13 mayo, 2022

TERRAPLANISMO Y FUTUROS INCIERTOS

Me preguntan en una tertulia en inglés por el futuro. He de hablar de lo que pienso que será el futuro. Me cuesta mucho responder a estas preguntas. Noto cosas que están ocurriendo. La integración a marchas forzadas hacia el mundo de la informática, el mundo virtual. Todos estamos atrapados en el móvil. Nos comunicamos de diferentes maneras por el móvil. Veíamos como algo muy alejado en el futuro aquella ficción de Star Trek cuando Captain Kirk cogía su aparato de comunicación y veía a su interlocutor hablándole; pero eso ya lo vivimos con mucha más sofisticación y adelanto de lo que el Capitán Kirk podía imaginar. Los avances en esa dirección son apabullantes. Estamos en medio de la transición a otra cosa y no podemos todavía divisar el futuro. Cada vez hablamos con más máquinas. Las máquinas telefónicas te ponen a la espera de cualquier cosa y la espera, después de varios traspasos a través de teclas a otras secciones, pueden ser largas, eternas: médicos, bancos, oficinas, compras, consultas, dependencias del Estado. Es un mundo frío. Hablar con una máquina es algo frío en sí. Te reflejas en algo inhumano que pretende ser humano. Robots. 

Ojeando libros en Amazon vi un libro que me llamó la atención: La Tierra es Plana. Lo ojeé por dentro y no parecía ser ninguna broma. El autor era un abogado norteamericano cristiano. Más abajo vi más libros relacionados con la tierra plana y me di cuenta que todos tenían algo en común: partían de un fundamentalismo bíblico o de alguna conspiroparanoia profunda. Si el fundamentalismo era cristiano, entonces hacían una división entre lo que era la interpretación bíblica correcta y la satánica o diabólica. La Biblia hablaba de un cosmos con un cielo arriba, la tierra en el medio y el sheol o infierno abajo. La tierra bíblica es plana y si la Biblia dice que la tierra es plana pues es plana. Todo lo que se desvíe de tal interpretación es satánico, diabólico y hay que combatirlo. Pero lo más aberrante de esta gente es su antisemitismo, tanto implícito como explícito, uno de estos autores, el abogado cristiano, cree que el judaísmo es producto de Satán y que fueron los hebreos que derivaron en judíos quienes pervirtieron la Biblia a su favor. Una vez ocurrido esto lo peor que llegó a pasar para corromper el mundo, con los judíos siempre de trasfondo, fue el heliocentrismo. Fue el heliocentrismo lo que hizo que el hombre pasara a ser una cosa insignificante sin Dios y esclavo de sus pasiones al servicio de poderes globalizantes y frías máquinas humanistas ateas. Luego el libro, de más de 300 páginas, se pone a demostrar cómo el heliocentrismo es una falacia, una mentira impuesta por la fuerza, una aberración científica, etc. Hay una geometría compleja, hay unas matemáticas complicadas, hay "demostraciones" evidentes. El libro va acompañado de más de 300 comentarios la mayoría bastante favorables al autor. Considerando que este no es el único libro y que además ya tiene una segunda parte, y que hay muchos otros en la misma dirección, es por lo que creo que el movimiento terraplanista no es ninguna broma y que hay una colla de gente muy metida en ello tratando de combatir al heliocentrismo como teoría diabólica de control del mundo.


China comunista era un nombre que nos asustaba. Cuando la radio hablaba de la China comunista, entendíamos que aquello era algo feo, frío, cruel y sombrío. Además eran orientales. Gente alejada de nosotros. Se asociaba China con la fiebre amarilla, sombreros cónicos y los ojos rasgados. Sin embargo en mi casa mi madre ponía por la noche Radio Pekín y no parecía un mundo malo, más bien parecía un mundo bueno con políticos y jefes que querían el bien de su país. Siempre hablaban del Partido Comunista Chino como algo bueno. Se llamaban camaradas y su presidente Mao era otro camarada. Mi madre pensaba que el futuro estaba en el comunismo. Franco era malo. En casa temíamos a Franco. 

 

45 comentarios:

  1. LA CIUDAD VACÍA (GORMAK SALE DE PASEO)

    No oigo las voces que me gustaría escuchar. Camino por las calles de la ciudad vacía. Hubo un tiempo en que era feliz caminando por las calles de la ciudad vacía. Creía que en algún momento algo iba a surgir de entre las sombras bajo los puentes de las autopistas que me llevase hacia una comuna de vagabundos medio locos. Los vagabundos que miran al cielo esperando que una nave alienígena aparezca de una vez y se los lleve a todos. Y yo con ellos. La ruptura total. El corte de manga cósmico. Ven ¡oh Zarius! y llévanos al planeta de las sombras eternas. Quizás allí pueda escuchar las voces que estoy esperando escuchar. Quizás allí empiece a hablar el idioma en que todo sea comprensible en su esencia y entonces nos daremos cuenta que habremos superado la prisión del planeta tierra. Seguía caminando por la ciudad vacía y al final de una calle poblada de cientos de gatos vi la sombra de quien hacía años me seguía. La sombra o la silueta maldita de ella, la bruja sin alma, que me absorbió el cerebro para dejarme como un zombie sonado. No sabéis lo que se puede encontrar en la ciudad vacía durante las noches invernales. Es extraordinario contemplar las almas adormecidas de los humanoides tras sus ventanas medio iluminadas. Esclavos del planeta-prisión del Demiurgo más implacable y perverso del universo. Venenoso hijo de puta con su ejército de demonios sacados de las alcantarillas de la galaxia Asperon. Controla nuestro planeta desde tiempos inmemorables con fuerzas invisibles inagotables.
    Algunos humanoides nos hemos escapado, entre ellos la bruja maldita Mirmajh, que ha logrado la mutación más horrible que puebla la ciudad vacía.

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  2. URLOCKLEGH

    En la ciudad vacía los templos se llenan de almas oscuras, sin origen ni nombre con que nombrarlas. Hablan a través de chasquidos metálicos que surge de sus entrañas de sangre verde. Pero solo hablan para orar a los dioses olvidados de las inimaginables lejanías cósmicas donde los cataclismos pulverizan planetas y estrellas como horribles terremotos que surgen de otras dimensiones que jamás quisiéramos imaginar, pues imaginarlo nos llevaría a la locura más galopante que jamás homínido alguno quisiera experimentar.
    Los templos de la ciudad vacía gimen sin que dios alguno aparezca para apaciguar tanto dolor. Algunas almas se desnudan y muestran sus cuerpos retorcidos como reptiles heridos, pero no hay sacerdote capaz de aliviar el sufrimiento de las almas solitarias del universo que van de planeta en planeta buscando solaz. Sólo nosotros los humanoides mutantes los vemos y los orientamos hacia los templos subterráneos de la secta milenaria ultrasecreta de los Bugamolsk. Mientras los humanoides duermen en el planeta-prisión Tierra, la ciudad vacía muestra sus entrañas de sombras, de galerías, de edificios abandonados, de mendigos y vagabundos medio locos; de tabernas hurañas alumbradas por candiles mortecinos donde nos juntamos para beber el aguardiente más corrosivo de la ciudad. Nuestras noches son el sueño de los humanoides que al día siguiente han de llenar las fábricas, las oficinas, las instituciones del Monstruo que absorbe la sangre sin tregua y goza del respeto de un dios, hijo del Demiurgo, vestido de corbata de colores chillones y poseedor de la magia seductora del mayor nigromante que jamás ha conocido el planeta: Urlocklegh.

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  3. MORGAZ

    Hoy he paseado por la ciudad bajo el horrible calor que nos asola. Soy solitario por naturaleza y he de dedicar mi tiempo en largos paseos que me llevan a las afueras de la polis. A veces alcanzo a ver las colinas de Murnek en la lejanía y raro es el día que no vea sus persistentes tormentas acompañadas de fantasmales relámpagos. Pero lejos. Las colinas están lejos y sólo las visitan los mineros de la compañía Ihstar de donde sacan minerales de gran cotización en el planeta. A veces los mineros hablan de esclavos que trabajan las minas sin descanso, pero es algo que no se puede demostrar y por lo tanto queda en el simple rumor o la leyenda urbana de turno. Las colinas de Murnek están demasiado lejos, incluso para mi mirada ya cansada por años de fatiga. Yo sigo mi camino y me interno en el bosque de Huma. Mejor dicho: me pierdo en el bosque de Huma y sigo sus senderos hasta llegar a un lugar donde los árboles casi cubren la luz del sol. Entonces allí aparece el anciano Morgaz comiendo algún bocadillo de carne rancia y leyendo su libro de la verdad.
    Me dice que hay resurrección de los muertos. Siempre me recuerda que hay resurrección de los muertos. Pero a veces dudo de la existencia de tal anciano, pues mi soledad quizás me haya trastornado los sentidos y a lo mejor no soy capaz de distinguir una figura espectral de un homínido tan longevo, pero pensándolo bien podría ser todo lo contrario: quizás sea yo quien vea una realidad que otros no pueden ver y entonces el anciano humanoide es lo que es: Morgaz. Sea lo que sea Morgaz me recuerda que su libro habla de la resurrección de los muertos como un acontecimiento que se ha de producir en un futuro medido por nuestro tiempo cronológico. Y entonces me lee: "En aquel día la dimensión de Xf se internará en la nuestra y revivificará todo homínido que se haya convertido en cualquier forma de materia después de la muerte. Ya que la dimensión Xf es el espejo invisible de nuestra realidad, allí está reflejada toda la existencia y experiencia de nuestro cosmos, tornando lo desintegrado y desparecido en vida real bajo otros parámetros de materia espiritual y bajo la dirección de los Dioses Amawast. Es decir: tendremos un cuerpo espiritual y renaceremos en un nuevo mundo de alegría y felicidad sin límite". El anciano Morgaz entonces se ríe y se pone a saltar por el bosque con la energía de un joven de 20 años y desaparece.
    Cuando vuelvo a la ciudad ya está oscureciendo y lo más recomendable es meterse en casa y dejar que la noche la envuelva con su misterio. Nadie en esta ciudad recomienda salir después de ciertas horas nocturnas. Simplemente la ciudad se convierte en otra cosa que sólo se puede discernir de alguna manera no muy precisa desde la ventana, descorriendo un poco las cortinas.

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  4. MÁS ALLÁ HAY UNA LUZ

    Cuando has descubierto el secreto escondido durante siglos, ya nadie quiere hablar contigo. Cuando has tenido la osadía de negar lo que todos quieren afirmar, entonces es hora de esconderte por los rincones nocturnos de la ciudad y ponerte a convivir con las ratas mutantes que roen hasta los cimientos de los edificios con un afán siniestro de destruir todo lo que les huela a humano. Esta ciudad por la noche transforma toda la química del cuerpo para pasar a vivir la subversión de los sentidos y así oler lo que nadie huele y oír lo que nadie puede oír.
    Me pongo a escuchar los sonidos que vienen del cielo estrellado y son como gritos, susurros y quejidos que proceden de lo más remoto del universo. Pero no son oídos por las máquinas homínidas, ni aún por las antenas más precisas y sofisticadas. Obviamente hay que subvertir los sentidos para captar lo que nadie quiere oír, porque sería insoportable saber que los horrores que nos rodean son también los horrores de todo un universo que sirve de prisión y campo de concentración de cuerpos y almas de todas las criaturas que han venido a existir por voluntad del innombrable Seklas.
    "¿Cómo has llegado a descubrir el secreto?", me preguntó una voz desde la esquina de una calle desconocida. "No te conozco, no te lo puedo decir", respondí con miedo. Pronto la voz se convirtió en una figura torpe vestida con andrajos que se interpuso en mi camino.
    "Has logrado salir del manto de Seklas y ahora tendrás que buscar tu propio orden y tu propia voluntad. Como tal cosa sólo te llevaría a la locura te aconsejo que vengas conmigo y nos juntemos con los demás que viven esparcidos por la ciudad".
    "No te conozco. Prefiero esperar por la muerte antes de volver a recaer en la esclavitud bajo el engaño y el hambre. ¡Apártate!" Y así me puse a correr por la Gran Avenida vacía y solitaria, aunque al final, allá a lo lejos pude divisar una luz, una fuerte luz que se iba aproximando.

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  5. ¿DÓNDE ESTÁN MIS ENEMIGOS? NECESITO ENEMIGOS
    (Las Reflexiones de Martha Mioltar)

    Es importante tener un enemigo. Las mentes equilibradas saben cuál es su enemigo. Y es por eso que son mentes equilibradas, pues saben cómo dosificar su energía para protegerse de su enemigo o incluso saber vencerlo. Pero si vencen a sus enemigos, las mentes equilibradas pierden entonces su interés por la vida y se desquician poco a poco. Una vez que has destruido a tu enemigo es difícil volver a tener otro enemigo que suscite la misma pasión y energía por vivir. Y entonces la mente equilibrada decae y se ahoga en su propia decadencia.
    Los cristianos habrían de amar a sus enemigos, pero Jesucristo tuvo sus enemigos: el diablo, los malos espíritus, los fariseos, los incrédulos que ni el mismo Espíritu Santo habría de perdonar. El infierno era el lugar donde acabarían sus enemigos. Y si vamos a Apocalipsis Jesús habrá de vencer a poderosos enemigos, fuerzas malignas, poderes del mal, demonios, etc. Fue dicho: Amarás a tu enemigo, pero nadie supo cómo aplicar tal dicho sin dejar de ser humano al mismo tiempo. Quizás a algún enemigo podrías dejar de odiarlo, pero amarlo requeriría un milagro de transformación asombroso. Para los mismos seguidores de Jesús los incrédulos ya pasaban a ser hijos del diablo con facilidad. El Nuevo Testamento está lleno de enemigos a los que combatir con la Palabra. El demonio es una fuerza poderosa. Era necesario que el Demonio llegase a ser una fuerza poderosa para poder luchar y combatir al mal y así encontrarle sentido a la vida. No hay escapatoria. Desde el más santo al más fanático todos necesitamos de enemigo al que combatir, al que vencer, descalificar, acusar y en quien proyectar nuestra propia agresividad, las malas pasiones, las injusticias que nos sacuden. Necesitamos al enemigo para vengarnos, para resarcirnos del mal de la existencia.
    No te fíes mucho de aquel que dice amar a la humanidad, de aquel que parece ser siempre bueno. Quizás tan solo esté justificando sus malos y profundos humores, su vacío anímico, vapuleando su agotada y angustiada alma.

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  6. LAHRIA (I)

    Cuando salgo de noche por la ciudad a pasear me encuentro con sombras que se mueven de forma errática. Lo atribuyo a un efecto de las luces que desconozco. No puede haber otra razón. Soy un hombre muy práctico y poco dado a las especulaciones metafísicas. Para mí las leyes físicas explican todo lo que hay que explicar y si las sombras se mueven de forma caprichosa, pues la razón está en algún fenómeno que no he sido capaz de verificar. Esta ciudad te permite pasear en solitario por las noches y la soledad que se experimenta produce un sosiego muy beneficioso para los nervios agotados durante el día. De nuevo he visto sombras que se deslizan por la acera en diversos ángulos de proyección, lo cual me ha llamado la atención, ya que no resulta nada normal observar estas cosas; aunque en esta ciudad las cosas por la noche comienzan a mostrase de otra forma, quizás ellas te tratan de enseñar su otro lado, o mejor dicho te tratan de mostrar sus formas ocultas. Yo siempre me he dicho que las cosas hay que mirarlas siempre de frente, y cuando miras de frente todo se muestra con transparencia, soltura, objetividad. Había dicho que era un hombre práctico, objetivo, racional, pero a veces la vida me desconcierta. Vivo solo porque mi esposa me ha abandonado hace ya una década. Una noche llegué a casa y vi que no estaba. Se había llevado sus pertenencias y sin ninguna nota o aviso y ni tan siquiera señal alguna, abandonó el apartamento. En realidad hacía tiempo que nos hablábamos poco y lo poco que hablábamos era para complicarnos la vida todavía más. Ella vivía un mundo que yo en el fondo despreciaba, y yo debía de resultarle a ella un absoluto aburrimiento . No había sido así en un principio cuando nos conocimos: solíamos hablar de ciencia y de religión. Ella era espiritista de Allan Kardec, y su forma de pensar seguía unas rigurosas argumentaciones que acababan en verdades evidentes. A veces me parecía que su lógica era excesivamente cuidada, aunque para mí era un disfrute oírla describir las doctrinas del maestro francés del siglo XIX. Metódica, silenciosa, a veces se sentaba en el salón meditativa y se pasaba horas en tal trance. Otras veces hablaba como poseída por algún ente que la impulsaba a hacerlo, pero cuando trataba de entender lo que decía nunca podía saber en qué idioma estaba hablando. Sin embargo me gustaba y apreciaba también sus dotes racionalistas para convencerse de la existencia de sus fantasmas. Pero en el amor suele haber un punto de inflexión. Un límite donde todo parece haberse saturado. Por eso de repente sus certezas espiritistas y sus prácticas con su grupo me comenzaron a producir rechazo, hartura, aversión.
    Aun así nuestra vida había sido satisfactoria acoplando nuestros gustos y las noches de amor seguían un ritual salvaje que ella había aprendido en sus viajes espirituales. Lahria explicaba el espiritismo como una ciencia experimental, basada en pruebas y evidencias. En realidad pensaba como una científica pues esa era su carrera universitaria y fue en la universidad donde nos habíamos conocido. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta que yo era incapaz de creer en aquello que no podía evidenciar con demostraciones palpables, y a medida que pasaba el tiempo mi curiosidad por se metafísica fue enfriando al mismo tiempo que mi pasión por su cuerpo.
    Un día varios de sus correligionarios vinieron a casa a celebrar una seance en el salón. Yo permanecí en un rincón observando toda su parafernalia, invocaciones, gestos, movimientos, aunque permanecía escéptico, rigurosamente escéptico, quizás insoportablemente escéptico, todavía peor: molestamente escéptico en medio de una tribu de extravagantes metafísicos plenos de fe y misterio.

