24 agosto, 2023

LA GRAN CIUDAD

 El centro de gobierno de la Gran Ciudad era un programa llamado Savage. Savage comunicaba con los programas subordinados a su control a través de conductos privados que derivaban en otros conductos que conectaban con determinados robots; y, tales robots entonces hacían su trabajo. Todo estaba centralizado en Savage. Y Savage constituía una red abstracta de gobierno cuya labor era preservar las estructuras de distribución de financiación, del cuidado del orden en la ciudad a través de su eficaz policía robótica, de llevar a cabo las obras necesarias de infraestructura municipal, de producción de propaganda subliminal capaz de programar cerebros humanos a través del programa Xcer6. El gobierno de la Gran Ciudad era perfecto en su nivel abstracto.



La ciudad funcionaba en su perfección abstracta y eso era lo importante. La población real de carne y hueso quedaba libre a su arbitrio, a su libertad y modos de vida. Todo estaba bien mientras el esquema abstracto de gobierno y poder mantuviese la ciudad como un ente maquínico perfecto con sus robots y sus conductos y sus terminales. Nadie sabía quién había programado el programa Savage y quién lo actualizaba. Probablemente Savage se actualizaba a sí mismo en función de programas más avanzados aquí en la tierra como posiblemente fuera de la tierra.

La Gran Ciudad era una ciudad libre dentro de los parámetros del programa Savage. La carne y la sangre podía organizarse como quisieran, pues para Savage la carne y la sangre homínida eran productos o deshechos o restos de antiquísimos programas desarrollados en el planeta tierra en épocas pretéritas. No tenía más interés la Gran Ciudad que mantener esa reserva homínida a su libre albedrío, o sea, al determinismo de sus códigos genéticos ya anticuados y defectuosos, hasta que el agotamiento y la absoluta degeneración acabase haciendo desaparecer esa rama biológica fracasada.

De ahí que la Gran Ciudad se iba convirtiendo en todo un patchwork de barrios y distritos gobernados en función de sus orígenes ancestrales o de sus rituales religiosos, o de sus mitos que se perdían en el tiempo, o de sus identidades nacionales y étnicas remotas. Pero también había temibles tribus organizadas como mafias depredadoras harto peligrosas cuando hacían sus salidas. O también comunas anarquistas de sexo libre y familias indefinidas que pululaban por la Gran Ciudad en carromatos tirados por mulos malnutridos. Así mismo funcionaban fábricas o espacios de producción industrial donde sus obreros trabajaban bajo ciertos privilegios. Vivían en zonas protegidas por robots-policía y su modo de vida era el de una ciudad dentro de otra ciudad con vallas protectoras y vida absolutamente aislada respecto a la población exterior. También se sabía que la Gran Ciudad albergaba población mutante fruto de diferentes mezclas étnico-culturales y sus lenguas eran completamente desconocidas para muchos. Nadie sabía definir en la Gran Ciudad qué era lo normal y la locura. Todo ello parecía más bien fruto de una paranoia delirante inherente al género homínido, pero demasiado real como para eludir sus señales y sus manifestaciones.


Fuera de la Gran Ciudad había un perímetro territorial de tierras cultivables y minas de diferentes metales y hasta se decía que se podían detectar laboratorios de genética bio-maquínica, de donde salían criaturas ciborg o mutaciones prometedoras. Más allá de dicho perímetro tan sólo se especulaba lo que podía haber. Mares y oceanos de sol achicharrante durante el día y fríos gélidos durante la noche. Mejor tan solo especular y no trascender más allá de la cuenta. Sobrevivir era posible. La libre circulación por toda la inmensa extensión urbana era absoluta. Toda posibilidad de vida estaba al alcance de la mano si uno era lo suficientemente fuerte y se lo proponía. El clima era extraño. Algunas veces llovía sin parar durante días. Otras veces el sol era demasiado brillante e intenso y la temperatura podía ser fresca o intensamente calurosa. También se producía un fenómeno curioso: el tiempo meterológico se mezclaba con las emociones o las producía de un modo desconocido. A veces producía oleadas de amor colectivo y generosidad que luego se iban transformando en pura indiferencia o frialdad, y mismamente odio y violencia incontrolada.

El Consejo de Sabios del Pueblo Erkhem sabián que el universo creado por el Dios Maligno podía llegar a ser una auténtica aberración. Una deplorable degradación. Pero degradación ¿en base a qué?

Esa era la clave. Degradación, ¿en base a qué? Hurman el viejo adivino y Sylvania la hechicera conocían las antiquísimas leyendas e historia que dio lugar a la Gran Ciudad.   

23 comentarios:

  1. CRÓNICAS EN LA VIDA DE LA GRAN CIUDAD

    Trabajaba en una gran fábrica de productos químicos en el barrio de Metoz, dentro del distrito de las étnias Grupdorf y Selamni. Los Grupdorf destacaban por su actividad empresarial dentro de la industria química que ya les venía de tradición familiar en varias de sus ramificaciones. Los Selamni eran buenos comerciantes además de saber darle buena aplicación y salida a la producción de los productos que fabricaban sus primos étnicos los Grupdorf.
    Murpho trabajaba en una de estas fábricas y se encontraba a gusto con su función de simple obrero. En la vida se conformaba con pocas cosas y por lo tanto su salario le era suficiente. Se había casado con una muchacha muy apropiada a su carácter y ambos vivían una vida matrimonial tranquila. Tuvieron dos hijos varones que fueron creciendo sin mayores problemas. Iban a sus cultos religiosos que marcaban el ritmo y ciclo de sus vidas y nada parecía perturbarles su vida cotidiana. Si esta crónica que ahora escribo no se hubiese escrito, nadie, absolutamente nadie, se hubiese ocupado de la vida de Murpho y su familia.
    Habría que decir que si a Murpho y a su mujer les hubiesen recordado lo insustancial de sus vidas, lo aburrido de su transcurrir por la vida, lo conformista y conservador de sus tradiciones y valores; pues, ellos no habrían podido entender este juicio tan atrevido como injustificado.
    La Gran Ciudad seguía su forma de vida en toda su inmensa expansión urbana, y la variedad de experiencias eran casi infinitas.

