03 junio, 2021

MÁS INSTANTÁNEO Y COMUNICABLE

Había de reencontrar la vía del ferrocarril que había perdido hacía muchos años cuando me desvié por las autopistas de la Gran Ciudad para hacer el viaje más corto y conveniente.


Aquella vía me prometía otros recorridos que nunca supe adónde me podrían haber llevado, pero que de alguna manera intuía en las noches frías y lluviosas en mi apartamento durante la lectura de los libros prohibidos, para luego ir introduciéndome en el sueño profundo con sus sueños reveladores de misterios que forzaban mi imaginación hacia fronteras remotas desde donde se vislumbraban mundos de formas y colores que abrían infinitas esperanzas de transmutación del universo en que estaba sumido. En la oscura estación de tren ya anticuada donde esperaba el último tren hacia los territorios del norte, no tuve la paciencia ni la fuerza de voluntad que necesitaba para alejarme de los territorios ya conocidos, pisoteados y prematuramente agotados de la Gran Ciudad; y entonces decidí incorporarme a la amplia autopista hacia Kemptown y olvidarme de las provocadoras intuiciones o premoniciones que con fuerza apuntaban a otros territorios donde nada se podía agotar, ni menos reducir a planos de existencia simplificados y hábilmente codificados como permanente repetición. 

Había cambiado mi rumbo por miedo y cobardía y ahora en mi soledad de ciudadano acomodado y convencional me daba cuenta de que había sido un cambio de rumbo equivocado. Las autopistas conducen a los centros iluminados de las grandes ciudades, pero hay ciudades que es mejor visitarlas por medio de ferrocarriles solitarios y anticuados que paran en estaciones ya casi abandonadas y desde donde es posible todavía vislumbrar los túneles estrechos de inquietante oscuridad que traspasan y atraviesan las Grandes Ciudades civilizadas.

Me levanté aquella mañana un tanto soñoliento y cansado. Afuera llovía y la humedad lograba traspasar las paredes del apartamento. Una radio de un vecino vociferaba las noticias del día anunciando el nuevo día de normalidad y de inquietudes comunes que hacían de crema tonificadora de un cerebro dispuesto a afrontar el nuevo día con las ideas y emociones en cierto orden de batalla. Pero por lo


común ya era más normal el silencio de un vecindario que vivía la intimidad silenciosa de sus aparatos electrónicos informatizados y puestos en red universal de casi absoluta instantaneidad comunicativa. El vecino de la radio ya era una anacrónica excepción que de alguna manera rompía mi soledad y me hacía ser parte de aquel pasado no muy lejano de ruidos y voces de homínidos todavía comunales además de visibles y audibles. La Gran Ciudad ya eran muchas capas superpuestas en el tiempo donde cada capa borraba en lo posible las normalidades del pasado para ir codificando las realidades del presente en global sintonía con un futuro insospechado.

Fui al garaje. Arranqué el coche y me encaminé al trabajo por las autopistas. Mañana realizaría mi trabajo desde mi apartamento y las autopistas serían virtuales. La Red ya integraba mi vida en todos los aspectos. Todo parecía ser más cómodo, todo era más instantáneo y comunicable.   

LA ERA DE LA REALIDAD VIRTUAL NO ES MÁS QUE UN NUEVO SALTO CUALITATIVO A OTRA REALIDAD CON SUS PROMESAS Y PESADILLAS

Estamos entrando en el lenguaje informático que nos conduce a la realidad virtual desde la cual empezamos a operar para cualquier gestión o ...