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  7. LAHRIA (II)

    Vi muchas cosas esa tarde. Oí ruidos descontrolados y podía detectar como una ominosa presencia que creaba una atmósfera opresiva. La médium Ntacha Goriak se puso a hablar en voz alta con delirio y sus mensajes eran visiones apocalípticas de un futuro remoto de la tierra donde nuestro tiempo cronológico habría de acabar. Los demás gemían y lloraban con los ojos cerrados y los cuerpos rígidos. Las luces de la casa variaban de intensidad y en algunos casos parecían sufrir cortocircuitos inesperados. Ntacha de repente dejó de hablar y entonces Lahria se incorporó de forma delicada para entonar una canción legendaria con letra en francés. Era evidente que estaba oyendo una música que quizás le venía de esas dimensiones prohibidas y blasfemas para muchas religiones convencionales. Pero lo más sorprendente era la aparición de una figura espectral compuesta de aparente ectoplasma que bailaba en el centro de la mesa como la diosa india Shiva, sin llegar a pisar nunca el tablero. Parecía un ser andrógino fuera del tiempo, quizás un ente astral; movía los brazos y las piernas al son y ritmo de una canción que yo no podía oír, pero que el grupo si parecía seguir. En un instante la canción cesó y la mujer desapareció sin dejar rastro. Aquella seance acabó después de dos horas y yo seguí allí clavado en mi rincón. Mi fidelidad a la ciencia y al pragmatismo empírico me dejaba totalmente indiferente pues aquello que la ciencia no pueda explicar ha de ser rechazado como superchería o superstición. Aún si hubiese aparecido un ejército de ectoplasmas frenéticos no habría de cambiar mi modo de ser y pensar. Por definición era todo una mentira, una ilusión, una trama irracional. Cuando todos se fueron Lahria vino a mi y me golpeó con todas sus fuerzas, con sus puños, con sus manos abofeteándome sin parar. Sus estado emocional era intensamente agresivo, hubiera podido matarme o estrangularme en ese momento. Me acusaba de ser un ser frío, un reptil, un monstruo sin sentimientos ni sensibilidad. Luego se fue a la habitación y cerró la puerta. Sabía que no podía soportar mi falta de fe en lo que para ella era la base fundamental de su existencia. Yo seguía impertérrito en mi sana y juiciosa serenidad objetiva.
    A partir de aquel día nos hablábamos poco. Se habían acabado los rituales de amor salvaje y en su lugar acabé ocupando la habitación de los invitados durmiendo con el gato. Después del trabajo ella se iba a sus reuniones y yo me quedaba un rato escuchando música clásica. Hasta que me dio por empezar a salir de noche a pasear por la ciudad. Nunca me había dado cuenta lo solitaria que quedaba la ciudad a partir de las nueve de la noche. Pero además de la soledad era la percepción de las cosas, de las calles, los sonidos y sus cadencias sin claro origen. Además estaban las sombras caprichosas o las siluetas de personas que caminaban perezosamente de forma errática. La ciudad cobraba vida propia en la noche y a veces parecía que sus calles y avenidas habrían de desembocar en sombríos e inhóspitos parajes de tundra o bosques impenetrables. Los edificios parecían inclinarse o moverse bajo los efectos de ondulaciones sísmicas nunca detectadas visualmente durante el día.
    Sigo viendo las sombras caprichosas, las luces mortecinas de las ventanas, los humos lejanos de algunas fábricas bajo el trasluz de los altos hornos, autobuses oscuros que circulan a gran velocidad. Apenas hay coches. Los coches desaparecen cuando suenan las diez en el reloj de la iglesia catedral. Todo puede ser hermoso visto bajo los ojos serenos de la ciencia y la razón.

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  8. NOTAS EN TORNO A NECESIDAD/CONTINGENCIA, RAZÓN Y FE, COSA EN SÍ EN FUNCIÓN DE "NOSOTROS" O COSA-EN-SÍ EN FUNCIÓN DE NADA, CONTINGENTE, IMPREVISIBLE...

    Pero, ¿hay una realidad independiente de nosotros? ¿Cómo llegar a ella? ¿Es una realidad necesaria o contingente? ¿Se llega con la razón? ¿Se llega con la fe? ¿Se llega con la razón y con la fe al mismo tiempo? ¿Qué es la cosa-en-sí? ¿Dios? ¿Algo imposible de conocer aunque sí intuir? ¿Algo que se puede conocer por la vía no-conceptual de la fe? ¿O algo que se puede conocer con la razón o las matemáticas? Pero ¿Y si esa realidad independiente ahí fuera es siempre contingente y nunca nos ha de ser posible someterla a una necesidad como absoluto? Terrible opción. El universo existente antes de que hubiese conciencia. Si la realidad ahí fuera es independiente de nosotros y además absolutamente contingente, entonces todo es posible que pase, hasta las mismas leyes físicas son contingentes y el mundo se abre a cualquier posibilidad inaudita, inesperada.
    Hora de tomar una cerveza.

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  9. EL PASEO

    Había salido de casa a dar una vuelta por la ciudad. La verdad es que nunca me había dado por pasear por la noche, pues dicen que la ciudad guarda muchos peligros en las horas intempestivas. No tenía miedo. De ver a alguien extraño solo tenía que dar la vuelta o no arrimarme a él. La verdad era que encontraba las calles demasido solitarias. Hasta incluso parecía que no estaba en la misma ciudad que transito todos los días. Era evidente que la noche lo trastoca todo y me hacía vivir la sensación de estar en las entrañas de una ciudad irreal. No veía a nadie. No hacía frío, tampoco llovía. Había calles poco iluminadas, algunas casi oscuras. Me venían recuerdos. Surgían en mí sensaciones buenas. Quizás el paseo estaba abriendo mi mente hasta donde nunca había sido capaz. Era raro. No pasaba ningún coche. Las avenidas estaban vacías. Soledad. En algún momento circulaba un autobús oscuro a toda velocidad.
    Los mecanismos de la ciudad funcionaban como una gran máquina. La noche no impedía que la ciudad siguiera conservando su ser. Pero había algo también frío e inhumano en toda esa estructura de asfalto y cemento. El cielo y el espacio me llamaban a su profundidad inagotable, inalcanzable. Mierda. Ya empezaba a dejarme llevar por mi imaginación, precisamente cuando al día siguiente había de necesitar mi mayor sentido común y uso de razón. Mi imaginación soñaba con mundos diferentes, con personas buenas que te escuchaban y te apreciaban, con una vida después de la muerte donde uno habría de pasar a otras dimensiones extraordinarias, puede que otros mundos, otras experiencias hermosas. Siempre he creído que la imaginación es la vía que nos conecta de forma directa con las profundidades de la vida y esas profundidades son territorios de aventura, de nuevos amores y placeres, de trabajo creativo sin fin. Qué sé yo.

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  10. (VIENE DE ARRIBA)

    Demasiado delirio. Pero ¿qué extraña luz era esa? Parecía una mujer con una linterna potente que iluminaba la acera. Era una mujer de pequeña estatura, llevaba gafas y la linterna era potente, demasiado potente e innecesaria. Llamaba demasiado la atención. A decir verdad solo mi atención. Cantaba, parecía que iba cantando, y cantaba con una voz tan potente como la luz de su linterna.
    "¿Qué buscas?", le pregunté a voces. Ella no parecía entenderme. Se paró y me apuntó con la cegadora luz de la linterna en la cara. Quedé cegado por unos momentos. Luego era ella allí en frente de mí. Sus gafas cayendo y sus ojos mirando como rayos x.
    "¿Me preguntas que qué busco?
    "Sí, eso te pregunto", respondí asustado.
    Entonces ella apuntó con la linterna al cielo y dijo: "Busco a Dios, y tú deberías de buscarlo también."
    "Pero usted ya sabe que en esta ciudad no hay Dios. Dios ha sido expulsado del banco de ideas de todo nuestro mundo. Dios fue una mentira, una invención, una superstición para débiles mentales. Dios no existe, nunca existió. Váyase con su linterna a buscar al Diablo, posiblemente lo encuentre a la vuelta de la esquina en una de esas calles oscuras sin salida", dije con desenfado.
    Me volvió a apuntar la linterna a la cara y volví a cegarme bajo la intensidad de tanta luz.
    "Eres otro imbécil", respondió con furia, "eres otro que has vendido tu alma a cambio de nada, de la nada, de la muerte. Eres como el espíritu de esta ciudad: de día es vida, luz, trabajo, circulación, flujos, imágenes, números, palabras.... Y por la noche es la intermitente oscuridad, el sueño mal dormido o cargado de pesadillas, los flujos esquizoides de delirios mal hilvanados, las imágenes desconcertantes del cielo y el infierno, las combinaciones de números de una cábala incierta, las palabras repetitivas que nunca dicen nada cuando la pantalla donde se inscriben es negra y no deja que nada salga. ¿Para qué has salido de noche? ¿Quién eres? No me recuerdas a nadie ni a nada. Lárgate y mira si ves a Dios cuanto antes: tiene forma humana y vive en las alcantarillas con los pobres y los locos."
    Dicho esto se fue. Diría que desapareció. Quedé desconcertado.
    Y de repente sentí miedo, me sentí temblar. Había que dar la vuelta. La ciudad ahora se transformaba en una sombra gigantesca. El ambiente se hacía frío e inhumano, hostil a la vida. Me puse a correr. En menos de un cuarto de hora entraba a mi casa jadeando, asustado, mi mujer dormía y mis dos hijas soñaban en su cuarto.

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  11. ROSSMAN Y PROMETHEUS SE ENCUENTRAN PARA HABLAR

    Hoy he salido con la idea de tomar un café con Rossman. Ya es de noche y no me gusta salir por la noche, pues esta ciudad es aparentemente segura, pero sólo aparentemente. La idea de ir a tomar café con Rossman me sobrevino de repente, en realidad no había ninguna razón para ir a tomar café con Rossman, pero me aburría en mi apartamento y me dije: "Voy a tomar café con Rossman". Entonces cogí mi móvil y lo llamé. Su voz rasposa respondió de mala gana: "Hola, Prometheus, ¿qué cuentas?" A punto estuve de cortar la llamada, pero algo en mi interior se sublevó y respondí con voz segura en lugar de la voz quebradiza que me hubiese podido salir en estos casos de inseguridad. "Verás, hace tiempo que no hablamos y esta tarde tenía ganas de tomar una cerveza y charlar con alguien, y me decidí por tí". Él entonces me respondió con modulación irónica: "Vale, precisamente hoy no tengo ningún compromiso y a mí también me apetecía tomar una cerveza. No obstante déjalo para un poco más tarde, ¿qué tal las nueve?" Yo le dije que bien, aunque las nueve ya implicaba ser de noche y las noches de la ciudad me resultan inquietantes como ya he dicho. Hacía tiempo que vivía solo. No voy a explicar los detalles del por qué de mi soledad. Pero esa era la realidad que me había tocado vivir. Cuando llegué a la cafetería la ciudad ya estaba oscurecida. Pronto vi la figura de Rossman sentada en una mesa al fondo del establecimiento. Se levantó y comenzó a darme la mano de una forma efusiva. "¿Cómo estás chavalón? Sigues hecho un mozo", y todas esas cosas que actúan como introducción entre las personas conocidas y máxime cuando hace algún tiempo que no se ven.
    Antes de que llegaran las cervezas pedidas con presteza y rapidez, yo comencé a preguntarle: "¿Qué fue de tu vida desde que dejé de trabajar en la fábrica Thurman?"
    Mesando con suavidad su barba negra me fue respondiendo. Cambio de trabajo a otra profesión donde le fue bien, pero con matices. Muy largo de contar. Me imagino, pensé. Dos matrimonios fallidos y varios hijos que mantener y dispersos. Nunca sabes con quién te casas o con quién te relacionas, me dije en mis adentros. O sí parece un acierto, pero luego se demuestra que no, que no era tal acierto y que las cosas pudieron haber sido de muchas maneras, pero siguieron aquel curso nefasto y hasta violento. Noté cierto resentimiento que iba aflorando a medida que iba hablando.
    "Sabes qué", me dijo con la mirada fija, "me resulta muy difícil vivir. Trato de echarle a la vida el entusiasmo que puedo, pero a mis cincuenta y cinco años no le veo ya gracia a que las cosas siempre resulten tan duras. Te lo digo a tí porque intuyo que puedo confiar en tí. Con la gente que me rodea tengo que aparentar lo que no soy, lo cual es bastante triste. No es que uno sea un hipócrita, es que la gente por lo normal no te acepta como eres. Verás, todavía más complejo: hablo de la gente abstrayendo al individuo medio que vive y lucha y se integra lo mejor pasando desapercibido y no meterse en líos. La gente que se cree normal es la gente que más miedos oculta y más corazas de protección se impone y a quienes cuesta muchísimo relacionarse con otros que les rompen los esquemas o que se atreven a ir más allá con su vida o sus ideas. Es eso lo que quiero decir cuando digo que tengo que aparentar lo que soy, es una cuestión de supervivencia en un mundo de aparente normalidad, pero la normalidad es siempre esquizoide cuando raspas, y la agresividad o las interpretaciones paranoicas están siempre a flor de piel; da lo mismo en una persona normal que en otra no tan normal, aunque la persona normal vive su refugio con mayor celo y defensa. No estoy haciendo juicio moral alguno, Dios me libre."