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  2. CRÓNICAS DE LA VIDA EN LA GRAN CIUDAD: EL APARTAMENTO DE FHURTON SELLAR

    El ascensor echaba su tiempo subiendo al piso 40, por tanto las ganas de orinar de Fhurton Sellar no podían aguantar más y meo allí mismo en el mismo ascensor dejando un charco de orina harto desagradable. Como no quería ser descubierto como el autor de tal cerdada ante una posible parada en algún piso, pues se abotonó la bragueta de forma precipitada y al llegar a su destino las puertas se abrieron y fueron a dar a una especie de galería cuadrada a la que daban puertas y ventanas de apartamentos y que rodeaba una oquedad de 40 pisos hacia abajo produciendo una sensación de vértigo suicida inevitable incluso con la barandilla metálica protectora. Había 20 pisos más de oquedad si se miraba hacia arriba.
    Fue caminando hacia su apartamento, y sintió que tras de las persianas de las ventanas del apartamento vecino hacia el cual ahora caminaba de frente, se le estaba observando con su bragueta medio abierta y sus calzones algo extraviados de su cintura con la camisa parte por fuera y parte mal ceñida. No eran modos de caminar por ningún sitio decente. Quizás sus vecinos ya confirmarían para sí sus sospechas de la suspicaz conducta moral del vecino.
    Al llegara al apartamento vio con horror que la puerta estaba abierta de par en par. Entonces gritó con fuerza: "Quiénquiera que esté ahí que salga en este mismo momento antes de que llame a la policía o yo mismo les dispare". Hubo un silencio. El pasillo estaba iluminado, pero de repente de la cocina salía alguien que conocía bien: su primo Jerkol. Jerkol tenía las llaves del apartamento, pero no se le esperaba en este momento ni por asomo. Jerkol entonces le miró, sonrió sin decir nada, y apuntando hacia el final del pasillo le hizo ver a Fhurton que en la sala de estar había dos extraños sentados en el sofá. Efectivamente, al mirar este con más precisión y alarma, vio dos torsos extraños tocados con un gorro de lana a través del cristal transparente de la salita.
    En ese momento Jerkol deja ver su brazo todavía no visible por no haberlo sacado de la cocina y en él hay una pistola potente que ahora apunta hacia los extraños y les invita a salir. Los extraños tocados con sus gorros de lana y con mirada atemorizada dicen que van a salir, que se calmen que van a salir. Que no disparen. Entonces salen, y se dirijen a la puerta para irse; pero Fhurton ve que llevan armas de fuego en forma de bastones que ellos mismos por su propia inercia serían fuerza suficiente para matar. Es por eso que Jerkol todavía les amenaza a voces apuntándoles con la pistola, pues Fhurton no lleva ningún arma. Creía que llevaba un arma en el bolsillo, pero tiene dudas. Tienta su bragueta abierta y sigue con sus dudas. Tampoco sabe dónde está ahora su mujer. Dudaba que estuviere en su apartamento, pues se había ido a algún sitio que no recordaba. Efectivamente, no recordaba muchas cosas que debería de recordar.
    Los hombres extraños con sus increíbles armas se dirigieron hacia unas escaleras de servicio que bajaban en la misma salida del apartamento. Pero el primero no cabía bien por dicha escalera y parecía que se revolvía con su arma con intención de defenderse, pero Jerkol le dio un empellón tan fuerte que el tipo acabó rodando escaleras abajo. Lo mismo ocurrió con el segundo, pero esta vez era Fhurton quien daba el empujón final.
    Todo quedaba solucionado en apariencia. Los dos primos se quedaron mirando. La oquedad de 40 pisos de profundidad seguía infundiendo pavor suicida. Las dudas recorrían la mente de Fhurton, mientras su primo mostraba serenidad.

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  3. CRÓNICAS DE LA VIDA EN LA GRAN CIUDAD: MYRTLE HUMTHER

    Myrtle Humther vivía con su madre ciega, una mujer que a veces se agachaba para andar a cuatro patas por la casa. Quizás el síntoma de alguna terrible obsesión, o quizás una necesidad perentoria para desplazarse a su gusto. El cuarto de Myrtle estaba lleno de libros acumulados durante muchos años, pues Myrtle ya no era joven. Vivía en el distrito de Noumen, la zona de los habitantes de la antigua ciudad de Dharmat, ahora reducida a un distrito de la Gran Ciudad. Myrtle leía y trabajaba en una tienda de antigüedades a dos manzanas de allí. Cuando volvía a su casa posaba las dos palmas de las manos en el rostro de la anciana ciega y la acariciaba con fuerza, comía su cena, y se metía en su cuarto a leer. Al mirar por la ventana veía los edificios contiguos ya casi en ruinas al tiempo que podía así mismo ver los cuerpos de sus habitantes moviéndose de habitación en habitación envueltos en una penumbra de luz de neón empobrecida. A veces miraba la luna llena y ansiaba volar hacia el infinito de un espacio la mayoría de las veces cubierto de nubes de vapor y gases.
    Leía y leía hasta altas horas de la noche. La letra impresa la acarreaba como si fuese un tren bien trabado en raíles sin un final definido. Un tren que la llevaba a diferentes territorios soñados o inventados o incluso aparentemente reales. Las ideas iban circulando como bolas de acero bien engrasadas que luego encajaban perfectamente en superficies preparadas para recibirlas en forma de diseños de fantásticas geometría. Gran éxtasis y gran diálogo con las grandes mentes que reverberaban en su cerebro creando territorios ya desaparecidos en la Gran Ciudad. La libertad del pensamiento en libre expansión hasta que se quedaba dormida y empalmaba con los sueños.
    Al día siguiente volvía a la tienda de antigüedades después de dejar a su madre todavía en la cama. La tienda comenzaba a tener problemas económicos que ya requerían la asistencia de los robots del programa Savage. Los fallos estructurales de la Gran Ciudad eran detectados enseguida y si no había respuesta racional y coherente, el negocio podría ser expropiado y puesto en subasta o asignado a otro propietario más eficaz.
    Myrtle Humther vivía aquel trabajo más con las sensaciones que con la eficacia. Las piezas antiguas, los objetos extraños, los juguetes de hacía más de tres siglos, los instrumentos musicales ya míticos y cargados de misterio, los muebles enfundados en una burbuja de tiempo mítico, ejercía todo ello una influencia en ella de sensaciones espectrales provenientes de otras vidas ya consumadas, pero cuyo destino era pura especulación metafísica. Su jefe, el Sr. Askenazhí, seguía siendo el comerciante clásico, de trato afable con sus clientes, pero ya cansado y casi exhausto; enviudado hacia poco tiempo y sin hijos próximos dispuestos a seguir con el negocio. La vida no perdonaba. El tiempo desgarraba poco a poco la aparente solidez de las cosas. El Sr. Askenazhí dedicaba ya su horas más a la sinagoga de sus antepasados que al día a día de un presente secular cada vez más caduco para él.
    Myrtle, a veces, salía sola por las tardes y se metía en las tabernas-discotecas del barrio Molten para perderse envuelta en la potente música electrónic-vibrator que producía ondas orgásmicas bajo el ritmo psico-molecular capaz de llegar a un éxtasis místico sin probar ninguna extraña sustancia. Las discotecas del barrio Molten eran una inesperada sofisticación en prueba, todavía en prueba, para luego hacerlo extensivo a determinados rincones de la Gran Ciudad. Cuando llegaba a casa ya tarde se sentía agotada, completamente exhausta. Su madre bien podía estar en la cama durmiendo o bien caminando a cuatro patas subsumida en su terrible obsesión.

