22 julio, 2020

LA MACHACADORA Y EL ALMA DEL UNIVERSO

Hay que ser claro hablando y diciendo las cosas, pero el problema es que cuanto más claro quiero ser diciendo las cosas, más se complican las mismas y más compleja se vuelve la forma de decirlas.

¿Habrá epistemología más clara y definitiva que esa afirmación tan ibérica que dice: "eso es así porque lo digo Yo y punto"?

Si yo hago abstracción de mi ser, entonces ese ser mío se convierte en idealidad pura y trascendente, fuera de toda materia. Entonces hay alma eterna e inmortal. Pero hay un pero, ¿cómo se puede alcanzar tal abstracción? O mejor dicho, ¿cuál es mi esencia que pueda ser abstraída? Solo si concibo una Mente Trascendente a todas las cosas sería posible la existencia de tal esencia, de otra manera mi esencia sería tan solo una vaguedad imposible de determinar o definir.

Toda explicación o racionalización de las cosas, toda imaginación o entendimiento de las mismas nunca llega a alcanzar el porqué de su existencia. Podemos explicar la máquina del universo en función de máquina sobre máquina: máquinas conceptuales, empíricas, racionales, artísticas, poéticas, políticas, religiosas, gamberras, etc. Tenemos un conocimiento maquínico del universo. Lo llamamos universo precisamente para poder enmarcar tal fenómeno inabarcable como máquina que podamos manipular o conceptualizar de alguna manera. Pero el porqué queda en el más absoluto misterio, va más allá de toda categorización; es la nada de la cual surge todo y hacia donde todo se dirige. Por eso los hebreos tuvieron el acierto de hacernos ver que Dios hizo al mundo de la nada.

Y si Dios hizo el mundo de la nada, ese Dios habría de sostener toda la existencia en todo momento para que todo tenga razón de existir, pues de nos ser así todo pasaría de nuevo a la nada. Oíga, ¿eso quiere decir que yo existo por gracia o poder divino en todo tiempo y momento? Bueno, todo ello depende de un acto de fe en las escrituras hebreas. La razón (razón en sentido amplio: espíritu) jamás le podrá responder a tal pregunta.

Oiga, ¿y si yo afirmo la realidad afirmando mi yo como único y universal referente diciendo: esto es verdad porque lo digo yo y punto, qué pasaría? Bueno, pues se convertiría usted en una máquina apisonadora de aquellas gigantescas que funcionaban con vapor y no habría nada ni nadie que le pudiera poner pegas. Todo el universo le quedaría plano y bien delimitado.


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