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  12. (VIENE DE ARRIBA)

    "Te comprendo", le dije. "Te escucho con el mayor interés, sabía que eras la persona adecuada para charlar esta noche. Es curioso que cuando hablamos lo hacemos desde una experiencia propia que se ha ido acumulando a base de memorias en el tiempo, pero que no sabemos justificar para nostros mismos porque no encontramos tampoco razones suficientes para situarla o justificarla. Cometemos errores que entendimos como riesgos o apuestas, unas veces por que creíamos que nos podrían salvar de situaciones de oscuridad, confusión o aburrimiento; otras por vacilaciones, miedos o cobardías que creíamos nos iban a llevar a un infierno de vida. Calibrar la vida humana es siempre una absoluta contingencia. Y si te apegas a valores fijos inmutables acabas en la rigidez fanática o en putas neurosis obsesivas. Pues no hay tales valores inmutables salvo en tu cabeza. No hay solución a este dilema en este mundo, en este planeta. Te entiendo perfectamente."
    Llegaron dos cervezas más y la conversación se fue desinhibiendo de forma relajada (easy going). Rossman entonces siguió hablando:
    "Las relaciones humanas nos delatan como seres vulnerables, como cerebros desmesurados que no pueden encontrar equilibrio salvo construyendo espejismos, espejos, especulaciones. No podemos vivir sin agarrarnos a alguna esperanza y tal esperanza ha de ser fabricada con la imaginación. Hacemos de una pasión tan fuerte como es el amor por una persona, por una actividad, por algo, una idealización que nos sirve a qué agarrarnos de forma positiva; pero al ser una pasión o una pasión racionalizada, pero sin que deje de ser pasión en el fondo, pues ya estamos perdidos de alguna forma. Al ser al mismo tiempo otras muchas cosas y al ser el vivir siempre cambio y transmutación, mantener una pasión o una imagen psicológica de tal pasión para una eternidad es un sueño o una locura de la que hay que soltarse para lograr pisar los pies en el suelo y seguir la vida en sus planos de mayor tranquilidad en los planos de la cotidianeidad y la gente normal. Menudo dilema. A veces pienso que hubiese sido mejor no pensar, meterse de lleno en el fútbol o la política barriobajera de apego a cualquier ideología fácil, y vivir sin más. Pero a mí me ha tocado pensar. La ruleta cósmica me ha dado la gusa por el pensar. Podrían haber sido las drogas o el sexo o el trabajo o el sadismo del dominio sobre los demás..."
    "La ruleta cósmica", volví a tomar la palabra, "me gusta esa frase. Te olvidas del arte, la música, la filosofía, las ciencias. Hay muchos mundos por explorar, pero la cotidianeidad nos mantiene los pies en el suelo, las relaciones con los demás nos complican la vida. Cada vida siente sus resonancias y tales resonancias nos llevan a ciertas alegrías, nostalgias, arquetipos diría yo que nos hablan simbólicamente de algo que se nos escapa al mismo tiempo que lo palpamos. La ruleta cósmica implica arbitrariedad en la misma existencia, y si la misma existencia no tiene justificación racional, entonces hemos tocado fondo con la razón de las cosas. Habrá que buscar otros sentidos a la vida y yo no encuentro más materialidad que las resonancias que nos interpelan como afectos potentes ineludibles, fuerzas anímicas que nos disponen a vivir de cierta manera, en cierto modo y sin ese motor impulsor personal, individual, subjetivo nos aletargamos, nos aburrimos, nos deprimimos; nos dejamos arrastrar por la artificialidad o la inercia. Esa resonancia puede ser Dios o una visión potente de esperanza primigenia, de inocencia, de paraíso. Un arquetipo potente."

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  13. (VIENE DE ARRIBA

    "Oye", me dijo él, "nos ha pasado el tiempo sin darnos cuenta y parece que quieren cerrar, ¿por qué no damos una vuelta por la ciudad ahora que no hay gente?"
    "Bueno, hace mucho que no salgo por la noche. Esta ciudad con el cielo oscurecido me da mala sombra. Me inquieta demasiado. procuro quedar en casa.", respondí con voz cansina.
    Pagamos y salimos a una avenida. No había nadie. Las luces de las grandes farolas de neón alumbraban las aceras de cemento y el asfalto liso, pero no se veía un alma, ni tan siquiera un coche. Tan solo algún autobús oscuro circulaba a gran velocidad sin encontrar explicación alguna a tanta velocidad.
    "Oye", volvió a hablar Grossman, "es increible que después de tanto tiempo me llamaras y que además me llamaras en un momento en que sí necesitaba hablar. Te recuerdo como un chaval un tanto perdido y despistado en la vida de la fábrica, pero siempre reflexivo, pensativo, parecía que estabas buscando algo que a los demás todavía no nos preocupaba o no sentíamos. Me daba la impresión que leías mucho. Yo sabía que contigo se podía hablar de aquello que otros no sabrían entender. La gente normal suele ser superficial, se conforma con ser superficial. Aceptan las cosas como dadas por sentadas y no se complican la vida pensando. Pero tú eras algo diferente. Tú y aquella chica de la oficina que también era muy maja, muy inteligente. Cómo se llamaba.... Lisa, sí Lisa."
    "Gracias, Grossman, uno nace como nace y no puedes evitarlo. Si tratas de analizar las cosas como hace el psicoanálisis o cierto marxismo acabas en una regresión infinita que no te explica nada y sí te hace más culpable todavía por no estar o ser lo más auténtico posible. Seguimos con los idealismos, los artificios, las máquinas interpretativas. Hay personas sencillas, "normales" que ven también esto mismo por intuición y desisten de pensar más allá de lo requerido para sobrevivir. A veces te sorprenden las personas en momentos dados. Somos muchas aristas, muchas vibraciones, muchas contradicciones, ambivalencias. Somos todos un tanto esquizos. Mucho cerebro. Cerebros desmesurados que se desequilibran con facilidad y entonces nos volvemos ásperos y agresivos. Sí, me acuerdo de Lisa, creo que se fue a vivir a otra zona de la ciudad. Era una chica muy inteligente."
    Al fondo se veían los rascacielos del centro con los ventanales iluminados. Seguíamos caminando en silencio. Veíamos sombras que se movían de forma caprichosa, una mujer pequeña de estatura parecía portar una linterna con gran destellode luz, de repente otro autobús oscuro pasó a gran velocidad. Al mirar al cielo vimos que estaba estrellado, pero las luces de la ciudad impedían ver ese cielo infinito, ese misterio que tantos aborrecen, que tantos quisieran explicarlo de una vez y para siempre. Hubo un momento en que la ciudad parecía cobrar vida, como si de un animal se tratara. Como si algo respirara con ritmos desacompasados. Pero la ciudad era más una gran máquina que un ente vivo, o quizás ya lo maquínico y la vida comenzarán a fundirse en estas grandes urbes construidas por los estados. El Estado como la gran máquina que nos garantiza la existencia, la paz bajo la amenaza constante. La desmesura de poder y violencia como garantía de coexistencia social. Qué paradojas. Qué planeta tan esquizo, tan abrumadoramente insolente con sus juegos y creaciones con la muerte como final. Qué demiurgo sostiene esta cárcel y a qué juega. Jamás lo podremos saber, está fuera de nuestra mente el comprender lo que no puede abarcar. Jamás habrá explicación salvo que las resonancias nos estén indicando algo, un camino, una salida.....

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  14. EL APARTAMENTO Y LA REALIDAD (HAGA LA PRUEBA)

    Nada que interese. Una mujer plancha ropa. Un hombre estudia gramática inglesa encima de una mesa. Están en un apartamento. El apartamento está en un sitio encantador lleno de árboles y césped. Hay una habitación y un salón-comedor grande. Cuenta con aire climatizado. Pagan poco alquiler. Es un apartamento de la universidad. La universidad es la Universidad Universal de la Gran Ciudad. En frente hay una lavandería automática. Detrás hay más edificios de apartamentos, pero son edificios de bajo y un solo piso. La avenida en la que estamos situados es una avenida grande con muchos árboles y más complejos de apartamentos o casas familiares. La mujer sigue planchando ropa y el hombre sigue estudiando gramática inglesa. Todo tiene su sitio. Todo ello ocupa un lugar. El apartamento es un espacio con muebles sencillos: un mueble sofá-cama, una mesa grande para comer, una mesa de despacho, un par de armarios pequeños. Las paredes son de ladrillo rojo. La escena va cambiando y ahora la mujer prepara la cena y el hombre se pone a preparar una ensalada. Se va haciendo de noche. Es un tiempo-espacio atrapado por esta escritura. Podría seguir escribiendo los detalles del apartamento. No interesa. No pasa nada que importe. Pero es la cotidianeidad. Lo que pasa día a día. Atrapadas ahora esas escenas por esta escritura. Las escenas son de hace 48 años. Siguen vivas en el recuerdo de la persona que escribe, pero ¿existe otro archivo o archivos donde tales escenas estén también registradas además del recuerdo de esta persona que escribe? La pregunta no es trivial, ni se hace para hacerse el filósofo, se hace porque es una pregunta realmente seria. Una pregunta puñeteramente seria.
    El que escribe cree que sí. Hay registros y archivos de una dimensión inconmensurable. No estamos solos. Puede que Dios sea una palabra que oculte algo inmerso en la misma realidad que acabo de describir. Posiblemente estemos ya siendo traspasados por multitud de planos de existencia. Oiga, no lo puede demostrar. Lo sé. Lo presiento. Oiga, limítese a escribir. No se salga del guión. Repito: no se salga del guión. ¿Quién es usted?

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  15. OBREROS, TALLER, TIEMPO, PRODUCCIÓN

    Ruidos de trabajo. Los ruidos del trabajo son confusos. Se producen en un taller. Metal contra metal, golpe sobre madera. Sonidos de escapes de vapor. Válvulas o simplemente pérdidas por desgastes de retenes o junturas. Voces humanas que hablan sobre moldes, modelos, herramientas, máquinas, cantidades, órdenes, asentimientos. El taller es una configuración espacial dividida en una zona central amplia con bóvedas de cristal en el techo para que pase la luz. Luego hay otras zonas complementarias más pequeñas con algunas máquinas y mesas de trabajo. Las zonas complementarias están unidas de forma simétrica a la nave central por unas puertas pequeñas. Una a la izquierda y otra a la derecha. Entre ambas zonas complementarias se forma un patio exterior donde pueden entrar furgonetas o coches para cargar y descargar material. Hay anexo a una de las pequeñas zonas complementarias una caldera de vapor suministrada por gas oil.
    Los obreros tienen nombres. Son cuerpos humanos que visten una funda o mono de trabajo. Van y vienen. Se doblan sobre los bancos de madera o metal. Actúan sobre la materia, los materiales: les dan forma, los doblan, los calientan, los cortan, los miden, los disuelven, los solidifican, los convierten en valor de cambio o valor de uso concreto por encargos de empresas. Los obreros hablan entre ellos. Se envuelven, se almacenan, se envían. Por otra parte vienen las materias primas que entran al almacén.
    Parece una descripción objetiva de una actividad industrial. Pero es más una necesidad psicológica propia de quien escribe que una descripción impersonal de algo que está ahí afuera. En realidad ese afuera está alejado en el tiempo unos 56 años. Sólo existe como tal en mis recuerdos personales y ahora en forma de narrativa corta. Otra persona que hubiese estado en tal sitio trabajando o que haya visto tal taller de paso describiría esa realidad de acuerdo a sus recuerdos y solo en caso de que hubiese una necesidad psicológica en el presente para hacerlo, para evocarlo. Su narrativa podría ser parecida. El acontecimiento o la escena podría tener muchos matices, podríamos ponerlo en acción de mil maneras: desde la perspectiva subjetiva de uno de los obreros entremezclada su experiencia del taller con otras experiencias suyas de vida, de placer, de sufrimiento, de relaciones con el mundo. El taller lo podría vivir como algo interesante o como un infierno de aburrimiento y sometimiento al tiempo y a la autoridad de los jefes. El acontecimiento o escenario del taller es infinito desde infinitas perspectivas. ¿Cuántos registros de tal acontecimiento en tiempo y espacio subjetivo o cronológico existen sobre ese instante, o ese "entre" que presente de un pasado al mismo tiempo que ya futuro en infinitas modalidades de duración? ¿Cómo se relaciona ese escenario/acontecimiento con otros infinitos escenarios en proceso en ese mismo instante?

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  16. HOMBRE EN LA LAVANDERÍA AUTOMÁTICA Y LA POSIBILIDAD IMPOSIBLE DE UN ESPÍRITU LIBRE.

    El hombre sale del apartamento con una cesta llena de ropa sucia y se dirije a la lavandería automática que es un edificio plantado en medio de una zona ajardinada. Una vez dentro comienza a meter ropa en una de las lavadoras color verde caramelo para luego introducir una moneda de 25 centavos y echarla a andar. Hace lo mismo con otra máquina donde coloca la ropa blanca. Entonces se sienta en una de las sillas que forman una hilera. Hay unas mesas plastificadas también de color verde caramelo que sirven para extender la ropa lavada y doblarla. En esas mesas hay revistas religiosas de la Ciencia Cristiana. Cada secta religiosa tiene su estilo a la hora de hacer publicidad de sus doctrinas. La Ciencia Cristiana utiliza las lavanderías automáticas para dejar su literatura en forma de revistas bien impresas y muy cómodas de leer.
    El hombre echa una ojeada a una de las revistas. No hay gente a esta hora en la lavandería. Está oscureciendo. La Ciencia Cristiana dice que la materia no existe. Que es una ilusión nuestra. O sea, la materia es una ilusión que sólo existe porque nosotros cometemos un error de percepción y le damos una existencia que no es más que una apariencia, pero en realidad no existe como tal. Sólo existe el espíritu. Todo es espíritu dice esta iglesia, y como todo es espíritu pues todos los humanos somos espíritu y compartimos las propiedades de ser espíritu y entonces somos perfectos e inmortales. Esa es nuestra realidad: que somos perfectos e inmortales como Dios es perfecto e inmortal. Todo dolor o sufrimiento o muerte es debido a nuestro error de percepción.
    ¿Cómo un espíritu puro y perfecto puede cometer un error de percepción de tal calibre? Eso pensaba nuestro hombre cuando leía alguna página de la revista. Tampoco creía que iba a encontrar la respuesta en la revista, así que dejó la publicación sobre una silla contigua y caminó dando vueltas dentro del local. Abrió la puerta de entrada acristalada por un momento y aspiró el aire fresco de la noche. En unos veinte minutos la ropa habría que meterla en las secadoras e introducir otros monedas de 25 centavos. En menos de una hora volvería a casa con la ropa ya lavada, secada y doblada.
    Pensó por un momento en que él era un ser ligado a una casa, a unas tareas de casa; ligado tambien a un trabajo y a una universidad donde era estudiante. Ligado a una mujer de forma íntima y sentimental. Ligado a responsabilidades varias que ocupaban su vida y daban sentido a la misma. Pero ¿podría llegar él a comprenderse como un alma absolutamente libre y sin condicionante alguno? ¿Era posible abstraerse de toda materialidad y verse como espíritu puro transparente a sí mismo? Pronunció su nombre propio. He ahí la esencia de mi ser, pensó, pero es un nombre ligado a varios registros, a funciones diversas, a responsabilidades y obligaciones varias, a vínculos profundamente sentimentales e íntimos con otra persona, con otras personas a diferentes niveles. En realidad es imposible detectar un alma incondicionada, absolutamente libre, pues las mismas decisiones tomadas anteriormente o en el futuro llevan a otras ataduras, a otras redes de significación social, subjetiva, y nunca queda un sustrato libre de tales interferencias materiales, invisibles, incorpóreas.
    Sólo hay afectos o sensaciones que producen alegría o tristeza. Que suman alegría o restan alegría hacia mayor tristeza. Hay resonancias que intensifican la vida hacia una mayor libertad y otras que restan vida y afecto para ser menos libre, más dependiente, más esclavo. Sufrimiento.

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  17. LOS RASCACIELOS DEL CENTRO DE LA CIUDAD

    Los rascacielos del centro de la ciudad eran como vertiginosas atalayas que vigilaban la ciudad. Cuando los veías por la noche te asombraba la luminosidad del neón que brillaba de forma espectral a través de las paredes acristaladas que protegían los importantes despachos y oficinas todavía activas a pesar de la hora, aunque podían seguir siendo iluminadas sin más razón que desprender luz como signo de una actividad que nunca se detiene. No obstante era posible preguntarse quienes trabajaban allí y cuántos y hasta qué hora. Los rascacielos y yo no teníamos más relación que la proximidad o lejanía. Bueno, había también sensaciones, me producían vértigo. El mismo vértigo de verte rodeado de vacío y la posibilidad de perder el equilibrio y caer. Solía proyectar esa obsesión cada vez que los observaba desde algún punto de la ciudad. Quizás una manera de manejar el miedo al poder que esas colosales estructuras en forma de colmenas sintéticas en maquinal actividad de intercambios sincronizados en diferentes esferas de la vida: la económica, la financiera, la comercial, los litigios complicados, quizás algún laboratorio; la distribución de riqueza a nivel mundial en base a decisiones salidas de grandes despachos o juntas de accionistas; todo ello me daba vértigo. El vértigo de un planeta en marcha en función de la imparable actividad humana. Los rascacielos me hacían verme como un cuerpo humano sometido a fuerzas abrumadoras infinitamente fuera de mi control. Mi supuesta libertad no dejaba de ser el forzado dilema de aquellos ratones de feria que veía en algún pueblo y donde el ratón habría de elegir un agujero entre varios donde refugiarse, pero todo ello suponía un acierto para los que apostaban por el número de la suerte, la suerte producto de una ciega elección bajo el miedo. Era libre dentro de la tolerancia que permitían las redes sociales, los agujeros posibles donde meterse, y ser y existir bajo alguna justificación registrable o certificable. Protegido por un immenso poder que jamás detectará mi existencia real y concreta, pero al cual estoy vinculado por pura necesidad de supervivencia.
    Sin embargo, los rascacielos del centro de la ciudad son los símbolos del progreso planetario. El significante de un mundo que funciona en forma de circuitos, cortocircuitos, equilibrios, alteraciones, encajes y desencajes. Ni siquiera un potente terremoto podría hundir los grandes rascacielos del centro de la ciudad. Sus fundamentos son vigorosamente sólidos, incrustados en la tierra y suspendidos al mismo tiempo por sistemas hidráulicos de increible precisión.