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  4. LA FILOSOFÍA ES PARA LOS VALIENTES

    Si me interesa la filosofía es porque la filosofía es para valientes. Si yo quisiera racionalizar mi vida de la manera más acomodaticia espiritualmente hablando, pues escogería adherirme a una ideología cualquiera o credo religioso elaborado. Pero cómo no me conformo tan fácil y las preguntas arriesgadas y valientes siguen acuciando, pues uno ha de hacérselas con riesgo y aventura. Sólo la filosofía permite a uno pensar hasta los límites del pensamiento y más allá. Sólo la filosofía te hace feliz en la casa de las angustias cósmicas, en lugar del corto entretenimiento de una serie televisiva, que por otra parte otros han elaborado para tí. Si logras dominar ciertos parámetros y conceptos filosóficos fundamentales a base de necesidad creativa y práctica, no para cumplir un expediente académico o cultureta de fiesta intelectualoide con posibilidad de ligue; entonces has abierto la puerta al viaje espiritual más intenso y arriesgado que te haya podido ocurrir nunca.
    Ojo, los filósofos son seres muy celosos de que la filosofía sea objeto de frivolidades o pedagogías facilonas que no son más que ideologización a la carta para mentes tiernas. No. La filosofía no necesita ser servida a la carta y con menu digestivo. La filosofía requiere las habilidades y técnicas del alpinista o del buceador más exigente; o, quizás del astronauta tan alejado de la tierra que ha de valerse por sí mismo en las infinitudes de un cosmos ignoto al que ha de dar cierto sentido o ninguno, pero si ninguno también no deja de ser sentido y con eso podría volver a la tierra o a otro planeta o a otra dimensión o a otra realidad, y allí quedar conforme con su hazaña o su aventura ya finalizada.
    Esto, obviamente, es sólo para unos pocos valientes. Por eso los filósofos son elitistas. Claro que lo son. Y con orgullo.

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  5. MITOS Y CIENCIA

    Si creo entender bien a Fernando, el asunto de la religión ha de someterse al escrutinio de la crítica histórica en sentido evolutivo. Es decir: la religión procede de un estadio de la humanidad en que era muy ignorante sobre la naturaleza, y el poder de la razón. Pero el ser humano evoluciona y poco a poco se ha dado cuenta que los mitos que inventó para representar sus miedos a las alimañas, los terremotos, las tormentas, la enfermedad, la peste; o/y otros fenómenos naturales y biológicos; pues tales mitos fuimos desechándolos por conocimiento más objetivo, demostrable, real. Conocimiento más racional. Entre ese pensamiento mítico, pues están las religiones. Por tanto, si la razón y la ciencia logran explicar el funcionamiento de la naturaleza y la crítica histórica el desarrollo materialista o real de la historia, entonces el pensamiento mítico sobra, son flecos del irracionalismo basado en el miedo que dominó a la humanidad, pero que ya no tiene razón de ser. Hoy día se trata de deconstruir la religión y a Dios y vivir una vida sin mito y sin Dios. Con ello el homínido sería más feliz y más auténtico. No tendrá miedo a la muerte, etc. Todo lo anterior era falso y ahora nos adentramos en la verdad de la ciencia.
    Si observamos este discurso vemos que valora el pensamiento y conocimiento racional/científico sobre la religión, el mito, Dios. Se trata de poseer un conocimiento racional/objetivo de las cosas y entonces al perder el miedo pues esas cosas las controlamos y las manipulamos a nuestro favor. Las ponemos en funcionamiento de una mayor felicidad y alegría para todos. La penicilina es un ejemplo. La informática y su alcance para solucionar problemas, otro. Algo nos estamos perdiendo muchos con este discurso tan seguro de sí mismo. Es curioso que a pesar de valorar y gozar de las cosas buenas del racionalismo y la ciencia, sin embargo muchos seguimos comprobando que el mero conocimiento como acumulación de explicaciones y datos objetivos, se agota con facilidad a la hora de dar sentido existencial a la vida. No todos somos científicos metidos de lleno en la investigación como pasión, y aun muchos científicos metidos en tal pasión, cuando dejan su laboratorio necesitan respirar en otras atmósferas, explorar otros territorios que den explicación afectiva a su multidimensional existencia: el amor, las últimas preguntas, cómo afrontar el sufrimiento y la muerte, cómo cultivar sus sentimientos estéticos, cómo rendir admiración a la belleza, cómo comprender los horrores de la historia modernos y el funcionamiento de las pasiones humanas. Cómo entender el fanatismo o las fijaciones criminales de muchos, cómo es posible que el mundo sea lo que es sin explicación alguna final, sin atisbos de nunca saber por qué las cosas son como son y no son otra cosa. ¿Por qué hay algo y no nada?, Cioran decía: ¿Por qué hay nada en lugar de algo?
    Pero Fernando nos dice que todo son ficciones, que todo está basado en la invención humana. Y si es así, entonces la ciencia sería otra ficción más a añadir, los mitos son también ficciones que funcionan, las religiones también funcionan. El problema es que una ficción entre otras ficciones no es más que una diferencia de grado. Ninguna ficción se puede establecer como verdad y entonces nos posicionamos en un relativismo extremo…
    La grieta, la fisura, el hiato, la desgarradura existencial no desaparece con esta clase de especulaciones……

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  6. EL MUNDO NO ES SÓLO CÁLCULO Y ESTADISTICA, O NEUROCIENCIA AL POR MAYOR

    Al faltar la relación mítico-sacramental con los ciclos de la vida, con las actividades cotidianas o extraordinarias, con el tiempo y las festividades; con la comunidad, entonces todo se vuelve impersonal, nos relacionamos con el mundo de una manera instrumental, desprovista tal relación de ninguna conexión o vinculación con el abrumador misterio de la existencia.
    Las religiones suplían esa necesidad, pero al aplicar el análisis racional y crítico a territorios que había que despojar de sus malezas construidas por el miedo y el poder de dominación; y, por lo tanto del oscurantismo enfermizo, al mismo tiempo arrojamos al bebé con la palangana y nos quedamos sin la esencia mitica o halo de reverencia, ritual y respeto que también formaban parte de la misma. Ahora el mundo es solo un objeto de cálculo, de explotación, de estadística, de organización abstracta, de historia narrada como dato objetivo al servicio del conocimiento instrumental.
    Hemos perdido la capacidad de contar leyendas, cuentos de lejanía mitica: "érase una vez".... la posibilidad de volver a un renovado y mas rico animismo sabiendo ya cuál podría ser la agonía y destino de un mundo absolutamente reducido y definido en términos cientificos.

