17 febrero, 2021

UN NUEVO FANTASMA RECORRE EL MUNDO: SABER PENSAR Y ACTUAR DE MIL FORMAS Y MANERAS

 El marxismo se convierte en una religión cuando ciertos conceptos que nacieron para comprender la realidad del siglo XIX con pretensiones científicas, siguen ahí como verdades de fondo o arquetipos inmutables que se dan en todo momento aunque, se sigue afirmando, disfrazados de mucha falsa conciencia o mucho trabajo de mimetizaje o bajo otras modalidades de lucha y protesta que en el fondo viene a ser lo mismo: el capitalismo burgués que nos machaca y que hay que reemplazar por una sociedad socialista más justa y más redistributiva.  Y,--sigue el análisis doctrinal --por tanto cuando existe un movimiento feminista o ecologista o animalista o de identidad sexual perdida o confusa, o cuando los niños en la India o en Filipinas son explotados, pues eso también es la misma vaina (diría un venezolano) bajo otros modos. 


O sea, que si bien es verdad que la clase obrera occidental hace mucho dejó de actuar o coincidir con el papel que se le había asignado de proletariado, y que sabiendo cómo algunos socialismos del primer mundo ya son socialdemocracia acomodada desde hace milenios; no por ello desaparece el proletariado como agente revolucionario teórico y siempre posible de encarnarse, lo que pasa que hay que saber buscarlo, dicen los teóricos de la nueva izquierda. Buscarlo, claro está,  con el método marxista revigorizado. 

Con la lucha de clases como concepto inamovible pero agudizando el ingenio y la imaginación para verla obrando de forma consciente o inconsciente, alienada o despierta, directa o indirectamente. Y de ahí las nuevas y extrañas formas que adquieren las reivindicaciones de la izquierda que sin embargo van perdiendo cada vez más peso crítico, pues cada vez se lee menos y cada vez se pretende saber más, y, por tanto, se recurre más a las fórmulas moralistoides rellenas de sentimentalismo universalista-redentorista, pero recias en su forma de defenderlas como reivindicaciones unívocas y universales. Defensa dogmática y moralista a ultranza. Yo diría hasta fanática.

Pero si quitas ese esquema de cemento armado que es el concepto de lucha de clases y que divide de forma ontológica y maniquea a la humanidad en buenos y malos, y los buenos son los míos que entienden y comprenden y ven y siguen mis consignas; y los malos son aquellos que no comprenden, que están alienados, engañados, que siguen lo que les dicen los medios de comunicación de masas, que se dejan comprar por los poderes neoliberales y financieros, etc.; pues entonces empezamos a actuar con mayor libertad de juicio y pensamiento, empezaremos a ver acontecimientos concretos donde se mezclarán muchas cosas y a veces habrá que saber hacer distinciones o


consideraciones de todo tipo, objetivo, subjetivo, contingencias miles, flexibilidad de método, de perspicacia, de imaginación, a veces de intuición. Formas de organización de diferentes tipos, unas más o menos centralizadas, otras meramente civiles con objetivos de meras libertades civiles que abarcan a todo el mundo. Búsqueda de nuevos conceptos que definan lo que es libertad, que reflejen los cambios que nos afectan a todos: formas de humanizar la vida recurriendo al referente más universalmente reconocido como son los derechos humanos.

No porque alguien sea capitalista "neoliberal" ya es el malo de la película sin más, no vale tampoco reducir la realidad a mis arbitrariedades ideológicas de partido y obediencia a mi partido. Habrá cosa más humillante y degradante que aquel que dice que es "leal a su partido". O a su secta. O a su logia. La única lealtad que merece la pena es a la verdad que vamos descubriendo en nuestras vidas.   

   

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