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  18. LYDIA SIEMPRE VESTÍA DE NEGRO

    Salió a caminar por la ciudad por la noche. Lo había hecho otras veces. Solía meterse por las calles ruinosas y decadentes que daban a los barrios étnicos. No tenía miedo. No llevaba ningún arma. Ya conocía a Lydia, una chica que siempre vestía de negro cuyo territorio parecía estar en la cuadra formada por las calles Brumastar, Namel, Armastad y la Avenida Kronger. Lydia lo llevaba a visitar el territorio de casas antiguas habitadas por ancianos o matrimonios de ancianos o parejas de ancianos que solían dormir a esas horas, o quienes sufrían de insomnio crónico se pegaban a los televisores en busca de sosiego y entonces se podía ver el reflejo de los espectros de luz variable a través de las ventanas. Otros miraban a través de las vidrieras para contemplar la oscuridad de la calle. Se tiraban horas en ese estado. Por el verano solían salir al porche y allí sentados en su mecedora no paraban de observar el mundo circundante de la soledad urbana. A veces un grupo de dos o tres se juntaban y compartían recuerdos de vidas que en algún momento habían sido jóvenes y con esperanzas de futuro.
    Lydia le llevaba por las calles y hablaba de la ciudad nocturna como de un reino aparte sin relación alguna con la ciudad diurna. La ciudad por la noche era un mundo de sombras, de rincones, de ruidos, de luces, de olores, de tactos y de personas ocasionales que de alguna forma conectaban con una esencia tan inquietante como inexplicable. Lydia decía que la noche de la Gran Ciudad era el momento en que algo "que no era de este mundo" impregnaba el ser de la ciudad; "mojaba con su aliento la ciudad" decía ella. No sabríamos decir la edad exacta de esta increíble mujer, pero creemos que estaba en algún sitio entre los treinta y los cuarenta. De ojos vivos y brillantes, de fuerte inteligencia intuitiva, cualquier cosa existente en su territorio era un signo reconocible en sus propios términos, los cuales no eran los nuestros, pues para nuestro personaje todo ello era oscuridad, curiosidad mórbida y potencial desasosiego. Y sin embargo ella le sabía traducir las casas en ruinas cerca de un parque desolado, como las mansiones que habitaban ciertos espíritus capaces de contar relatos "de las estrellas", del pasado antes de que hubiese Gran Ciudad o Gran Estado: algo así como si hubiese habido una realidad anterior no relacionada para nada con la vida del homínido. Lydia era capaz de embelesarle con sus historias, aunque a veces él sentía miedo cuando se acercaban a ciertos rincones. "No te acerques", decía la mujer, había sitios por los que había que sentir un fuerte respeto y miedo. Había fuerzas extrañas que no congeniaban con nuestro mundo y te lo hacían sentir en forma de estremecimiento, de sudores fríos. Esta mujer nocturna vestida siempre de negro creía en dimensiones de vida insondables que nada tenían que ver con nuestra civilización, pero que sin embargo habían quedado atraídas o "magnetizadas" por nuestro planeta y nuestras grandes ciudades. Ella intentaba entrar poco a poco en esas sombras sin forma física todavía detectable y sin saber si nuestros sentidos serían capaces de ello.
    Después de una hora y media con Lydia nuestro hombre se retiró hacia los barrios étnicos caminando con gana. La noche acababa haciéndose corta y a veces la angustia le hacía volver a casa antes del tiempo previsto. Pero en los barrios étnicos era capaz de vivir fuera de las luces espectrales de los rascacielos de la Gran Ciudad. Eso sí que nos resulta a nosotros inquietante.

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  19. ¿QUÉ HACER ANTE LO INEXORABLE?

    Siempre hay un hiato o abismo que separa el anhelo de ser como esencia permanente, de la realidad que nos separa ya-siempre de tal posibilidad. Ya recurramos a cualquier producto de la mente o pensamiento o facultad mental, siempre nos desgarra la inevitable inadecuación o desajuste o un desquicie o fuera de goznes entre un afuera que actúa como imprevisto, fuerza externa, y un yo que se refleja con ganas o aspiración de completud, satisfacción, plenitud, eternidad, etc.
    El desajuste quizás podría ajustarse en base a una correlación entre el yo o alma individual y la realidad externa en base a una identidad acertada, una razón que conoce la verdad, una fe que une definitivamente. Y si no así, entonces por lo menos alcanzamos a ver el referente, el objetivo alcanzable que nos orienta en pos de una mayor perfección, ajuste, tranquilidad, sosiego, felicidad, en la medida en que nos aproximamos o alejamos. Objeto y sujeto aspiran a coincidir en función de una síntesis que cierre el hiato o abismo y así llegar a ser mejores y vencer el miedo a la muerte. Miedo que es la madre de todos los miedos.
    Hay progreso en la vida humana, en la historia: se consigue vencer enfermedades, vivimos más, comemos mejor, hay más libertad, mejor educación... (ojo, sólo en el 25% de paises occidentales se mejora en todas esas cosas a la vez). Pero el miedo por eso no desaparece y la sensación de inseguridad es permanente a nivel corporal y anímico.
    Puede que haya fuerzas cósmicas más allá de la conciencia humana, del tiempo humano (tiempo antropológico: duración, tiempo cronológico) que impliquen ya la misma desestabilización en nuestra representación de las cosas. En la raíz de las cosas fuera de la conciencia y la representación.
    Se entiende entonces el salto de la fe. La verdad de la razón no logra alcanzar ese mundo fuera de la conciencia y por tanto el pensamiento mismo se vuelve objeto con un principio y un final. La razón misma habría de morir en caso de desintegración final del sistema solar y del universo tal como lo conocemos. Solo nos queda el salto de la fe.

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  20. GUARMILDA PIENSA CUANDO SUFRE INSOMNIO

    Guarmilda sufría insomnio ocasional. Vivía sola en uno de esos edificios ya decrépitos de la Gran Ciudad, pero en un barrio entrañable por su antigüedad y por que era una de las pocas zonas de la ciudad donde todavía se conocía a los vecinos por su nombre. No obstante ya se rumoreaba que tardaría poco en desaparecer tal barrio, pues ya había proyectos aprobados por la Comisión de Urbanización Metropolitana para demolerlo y construir nuevas colmenas de apartamentos a precios semi-prohibitivos. El barrio donde vivía Guarmilda estaba cerca del centro de rascacielos y si hasta el momento había sido una zona deprimida y abandonada a su suerte, ahora entraba a formar parte de grandes proyectos futuros y futurísticos de la Gran Ciudad.
    En las ocasiones en que sufría ese insomnio Guarmilda se ponía a cavilar a su manera: "A veces pensando", se decía ella, "llegas a la frontera de la mera existencia humana y hay algo que inquieta". En ese momento abría la ventana que daba a un callejón lleno de gatos y miraba la soledad y el vacío inmerso en el olor a basura que despedían las bolsas que allí dejaban algunos vecinos. Y seguía: "Todo lo existente viene dado, es algo que tiene su ser propio, y tal ser forma y moldea nuestra existencia sin que seamos capaces de trascenderlo y comprenderlo en sus propios términos". Ahora dirigía su mirada hacia los centenares de ventanas que podía percibir, las cuales despedían una luz centelleante de televisores encendidos. Guarmilda vivía sola desde hacía muchos años. Había estado casada siendo joven, pero su matrimonio no duró los dos años. Ella decía que era mejor vivir sola y aguantarse a sí misma que no vivir soportando a nadie y menos que ese otro tuviera que soportarla a ella. Seguía pensando: "Somos absolutamente dependientes de eso que nos forma y nos moldea y de lo cual no podemos jamás dar cuenta de ello. Pero somos y nos movemos en ello. No somos un ente independiente de "eso", pues tal independencia es imposible si no somos capaces de trascenderlo."
    Trabajaba como cocinera en un restaurante cerca del centro y estaba ya a punto de jubilarse. Siempre había vivido como había querido, pero había cosas que leía, que pensaba, que especulaba. "Por decirlo muy suavemente: estamos arrolladoramente subordinados a fuerzas que no conocemos, pero que nos hacen ser lo que somos sin resquicio alguno a libre albedrío o chispa espiritual. Pensar que ese libre albedrío existe no es más que otro pensamiento ya producido por esas mismas fuerzas absolutamente desconocidas o 'eso'."
    Ahora se sentía sola en una ciudad que cada vez se hacía más misteriosa y opaca por las noches. De hecho casi nunca salía por la noche, pues había rumores de bandas peligrosas que pululaban por las calles solitarias. Bandas de gente extraña que intentaban consolidarse como tribus en territorios urbanos descatalogados y abandonados. Cerró la ventana y siguió pensando: "Somos un producto inexorable de algo que nos produce en todo momento y bajo una trama absolutamente desconocida. Y con ello va la ilusión de ser entes libres, u homínidos que escojen su devenir. Vivimos como sí, como sí fuésemos libres, como si creásemos cosas, etc. Pero la absoluta determinación que somos viene de ser algo que ya está en nosotros de manera inexorable. Con su propio guión."
    Guarmilda entonces tomó su ansiolítico con un vaso de leche y se sentó de nuevo sobre la cama. Por primera vez sintió miedo. Miedo a estar sola. Miedo a lo que habría de ser su vida jubilada. Seguiría leyendo libros, seguiría pensando, buscaría a sus antiguos amigos para tomar algún ocasional café. Pero lo que acababa de descubrir con su pensamiento la desconcertó.

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  21. DESTERRITORIALIZACIÓN Y RETERRITORIALIZACIÓN DE LA GRAN CIUDAD Y LA BANDA DE LOS DESTERRADOS

    En cualquier circunstancia hay que dar un salto de fe para alcanzar el sentido de las cosas. Me apunté a la banda de los Desterrados por un salto de fe que hizo saltar todas mis ideas y prejuicios por los aires. Había crecido en la zona rica de la Gran Ciudad. Había gozado de mis caprichos y de mis vicios por el tiempo que me había dado la gana. Mis padres me habían enviado a los mejores colegios, luego a la universidad más cara. Mi infancia fue bastante repelente si aplicamos un juicio equilibrado a la vida. O sea, fui un niño consentido, mimado, totalmente estropeado. Nunca me faltó nada. Manipulaba a mis padres con tino y a cambio obtenía lo que quería. La suerte que tuve es que mi inteligencia era mayor de lo normal. Las matemáticas se me daban estupendamente, las ciencias eran mi plato favorito; asimilaba las clases con facilidad y mis exámenes eran del 95% al 100% de conocimientos. En la universidad me gradué como licenciado en ciencias físicas con honores. Luego me puse a trabajar en un gran laboratorio donde mi padre era uno de los mayores accionistas. La Gran Ciudad ofrece oportunidades a todos aquellos cerebros que dan la talla. Lo pude comprobar: mis compañeros de laboratorio provenían muchos de los distritos más humildes, porque habían sido seleccionados bajo el programa GIP que se aplicaba en todas las escuelas y colegios. Muchas fábricas y empresas y consorcios multinacionales de todo tipo venían a establecerse a la Gran Ciudad por su política selectiva y sus bajos impuestos. Éramos una ciudad que prosperaba, que crecía, y sus distritos iban aumentando y miles de inmigrantes venían de todo el mundo a vivir con nosotros. De ahí que la Gran Ciudad plantaba cada vez más rascacielos en el centro aunque ya sólo ejercían como puntos de vigilancia y control sobre los flujos del tráfico rodado, del transporte público y privado; también de los flujos de personas en los diferentes distritos. La revolución informática había creado los programas más sofísticados de singularización de la realidad y ya nada se escapaba a ellos. Teníamos las herramientas para el mayor control posible en todo aquello que se nos ocurriera, pero el problema era saber qué era lo que queríamos como ciudad y Estado-Ciudad y al mismo tiempo había que definir quién era el que mandaba.
    Mi padre había pertenecido por muchos años al consejo del Burgomaestre o Consejo Mayor Metropolitano y conocía la imposibilidad de alcanzar consensos unitarios de poder en una ciudad donde el poder se disgregaba y se fragmentaba por zonas y distritos, aunque sí había una unidad de aplicación de medios para crear infraestructuras y su mantenimiento al mismo tiempo que las fuerzas de orden y control podían actuar en función de necesidades varias desde un mismo mando. No había centro de poder como tal, sino muchos centros de poder local coordinados solamente para funciones prácticas que evitasen que la ciudad en su conjunto y su demencial extensión se deteriorase por falta de previsión y de cuidado.

    (SIGUE ABAJO)

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  22. (VIENE DE ARRIBA)

    Pero incluso esos centros de poder ya comenzaban a ser sustituidos por programas cibernéticos que solo dejaban un magen de decisión mínimo para cualquier comité que habría de apretar el debido botón. Nuestra Gran Ciudad se iba computarizando y ya ni tan siquiera era necesario un Consejo de Burgomaestre o Consejo Mayor Metropolitano. Las torres rascacielos del centro ejercían su labor de forma precisa. Sus armazones iban quedando vacíos, pero el poder aborrece el vacío y tales espacios habrían de ser ocupados por laboratorios de alta investigación en materias que pocos sabían para qué habrían de ser utilizadas. A veces se veían entrar por la noche autobuses oscuros que bajaban las rampas de los sótanos o garajes de las torres, pero nadie lograba saber qué era lo que transportaban y para qué.
    La ciudad iba cambiando de un modo vertiginoso. Los distritos pasaban de ser zonas urbanas clásicas del siglo XX a calles-circuito de alta eficacia en función de una movilidad pragmática que sin negar los aspectos humanistas que debían de conllevar en forma de paseos o de estetica arquitectónica, sin embargo acababan siendo lugares de vibraciones hostiles a las personas que habían de transitarlas. Eran edificios que aislaban como contenedores herméticos, hechos de un material sintético que impedía cualquier porosidad, tanto de afuera a adentro como de adentro a afuera. Eran transformaciones que no lográbamos entender. Algo así como si una nueva capa de realidad se hubiese superpuesto a la anterior sin darnos cuenta, sin percibirlo, aunque al cabo de un tiempo sufríamos la extrañeza de unas nuevas sensaciones, quizás unas nuevas formas de vivir automatizadas cuyos condicionantes se nos escapaban.
    Pero yo había comenzado hablando de mi salto de fe. ¿Cómo fue posible que un alto científico de unos grandes laboratorios de la Gran Ciudad abandonase su trabajo, sus privilegios y su forma de vida para incorporarse a una de las bandas más desclasificadas de la urbe?
    Una mujer entró en mi vida en momentos de mayor ajetreo profesional y de mayor locura de vida. Vivía apasionado con mi trabajo, pero no sabía para quién trabajaba o para qué trabajaba. Los proyectos eran fantásticos y mi inteligencia se desarrollaba sin fronteras. Fabricábamos bacterias para la descomposición de basura, de las toneladas de basura que se iban acumulando en la ciudad, y nuestras bacterias ya eran capaces de reducirlas a mero polvo que tan solo ocupaban pequeños cubos de plástico. Pero también fabricábamos tejidos orgánicos que serían usados por hospitales para implantes de piel o sustitución de tumores o vísceras. También hacíamos alta investigación cuyos productos nos resultaban desconocidos o extraños por no tener una clara función o utilización. Recibíamos órdenes y proyectos pero no sabíamos de dónde venían las órdenes. Nuestros sueldos eran privilegiados y mi vida libre gozaba de pleno desenfreno. La ciudad se convertía en una constante fuente de estímulos sensuales y sexuales. Todos los placeres estaban a nuestro alcance. Mi apartamento era un lugar donde apenas hacía vida. Pero llegado el momento nos habíamos de recoger en residencias para realizar cursos de capacitación acelerada que podían durar de quince a veinte días. El aprendizaje exploraba los más altos conocimientos de la materia y sus aplicaciones más novedosas e increíbles. A veces me resultaba fantástico. Otras veces creía haberme vuelto loco. Mi vida se había tornado en un laberinto de sensaciones confusas, de ideas desmesuradas, de relaciones basadas en la desconfianza y el secreto.