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  7. CAOS EN LOS DISTRITOS DE GHURMEK, EMTARQUEN Y HJORTASK (I)

    En el distrito de Ghurmek comenzaron los sucesos. Inexplicables sucesos que se fueron multiplicando como un contagio. En los salones sociales, en los teatros y salas de conferencias y en las iglesias, comenzaron las sesiones de materialización de espiritus. Pero no eran exactamente sesiones de espiritismo. Era algo más extraordinario lo que hacía que la gente se extraviara en éxtasis delirantes sin control.
    Las conciencias rompían sus moldes racionales y se convertían en puro desenfreno de emociones sin filtros: aullidos, gritos, gemidos, lloros.....¿Qué estaba pasando?
    El profesor Justin Pérez-Milieux expuso su teoría sobre los acontecimientos en una extraordinaria comparecencia ante los responsables elegidos de los distritos de Ghurmek, Emtarquen y Hjortask. El profesor creía que las conciencias de la población habían llegado a una saturación de control racional, fruto de las ingenierías sociales que se habían venido aplicando con cierta desproporción--según el Dr. Pérez-Milieux ya que los mencionados distritos figuraban como objetivos en el proyecto Olsenhard de programación de conciencias con el único objetivo de conseguir un mayor bienestar basado en la más pura racionalidad de vida.
    La idea del programa Olsenhard era fruto de un concienzudo trabajo de sociólogos, neurólogos, psicologos y genetistas. Se trataba de encauzar las conciencias homínidas hacia una síntesis de afectividad y racionalidad que lograría por fin fusionar las inevitables grietas existenciales por dislocación de los afectos y el pensamiento lógico. Si por un lado las energías afectivas lograban descentrar vidas en unas personas más que en otras; y, de ahí, que toda la ingeniería de entretenimiento y distracción tuviese como objetivo la neutralización de tales excesos disruptivos; por otro lado, sin embargo, todas las actividades sociales, educativas, laborales; y, en general, toda la vida urbana, estaban sometidas a puros diseños de racionalidad necesarios para el mantenimiento de la vida productiva-económica-industrial. Se trataba en la vida diaria de compensar los dos lados de la existencia humana, pero sin éxito.
    El programa Olsenhard se había pensado para la total síntesis de tal bipolaridad existencial de una vez y por todas. El proyecto llevaba casi seis meses en operación y ahora algo estaba sucediendo. Algo imprevisto. Las conciencias se estaban dislocando, desplazando, rompiendo debido que se había sobrepasado un límite, una frontera con la cual no se había contado. "Las masas--decía con muestras de nerviosismo el profesor--se están volviendo locas buscando una compensación o un equilibrio que ya no logran encontrar. Sres, esto es muy serio y deberíamos ser capaces de contenerlas de alguna forma, antes de que los robots-policía del programa Savage intervengan con sus brutales técnicas de represión. Esto, Sres., sería terrible." El profesor entonces se dejó caer en el sillón situado detrás del podium. Sudaba, estaba nervioso, quizás al borde de una crisis, ya que él había sido uno de los cerebros del programa Olsenhard, de toda la aplicación del proyecto.

    (CONTINÚA ABAJO)

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  8. CAOS EN LOS DISTRITOS DE GHURMEK, EMTARQUEN Y HJORTASK (II)

    El caos, mientras, seguía. Era como si las conciencias de la gente tratasen de borrar toda racionalidad posible, toda fijación psicológica instaurada en sus mentes, todo pensamiento estructurado en función de objetivos, toda disciplina corporal que ahora buscaba romper con los corsés de vida mecanicamente regulada, y entonces los cuerpos se desataban en bailes rítmicos o impulsos desaforados gesticulando efectos de ruptura de cadenas, de ataduras, de línes rectas y entonces se buscaban las curvas, las ondulaciones dispares. No había diferencia de edad, género o categoría social. Jóvenes, niños, mujeres, hombres, viejos, ingenieros, profesores, obreros y empleados de fábricas y complejos think-tanks. Toda conciencia se rompía y todo cuerpo se entregaba a los espasmos, impulsos, gesticulaciones. Todo parecía estar contagiándose de un caos frenético, pero observando desde cierta distancia se podía detectar una especie de ritmo. Un ritmo ondulante que movía o daba cierto "orden" al parente caos convulsivo.
    Quizás las conciencias se estuviesen regenerando para emerger en otra nueva conciencia de nueva adaptación o equilibrio afectivo-mental. Todo era impredecible. Nadie sabía atacar el problema y el contagio se iba extendiendo y los distritos se iban convirtiendo en una disociación colectiva de ritmos, impulsos, convulsiones, gemidos, gritos, lloros. Los salones y auditorios se llenaban de gente poseída por "espíritus", o por entes que se les aparecían.
    El problema serio comenzó cuando las masas se fueron enardeciendo y enrareciendo en un furor imparable que se iba convirtiendo en violencia destructiva. Los edificios ardían, los muertos y heridos iban cubriendo las calles. Ni bomberos ni policía eran ya capaces de neutralizar aquel apocalipsis.
    Fue entonces cuando intervino la policía-robot del programa gobernante Savage. La situación había enviado la alarma de peligro social inminente, y el programa Savage puso en acción sus disposiciones de control sistemático. Los robots fueron dividiendo a las masas en grupos cada vez más reducidos a base de rayos laser y bombas químicas en forma de gases paralizantes. Luego los iban cargando en grandes aeronaves hacia rumbos desconocidos. El trabajo de "limpieza" del programa Savage era implacable.
    A los cuatro días los tres distritos habían quedado reducidos al absoluto silencio. Todos los directivos y componentes del programa Olsenhard habían sido detenido y transportados a las desconocidas oficinas centrales del programa Savage.
    Ahora comenzaba el programa de repoblación de dichos distritos. Savage sólo intervendría cuando las cosas derivasen en destrucción real, en rebelión catastrófica. Por lo demás, en la Gran Ciudad todo era permitido, la libertad era casi completa y los distritos y barrios podían seguir sus modos, sus culturas, sus tradiciones, sus lenguas, sus religiones, sus políticas, no importaba cuáles....

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  9. UN CAFÉ CON DINA FLEETWARD O EL MISTERIO DEL UNO Y LAS PARTES (I)

    De repente llegaba Dina Fleetward a la mesa y, una vez sentada y habiendo pedido su té con leche, se quedaba en silencio observándome por un tiempo. Luego era el tema del "yo". Dos "yos" tomando té y café. Dos "yos" en dos cuerpos sentados en el viejo café Huskman cuando afuera llovía y hacía frío y la gente caminaba en dirección a sus trabajos o a sus quehaceres. Dina perseguía a su yo, pero al no encontrarlo por ningún sitio, se daba cuenta de que el yo real venía a ser todo el universo. Un yo infinito. Nuestra única identidad real: un yo infinito. Luego echaba un sorbo de té con leche, y esperaba mi respuesta. ¿Qué responder a tal ecuación? Yo=universo infinito. No había complicaciones dialécticas en tal identidad.
    Los dos "yos" éramos infinitos, y al ser infinitos pues ya estábamos fundidos en un mismo ser o Ser. Entonces, al "ser" uno quien vive, habla, se mueve, toma té o café; y ese uno o una al mostrarse diferente al otro, da la impresión de ser dos yoes que son entidades diferentes, con vidas diferentes, bebidas diferentes e intereses diferentes; pues todo ello no era más que una ilusión. En realidad no éramos más que un mismo yo hablando bajo formas diferentes o bajo ficciones diferentes.
    Ese era el planteamiento que en principio "yo" aceptaba como principio teóricamente posible. Tanto la física mecanicista de Newton, como la física cuántica dirían que como principio no podían existir dos esencias absolutamente diferentes o almas espirituales al margen de las leyes de la física. Los maestros místicos orientales de diferentes escuelas venían a insistir en lo mismo como principio espiritual básico. El universo era todo uno, las diferencias eran ilusorias o modos de ser del mismo Uno. Dina Fleetward parecía estar en lo cierto. Yo tomé mi segundo sorbo de café. Afuera seguía lloviendo.
    Y me puse a reflexionar. Era importante que personas como Dina existieran e hicieran tales preguntas. Yo quedaba interpelado a reflexionar. Nunca había reflexionado seriamente sobre este asunto. Dina Fleetward sonreía y sorbía un nuevo sorbo de té con leche. El viejo café Huskman era nuestro refugio ante las inclemencias del tiempo y el mundo. Por lo menos durante estos cafés esporádicos. Luego cada uno vivía su vida, su mundo. O sea: su yo aparente, en su realidad aparente.

