Pomponisa y Peporriok suelen encontrarse en el Café Klopertone para charlar de misterios de la vida y cosas por el estilo. Sobra decir que se lo pasan bomba y el tiempo les pasa muy rápido hablando de estas cosas. La conversación de hoy la hemos pillado así:
Pomponisa: El cuerpo nos pide libertad sin
límites, libertad infinita; pero los límites nos van circunscribiendo a ciertas actividades, a ciertos trabajos, a situaciones reducidas y más estrechas que nos hacen más infelices que felices. La potencialidad infinita del cuerpo de expandirse en pura creatividad, placer y libertad queda siempre delimitada. Los límites son la misma naturaleza, las mismas necesidades del cuerpo. Hay que comer, vestirse, vivir bajo techo, educarse, reproducirse, y eso implica un sometimiento a fuerzas externas que pueden coincidir más o menos con nuestras afectividades o intereses personales. Esas fuerzas externas nos van dando forma, formando, y entonces ya somos personas, ciudadanos, individuos: Pepe, Juanápola, Muhamelior, Carrascosa, etc. Y cuando digo fuerzas externas me refiero también a las fuerzas interiores de nuestro ser.
límites, libertad infinita; pero los límites nos van circunscribiendo a ciertas actividades, a ciertos trabajos, a situaciones reducidas y más estrechas que nos hacen más infelices que felices. La potencialidad infinita del cuerpo de expandirse en pura creatividad, placer y libertad queda siempre delimitada. Los límites son la misma naturaleza, las mismas necesidades del cuerpo. Hay que comer, vestirse, vivir bajo techo, educarse, reproducirse, y eso implica un sometimiento a fuerzas externas que pueden coincidir más o menos con nuestras afectividades o intereses personales. Esas fuerzas externas nos van dando forma, formando, y entonces ya somos personas, ciudadanos, individuos: Pepe, Juanápola, Muhamelior, Carrascosa, etc. Y cuando digo fuerzas externas me refiero también a las fuerzas interiores de nuestro ser.
Peporriok: Pero las contingencias externas son desiguales, discriminatorias, injustas, a veces refinadamente crueles. A unos les va dando forma de tal manera que ya desde el primer momento de su existencia son inteligentes y despiertos y se desenvuelven en la vida con cierta facilidad. Otros sin embargo ya nacer cortitos de mente, faltos de luces o con el cuerpo enfermo y deformado; o predispuestos a la locura o las taras mentales. Sin embargo esa misma "naturaleza" premia a otros con cuerpazos fuertes y hermosos que les facilita un mayor goce y gracia en la vida. También influye dónde se nace. Puedes nacer en un pueblo iraquí a punto de ser masacrado, o puedes nacer en una guapa ciudad burguesa europea y en medio de una familia equilibrada y maja. Puedes nacer como un bastardo paria, o puedes ser un chico querido y bien alimentado. De principio la Naturaleza, o esas fuerzas externas que nos van formando, son
ciegas e indiferentes a cualquier perfección moral. Son más bien fuerzas amorales; monstruosas en ocasiones. Son, una vez contrastadas con una moral perfecta y justa, terriblemente injustas, sádicas, parciales, etc. De ahí que seamos nosotros los hombres como individuos y como sociedad quienes hemos de romper, limar, cortar, allanar, alisar todo aquello monstruoso y maligno que nos oprime y reduce al miedo, o al sufrimiento silencioso. Pero siempre conscientes de que esas mismas fuerzas externas ya anidan en nuestro más íntimo ser, amigo Peporriok.
Sobra mucha metafísica. La vida es lo que es y punto. A cada momento su afanamiento.
ResponderEliminarBueno, eso que dice usted no deja de ser otra metafísica. La vida es lo que es. y ¿qué es? A cada momento su afanamiento; bueno, pues vale, nos afanaremos.
ResponderEliminarUno nace en Irak y otro en Londres. Quizás tenga sentido después de todo. Pero el sentido pertenecería a otra inteligencia muy superior a nosotros.
ResponderEliminarA veces pienso que para comprender a un dios muy superior a nosotros hace falta que ese dios se exprese a nuestro nivel y con nuestras pautas de comprensión de las cosas. De otro modo sería imposible comunicarse con ese dios.
Todos necesitamos una metafísica para vivir. No sería posible vivir sin sentido. Y hasta los que pretenden vivir sin sentido ya tienen ese sentido en el supuesto sin sentido.
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