20 enero, 2024

PAISAJES, LA MONTAÑA A LO LEJOS; PROFETAS, POETAS Y URBANISTAS

 He visto la montaña de nuevo. No es muy alta, pero creo que se merece el nombre de
montaña. La veo desde diferentes ángulos pero dentro de un paisaje ya familiar a las afueras de la ciudad. Es un paisaje hermoso, de pequeños valles y colinas; y, al fondo las montañas. Y, la primera montaña que se ve es esta montaña que ahora veo, y que es difícil dejar de ver
 aun alejándose de estos parajes tan bellos. Son bellos porque evocan una paz bucólica e incluso paradisíaca a unos kilómetros de la ciudad. No sé el tiempo que esto durará, pues ya se está construyendo en diferentes terrenos recalificados de urbanizables. Este paisaje perderá su encanto en pocos años. No voy a perder el tiempo lamentándome de la civilización, etc., simplemente contemplo la montaña y los prados y colinas y bosques que rodean los pequeños valles, y me doy cuenta de que tal paisaje en su natural armonía evoca recuerdos, sentimientos, fantasías adolescentes nunca erosionadas por el tiempo de madurez. Es imposible ver un paisaje y una montaña en sí mismo, de un modo impersonal, tal como se mira un mapa o un estudio geológico; el paisaje y el espíritu se intentan fusionar por momentos en forma de un grupo de gente que han dejado la ciudad para subir a la montaña en fila, caminando alegres.

El día es soleado, el cielo brillante, la cima siempre al alcance, ya que su altura se deja alcanzar con amabilidad. De nuevo la ilusión de la comunidad, de la utopía, de esa humanidad que logra aunque sea de modo imaginario, una comunidad voluntaria y espontánea. Son imágenes etéreas, de tonalidad onírica; imágenes que emanan de un arquetipo poderoso y cobran vida idealizada; pero vida que se ha de disolver, que se ha de desvanecer por depender del alma inmaterial, sin posibilidad alguna de materializarse en fusión con la montaña y así formar una realidad íntima, palpable. La comunidad surge en el alma al emerger de la montaña, de los prados, del radiante sol, del cielo prístino de la mañana. No hay comunidad libre sin montaña y paisaje que la evoque.

Pero todo es una fantasía imaginaria. El poeta sabe que una vez más las palabras ensambladas y tensionadas en su máxima expresión de magia y plenitud, es lo único que ha de quedar como materialización sublime de lo que jamás se ha de encarnar como realidad consistente y permanente. El profeta seguirá teniendo sus visiones y sus revelaciones, sabiendo también que sus profecías jamás van a ser datos históricos fehacientes, como sí lo van a ser los estudios geológicos y las cartografías de cuasi perfecta definición virtual.

LA ERA DE LA REALIDAD VIRTUAL NO ES MÁS QUE UN NUEVO SALTO CUALITATIVO A OTRA REALIDAD CON SUS PROMESAS Y PESADILLAS

Estamos entrando en el lenguaje informático que nos conduce a la realidad virtual desde la cual empezamos a operar para cualquier gestión o ...