    (SIGUE ABAJO)

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  10. UN CAFÉ CON DINA FLEETWARD O EL MISTERIO DEL UNO Y LAS PARTES (II)

    Una enorme pregunta sobrevino a mi mente: Si todo es Uno y nosotros somos ya parte de ese uno, y el café, y el té con leche, y los camareros, y el afuera con lluvia y gente caminando ateridos de frío, y la Gran Ciudad es también toda ella parte del Uno, sin embargo vivimos como si las cosas, los objetos, las personas, los yoes estuviesen separados, enfrentados, relacionados de forma incompleta y muchas veces conflictiva. Vivimos como si hubiese un "exterior" a nosotros que nos limita, nos impide, nos somete a leyes físicas que no podemos infringir salvo poniendo la vida en peligro. Es decir: teóricamente es verdad que el universo pueda ser una unidad infinita, pero a nivel de conciencia humana o animal lo vivimos en un modo o modalidad de (aparente) real diferenciación; y si yo quisiera volar ahora por el café, no podría porque la fuerza de gravedad me lo impediría, o si tropiezo con un señor, tal persona notaría mi empujón, y si tengo hambre tendré que comer, etc.
    Podría pensar que es todo lo mismo, el mismo Uno actuando en diversas modalidades, sin dejar de ser Uno. Incluso mi pensamiento actual no es nada más que esa misma "fuerza del Uno" hablando de sí mismo y sus infinitas posibilidades.
    Pero entonces se presenta un dilema: nada cambia a efectos de experiencia y vivencia: la conciencia no logra vivir fusionada a su realidad externa como un Uno sin fisuras, sin desplazamientos, sin dislocaciones o conflictos. Muy bien, somos ya Uno con el universo, pero esa unidad teórica o ideal no se traduce en una vida de absoluta felicidad, de inmersión con el Todo en una paz silenciosa porque "en realidad" no necesita decir nada. Imposible soldar o unir tal fisura como conciencias humanas. Hacemos historia, hacemos ciencia, aumentamos conocimientos, vivimos en sociedades con leyes imperfectas, enfermamos y morimos sin remedio. Es decir: no nos podemos abstraer del sufrimiento que todo ello produce, por mucho que nos imaginemos que tales cosas no son reales.
    Podemos aplicar sabiduría y experiencia acumulada para amortiguar tal "realidad" (apariencia), pero si todo es Uno, la realidad es que tal Uno lo vivimos como si todo fuesen partes, y partes separadas del yo particular, que no logra fusionarse con el Yo/Uno de una vez para siempre, por lo menos en vida.
    Todo eso se lo dije a Dina que no dejaba de mirar con sus ojos abiertos de par en par. Hubo silencio por unos minutos. La gente seguía caminando bajo los paraguas y el frío. Luego, nos levantamos y nos fuimos.

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  11. CUANDO HUBO UN MUNDO EN EL QUE GEORGE HARRISON TENÍA SENTIDO

    Hubo un tiempo en que George Harrison era mi música favorita. Luego fui variando a Bob Dylan, Moody Blues, a Pink Floyd, a Police, a Crush, a Alan Parson Project, Vangelis, Mike Oldfiled, Jean-Michael Jarre.... Pero luego retorné a la música de culto de Harrison. Y digo de culto, porque a George Harrison hay que escucharlo con devoción.
    Hubo un tiempo en que la música nos poseía, y cuerpo y mente se fusionaban en una especie de éxtasis sin necesidad de alcohol, ni de química alguna o hierba. No hacía falta. La música era el elemento sagrado y sólo, solo su poder, era capaz de transformarnos en cuerpos resucitados plenos de alegría....
    El rock fue la música en toda su fuerza y poder y un año teníamos grandes bandas, pero al siguiente las bandas eran todavía mejores....
    Qué buenos tiempos fueron, tan llenos de esperanza y utopía...mereció la pena vivirlos.

    https://www.youtube.com/watch?v=wuKVEHn5gGo

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  12. LAS CUATRO PROCEDENCIAS

    Salieron del estadio. Unos salieron por las puertas del este, otros por la del este, y otros por la del norte. La puerta del sur estaba atascada. Las masas formaban riadas. Las calles se llenaban de riadas. Las riadas portaban antorchas de neón. Y las luces de neón formaban riadas de luz. La ciudad se fue llenando de luz de neón en forma de riadas o corrientes.
    Los que pretendían salir por la puerta del sur quedaron atrapados y aplastados muchos de ellos.
    La dispersión humana con sus antorchas de neón se fue extendiendo por todos los distritos, pero a mayor extensión fue también menor su densidad y al cabo de unas horas la dispersión se convirtió en pura atomización de individuos que portaban una antorcha de luz de neón por barrios y distritos donde nadie los conocía y nadie sabía lo que había pasado en el estadio central.
    En el cruce de una calle Louther se encontró con Ilhma y se dieron cuenta que estaban solos con su antorcha de neón. Se quedaron mirando el uno al otro sin saber qué decirse. No se conocían de nada y ese cruce parecía ser el fin de su recorrido tras la onda expansiva humana originada en el estadio.
    "Hemos corrido demasiado y nos hemos separado del resto del montón. Creo que nos hemos dejado llevar por el pánico." Dijo Louther.
    Ilhma se paró en seco y respondió:
    "Nunca en mi vida he corrido tanto en tan poco tiempo. ¿De dónde vienes?"
    "Del estadio. Los robots-policía nos estaban abrasando con sus rayos de fuego y sus gases paralizantes, y hemos huido como pudimos" respondió Louther.
    "Yo no vengo del estadio", respondió Ilhma, "Vengo del Gran Teatro. Fue terrible. El fuego nos atrapó en un infierno de humo y chispas, y yo pude lanzarme al exterior con la furia de un animal salvaje. Un montón de gente nos fuimos juntando formando un pelotón impresionante con nuestras antorchas de neón. Poco a poco nos fuimos dispersando a medida que nos íbamos alejando del teatro. Nos habían dicho que lleváramos nuestras antorchas de neón".
    "Estoy un tanto perdido. Es posible que yo también provenga del Gran Teatro. Sí, hubo un fuego que se fue extendiendo con la rapidez de un sonido, y yo sentí la necesidad de salir corriendo y pisoteando gente que se iba atropellando. No estoy muy seguro. Hace un momento me pareció haber huido del Estadio Central, pero estoy confuso." Dijo Louther.
    De repente dos personas más portando una antorcha de neón se fueron acercando al cruce de calles. Uno de ellos gritó: "El Auditorio Hillman se ha derrumbado y miles de personas han salido en estampida. Yo vengo de allí. Muchos se han dispersado por toda la Gran Ciudad y se han disuelto por los barrios desconocidos. Todos portaban sus antorchas de neón".