    (SIGUE ABAJO)

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  23. (VIENE DE ARRIBA)

    Entonces llegó Séphora. Al principio actuaba como mi ayudante. Era morena, de ojos orientales, con un acento extranjero inidentificable. Una mujer callada, ceremoniosa, sonriente. Poco a poco nos fuímos conociendo más allá de lo estrictamente laboral y eso fue lo que comenzó a crear sospechas. Una vez me invitó a su partamento de forma muy discreta. Habíamos de ser discretos pues nuestra vida formaba ya parte de códigos sociales controlados. En su apartamento había libros impresos, también grabados y pinturas. La música de fondo tenía tonalidades orientales. Su afectividad me resultaba desconocida. Sus caricias, su manera de hacer el amor me resultaba un descubrimiento, una nueva revelación sobre mí mismo. Las conversaciones me hicieron ver que mi vida había sido toda ella una mentira, una artificialidad fuera de toda posibilidad de contraste con otras formas de vida. Cuando ella hablaba me hablaba de un mundo desconocido, de un mundo inexistente para mí. Quizás de una utopía inalcanzable; de ideas que podían transmutarse en juegos de sentimientos o realidades imaginarias. Yo era feliz cuando visitaba su apartamento y volvía todas las veces que podía.
    Hasta que un día dejó de venir al laboratorio. Preguntaba por ella, pero no había respuesta. Su apartamento estaba vacío. La oscuridad comenzó a habitar mi mente. Me ofuscaba, me confundía, no podía concentrarme. Me quedaba durmiendo en mi apartamento sin importarme las consecuencias. Todo lo que había vivido hasta el momento como normalidad comenzó a fragmentarse en mil absurdos o espejismos sin valor alguno. Sabía que nunca más sería posible volver a ella. Sabía que había protocolos secretos en nuestro trabajo y conocía también que podían ser muy drásticos.
    Una noche salí a dar un paseo por las calles vacías de la Gran Ciudad. Un paseo en solitario en una noche fría y de llovizna. Me fui alejando de mi edificio, de mis calles más familiares y pronto me adentré en un distrito desconocido de edificios decadentes, de casas unifamiliares cubiertas de matojos, de solares y descampados abandonados. Curiosamente no sentía miedo. Todo era nuevo para mí, hasta los olores me resultaban fuera de lo común. Realmente había mucha ciudad que desconocía.
    De repente fui divisando bajo la ténue luz de unas farolas medio ciegas a un grupo de gente que vestía con túnicas de color oscuro. Llevaban armas blancas y de fuego. Me pararon. Me ataron de pies y manos sin yo ofrecer ninguna resistencia y me llevaron a su territorio no muy lejos del lugar.
    Su nombre: los Desterrados. Su nuevo recluta: yo. Su ideario o filosofía de vida: la barbarie. Su territorio: todo el submundo de la Gran Ciudad. Su misión: la desterritorialización de toda la ciudad y la desterritorialización de la mente. Acto existencial: salto de fe.

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  24. TIEMPOS Y DIMENSIONES (Y LA POSIBILIDAD DE UN TIEMPO ABSOLUTO)

    Si todas las instancias desde las que miras al mundo son ya instancias en el tiempo y por lo tanto en el cambio, solo nos queda el tiempo que vivimos en una sola dirección hacia un futuro que nos resulta desconocido. Un tiempo que nunca es presente sino pasado en paso hacia un futuro y lo que nos queda de ese pasado es la memoria o el hábito automático del cuerpo. La memoria está subordinada a este presente que ya no es presente, el cual la evoca en razón de estímulos que nos están afectando. Evocamos la memoria de lo que pasó, pero jamás podemos recuperar ese pasado como pasado real. El tiempo es irreversible para nosotros los humanos. Solo la memoria y la imaginación nos pueden sacar del momento presente que ya no es presente. Si yo recuerdo imágenes de mi infancia tan solo recuerdo escenas o escenarios inmersos en un trasfondo general que resulta impreciso, quizás borroso; las mismas escenas resultan equívocas: reconozco las personas que están allí, cosas que hacen, pero sólo doy cuenta de aquello que me impresionó o me dejó huella. Todo lo demás es territorio difuso, confuso, irreconocible, reconstruido a veces. Aunque yo puedo seguir reconstruyendo en base a tales escenas, crear más mundo, moverme en territorios de nuevos personajes, volar y ver el paisaje, idear una música de fondo, aproximarme a unos ojos y verlos tan de cerca que me fundo con ellos. Es increíble lo que puede hacer la imaginación en base al recuerdo. Y también se puede lanzar al futuro y anticiparlo a su manera, aunque el cuerpo siga apegado al presente que ya no es presente en una sola dirección inexorable, camino de la vejez y de la muerte.
    La imaginación ayudada por el recuerdo vuela, crea mundos, se rebela, o se repliega. Tiene relación con el sueño, pero el sueño al escaparse al control de la conciencia despierta, deja libre lo más profundo de nuestras experiencias sin censura, y entonces he ahí las pesadillas como las maravillas, lo bueno, lo menos bueno, lo horrible: todo el espectro anímico en ebullición y grados de intensidad o claridad: deseos, miedos, compensaciones, condensaciones o dispersiones. El tiempo del sueño es otro tiempo, el tiempo mítico del érase una vez que volverá a ser de otra manera dentro de un mundo que podría estar dentro de otro, etc.
    Oiga usted, lo único real es la realidad que vivimos con la conciencia despierta y lo sentidos en su plena capacidad. Usted podrá especular con muchas cosas, pero eso no dejará de ser "especular", reflejos en un espejo que no es real y nos engaña. Los recuerdos, la imaginación, las ilusiones, los sueños no son más que humo. Tienen la existencia del humo. Lo que cuenta es la tierra firme que pisa, la gente real de carne y hueso, el tiempo que mide el reloj. Lo que se dice y se habla en el momento. Las leyes, las costumbres, las posibilidades reales en base a la razón y el sentido común.
    Sí, tiene usted toda la razón, pero un recuerdo o un sueño es también "palpable" cuando lo vives. Entra en escena mental con el mismo derecho como entra un ente cualquiera en tu vida física, corporal. La vida real irrumpe cuando dejas de imaginar o soñar, pero la vida "irreal" irrumpe también en su forma espectral cuando la vida "real" deja de funcionar. Lo uno y lo otro forman un todo con diferentes dimensiones. Con diferentes lenguajes y experiencias. Somos todo ello y la territorialidad de ambas dimensiones es infinita en sus respectivos tiempos-espacios.

    (sigue abajo)

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  25. (viene de arriba)

    Según la ciencia el tiempo-espacio físico acabaría desapareciendo con la misma desintegración o trituración del universo bajo el Big Crunch (parece que se ha de expandir hasta su misma desintegración en una nada absoluta, según las últimas observaciones). Podríamos decir que nuestro futuro ya anticipado no es la muerte personal per se (Heidegger), sino la muerte cósmica absoluta. Pero entonces nos preguntamos: ¿Está toda realidad anímica en el cerebro como ente neurobiológico (físico), y por lo tanto la muerte, sea en la modalidad personal o cósmica absoluta, acaba ya con toda realidad, tanto "real" como "irreal" por ser el cerebro una cosa más, un ente más que sufrirá el mismo destino que toda materia? O, ¿habrá una dimensión extra-física o meta-física con sus territorios o espacios tiempos subordinados a otros universos que escapan a las leyes físicas del nuestro los cuales mantienen una relación inconsciente o subyacente con el universo físico? ¿Existe un tiempo absoluto que contiene a infinitos universos y sus respectivos tiempos/espacios?

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  26. MUTANTES SIN SENTIDO

    Cuando vives en la Gran Ciudad no encuentras explicación a nada. Hace tiempo que Bussa no encuentra explicación a nada y se deja vivir tal como vayan sucediendo las cosas. No se emborracha porque no le apetece. No se dedica a babear detrás de las mujeres en los bares de ligue porque tampoco le apetece. Sus cuatro matrimonios acabaron como cuatro tormentas de verano. Ahora vivía solo y la Gran Ciudad era toda para él. Pero esa gran ciudad era un laberinto. No sabía darle forma, ni sabía qué función cumplía tal ciudad en un planeta lleno de ciudades cada vez más monstruosas. Cada distrito se estaba convirtiendo en un mundo propio dominado y controlado por cuerpos de policía sin control o bandas armadas que daban cuenta de sus actos a gente oscura con capacidad de matar. Pero cada x tiempo el gobierno del Burgomaestre hacía limpieza en los distritos con su ejército profesional que no dejaba títere sin cabeza. Destruía las bandas y los policías corruptos y volvía a restablecer el orden dejando lugartenientes del Burgomaestre a cargo del distrito.
    Bussa era un hombre tranquilo en un mundo hiper-urbanizado. Las avenidas se iban haciendo más largas y las calles más inhóspitas. Su vida era una simple rutina de trabajo, casa y trabajo. Luego se introducía en la Red y vivía una vida virtual. A veces corría por la avenida para hacer ejercicio. Sus amigos eran virtuales. En realidad no sabía si eran reales o virtuales. Eso ya no le importaba. Tampoco sabía si las noticias que leía eran verdad o mentira, pues tales nociones eran pura confusión. Formarse una idea del mundo le resultaba imposible. Le faltaban muchos datos y tampoco sabía hacer las conexiones necesarias para formarse una idea medio aproximada. Solo era fiable lo relacionado con su trabajo y su vida inmediata. Eso funcionaba. Producía leche embotellada con precisión y le ingresaban su sueldo con puntualidad. Lo demás ya no era cosa suya. Todo funcionaba de acuerdo a proyectos parciales que se iban sincronizando sin quererlo. Las escuelas de niños enseñaban, las universidades producían nuevos profesionales y científicos en todas las áreas del conocimiento. Pero en la Gran Ciudad no había centro de poder que pudiera considerarse como tal. El Comité Mayor Metropolitano (Burgomaestre) era más una ficción que una realidad: un gran programa computarizado de máxima eficiencia.
    La noche era un problema, pues la noche era la ocasión en que la vida sumergida o subterránea durante el día podía salir a deambular por las calles silenciosas para proyectar sus locuras o crear sus reinos bajo las sombras. En realidad tanto Bussa como los demás estábamos llegando a la conclusión de que el Planeta flotaba en un espacio monstruosamente frío y silencioso y todos éramos mutantes o errantes sin sentido alguno.

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  27. UN SALTO DE FE CASI MORTAL

    Nunca podemos evitar que la mente trate de dar algún sentido a las cosas, aunque ese sentido sea el sinsentido. Puede que haya una realidad externa a nuestra conciencia, fuera de nosotros, y que esa realidad pueda conocerse a través de un método donde la conciencia adquiera una neutralidad y transparencia libre de todo precondicionamiento, de todo prejuicio y entonces he ahí la verdad en toda su pureza objetiva. Si tal cosa es real, entonces el final del universo que conocemos ya sabemos cual es: la nada absoluta, la muerte total. Cosa de millones de millones de años, quizás trillones de años. Pero ¿qué importa el tiempo si el final ha de ser el mismo? ¿O puede que haya escapatoria en en todo ese tiempo que queda desvelando otro universo o redescubriendo nuevas leyes físicas del cosmos y entonces otra materia podría ser posible, o podríamos llegar a controlar las fuerzas gravitatorias y así como hacía Superman revirtiendo el tiempo en la Tierra venciendo su giro centrífugo, nosotros los homínidos seríamos capaces de revertir el tiempo cósmico?
    O, también, ¿podríamos darnos cuenta de que nuestro universo no solo son las leyes físicas conocidas hasta el momento, sino también las nuevas leyes físicas bajo otros paradigmas que la conciencia lograse descubrir, y entonces habría puertas o grietas o singularidades gravitacionales o antimaterias que nos revelasen un universo ilimitado y multidimensional bajo un tiempo absoluto y nuestra individualidad nunca dejaría de tener sentido, pero ahora bajo nuevos horizontes? Pero si esto fuese posible nuestra conciencia ya habría logrado ser parte de un todo dentro de una ecuación capaz de relacionar las fuerzas fundamentales del universo encontrando así un equilibrio entre la conciencia humana y las demás fuerzas físicas con las que ya forman una relación. No obstante eso no impediría que esa conciencia ya explicada y relacionada matematicamente con el universo y sorprendente con su poder de conocimiento y posibilidades, al final tuviese que irse al garete de la nada absoluta ante un Big Crunch o una absoluta dispersión también hacia la nada. La conciencia seguiría estando subordinada a las leyes físicas, formando parte de ellas y al final su destino sería el mismo del universo físico.
    El eterno retorno de Nietzsche tampoco sería posible si el tiempo fuese infinito, pues si el tiempo es infinito entonces encerraría todo el espacio y sus posibilidades en una eterna repetición: un presente eterno. Cada instante sería un presente eterno. Pero un tiempo infinito no daría cuenta de un universo que finalizaría en una nada absoluta sin repetición alguna, sin tiempo ni espacio ni nada de nada.
    No así un tiempo absoluto capaz de trascender las leyes físicas del universo y concebir realidades fuera de las apariencias como eternos arquetipos o la cosa en sí o el noumeno o el dios inamovíble de Aristóteles o el Dios judeocristiano. Pero entonces volveríamos a la vieja metafísica y su división de Realidad/Apariencia o fenómeno y noumeno y la ciencia nunca habría salido del paradigma del fenómeno. Oiga, ese salto de fe ha de ser un salto casi mortal.

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  28. RAMARIA Y LA SOCIEDAD PARA LA BÚSQUEDA DE UNA METAFÍSICA

    Pensaba Ramaria que si era imposible dar cuenta de la existencia, entonces nuestras vidas dejaban de tener una mínima explicación de su razón de ser. Podemos dar cuenta de un conocimiento inmanente de las cosas. Pero el por qué de las cosas eso ya era trigo de otro costal. Lo cual la hizo creer que nuestra existencia no nos pertenece mientras no pueda ser explicada en términos metafísicos. De no haber tal explicación entonces la sospecha era que algo o alguien habría de sostener o dar razón de nuestro habitar el planeta, pero sería un algo o alguien que se escapara a toda comprensión homínida. No había metafísica posible capaz de explicar el fenómeno de nuestra existencia, pero sí la sospecha de que si existimos y nuestra existencia es algo que no nos pertenece porque su fundamento se nos escapa. Y si no nos pertenece pero existimos, entonces tiene que haber algo o alguien que nos mueva por algún sentido inmesurablemente desconocido.
    Esa fue la razón por la cual Ramaria fundó su Sociedad para la Búsqueda de una Metafísica en la Gran Ciudad. Ella tenía la sospecha de que la Gran Ciudad estaba pasando de un estado cultural, económico y político no de forma caótica o arbitraria como parecía estar ocurriendo bajo la mirada de muchos, sino de acuerdo con intenciones y proyectos fuera de nuestro alcance humano. Es decir: nuestra existencia al no pertenecernos salvo para decisiones ya inmanentes en una realidad dada, entonces se dejaba intuir con fuerza la pertenencia de toda ella a razones extranaturales, meta-físicas, fuerzas inabarcables y oscuras que nos hacían cambiar, vivir de determinada forma, enfrentarnos a situaciones y conflictos nunca comprensibles en su sentido final, absurdos o injustos, crueles muchas veces. Es decir, Ramaria buscaba el sentido en lo que ya los griegos antiguos y los hebreos determinaban en su realidad eterna no-humana los primeros, y en la voluntad de un único Dios los segundos. Ambos después de haber pasado por la etapa politeísta de dioses singulares y variados.
    Pero ahora fundaba su Sociedad con el celo religioso de urgencia con que muchos profetas o profetisas anunciaban una vía de solución o comprensión a las cosas que estaban sucediendo en la Gran Ciudad. Muy pronto y después de sus campañas de promoción ayudada por varios amigos que también sentían la nostalgia de nuevas explicaciones y posibilidad de encontrar las razones finales de las cosas, varios cientos de seguidores se unían a su Sociedad con celo y con fe y con ganas de promocionar una vida espiritual que diera sentido a la confusión.
    Ramaria se veía abrumada por la demanda de solicitudes y actividades en torno a su movimiento metafísico o espiritual o nueva fe o quizás religión. Ella insistía que tan solo abrigaba una intuición de que detrás de nuestro existir había razones poderosas para creer que fuerzas sobrenaturales o extranaturales o quizás pertenecientes a otra forma superior inteligente dentro de nuestra física, pero ya en otra dimensión; pues esas fuerzas nos estaban manipulando, experimentando, quizás jugando con nosotros. Nada más por el momento, insistía ella. Pero la afluencia de afiliados y socios a la Sociedad para la Búsqueda de una Metafísica, daba a su proyecto nuevos tintes espirituales al mismo tiempo que desataba un hambre de más allá urgente en miles de confusos ciuadadanos de la Gran Ciudad.

