23 noviembre, 2020

CUANDO EMPEZÓ AQUELLA REFORMA EDUCATIVA DE LOS AÑOS 90

En aquel entonces, finales de años 80, y ante el vacío de poder que había dejado el franquismo, pues una generación progresista decantada por el marxismo o el romanticismo político o las nuevas tendencias posmodernas, y, siguiendo las pautas de Gramsci o Paulo Freire, Foucault y otros, se pusieron a reformar el sistema educativo heredado del franquismo en función de una ideología antiautoritaria y utópica. El partido en el poder, el PSOE, un partido que en los años del franquismo era tan solo testimonial en la izquierda de entonces, pero que de repente y de forma abrumadora se empezó a llenar de nuevos políticos salidos de diferentes ideologías o ninguna, y comenzó la transformación de España hacia los ideales socialdemocráticos europeos. Era el partido de izquierdas que necesitaba la Europa comunitaria. Y la reforma educativa era una tarea pendiente.

Y así comenzó la llamada LOGSE. Muchos profesores de forma dramática, pasamos a tener que adoptar y aplicar una generalizada ideología educativa que buscaba romper con el pasado y adaptarse a los nuevos tiempos.  Los alumnos ahora pasaban a ser, sin excepción, sujetos de potencialidades creativas sin límite. Empezaron a cambiar leyes, disposiciones, teorías pedagógicas, programaciones, lenguajes que se mudaban a jergas abstractas de orientaciones ideológicas transformadoras y redentoras de la humanidad, y así comenzó la reforma LOGSE. Entrábamos en la educación obligatoria y universal a pleno pulmón retórico, pero con escasez de medios y de preparación técnico-ideológica adecuada. Todo ello dentro del mismo marco de institutos de encerado y tiza, aulas de 25 o 30 alumnos, y medios, tales como laboratorios, bibliotecas y talleres, más bien simbólicos que existentes.

El alumno también pasaba a ser una especie de matrioska con muchas capas donde al final estaba el talismán puro de la imaginación e inteligencia incorrupta (la socialdemocracia asume cierto gnosticismo humanista muy proclive a la simple demagogia). Como todas las ideologías abstractas de tipo utópico-racionalista, la obviedad y el sentido común de la experiencia humana pasaban a ser los mayores enemigos a eliminar; y entonces las capas que se iban quitando eran supuestos prejuicios autoritarios (que efectivamente había, pero no siempre negativos), una retrógrada forma de enseñar y de evaluar (que  era mejorable, pero no devaluándola a juegos de pura subjetividad sentimental por mucho barniz pseudocientífico que se le echase).   

Para consolidar una reforma bajo estos parámetros, había que transformar el rol del profesor. crear unos docentes más adecuados a una enseñanza generalizada y universal, donde todos los alumnos habrían de caber sin sentirse en ningún momento fuera de lugar o discriminados en función de sus capacidades. o incómodos por no ser comprendidos en su justa medida. Esto sólo era posible haciendo que el profesor perdiera sus "prejuicios" basados en la sacrosanta tradición del conocimiento y el esfuerzo. Había profesores de todo tipo: malos, ineficientes, buenos, regulares y cada uno con el carácter que Dios les había dado o el estilo propio que muchas veces era lo más efectivo en consonancia con su forma de ser. Pero transformar al profesorado exigía también eliminar o minar su influencia basada en la personalidad, la intuición y la confianza del trato y del día a día, tal como la experiencia y la sabiduría milenaria dictaba.  El profesor ahora pasaba a ser una especie de monitor/coordinador de normas que vinculaban por igual a docente y discente, y que a partir de entonces 
su compleja labor educativa habría de ser gestionada en función de una objetividad común para todos: alumnos, padres, compañeros tutores, departamentos, jefes de estudio, inspectores, directores, etc.  La igualdad en este sentido corría el peligro de convertirse en mediocridad, oportunismo y demagogia, como así fue ocurriendo.
Esta laminación tan mecánica como absurda de la labor docente al final se traducía en interminables papeleos y reuniones que llegaban a consumir un tiempo inmenso a restar de una mejor preparación de las clases. Para evitar problemas y desgaste psicológico se optaba por bajar el nivel y producir aprobados en serie. Al final de eso se trataba: la nueva educación buscaba un común denominador de soportable institucionalización de los chavales con el fin de socializarlos, y que fueran lo más felices posible sin demasiadas exigencias académicas o disciplinarias. Los tiempos eran otros (no es que el pasado fuere mejor, que tampoco lo era) y por ello al "profe de tarima" había que hacerle ver que la tarima se había podrido y ahora el suelo raso de la mediocridad socializante abarcaba a todo el mundo por igual. Amén.
 

