que algo es irracional solo quiere decir que está fuera del alcance de la razón, sin más connotaciones.


 

Entonces, y ya cuando las tazas de café daban a su fin, llegamos a la conclusión de que si Dios es un ente o yo diría un X real aunque fuera de los límites de la inmanencia física-natural a la que alcanzamos los humanos en nuestra experiencia diaría, entonces la fe no dependería de nuestras elucubraciones mentales, psicológicas, racionales de dar vueltas y vueltas a lo que no tiene explicación demostrable. La fe dependería de una fuerte intuición inesperada, que por "razones" inexplicables comienza a invadir la conciencia de una persona, la transforma, le da fuerza e intensidad para vivir; encuentra resonancias que no desaparecen y he ahí el fundamento de una ética efectiva, afectiva e intensa que puede concretarse en opciones morales creativas, valientes, arriesgadas basadas en una esperanza. 

¿Una fuerte intuición? ¿Hemos de depender de una fuerte intuición? Bueno, y ¿por qué no? Si tienes la fortuna de sentir tal fuerte intuición y esa intuición te lleva a una vida con sentido y fuerza e intensidad y esperanza, ¿qué razones tendrías para rechazar tal fuerte sentimiento? ¿La tirarías por la borda simplemente porque no es demostrable ni justificable en términos comprensibles para los demás? Simplemente, allá cada uno con su decisión personal ante la vida, cada uno busca o encuentra lo que mejor sintonice con su ser, pero mucho me temo que cualquier decisión tomada en esta existencia su punto de apoyo se perdería también en la mayor irracionalidad. La razón ha de dar cuenta de sí misma fuera de sus parámetros. Y esos parámetros residen en la conciencia humana finita, perecedera, contingente...   

   

LA HISTORIA VUELVE A METERNOS MIEDO: OTRO MUNDO NOS ACECHA

Hoy Francia tiene unas elecciones: unos quieren el paraíso en la tierra creyendo que los humanos somos buenos pero la sociedad nos hace malo...