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  29. LA NOCHE DE UN RECOGEDOR DE BASURA

    Klamen trabajaba todos los días en la recogida de basura de varios distritos de la Gran Ciudad. Era su rutina. A veces seguía un recorrido y otras veces otro. Lo más normal era seguir en un camión con el mismo conductor, pero podía suceder que lo cambiaran de camión y de conductor otras veces. El horario era el mismo todos los días: de 9 de la noche a 5 de la mañana. Normalmente las calles y zonas de los distritos permanecían igual durante su trabajo. El silencio de la noche interrumpido por el motor del camión, el vacío de las calles, el cielo a veces estrellado cuando atravesaba un descampado sin luz. Frío en invierno, calor en verano, etc., todo dentro de la normalidad. Menos cuando la normalidad y la rutina sufrían sobresaltos. Ocurría en algunas ocasiones que algunas bandas callejeras nocturnas de gente joven mal vestida o abrigada paraban el camión para robarles algo: bajo amenaza les obligaban a sacar combustible de los depósitos con una bomba de manubrio y meterlo en bidones de plástico. Otras veces el robo incluía también las baterías o piezas de motor que ellos se encargaban de extraer. Les quitaban el poco dinero que llevaban o la cajetilla de tabaco o incluso el bocadillo. Solía ocurrir algún incidente de este tipo con más frecuencia de la deseada. Entonces había que pedir auxilio a la Central y compensar lo robado con nuevos materiales o piezas.
    No era difícil a la vuelta de una calle o en una plaza ver procesiones extrañas de alguna secta o religión de la zona. Solían ser grupos de cincuenta a cien personas que solían recitar algo, bien un cántico o algún mantra. Solían llevar algún santón o dios en forma de icono o estatua. Pero lo peor eran los enfrentamientos entre bandas callejeras nocturnas del mismo distrito o de diferentes zonas. Entonces Klamen se subía con el conductor y los dos cerraban la cabina a cal y canto y salían de allí a toda velocidad antes de que alguna bala perdida les alcanzara. Una vez les tiraron piedras y chascaron el parabrisas. La recogida de basura en la ciudad podía ser peligrosa. Era difícil ver a algún policía de servicio. Dependiendo del distrito notaban que las cosas iban bien o mal. En algunos distritos gobernados por algún comité ciudadano bien organizado la policía hacía su trabajo y se sentían protegidos, e incluso también se notaba un clima nocturno pacífico y ordenado. El silencio no se interrumpía. Se veía que las cosas se podían hacer bien. Un distrito bien gobernado se veía limpio, con jardines bien cuidados, edificios públicos bien construídos. Otros distritos eran el puro abandono, e incluso la pura miseria. Ahí era donde se encontraban con bandas de ladrones o bandas que ejercían el control al margen de las autoridades oficiales ya corrompidas y por lo tanto inoperantes.
    La Gran Ciudad era un mosaico de todas las posibilidades. Aparentemente había una centralidad de las cosas, a veces una centralidad fuerte de gobierno y ley y orden, pero por otra cada distrito se buscaba la vida como podía con sus propios gobiernos y sus recursos. Nuestro camión de recogida de basura servía a varios distritos bien de forma directa como Servicio Metropolitano de Higiene Ciudadana o por contratos indirectos con ellos a través del gobierno local del distrito correspondiente.
    A las cinco de la mañana dejaban a Klamen en un punto cerca de su casa y se iba a dormir. Allí estaban su mujer y sus dos hijos. En dos horas más se habrían de levantar para comenzar su día mientras él dormía.

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  30. NIMRAH Y LA REFORMA DE LA REFORMA DE LA REFORMA

    Hubo una Reforma que desacralizaba los excesos de sacralización de una iglesia católica sobrecargada de lastre ritualístico, de jerarquías distantes, de organización pesada, de excesivos sacramentos en función de contenidos confusos, de interminable casuística. Fue la Reforma luterana. Luego vino la desacralización calvinista: reducción de boato, de liturgia, de contenido sacramental irracional, organización más centrada en lo local y más simplificada. Hubo otra Reforma de la Reforma que simplificó aún más y simbolizó todavía más lo que anteriormente era literal: bautismo y cena. El culto quedó reducido a pocas formas de segmentación de tiempo sin ritual o ritual breve y desprovisto de boato alguno. A una reducción de las formas externas de ritual o liturgia u organización se incrementó el mayor peso de la disposición subjetiva de la conciencia individual. El templo verdadero de la salvación espiritual se fundamentaba en la conciencia individual. El yo protestante instituía un fuerte super-yo que se nutría de la Palabra impresa de la Biblia. Un super-yo que se vinculaba también con la ley civil como parte del binomio Dios-Iglesia // Dios-Estado.
    Para Nimrah asistir a su iglesia a una hora determinada ya era un compromiso con la eternidad. La lectura de la Palabra era otro momento de vínculo con Dios. El canto de los himnos era el momento de contactar con el Reino de los Cielos. La predicación de la Palabra era el tiempo santificado dentro del tiempo ya sacralizado que era el culto en sí desde el principio al final. La oración era el paréntesis que se abría para entrar al tiempo sacramental. Luego se cerraba con la salida del tiempo sacramental con otra oración de despedida. Eso era el sentido y significado de su protestantismo. El edificio del templo era la materialización de un espacio secular donde se reunía circunstancialmente una comunidad del Reino de los Cielos. Para ella las formas del culto eran importantes en sí, como formas, al margen del contenido que se les diera. Era la posibilidad de parar el flujo del tiempo, del ruido, de la confusión de la vida diaria, del tiempo cotidiano, para crear un tiempo especial, un tiempo sacramentalizado en función de la eternidad, una materialización de ese misterio que es la religión en su esencia. Entonces la comunidad, al entrar en su forma sagrada de culto, se hacía partícipe, se trasladaba a una dimensión no de este mundo, para vincularse con lo divino, lo sagrado, lo desconocido, el misterio del Más Allá. Luego estaban los contenidos que llenaban las formas. Podían variar en su mayor o peor calidad, pero al estar contenidos en las formas eran también sagrados.

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  31. (VIENE DE ARRIBA)

    La Reforma de la Reforma de la Reforma que vino después desacralizaba también el culto y las formas y entonces centraba ese lugar sagrado en la exclusiva conciencia individual. Es ahí donde las formas se han de fijar y el culto verdadero ha de consistir en los pensamientos y las obras. La desvinculación de la Iglesia con el Estado liberó a la conciencia protestante post-Reforma de la Reforma de la veneración al Estado o monarquía, para centrarla en la praxis civil, social, secular de trabajo, de virtudes civiles: ahorro, modestia, austeridad. Pero en la interioridad de la conciencia no hay posibilidad de fijar el tiempo, pues ella misma es ya tiempo, recuerdo, flujo. Tampoco se puede asegurar una ética o una moral constante, pues el alma individual es inconstante y se ve desplazada o interpelada continuamente por el mundo exterior que confunde, contradice, influye, crea apegos, rutinas, vicios, etc. El mundo de la experiencia mundana son muchas cosas a la vez, flujos de vida a veces confusos y contradictorios, morales, inmorales o amorales.
    Nimrah pensaba que si quitabas las formas de culto entonces estaba todo perdido. Tenía que haber algo fijo en el tiempo, algo abstracto imperturbable que diese lugar a lo sagrado. La conciencia individual per se era incapaz de tal cosa. Por otro lado, la literalidad bíblica que podría convertirse en una sacramentalidad pura, necesitaba de un milagro muy milagroso para convertirse en significado sagrado puro. Todo acababa en una multiplicidad de interpretaciones como había de esperarse.

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  32. NIMRAH Y EL ANTINOMISMO FIDEISTA RADICAL PROTESTANTE

    Nimrah siguió dándole vueltas al asunto de la fe protestante que ella profesaba. Dejemos que ella misma suelte sus pensamientos mientras camina por la Gran Ciudad:

    Si quitas al Papa y al Magisterio de la Iglesia, ¿cómo justificas la última palabra en moral y doctrina de la Iglesia? Si el Papa tiene voz directa de Dios bajo su autoridad ex-cátedra, entonces las conciencias humanas pueden estar tranquilas, pues todo el armazón teológico-doctrinal y toda la organización de la Iglesia como Iglesia está correctamente justificado vía Papa/Dios, Dios/Papa: el Papa es infalible. La Iglesia lo tiene todo atado y bien atado por muchos problemas de disciplina, inmoralidad, corrupción o interpretación de la revelación que se le presenten. La infalibilidad papal preserva una potente multinacional bajo la marca del cristianismo. Una eficiente manera de apuntalar, fundamentar, la Iglesia en el mundo, en tiempo y espacio. ¿Un invento el papado? Sí, claro, al final toda relación directa o indirecta con Dios o con lo sobrenatural/espiritual desde este mundo terrenal ha de basarse en la fe como milagro: el milagro de la fe.
    Por eso la fe protestante lo que hace es desacralizar al Papa, desvincularlo de sus falsas atribuciones y desplazar la fe al individuo: la conciencia individual. La individualidad de la fe no es algo nuevo, pero la singularidad de la fe que surge en el mismo individuo por una llamada de Dios es Lutero mismo.
    Y esa ha de ser siempre la llama del protestantismo, por eso el protestantismo nace ya con un serio problema de legitimación al no encontrar en la conciencia individual la misma base infalible que Roma había encontrado para su Iglesia. Centrar la línea directa final e infalible en el Papa reducía toda autoridad a una persona y todo magisterio se debía a esta palabra final ex-cátedra. Es el modelo, el referente lo que funciona con eficacia a lo largo del tiempo, a pesar de los abusos y desvíos constantes. El protestantismo al desacralizar y deslegitimar tal institución, se queda en un vacío de legitimación: la conciencia individual que interpreta la Biblia es un territorio deslizante, corredizo, caprichoso, parcial, partidista, o todo lo contrario: la conciencia puede mostrarse rigurosa, puritana, ordenada, obediente, responsable, porque en el fondo el creyente muestra las obras de la fe en tales virtudes.

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  33. (VIENE DE ARRIBA)

    Si Dios fuese un ente que hablase y se mostrase como ser objetivo a todo el mundo, entonces sabríamos qué o qué no es la verdad o el sentimiento de salvación con pruebas inexorables, pero al no ser así en realidad nadie sabe quién o quién no es creyente de verdad, alguien que ha recibido la fe y la llamada en su conciencia. El protestantismo ha de derivar en un subjetivismo donde el testimonio individual de cada uno, en principio es infalible si su confesión de fe es refrendada por él mismo. Bien sea este testimonio dentro de la iglesia luterana, calvinista, metodista o bautista, el principio es el mismo. En la práctica se impone el pragmatismo de si tal creyente muestra obras de fe o no las muestra. Al final se recurre al grado de obediencia al credo o confesión particular de cada iglesia y al grado de buena o mala conducta de cada uno. La decisión de excomunión recaerá en un órgano colegiado tanto de iglesia local como de iglesia más amplia. Es la conducta externa, visible, material, la que es juzgada por un consejo de ancianos, sínodo, etc. Nadie puede juzgar definitivamente la invisibilidad de la fe, pues la fe invisible no es mesurable, ni tampoco es detectada: su intimidad está fuera de toda comprobación, demostración o juicio. Un creyente protestante podría ser excomulgado de una iglesia x, pero al ser su fe un asunto subjetivo de llamada intima de Dios que trasciende todo juicio humano, su fe seguiría siendo intacta: sólo Dios es capaz de juzgar, no hay institución alguna o instancia alguna desde donde juzgar la fe personal. He ahí la fuerza del individualismo protestante, del fideísmo más radical. La fe entonces se traduce en una fuerte intuición personal que da sentido a la vida por encima de cualquier iglesia o institución y que hace a Dios soberano absoluto y responsable de todo lo que ocurre en la vida de las personas en última instancia. La fe protestante puede acabar en su mayor radicalidad fideísta en un antinomismo (antinominalismo) donde Dios e individuo han de expresarse indistintamente como fuerza de vida absoluta. La ley interna o interior del individuo cobra soberanía máxima ante un mundo que trata de subordinarle, sujetarle, domesticarle, encajarle, tanto en cuerpo como en alma a sus instituciones, al Estado, a las Iglesias como organizaciones, etc.
    ¿Cuál es la verdad del individuo, de la persona? ¿Una razón universal que ha de obedecer? ¿Una ética o moral universal que ha de someterse? ¿Un Estado al cual se ha de doblegar por atenerse a un bien común? Si el individuo ha pasado a ser la medida de la existencia, entonces él/ella dirán qué es aquello que les dicta o les deja de dictar la conciencia, les hace vivir más cerca o más lejos de su autenticidad. Dios sería una fuerza interna de intensidad de vida, de creación; no un credo a seguir, unas normas que obedecer o ser objeto de cualquier instrumentalización política o social.
    Nimrah, pensó seriamente en esto. Se sentó en la primera cafetería que encontró para tomar un café y seguir reflexionando.

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  34. EL ORDEN CAÓTICO O EL DESCONCERTANTE DESORDEN DE LA CIUDAD

    De nuevo la ciudad en su desconcertante desorden. De nuevo con mi coche trato de cruzarla para cumplir con mi trabajo diurno en las minas de Gashke, en sus afueras. Me lleva horas cruzarla, y durante ese tiempo cavilo, medito, pienso en mí mismo. Metido en este vehículo me siento seguro cruzando esta jungla de aparente caos silencioso, pero siento miedo por lo que me podría suceder si una avería me hiciese parar y enfrentarme a una situación inesperada, bajo un cielo infinito y una ciudad sin más referentes que los que tú te puedas proveer ante cualquier contingencia. A veces me encuentro con procesiones de vagabundos iluminados que susurran letanías que no son de este tiempo. No hay en ellos ninguna muestra de amenaza o de interés alguno con mi coche. Otras veces son gente solitaria que parecen vivir alguna demencia insoportable y se tiran a la calle con todo el riesgo que ello supone. A veces van en ropa interior o medio desnudos. También veo bandas de sectas violentas que han decidido que el apocalipsis ha llegado y ellos serán quienes impongan el milenio mesiánico, pero he ahí a los duros, las bandas armadas de los jefes mafiosos de algunos distritos imponiendo su estado paralelo. Entonces he de parar y pagar mi tributo para que me dejen en paz. Incluso me han ofrecido pagar una cuota mensual por ser persona de tránsito nocturno regular y para ello me han colocado una pegatina en mi parabrisas. Veo a gente aventurera que se arriesga a pasear por la noche para vivir fuertes experiencias ante lo desconocido, el peligro o simplemente la casi absoluta soledad de la noche urbana de la Gran Ciudad.
    No digo mi nombre, tampoco he de describir cómo es mi vehículo. Es un coche muy blindado y con forma de cucaracha aterradora. En la Gran Ciudad el aparente caos y desconcertante desorden está muy vigilado, pero la vigilancia no es de este mundo, bueno, mejor decir, la vigilancia se ejerce de forma tal que nadie responde por ella ni sería capaz de detectar su mismo centro de decisiones, pues más bien parece que no existe tal centro de decisiones y sin embargo nunca la vigilancia fue tan meticulosamente eficaz en su alcance individual. Dejemos ese tema. Me produce vértigo, pero al mismo tiempo siento un enorme apego por esta vida que llevo. Tengo un trabajo en las minas de cobre de Gashke donde dirijo equipos de trabajo muy organizados y profesionales. Apenas trato con ellos a nivel personal, pues está todo perfectamente computarizado y automatizado. Rumores me han llegado que hay esclavos en esta mina, pero nunca los he creído. Tengo que decir que no conozco a ningún jefe o gerente o ingeniero alguno. Todo se hace vía robótica o computador. En ocasiones sale una voz por alguna rendija de la pared y me pregunta si quiero tomar un café. Entonces me veo con alguien y hablamos. Hablamos con gana y cautela. A veces si es una mujer nos enamoramos en ese momento para luego desaparecer para siempre, pues nunca dejamos de rotar.