02 noviembre, 2020

REFLEXIONAES EN TORNA AL LENGUAJE

 Cuando escribimos: "Mi gato empezó a volar y a cazar pájaros en el aire", la oración es gramaticalmente impecable y el significado es comprensible, podríamos también visualizarlo. Lo podríamos dibujar e incluso escribir un cuento con ello. Sin embargo la oración no concuerda con la experiencia y conocimiento que tenemos de los gatos. Tal oración sólo es comprensible y aceptable como relato fantástico o imaginativo. Podemos inventar un mundo donde los gatos puedan volar y cazar en el aire y nuestra oración en ese contexto adquiere un sentido divertido para todos en ese nuevo mundo inventado. Es ese poder de la mente para inventar ficciones, fantasías o situaciones imaginativas, lo que hoy me llama la atención.


Pero, ¿cómo es posible que yo pueda imaginarme a los gatos volando? Quizás por desplazamiento. Al haber animales que vuelan, la mente puede hacer una trasposición o recomposición de un gato adoptando cualidades físicas que no le corresponden, pero que son posibles de un modo imaginativo. La imaginación es como un laboratorio o taller de trabajo donde podemos componer o recomponer o desplazar las cosas o los acontecimientos de la experiencia normal, en función de otras posibilidades, leyes, ruptura de normalidad para crear anormalidad, fantasía, milagros, La mente adulta sabe diferenciar las experiencias comunes que llamamos normalidad o realidad, de las dimensiones imaginativas. Pero no siempre es así. Cuando una persona confunde la realidad con la imaginación o viceversa, entonces creemos que hay una disfunción en la mente. Se da también el caso de gente que no es capaz de vivir su lado imaginativo. En una palabra, hay gente sin imaginación o de imaginación muy empobrecida.

La mente por un lado tiene la posibilidad de crear significados comunes de la realidad, y entonces gracias al lenguaje negociamos sentidos como comunidad o sociedad con el fin de poder domeñar la naturaleza a nuestra conveniencia.  “Gato” es la palabra convenida para tal animal en los países hispanos, pero en los países de habla inglesa es "cat". Pero es desde la misma posibilidad de crear lenguaje desde donde vamos creando realidad compartida. A partir del nombre dado al animal vamos produciendo predicados, vamos descubriendo las cualidades hasta entonces innombrables de dicho animal y así darles un sentido comunitario, en conjunción con otras experiencias, etc.

Pero además las cualidades que hemos sabido destacar del sujeto gato, nos sirven para trasponerlas o desplazarlas o recomponerlas en otro contexto que no sea el gato visible o concreto del que hablamos, sino un gato fuera de la realidad común y así darle otros sentidos aplicables a otras cosas por compartir cualidades comunes o similares. "Ese chaval es como un gato." "Sube árboles como un gato." "Marisa es una gata cuando te araña." 'Gato' entonces adquiere sentidos aplicables a otros sujetos para crear un sentido más vivo y concreto en semejanza con nuestro felino. En una palabra "gato" se puede usar en sentido metafórico, fuera de su uso como animal concreto. La riqueza de los idiomas se incrementa en una progresión creativa que es infinita gracias a esta capacidad de transponer, de desplazar, de concentrar o condensar significados.

Pero si yo digo: "Un gato vuela", el desplazamiento separa las cualidades físicas o afectivas del gato concreto para recomponer al gato en función de las cualidades de otros animales que vuelan. Y ahí llegamos al potencial de la imaginación de componer y descomponer cosas y situaciones con fines creativos, realidades ficticias que no se pueden dar en la realidad concreta.

LA ERA DE LA REALIDAD VIRTUAL NO ES MÁS QUE UN NUEVO SALTO CUALITATIVO A OTRA REALIDAD CON SUS PROMESAS Y PESADILLAS

Estamos entrando en el lenguaje informático que nos conduce a la realidad virtual desde la cual empezamos a operar para cualquier gestión o ...