El debate fe-Ciencia es un falso debate. La fe está más allá
de la ciencia, porque la fe surge de una
experiencia límite que jamás puede
borrarse. La fe es una apertura hacia el misterio que subyace a todo lo
existente y que produce lo existente. La fe es trascendencia en este sentido:
es el límite absoluto de la realidad; es el límite desde donde podemos divisar
el abismo de una “nada” que todo lo diluye. La absoluta negación de toda
idolatría material o espiritual. La fe es la llegada a ese límite y la visión
de D-ós va más allá de toda representación posible. La visión y experiencia de
la fe nos revoluciona, nos desplaza, nos “saca del quicio” de la realidad como fin
en sí mismo; de las religiones como poseedores de la Verdad y Revelación Absoluta;
de las ideologías que creen poseer la clave de la política, de la moral y la
economía; del cientificismo (no la Ciencia) que cree en algún momento podrá llegar a comprender
la mente a través de las investigaciones neurocientíficas centradas en el
cerebro como máquina biológica y así llegar a controlar la conducta humana.
La fe para nada se interfiere en la investigación científica.
La metodología científica es lo más aproximado al más puro amor a la verdad que
jamás haya llegado el hombre. Los hechos han de llegar a ser demostrados y
comprobados. Ante cualquier duda todo ha de quedar en paréntesis y volver a
replantearse las hipótesis en función de los resultados. Se parte del axioma de
que la conciencia (consciencia) humana puede reposar en la razón empírica-objetiva
como plano común de obtención de conocimiento. El hombre de fe descubre también
a través de la ciencia lo fabuloso que es el mundo físico y cómo podemos llegar
a utilizarlo a nuestro favor. Pero inevitablemente los científicos están también
inmersos en la infinita complejidad de la experiencia humana con sus últimas
preguntas por responder y la inexorable y absoluta incapacidad de situarse
fuera de la conciencia; y, por lo tanto la imposibilidad de ser objetivos
respecto a la misma. Hay un límite en la misma conciencia humana. El
cientificismo, sin embargo, sí cree en esa posibilidad (Véase Steven Pinker: La
Tabla Rasa, El Buen Salvaje y el Fantasma en la Máquina. PaidósAsterisco. Barcelona,
2005.), lo cual se nos antoja otra tentación más hacia las explicaciones
reduccionistas siempre al servicio de algún interés último moral y político.
La fe como experiencia límite no tiene ningún debate con la
Ciencia. No hay tal debate porque son dos cosas que no están en conflicto. Otra
cosa son los dogmas, las creencias, las narrativas literalistas, etc, etc
Nota: Hemos cambiado relatos del Atrio a Relatos de Nesalem por encajar mejor en tal blog
Nota: Hemos cambiado relatos del Atrio a Relatos de Nesalem por encajar mejor en tal blog