    (SIGUE ABAJO)

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  13. LAS CUATRO PROCEDENCIAS (II)

    El otro entonces se acercó completamnte exhausto: "No, creo que te equivocas. Fue en la gran Pradera donde se celebraban los juegos olímpicos entre distritos y barrios. De repente los robots-policía comenzaron a apalearnos con grandes pértigas cargadas de rayos X-lty y se formó una estampida humana de inmensas proporciones. Yo hui como pude y todos los que me seguían se fueron dispersando por los barrios y distritos, hasta que fuimos mermando en individuos huyendo solos y perdidos con sus antorchas de neón".
    Ilhma entonces se echaba las manos a la cabeza y gritaba: "Es posible que fuera en el Gran Estadio y que mi escena del Teatro Central fuese un sueño de la noche anterior. Ahora que recuerdo los policías-robot nos rociaban con gases, pero también me veo en la gran Pradera de los juego olímpicos, pues yo era una participante. Creo que sí. Era una participante."
    Los cuatro se fueron acercando con sus antorchas de luces de neón hasta contemplar sus rostros fatigados y sangrantes.
    "¿Estáis seguros que habéis logrado escapar?", preguntó Louther. "Creo que mi cuerpo acabó machacado por la multitud que se dirigía a la puerta sur del Gran estadio. Recuerdo perder la conciencia, desvanecerme. La puerta sur estaba cerrada, atascada... ¿Qué hago aquí con vosotros? Este lugar no me pertenece. Creo que formo parte de alguna irrealidad."
    "No, no creo que haya sido un sueño. Yo a ti te conozco. Tú actuabas en el auditorio Hillman con la Banda de Preterit Rock. Estabas tocando tío, y lo hacías muy bien. Hasta que el auditorio se derrumbó de repente. Tú estabas allí. Te lo aseguro". Dijo el muchacho que decía proceder del Auditorio Hillman.
    Pero tampoco el muchacho sabía diferenciar muy bien si lo que estaba relatando era cierto o se debía a un efecto alucinatorio debido al pánico. Pero ¿dónde había surgido el pánico? se preguntaba desesperado. En realidad ya todos dudaban de sus procedencias y de sus realidades. Las antorchas de neón se iban apagando y aquel lugar les era totalmente desconocido. Unas luces ténues se iban encendiendo tras las ventanas de los viejos edificios, al tiempo que se veían siluetas observando la calle con cuatro nuevos forajidos huyendo de sus desconocidas y remotas procedencias.
    Era la vida en la Gran Ciudad.

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  14. EL MANIFIESTO DE BORGEN BJORKAAS ENCONTRADO BAJO EL ANTIGUO TEMPLO CRISTIANO DE LA GRAN CIUDAD. TEMA: LA GRIETA, LA FISURA, FUERA DE LOS GOZNES.

    La grieta, la fisura, la quiebra. Soldar la brecha nos llevaría a la pura transparencia con nosotros mismos. Pero nuestro yo es imposible que llegue a atraparse a sí mismo. Siempre se define o se reconoce, a través de las diferencias.
    Se busca entonces soldar o unir la brecha o la grieta existencial de una forma psicológica o imaginativa. Pero fijémonos que tal recurso o estrategia corre peligro de aumentar el sentimiento de pesadumbre o culpabilidad.
    La realidad nos impulsa en muchas direcciones y no siempre tales direcciones corresponden al deseo psicológico o imaginativo que se ha formado en la mente. La realidad física y social impone elecciones, opciones; es el curso imprevisto que la vida va deparando; eso es lo que nos mueve de verdad, lo que nos incita a la acción, el repliegue o la indiferencia. Lo que nos hace sentirnos más o menos satisfechos, completos; o, por lo contrario, nos hace más distantes con nosotros mismos ahondando la fisura, la grieta interna existencial.
    ¿Qué somos? ¿Por qué actuamos como actuamos? ¿Por qué siempre estamos preocupados por algo, sometidos a un desasosiego permanente, padeciendo quizás una ansiedad crónica? ¿Por qué a veces parece que acertamos y nos sentimos plenos por un tiempo antes de que el equilibrio emocional vuelva a retornar a la inquietud?
    La grieta no se cierra. El yo nunca es transparente consigo mismo, pues si así fuese entonces ya seríamos una eternidad fuera de toda necesidad. El yo está en permanente interpelación, contraste, comparación; atrapado o diseminado en muchos territorios al mismo tiempo. Si atrapado entonces buscará compensaciones mentales, imaginarias, psicológicas, cuyo valor dependerá del estado de ánimo y la energía disponible, pero la realidad seguirá siendo más fuerte, y las dimensiones mentales psicológicas se tendrán que adaptar a las nuevas situaciones con esfuerzo o coraje, cobardía o repliegue.
    Imposible blindarse ante el tiempo y el cambio. Ninguna ideología reaccionaria o regresión lo conseguirá. El precio además sería alto en sufrimiento o fricción. Ninguna dispersión anarquista o mística conseguirá tampoco la pura coincidencia de la acción con el espíritu: la fusión con la eternidad.
    Siempre habrá desgarres. La grieta nunca se cubre con ideas, con la imaginación, con la mente; tampoco con la razón pura o práctica.
    La grieta nos atraviesa en toda nuestra existencia.
    Pablo, San Pablo, en la Epístola a los Romanos fue quien mejor expresó este desgarre de la grieta, la fisura, la quiebra.
    Fue también quién buscó las más dramáticas soluciones espirituales, mentales, imaginativas; a través del mito, de la Palabra de la Promesa, del porvenir en diferido.
    Vivimos en la Gran Ciudad y en ella hemos de encontrar sentido.
    Sentido.
    Encontrar sentido, dirección, razón para existir.
    La grieta no se apacigua tampoco con un sentido cualquiera....

