21 diciembre, 2025

LENGUAJES Y REALIDAD

¿Hay algo que se escape al lenguaje como contenido no expresado por el mismo? ¿Es el lenguaje una herramienta o instrumento de comunicación entre dos sujetos que quieren expresar algo que podría existir por sí mismo aparte del lenguaje? De existir por sí mismo como contenido independiente o realidad independiente fuera del lenguaje ¿cómo podríamos saber de ese contendido que no sea siempre ya a través de un lenguaje? Podríamos decir que lo comunicable de un contenido, de una realidad ahí afuera solo se logra comunicar o expresar con lenguajes. Lo no comunicable de tal contenido queda sin ser conocido, sin ser expresado de forma comprensible, como conocimiento. Sólo llegamos a conocer aquello que los lenguajes nos comunican. Sí, hay una realidad ahí afuera de nuestras mentes, pero el conocimiento que podamos adquirir de tal realidad es lo que puede ser comunicable a través del lenguaje. Lenguaje y conocimiento son las dos caras de la misma moneda. Lo uno no puede existir sin lo otro. Fuera de lo comunicable está lo inefable, lo indefinido, lo desconocido, los territorios inexplorados de donde pueden surgir los embites, las contingencias más o menos afortundas; la realidad insondable, misteriosa.

Esto mismo ocurre con nuestra subjetividad, con nuestro interior mental, espiritual. Sólo podemos comprendernos a través del lenguaje, lo que nombran las palabras, lo que intuimos y siempre es posible traducir a expresión de lenguajes. Pero más allá de nuestra experiencia acumulable y conocida, siempre posible de explicar y comunicar, está lo indecible, lo que se nos escapa, lo que surge como impulso inesperado, como pasión incontrolada. Como miedo, como estados de humor contingentes, resbalones o desplazamientos fuera de cuadrícula, de página, de quicio, de guión. Hay más: no todo lo que conocemos como experiencia y conocimiento podemos disponer de ello de la manera que esperamos en cada contexto. La racionalidad nos sitúa, nos previene, nos ayuda a actuar con equilibrio, con certeza y cautela. La lógica nos define los límites territoriales donde nos podamos sentir seguros. Pero la realidad ahí afuera que aún no ha sido localizada dentro de las coordenadas de que disponemos como cultura, como civilización, como sociedad, valores y moral; se van desplazando con el tiempo, con los cambios casi siempre impredecibles e inesperados. Entonces, la distancia o el desgaste por el uso, o la demasiada proximidad hace que las palabras, los símbolos, los significados pierdan intensidad, se vacíen de sentido y se reduzcan a simples cáscaras o carcasas: estereotipos, clichés, propaganda sin efecto, dogmas ineficientes. Las palabras, los símbolos, el arte, se ven impulsados, embestidos hacia nuevas energías, nuevas intensidades, nuevos territorios y desvelamientos. La imaginación se ve forzada a explorar en los bosques densos, en los desiertos, en los océanos, en las texturas y tejidos de lo orgánico e inorgánico; en todas aquellas zonas ignotas de la realidad, para despertar deseo, nuevas metas, nuevos objetivos, nuevos mecanismos, nuevos circuitos, nuevas dimensiones.

Los lenguajes van nombrando, comunicando, configurando, acumulando información, experiencias de un modo inmediato: cara y cruz de la misma moneda es la articulación a través de los lenguajes del conocimiento y experiencia comunicable, disponible, almacenable, recordable, iterable. Nuevas intensidades, nuevas proyecciones de deseo. La realidad ahí afuera es inagotable, infinita, inefable, inesperada. Nuevos emergentes que han de englobar a los ya desgastados y ponerlos a funcionar de una manera parcial en una nueva universalidad.          

LENGUAJES Y REALIDAD

¿Hay algo que se escape al lenguaje como contenido no expresado por el mismo? ¿Es el lenguaje una herramienta o instrumento de comunicación ...