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  35. (VIENE DE ARRIBA)

    No sé si estoy diciendo las cosas correctas, si soy objetivo con las cosas que me pasan, pero es lo que vivo y veo. Luego vuelvo durante el día para mi casa. Mi casa es una comuna que hemos formado un grupo de anarquistas un tanto desnortados y allí cohabito con mis amigas y con mis amigos el tiempo libre de que disponemos. Somos gente con ganas de vivir, pero también estamos preparados para cualquier urgencia o situación amenazante. Tenemos la muerte como algo cercano, como el límite que nos intensifica el tiempo o nos lo ralentiza. Unos creemos en la nada, pero otros creen en la resurrección, aun otros en la reencarnación. Mi compañera Lioisa cree en el Dios gnóstico y piensa que esta ciudad es la pura creación de un demiurgo odioso y destructivo. Su Dios está más allá de toda materia o categoría física de este universo. Cuando me explica sus creencias me siento eróticamente atraído por todo su cuerpo y todo su ser y es hermoso dormir con ella esa noche. Ugor cree en el Dios omnipotente bíblico y monoteísta y atribuye todo lo existente a tal Dios que está más allá de todo juicio racional o moral. Su amiga sentimental sin embargo es budista zen. Los dos se complementan de manera maravillosa, aunque a menudo se les oye discutir después de beber un par de cervezas. Crimar y Armely son lesbianas y son el contrapunto de la comuna: ellas son furiosamente ateas, pero el suyo es un ateísmo estético de una sensibilidad obsesiva. Sin embargo Curzio es un vidente que asume este mundo está lleno de misterios espirituales, de almas en pena, de magos ocultos, de brujas vestidas de monjas, de seres de otros mundos que pueblan la ciudad en rincones ocultos por las sombras. Curzio es un hombre asexual, abstemio, de espíritu ascético y gran lector de libros. Lee sin parar y sabe cualquier cosa.
    No me voy a extender en sus trabajos ni otros aspectos de sus vidas. La Gran Ciudad después de todo es una inmensa red social a pesar de sus zonas casi estancadas o blindadas, sus distritos de variada composición étnica, religiosa, sectaria, mafiosa, o simplemente distritos habitados por simples ciudadanos anónimos sin marca registrada de conciencia o cuerpos ya clasificados. Pero existen zonas desterritorializadas adonde la vigilancia de los rascacielos del centro no llega. Una vez crucé una de esas zonas y sentí miedo, profundo miedo. Allí había algo que no encajaba con mi vista, con mi mente, con mis sentidos. Esas zonas han descubierto algo que les hace invisibles al poder del caos o del orden desordenado en apariencia.

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  36. EL SERVICIO DE DETENCIÓN DE IDEAS E INTENCIONES PELIGROSAS DE LA GRAN CIUDAD

    Creo que ya había bebido bastante en la Taberna Romana. Allí suelen parar gente de todos los espectros sociales o asociales de la Gran Ciudad. Suelo encontrar allí a Missa Fortuny tonteando con algún picapleitos de los muchos que beben lo que no deberían aquí en esta lóbrega taberna. Missa Fortuny es mi amiga eterna, mi amiga de toda la vida; la única que me conoce dede casi el día en que nací. Es la mujer más libre que pisa esta ciudad, la más inteligente, la más perspicaz. Es la mujer que nunca me mentiría, pues entre ella y yo existe una confianza total y absoluta. Nada de lo que la vida nos ha deparado es ningún secreto entre los dos. Hay personas que logramos el nivel más alto de amistad que se pueda conocer. Nos podemos contar todo sabiendo que eso es nuestro, nuestro mundo, nuestra vida que hemos de compartir. No. No somos pareja sentimental, ni sexual, ni nada de esas cosas que nos podrían atar de manera inauténtica y entonces dejaríamos de ser los amigos que ahora somos.
    Ella es mi amiga, mi gran amiga. Y yo soy su amigo, su gran amigo. Una relación que trasciende todo lazo social o familiar o matrimonial o de pareja y todas esas cosas y entonces yo puedo realmente hablar con ella con la mayor absoluta confianza. Y ella conmigo. ¿A qué se dedica? pues hace diferentes trabajos que la mantienen en buena situación económica y plena libertad. Pero eso es cosa suya y apenas es tema de conversación entre los dos, salvo que haya que ayudar en algo.
    Hoy le he preguntado sobre mí. Le he preguntado cómo me ven en ciertos círculos del Servicio de Detección de Ideas e Intenciones Peligrosas que ella conoce. Era una curiosidad. Nadie en esta ciudad está a salvo de ser inspeccionado en sus mínimos detalles, aunque oficialmente no se reconoce que haya tal Servicio y a quién sirve. En esta ciudad nadie tiene un poder visible, todo forma parte de programas muy complicados y confusos que nunca sabes a quién o a qué máquina consciente van a parar. Pero Missa Fortuny sabe llegar a las entrañas, a muchas entrañas.
    "Verás, Grossman, he estado husmeando tu dossier y ye han catalogado de la siguiente manera", sacó una pequeña pantalla de X-zh Inform y me leyó:
    "Los ateos te ven demasiado religioso, los religiosos te ven demasiado ateo, los de derechas te ven demasiado izquierdoso; pero los de izquierdas te consideran demasiado de derechas. Los racionalistas te consideran demasiado irracionalista, los irracionalistas sin embargo dicen que eres más bien un racionalista. La gente que te lee dice que eres demasiado filósofo, pero los filósofos dicen que no alcanzas ninguna exigencia filosófica. Los literatos creen que haces mala literatura, pero algunos que te leen dicen que eres demasiado literato. Algunos que te conocen dicen que eres insociable e individualista, pero otros dicen que eres muy sociable y gregario... ¿Sigo?"
    "Sí, sigue. Qué curiosa manera de clasificarme. Es muy curioso"
    "Otros dicen que eres vanidoso y arrogante, pero luego aquellos te dicen que eres humilde y discreto. Los protestantes te ven demasiado irreligioso, pero los irreligiosos te ven demasiado protestante, los católicos te ven demasiado protestante, los protestantes no te ven cristiano...Unos te ven profundamente ético y moralista, otros te ven un amoral disfrazado y un relativista libertino."
    "¿Nada más?", pregunté yo un tanto sorprendido, "yo me creía más peligroso, más sospechoso, más dañino para el poder de esta ciudad. ¡No puede ser!"
    "Es lo que hay amigo Grossman, demasiado inofensivo diría yo. Vives en las fronteras de la decencia intelectual y no significas peligro alguno, cariño. ¿Qué tal si nos tomamos otra cerveza? Mira, allí en ese rincón están sentados gente superpeligrosa, pero a esos nadie los registra, pues ellos son parte del registro. Información demasiado confidencial la que te estoy dando. Su dossier te podría aterrorizar."
    Miré hacia el rincón y había alguna cara pública conocida. Missa Fortuny y yo nos tomamos las cervezas con tranquilidad. ¡Qué mundo este!

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  37. CRÓNICA SOBRE LAS GRANDES UNIVERSIDADES DE LA GRAN CIUDAD

    Las universidades eran la luz del mundo. Iluminaban con sus conocimientos la Gran Ciudad. Sus descubrimientos e investigaciones tenían amplia resonancia en todas las esferas de la ciudad. ¿Qué había que educar en las escuelas e institutos ? Las universidades servían el método y el contenido. ¿Cómo ha de cuidarse la salud y las últimas terapias individuales y sociales? Los grandes centros académicos de la química y la medicina ofrecían sus últimas investigaciones, descubrimientos, recetas, medicinas, terapias, etc. Luego las fábricas multinacionales iban proveyendo de los productos necesarios en gran producción. Las editoriales de la educación editaban sus libros de texto, sus programas informáticos educativos, sus currículos ya adaptados a los valores democráticos. Los grandes laboratorios fabricaban todas las medicinas necesarias para el gran mercado farmacéutico. Infinidad de medicinas para todo tipo de enfermedad y tratamiento. Las grandes universidades proveían a La Gran Ciudad de todos los remedios en todos campos del saber. Su ejército de profesores recibían el respeto y el honor antes reservado para los clérigos de alto rango. No digamos los buenos salarios y prebendas en forma de formación continuada a través de programas de intercambio universitario, becas de investigación, etc. Llegar a la universidad era un objetivo claro para las personas ambiciosas y con necesidad de proyección social y política. Grandes letrados, grandes departamentos de Derecho, leyes, Negocios, business, Administración, ingenierías miles, grandes ingenieros, arquitéctos....
    Las universidades eran la luz del mundo. Los gobiernos se limitaban a utilizar los conocimientos suministrados por las grandes universidades, los medios de comunicación servían lo que los sacerdotes académicos servían para dar al público como opinión pública y todas sus técnicas de publicidad, sugestión, seducción, psicología de masas, individualización de la gran psicología científica. Lo científico estaba por definir en muchas ramas, pero era difuso eso de si la sociología era una ciencia o no, ¿la filosofía?, o la estadística ¿cuál era su grado de exactitud?, o los valores democráticos, o los valores del buen ciudadano democrático. Los conocimientos de hacían universales y la economía iba también a la par de tales conocimientos, pero la economía ¿era una ciencia? Cualquier conocimiento habría de considerarse científico para poder gozar de privilegios y voz autorizada. Fuera de la ciencia estaba la opinión parcial, popular, la cháchara heideriana, la filosofía quedaba ya relegada entre lo académico y lo psudoreligioso. No hablemos ya de la teología, pero las universidades privadas religiosas seguían enseñando sus teologías. ¿Y el papel de la religión?
    La Gran Ciudad nunca había renunciado de sus centros académicos, de sus grandes universidades, de sus centros de educación. Esa era una red de saberes y valores que no podían faltar, ni dejar de suministrar. Pero los tejidos sociales se iban deteriorando y las nuevas zonas eran distritos cada vez más independizados y con proyectos políticos propios. Las multinacionales formaban sus propios centros de poder con sus distritos, las redes de poder eran muy difusas, pero no por ello menos eficientes.

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  38. EL GRAN CEREBRO DECIDE EL ABANDONO PARCIAL

    Para el cerebro de la Gran Ciudad, ésta estaba dividida en zonas de pura abstracción. Toda la Gran Ciudad formaba una estructura perfecta de infraestructuras: redes eléctricas hasta las mínimas salidas de enchufes, interruptores o puntos de luz, redes de conducción de agua hasta las mínimas salidas de grifos o desagües. Redes telefónicas y telecomunicaciones, redes informatizadas en todas sus últimas gamas. Redes de enseñanza públicas y privadas con todos sus diseños de enseñanza, redes de transporte público con toda su variedad. Redes sanitarias, hospìtalarias. Redes de información y archivos en su más alta calidad y disponibilidad. Redes de servicio policial, jurídico, de justicia. Todo este armazón figuraba en su blueprint bajo la máxima pureza abstracta. El modelo abstracto servía de referencia para cualquier problema o fallo o ampliación o ajuste. Pero ese no era el problema de la Gran Ciudad, la ciudad tenía problemas serios con sus contenidos. Sus contenidos humanos. Los homínidos.
    La idealidad de un sistema no se traducía en efectividad humana. Para que así fuese habría que recurrir al más puro modelo abstracto del ser humano en base a la resolución más perfecta de todos los componentes del cuerpo homínido. Entonces el acoplamiento del modelo homínido con el blueprint de la Gran Ciudad sería ideal. Jamás se podría producir un problema en base a este acoplamiento. Cualquier defecto sería detectado ipso facto por los programas computarizados y la resolución sería casi al instante. El cerebro de la Gran Ciudad se intensificaba en sus conectores neuronales, en sus circuitos integrados, en sus modelos multiples para comenzar este proyecto que la medicina ya tenía trabajado durante siglos.
    Pero el cerebro homínido era demasiado complejo para poder llegar a ninguna pura abstracción manejable y programable. Las inversiones para este proyecto llegaban a ser prohibitivas incluso para la economía boyante de la Gran Ciudad. Se recurrió entonces a los modelos mentales entendidos estos como producto secundario del cerebro humano y desde los cuales tal modelo ideal del cerebro podría ser posible. Fue una locura. El cerebro de la ciudad o Gran Cerebro se cortocircuitaba desesperadamente tratando de dar forma a esa complejidad neuronal homínida. Miles y millones de posibles modelos mentales jamás se podían fusionar o dar como resultado un solo modelo mínimamente comprensible o manejable. La mente homínida era una locura, una puñetera red de diseminación de representaciones y sentidos que jamás dejaban de deslizarse en el mismo momento que ya se creía dominado.

    (sigue abajo)

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  39. (viene de arriba)

    Y ahí comenzó el abandono. El Gran Abandono del contenido homínido de la ciudad. Los modelos abstractos económicos y las infraestructuras de todo tipo se iban constryendo, pero la impredecibilidad de los homínidos impedía la adecuación, la conexión perfecta que se hubiera podido esperar. El cerebro de la ciudad sólo prestaba atención a lo manejable, a la pura abstracción y sus posibles variables, pero abandonó a su suerte el factor homínido. El cerebro o la mente homínida pertenecía a otro orden racional de imposible comprensión cibernética. Sostendrían los cuerpos, pero no la mente.
    Los subordinados homínidos del Gran Cerebro recordaron a este los métodos de la política tradicional de la propaganda, la psicología de masas, la autosugestión del líder, la sublimación del deseo, los apegos irracionales a la autoridad, las ideologías y su poder de significación, los dioses de las religiones, los mitos, el poder de los mitos... Pero el Gran Cerebro consideró todo ello el Gran Fracaso de la Historia Homínida y entonces consideró que mejor sería dejar la mente humana a su libre albedrío, a su libre disposición: o sea: el sistema de poder de la Gran Ciudad serviría solo la materialidad, los tejidos, los cuerpos, pero la mente; el cerebro sería un vacío arrojado a su propia deriva caótica o racionalidad irracional imposible de comprender. Preferible la locura controlada que el abandono total al Gran Fracaso. El abandono sería parcial.

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  40. LA MUERTE COMO LÍMITE INEXORABLE

    Nadie da sentido a la vida pensando en un gráfico de economía, nadie se inspira en una máquina de fabricar cajas para encontrar satisfacción espiritual. El buen funcionamiento de mis tuberías de agua y su buen suministro tampoco me ayuda demasiado para dar sentido al mundo o fundamentar mi moral. Estas son las materializaciones de un conocimiento común que funcionan con vistas a un objetivo práctico, pero las satisfacciones del alma humana (parte invisible del homínido) no se materializan tan fácil.
    Hay hechos, sin embargo, que pueden determinar o condicionar la disposición del alma individual. Por ejemplo, la muerte. Hay almas que acatan la inexorabilidad de la muerte con naturalidad y no se angustian ante tal hecho inminente más tarde o más temprano. Hay otras que no soportan la idea de la finitud de la muerte y se angustian ante ello, para vencer esta angustia o tristeza (energías que restan alegría) se recurre a incorporar el hecho de la muerte a una realidad que no solo abarca lo físico-temporal, sino también lo invisible. La muerte sería algo así como un paso de transición a otra cosa. La vida seguiría, pero bajo otras formas no materiales. He ahí el origen de las religiones. La dimensión espiritual de los dioses. Los mundos del más allá. También de ciertas metafísicas.
    Pero incluso para muchos que no llegan a creer en la vida después de la muerte, la muerte es una fuente de angustias y ansiedades. Las enfermedades nos recordarían esa finitud en todo momento. La vida ya cuenta con un condicionante fuerte que nos afecta en cómo vamos a vivir. Saber que no somos eternos nos hace cuidar de la vida con ciero realismo. La materialización de la muerte en los funerales nos habla mucho sobre cómo la gente concibe la muerte. Fin de la historia. O comienzo de otra vida. Pero el cadáver es cadáver para todos y cumple las leyes físicas de la corrupción con absoluta precisión. No hay resurrección visible, comprobada a la vista de todos; no hay alma que se vea salir del cuerpo bajo alguna forma de detección. Aún así queda la explicación de que lo espiritual va más allá de lo material. Incluso entre aquellos que creen que el alma desaparece también con el cuerpo, los hay que creen que al fin de los tiempos Dios resucitará tal alma y cuerpo a nueva vida para ser juzgados. O sea, esa individualidad seguía existiendo en el disco duro de Dios. Otras escuelas esotéricas creen que el alma se disolverá en otro estado superior de cuerpo astral o se fundirá con la dimensión espiritual en sus diversos grados, pero ya desaparecida la individualidad terrenal.