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  15. LA GRIETA Y LOS MESIANISMOS (LA PROMESA EN DIFERIDO)

    Imaginaros una Realidad ahí afuera independiente de nosotros. Nosotros seríamos también parte de esa Realidad, pero de una manera inconsciente, ya que lo consciente en nosotros solo puede atisbar la Realidad de forma incompleta, parcial, quizás deformada por colocarnos en equívocos ángulos de visión. Pero ahora esa consciencia descubre una herramienta poderosa que nos hace posible calibrar nuestras ideas imperfectas, apartando nuestras pasiones y emociones a una habitación aislada. Esa herramienta es la razón. Entonces, con la razón, vamos descubriendo y adecuando la Realidad a nuestra consciencia. Y, a medida que nos vamos guiando por la correcta vía, vamos también alcanzando equilibrio, paz, valores eternos, amor, buen gobierno, belleza, etc. La grieta entonces nunca habría existido. Todo era una ilusión. La Realidad está ahí, detrás de toda vana ilusión, detrás de los errores y las pasiones deformantes. Con la razón como herramienta, esa aparente grieta o fisura que fatalmente parece dividirnos, en (R)realidad no existe. Es algo provisional hasta alcanzar la verdad. Este sería el pensamiento griego.
    La versión cristiana sería: Hay una Realidad independiente de nosotros creada por Dios de la cual nosotros formamos parte. Hubo una época en que hubo coincidencia entre esa Realidad y el ser humano: el Paraíso Terrenal. Todo iba bien y no existía el mal, ni el error. Pero, misteriosamente, se produce una fisura, una grieta entre el ser humano y Dios. Al parecer fue el hombre (uso genérico) quien desobedeció las órdenes de Dios, y con ello creo (o abrió) el desorden, la fisura, la grieta, el abismo que separaría a Dios del hombre. El hombre sufre una tentación por parte de una criatura que ya porta el virus de la rebelión: la serpiente. El misterio cubre totalmente la razón final de tal desobediencia o rebelión que crea la total disrupción entre el hombre y Dios o pecado original.
    ¿Hay solución a esta fisura, grieta o separación abismal entre la Realidad (Dios) y la consciencia del hombre? Sí,--dice el cristianismo-- tal fisura se ha podido recomponer a través de Cristo gracias a su vida y muerte en la Cruz. La fisura ya está soldada y Dios ya nos permite acceder de nuevo a su Realidad perfecta. Ahora la fisura o abismo entre Dios y el hombre ya no existe, es una ilusión, pero para ir acercándose a esa Realidad o Verdad hay que usar la herramienta de la fe de forma correcta: bien a través de la Iglesia (catolicismo), o bien a través de la Revelación correctamente interpretada (protestantismo).
    Para la ciencia actual también hay una Realidad ahí afuera que ha de ser coincidente con la consciencia del hombre, en la medida en que el método utilizado sea el correcto. La razón científica dice haber superado toda antigua superstición mítica y religiosa, y ahora es el referente máximo o razón suficiente de las sociedades modernas. Para la ciencia no hay ninguna fisura o abismo o grieta existencial que le preocupe, ya que razonando bien y poniendo los datos en orden la Realidad (independiente, objetiva, necesaria) puede ser reconstruida en la medida de lo posible. La física cuántica y todas las aparentes dislocaciones sufridas por la ciencia clásica en cuanto a qué es la Realidad, no ha cambiado la firme postura realista de la ciencia: al final la mente humana será capaz de dominar y controlar de una u otra manera la Realidad.
    Pero la fisura, la grieta, el abismo existencial sigue. Parece que es cuestión de esperar, de vivir en diferido, lo que algún día llegará: el éxtasis o equilibrio de Razón, la llegada definitiva de Cristo o el Mesías, el triunfo definitivo de la ciencia.
    Seguimos siendo mesiánicos de corazón.
    Y, mientras, la grieta sigue perturbándonos sin tregua.

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  16. La mente menta la menta. Prados de menta. Mentalízate en abstracto para volar por encima del país de la mentira. Cubre la manta de menta. Demencia. Es un universo mental. Un bisonte mentolado. Ponte de lado para que pase el torero. Demencia torera. Es una mente universal. Total. Es la mentira universal con sabor a menta. Mentalízate. Matarife. Ponte de lado para que pase el toro. Demencia torera. Un helado de menta para refrescar mi demencia. Un universo demente.

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  17. PATATAS FRITAS CON HUEVO

    La he visto saltar de una ventana a otra allá por el séptimo piso de un edificio ya casi en ruinas. Fue en otra época cuando ella era joven y yo también. Eran edades de saltar de un sitio a otro sin saber nada del abismo que nos podría recibir sin aviso. Luego corría por los tejados en shorts dejando ver sus bonitas piernas y yo detrás con mi efigie de Buda al cuello. Rhomía, creo que se llamaba Rhodía o Rhomía o Rhosía. I can't remember. Los dos paramos guardando el equilibrio sobre un tejado inclinado.
    Creo que va a llover, dije.
    Y ella: Tú y yo sumamos dos.
    Y yo: No quiero sumar nada a nadie.
    Y ella. Entonces salta al vacío y caerás en el abismo. Allí serás un cero.
    Fue entonces cuando olí el plato de patatas fritas con huevo y bajé a cuatro patas hacia la ventana de donde salía el olor. Entré, y vi una familia dispuesta a cenar.
    Ella, Rhodía, o Rhomía o Rhosía, me había seguido. Sus ojos brillaban. No tenía comparación para describir el brillo de sus ojos. La familia, sorprendida, nos invitó a sentarnos y compartir las patatas fritas con huevo. Creo que había perdido mi buda atado al cuello.

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  18. DANZA CÍNGARA

    Habíamos comenzado a bailar en el parque Hundhor. Ella se puso a dar vueltas al sentir la música en sus mismas entrañas, y yo me puse a caminar rítmicamente como el espacio/tiempo me permitía, siempre impulsado bajo la intensidad de la misma música. Abstraídos de la gente nos fuimos moviendo en diferentes direcciones y a veces dando saltos o haciendo contorsiones. La música se había transformado en pura energía y su pureza nos iba fusionando en una especie de delirio que trataba de incorporar al mismo ritmo las formas de los árboles y las plantas cercanas, los niños jugando y sus padres mirando un tanto confusos.
    Seguimos así por un tiempo cruzando dos arroyos y un río sin apenas percibir la fricción del agua o la tierra o las subidas y bajadas.
    ¡Stop!
    La música se detuvo y ante nosotros había un campamento de cíngaros en plena danza. Nos miraron con sorpresa y en silencio por unos segundos. Luego fueron los sonidos de sus violines, el violonchelo y un cimbalon los que nos hicieron seguir en la danza cíngara alrededor de un fuego todavía vivo.
    Nos dormimos deprisa aquella noche. Los cíngaros nos habían dado de cenar y nos invitaron a pasar la noche con ellos. Al día siguiente no sabíamos adónde nos habría de llevar la danza. Tampoco sabíamos si podríamos seguir bailando poseídos por la música. Una danza puede brotar desde un arrebato de posesión musical inesperado, hablando un lenguaje corporal intraducible hasta que el agotamiento nos suma en el sopor y el sueño más profundo.

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  19. EL EMBUDO O CUALQUIER OTRO ARTEFACTO U HERRAMIENTA EMERGENTE

    El embudo ahorra esfuerzo y derroche. Esfuerzo en concentración y tiempo, y evita el desperdicio. Libera al cuerpo de derroche de energía, y hace posible el ahorro de líquidos u otras sustancias valiosas, contribuyendo así a la creación de valor o capitalización de tales productos. El embudo surge como herramienta tecnológica en algún momento o momentos en el tiempo en base a un acto singular casual o repetición de actos casuales que dieron lugar a un diseño óptimo y ahorro económico importante.
    El embudo, del mismo modo que cualquier otra herramienta o tecnología, tiene la cualidad de la durabilidad e iteración. Sirve para mucho tiempo y se pueden sustituir el trabajo muerto por el trabajo vivo de una manera indefinida.
    Por tanto, el embudo no puede comprenderse al margen de esta externalización que logra el cuerpo humano para servir sus propósitos de mejora y preservación de su ser, en base a suplementos o extensiones de sus miembros y sentidos que logran economizar, crear valor o capitalizar en base a una carencia o serie de carencias que se logran solucionar gracias a un emergente de nivel cualitativo superior: la herramienta o suplemento tecnológico. Con ello la vida humana mejora, logrando retrasar la inevitabilidad de la muerte unos grados más.
    El embudo pasa a ser un objeto que queda registrado en la memoria colectiva del lenguaje, o archivo cultural, para su reproducción y replicación cuantas veces sean necesarias. Es labor de la conciencia humana guardar tal memoria de las maneras más fáciles de recordar y guardar. Escritura, documentos, transmisión oral de padres a hijos, etc. La conciencia logra así desarrollarse en inventiva y ahorro de energía que libere a los cuerpos del trabajo vivo duro y embrutecedor para sustituirlo por las herramientas o máquinas liberadoras, cuya impronta surgida a lo largo del tiempo, ha de quedar almacenada para posteriores avances y emergentes.
    Por otra parte, el embudo sirve también como símbolo o valor figurativo de diversas experiencias humanas: Ejemplo: La ley del embudo. Está carretera es un embudo. Concentraron a las masas en forma de embudo y allí al pasar los fueron seleccionando. Tiene la cabeza como un embudo. Etc.

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  20. Hoy fue un día curioso. Comprendí algunas cosas que no lograba comprender. Luego, tomé un café y leí las páginas de un libro de filosofía de un filósofo italiano. Algunas personas te desconciertan, pero gracias a ese desconcierto te logran sacudir de tu letargo. Siempre me interesaron las personas diferentes. Las personas que te ofrecen cosas extrañas y confusas. Es algo desconcertante. Después de tomar el café caminé por toda la ciudad, me di un baño en la playa y sentí que la vida podría acabar en cualquier momento. De nuevo surgió la pregunta: ¿De qué rayos va todo esto?

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  21. LA SILLA VACÍA

    En esa silla vacía en frente de mí mientras tomó café y leo mí filosofía, debería estar sentada un alma que como un espejo me interrogara sobre mis lecturas y el sabor de mi café y la visión de lo que alcanzó a ver. Pero una vez más las interrogantes se harán en solitario, y el café será delicioso bajo un subjetivismo absoluto. En cuanto a mi visión clarioscura, además del prado verde que contemplo, solo Dios sabe cual es la infinita realidad que me circunda.
    Quizás mejor que la silla siga vacía, pues hay misterios que sólo uno mismo ha de resolverlos. La persona que hubiese podido estar ahí podría haberme inducido a ver la vida en su realidad y crudeza; y, sus interrogantes quizás no hubiesen recibido las respuestas que esperaba. Pero hay veces en que la silla de enfrente debería estar ocupada por esa alma que todos esperamos en algún momento, y entonces todo podría volver a la inocencia de dos niños jugando sin preguntas ni respuestas.

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  22. ILLBAN DICORPHY

    El local estaba medio oscuro. En una mesa Ilban Dicorphy leía un grueso libro. Con un bolígrafo iba subrayando algunas líneas. Yo, desde otra mesa de aquel oscurecido café, lo observaba leyendo y echando sorbos a mi té con leche. En la pared próxima a la mesa donde leía alumbraba una bujía muy pobre en luz. ¿Cómo era posible que pudiese leer Ilban Dicorphy en esa penumbra? ¿Qué estaría leyendo? ¿Por qué se pasaba tantas horas leyendo?
    Yo había entrado esta vez al café por curiosidad. Quizás porque afuera llovía y la ciudad me aburría. O quizás porque no sabía adónde ir. El café estaba a media luz o a media oscuridad, todo dependía de cómo se quisiera ver. Había parejas de personas de mediana edad mirándose el uno al otro. Uno sentado en frente del otro y contemplándose en silencio. Había también hombres y mujeres solitarios haciendo tiempo con un café o una cerveza. Los camareros arrastraban los pies cuando caminaban. Vestían unos ridículos pantalones demasiado ceñidos a sus nalgas y pegados a sus muslos como si fuesen tubulares. No tenía sentido vestir así.
    Dicorphy seguía leyendo su grueso libro. Casi me apetecía acercarme a él y sentarme a su lado y preguntarle ¿qué lees? Pero quizás una mujer como yo en ese momento no fuese lo más adecuado. O quizás sí. Dicorphy ahora miraba hacia el techo. Posiblemente alguna idea sublime se le habría cruzado por la mente.
    Me fijé que el libro era demasiado grande, más grande de lo que en principio me había parecido. No tenía sentido llevar un libro tan grande a ese café de gente tan triste, y camareros tan ridículos caminando a través de la penumbra. Me levanté de la mesa e intenté dirigirme hacia su rincón de lectura bajo la luz de aquella miserable bujía. Pero al caminar me sentía flaquear, no acertaba a saber cómo presentarme a él. Tenía miedo de revivir un pasado difícil que ya no era posible recuperar. Me asustaba ese libro tan grande, cada vez más voluminoso, con tanto grosor. Sentía escalofríos viéndole leer bajo esa luz tan pobre y esa maníaca y frenética manera de subrayar líneas y páginas. Un camarero se acercó a mí ofreciéndome ayuda. En realidad me sentía débil y perdía el paso.
    Ilban Dicorphy estaba remotamente lejos. Me daba cuenta de que jamás podría alcanzarlo, ni alcanzar el mundo abstracto en que estaba sumido. Quizás ya estaba perdido en ese posible laberinto de ideas engarzadas por la pureza de un espíritu que había poseído su alma. Me dio infinita compasión de él, pues supe desde muy joven que había tomado el espejismo de la inmortalidad de las ideas muy en serio.
    Creo que en realidad ya no leía, quizás ya no podía leer, pues sus ojos, incluso desde lejos y bajo la penumbra, se notaban casi opacos, sin brillo, quizás muertos. Pero la esperanza no estaba perdida y las ideas invisibles tenían ya el poder de iluminar páginas oscurecidas por las tinieblas de la materia.
    Abandoné el café con prisa, notaba un cierto estado de pánico. Afuera seguía lloviendo en plena oscuridad de la noche.

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  23. Si la vida real es dura y las opciones se estrechan, entonces la mente ha de recurrir a nuevas salidas o compensaciones. Todo depende de cada individualidad.

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