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  41. MODELOS ABSTRACTOS: CREENCIAS, CIENCIA, IDEOLOGÍA

    Cómo se materializan los funerales ya nos dice mucho sobre cómo ciertos individuos o familias o comunidades entienden la vida en función de ciertas creencias. No quiere decir que todos los individuos que asisten a un funeral se adhieren a tal creencia, sino que el funeral en sí por necesidad del finado o su familia o comunidad se materializa siguiendo un modelo abstracto que implica creencias concretas. Es un modelo abstracto también para ciertas creencias que se pueden así mismo abstraer de todos los individuos que participan en ellas en mayor o menor grado. La práctica concreta de tales creencias va desde una fuerte identificación a un débil y distanciado apego o reflejo casi nulo. Pero el modelo abstracto sigue teniendo poder, apego e influencia. Es capaz de materializarse en un funeral y en ceremonias diversas. Puede haber comunidad universal de tal creencia subdividida en comunidades locales de la misma. La materialización de tal comunidad de creencias se puede ver reflejada en edificios, templos, ceremoniales, liturgias, actos, servicios de culto, etc. Ello implica movilización de personas, desplazamientos, canalización de dinero, publicación de libros, compra de mobiliario, efectos de culto, mantenimiento y preparación de clérigos, etc.
    Hay otros efectos de tipo práctico con repercusiones diversas dependiendo de la creencia. Los fieles de cierta creencia aportan honestidad y trabajo duro a la sociedad en un alto porcentaje, o por lo contrario obstruyen tal funcionamiento con una actitud pasiva de desapego, de aislamiento, de prácticas contrarias al uso común de tal sociedad que crean problemas, fricciones. Tanto en un caso como en otro las creencias o las creencias como sistemas abstractos de ideas invisibles se concretan con consecuencias materiales. Incluso la creencia individual de un solo individuo ha de tener materialización concreta con sus consecuencias.
    No se debería confundir el conocimiento justificado epistemológicamente como ciencia, como tecnología o ciencia aplicada, con las estructuras de pensamiento comunes a una sociedad, tales como: política económica, social-cultural, derecho civil, criminal, costumbres, tradiciones. Tampoco esto último con las ideologías. Se pueden abstraer estructuras de pensamiento común que siempre son materializables en formas concretas, pero cómo se han de materializar va depender mucho del factor condicionante llamado ideología o paradigma. Curiosamente la ideología o paradigma tiene más en común con las creencias que con la ciencia. Pretenden dar sentidos globales o universales a el conjunto de las actividades humanas y en base a supuestos conocimientos que no gozan de un reconocimiento común, por ser modelos abstractos parciales, particulares a ciertos sectores de población. No importa si reclaman para sí la inmanencia de la Historia o la trascendencia de valores eternos o incluso epistemología científica, no importa la fuerza bruta o fuerza persuasiva para imponerse, siguen siendo ideologías, modelos abstractos de ideas no universales.

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  42. LAS CREENCIAS SIGUEN SIENDO LAS MÁS EXITOSAS

    Las ideologías se materializan en partidos políticos, centros culturales, medios de comunicación, redes sociales clientelares, producción de cultura que se ha de materializar en libros, artículos periodísticos, comprensión inexorablemente sesgadas de problemáticas humanas como las económicas, las sociales, las sexuales, las ecológicas, las militares, las políticas en toda su dimensión legislativa, judicial, etc. En determinados países la ideología y la religión se funden para materializarse en estados teocráticos o autocráticos.
    Tanto las creencias como las ideologías producen valores o condicionantes de las conductas en función de cosmovisiones que actúan como referentes de orientación de la energía individual. El éxito o fracaso de las ideologías en las poblaciones ha de depender de su mayor o menor resonancia en los individuos que se acojan a ellas. La variedad infinita de las almas humanas, los cambios impredictibles que se producen en las almas individuales y colectivas, la influencia de las creencias en muchas personas, hace inestable la supervivencia de las ideologías o, las hace susceptibles de transformarse en hábitos de pensamiento. Las ideologías que cuentan con fuerte poder político o social condicionan a muchos a sobrevivir más que a creer en lo que en última instancia les es indiferente como valor trascendente.
    La ideología jamás podrá superar a la creencia en cuanto a significados ante la muerte. Si la muerte es el hecho que nos produce más o menos angustia o miedo por el mero hecho de existir, la creencia posee la fuerza explicativa más omniabarcante capaz de dar sentido global y trascendente a la existencia humana. Los modelos abstractos de las creencias siguen siendo fuertes y de gran capacidad de resonancia individual. Ya no solo las grandes religiones que aún en sus grandes crisis con las ideologías siguen vivas; sino también las muchas variantes y derivadas creencias y sus modelos abstractos que logran materializarse de muchas maneras. Es cuestión de tiempo que las creencias religiosas o pseudoreligiosas vuelvan a tener una fuerza importante en el mundo actual, ya que ni la ciencia con su epistemología en mayor prestigio que nunca, ni la ideología con su casi omnipotente poder en las sociedades modernas; lograrán jamás crear o producir los modelos abstractos que de alguna manera se enfrentan al hecho de la muerte de la manera más omniabarcante a pesar de que el cadáver no nos dice absolutamente nada de su destino anímico/espiritual, pero sí de su irreversible sometimiento a las leyes físicas de la corrupción.
    Las creencias como modelos abstractos tampoco se pueden llegar a simplificar de forma permanente y los desplazamientos son siempre inevitables. La dimensión del alma homínida es siempre irreducible a ningún modelo definitivo, a ninguna materialización definitiva. Pero en última instancia ese es el dilema de toda ciencia, de toda ideología y de toda creencia. Las estructuras permanentes y seguras en un universo de permanente cambio y misterio, no son posibles por el momento. El alma humana busca sus anclajes más permanentes y por ahora la creencia es la más exitosa.

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  43. DIOS NO NOS SIRVE DE NADA Y LA FE COMO ABSURDO

    Dios. Es una idea confusa. Hay que darle atributos. Por ejemplo: perfección y pureza. Todo ello es imaginable. Si Dios es pureza y perfección entonces es un ser que no puede percibir la impureza y la imperfección. El ser divino no tiene nada que ver con el universo que vemos y palpamos. Un modelo así de ser perfecto y puro solo existiría mentalmente. Como una abstracción pura. Un ser así no tiene necesidad de nada. No crea nada. Vive en sí mismo por toda una eternidad. Dios es. Esto es algo que podemos pensar desde una mente humana. Pero tal abstracción permanece fuera de toda realidad material. No hay ninguna relación con un ente puro y perfecto. No hay territorio común. Para todos los efectos: Dios es inexistente para nosotros. No nos sirve de nada tal idea. Es una trascendencia absoluta.
    El universo en sí mismo es inhumano. Indiferente a nuestra vida. Frío, monstruoso. Cataclísmico. Surgimos los animales de ello. El hombre también. El hombre usa la naturaleza para su supervivencia. Pero al final ha de morir como ha de morir el mismo universo. Nada. Esa nada sería también una trascendencia absoluta. Pero entonces nada sería real.
    El Dios puro y perfecto se confunde con una nada absoluta. No nos sirve de nada para sustentar una realidad donde sentar pie.
    Es evidente que quien quiera sustentar una fe ha de recurrir al absurdo. Al salto al absurdo. Ha de tirar por la borda las especulaciones anteriores e inventarse un Dios que no sea nada de lo dicho arriba. Un Dios absurdo fuera de toda razón. Un Dios incomprensible, inasimilable, inaccesible, que no responde a ninguna idea ni atributo, pero que trasciende todo lo existente al mismo tiempo que forma y sustenta todo lo existente. Obviamente este Dios solo existe si tal homínido de fe se arroja a ese absurdo sin perder el juicio. Tendría que sobrepasar toda categoría ética y moral y abrazarse a la vida con toda pasión. No posee nada, pero lo posee todo. Toda la existencia queda abierta. La confianza es absoluta, pues nada queda fuera de Dios.
    Entonces se da cuenta del poder de la abstracción. Se da cuenta de la necesidad de sus propios límites y aperturas. La necesidad de perfeccionar su libertad a través del poder de la abstracción: el absurdo de su fe ha de tomar forma en el tiempo y espacio infinito. Su cuerpo es forma y a través de la abstracción es forma perfecta en su última instancia. Una forma perfecta no muere. Muere la apariencia, pero no la forma. Un mundo perfecto no muere, muere la apariencia. Y en todo momento todo pudiera ser otra cosa, o nada, o surgir algo absolutamente nuevo. El homínido de fe se queda con el poder de las abstracciones y la inmortalidad.
    El hombre de fe es el hombre que se ha arrojado al absurdo.

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  44. EL PROFETA, ¿ESTABA LOCO O SIMPLEMENTE ERA PARTE DEL ESPECTÁCULO?

    El carrousel daba vueltas con sus luces chillonas, sus espejos y su música estridente. La feria se extendía a lo largo de una zona normalmente descampada, pero ahora arreglada como feria para niños y mayores. Carrouseles, tiovivos, coches de choque, grandes artefactos que daban vueltas de vértigo y pánico en forma de grandes reptiles, de barcas empinadas hacia el cielo, montañas rusas de puro escalofrío. Un hombre gritaba desde un carrousel con un enorme megáfono y su voz parecía captar la atención de alguna gente, entre ellos niños que oían al mismo tiempo que correteaban siguiendo al hombre que daba vueltas en el carrousel sin dejar de hablar por el potente altavoz portátil. La música estridente fue suavizando a otra sintética como salida de una película de ciencia ficción. El hombre gritaba y algunos le oían:
    "Cuando un territorio se ha deteriorado demasiado es hora de salir y buscar otro territorio donde vivir. Cuando no puedas dar un paseo por tu calle por miedo a que algo extraño o violento te pueda pasar, debes de abandonar esa calle; busca otras calles en otros barrios, funda otras calles en otros distritos. Cuando la escuela donde tu hijo se educa se dedica a imponer sus doctrinas sociales con las cuales tú no no estás de acuerdo, entonces abandona dicha escuela y funda nuevas escuelas con tu modelo de educación. No trates de cambiar las cosas, es ya muy tarde, la enfermedad se ha convertido en normalidad, quedarás reducido a una nada social totalmente enmudecido. Si no estás de acuerdo con tu trabajo, no te quedes aguantando por miedo a pasar hambre o ser reducido a la pobreza: huye, escapa, busca nuevos horizontes, nuevos territorios.
    Si aspiras a una vida comunitaria particular de un grupo étnico o una religión o una ideología social cualquiera y no encuentras tal cosa en tu ciudad, huye, vete, busca a ese grupo o créalo tú mismo y sale de Egipto en dirección a Nuevos Caanams. Si las burocracias te ahogan en nombre del Dios Estado no tienes por qué obedecerlas: huye, corre, vete: busca nuevos territorios donde acampar y explorar. Forma pueblos, forma nuevos territorios, forma nuevas religiones, forma nuevas etnias, forma nuevas lenguas, nuevos conocimientos. Disgrégate. Huye de las grandes unidades, de los gigantescos centros, de los territorios virtuales de la red que quedan atrapados en círculos viciosos. Funda tus propias redes, tus propios territorios virtuales, traspasa sus límites. Funda nuevas familias y nuevas tribus y busca desiertos que atravesar. Deja atrás tus ahorros, tus fondos de pensiones, tus propiedades, tus afiliaciones forzadas, tus identidades de carné de identidad, tu trabajo; cambia de nombre y llámate Tzssum o Bjkaswer o X o Z.
    No trates de cambiar nada en el tiempo, la enfermedad está ya muy arraigada, ha profundizado en los cuerpos y todos se llaman Estado. Cambia en el espacio, cambia de territorio, cambia de aires: funda pueblos, funda comunas, funda nuevos cielos o nuevos infiernos".
    Los niños le miraban sin entender nada mientras tragaban su algodón de caramelo. Algunos lograban escucharlo pero sonaba a charlatán de feria. Otros se fijaban que vestía con pieles de animal y su cabello era demasiado largo. ¿Estaba loco? ¿Era parte del espectáculo?

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  45. EL TEMPLO SE VIENE ABAJO (TODO ES PROVISIONAL)

    Se abrió el templo puntualmente y entraron los creyentes en orden. La Reverenda Joly Basilea ya estaba presidiendo el pódium. La Gran Biblia estaba abierta en un capítulo concreto. El órgano difundía "Castillo Fuerte es Nuestro Dios" y la solemnidad era máxima. Los niños sentían el respeto que merecían ciertos momentos en la vida. Todos formaban una comunidad de Dios en ese instante y el tiempo y el espacio había quedado circunscrito a la interioridad de la asamblea. Era el tiempo y el espacio sagrado. Tiempo y espacio fuera del ruido exterior, del ruido externo, de los ritmos de la Gran Ciudad. La Reverenda ordenó guardar silencio y todos quedaron inmóviles, los susurros se apagaron al instante. La Pastora entonces nombró el himno que se habría de cantar y el número asignado en el himnario. La solemnidad conseguida calmaba los nervios rotos durante la semana. El silencio del culto era el silencio sagrado que preconizaba un mundo diferente al presente. El órgano ahora comenzaba el himno asignado y al momento toda la congregación cantaba al unísono. Luego fue la oración y más tarde la lectura del Texto Sagrado. Siguió la predicación y la explicación del texto en relación con otros textos y el texto propio de la Reverenda. Predicación solemne. Tiempo de Dios. Tiempo sagrado. Quien no preste atención o respeto puede irse o no tendría por qué entrar en primer lugar. Quién no considere tal iglesia su iglesia por no estar de acuerdo con sus formas y contenidos tampoco tiene por qué sentarse en sus bancos. Una congregación protestante no es una empresa que tenga que rentabilizar sus inversiones, sus tiempos, o sus contenidos. Nadie está obligado a asistir a sus cultos, pero quien asista ha de atenerse a su solemnidad, a su tiempo y espacio sagrado. Había iglesias que habían desaparecido por falta de congregantes o creyentes. Iglesias que habían cerrado. Pero surgían otras con las ideas más claras, con un alto sentido de la figura de Cristo, con una mayor afirmación de la religión bíblica y el significado inefable de la Reforma. Había una mayor claridad respecto a lo que eran los ámbitos civil y religioso. Lo que era la independencia de la fe y la participación de la misma. Lo que era la vida mortal y natural y lo que era la vida eterna. Lo que era la ciencia y las diferentes disciplinas de conocimiento y lo que era la fe.
    Parecía que todo iba bien. Parecía que las cosas se estaban comprendiendo, pero la Reverenda Joly Basilea veía grietas en el techo. El órgano parecía confundir los sonidos. Una obra con martillos neumáticos se estaba llevando a cabo en frente del mismo templo. Sus palabras se trastabillaban, los niños comenzaban a llorar, dos jóvenes empezaban a reírse y a jugar entre ellos. Tres o cuatro personas abandonaban el templo. De repente las cristaleras saltaron por los aires y varias piedras cayeron en el suelo sin lograr golpear a nadie. El odio religioso no había muerto, las religiones de la verdad absoluta reclamaban a toda la humanidad y no admitían otras religiones más que la suya. Los grupos antirreligiosos se habían vuelto más y más militantes abandonando así su política de persuasión y educación laica.
    La Reverenda suspendió el culto y ordenó el desalojo urgente. Posiblemente era la hora de huir, de salirse de Egipto y buscar nuevos territorios. Cogería la Gran Biblia y fundaría una nueva iglesia más allá del Gran Desierto.

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