Mucha gente quiere cambiar el mundo a través de un partido político que acabaría conquistando el Estado y luego forzaría a toda la gente a someterse a su maravilloso plan de sociedad. Desde luego que dicho partido tendría en cuenta tanta lealtad y entonces premiaría a los suyos con puestos y cargos en el nuevo régimen. Lo cual implicaría la exclusión de los díscolos, los críticos, los aguafiestas de turno, etc. Son dinámicas humanas. Condición animal humana. Al final dicho partido
acabaría enfrentándose a la realidad y trataría de buscar compromisos para mantenerse en el poder. Como la riqueza y el dinero no vienen de ningún Midas que todo lo transforma en oro con nada más tocarlo, pues habría que jugar con equilibrios de ingresos y gastos, producción y distribución, favorecer al clientelismo político que habría de votarte en las próximas elecciones. Para ello hay toda una retórica ideológica que hay que saber manejar. Dices y luego no haces o haces a medias porque obviamente las cuentas no salen o porque el precio político es muy alto. Haces y no miras las consecuencias a largo plazo porque el que venga detrás que se las arregle y pague el pato. Te acostumbras al cinismo profesional y te haces inmune e insensible a muchas cosas. Bienvenido a la política real. Al mundo real de los humanos.
El mundo seguirá cambiando. Pero de forma inesperada. A veces sin saber por qué. Hay multitud de factores que condicionan desde dentro y desde fuera. Al final el partido que anunciaba cambiar el mundo pues sólo puede mantenerse a flote con dignidad democrática y con los deberes encargados por sus votantes a medio hacer o a poco hacer. Y el mundo seguirá cambiando, pero no de la forma que creemos. Demasiados condicionantes que no controlamos.
Para crear una sociedad nueva o muy diferente habrá que empezar con cosas pequeñas a nivel de barrio, de manzana, de portal. Para ello habría que partir del modelo de autogestión voluntaria. Sin intervención alguna del Estado, pues cuando entra el Estado ya entra la política y los intereses de partido y te destruyen toda posible autogestión. La política son ellos. Adiós autogestión y adiós sociedad nueva. La sociedad civil ha de independizarse del Estado para ir construyendo otro mundo y otra realidad inmediata. Gestión de servicios públicos y colectivos de forma voluntaria y turnándose. Fundación de empresas y negocios que empiecen a funcionar de otra manera y con éxito. Si ese poco a poco que ha de ir creando la sociedad civil satisface y tiene éxito el contagio sería inevitable. Y sin Estado. O el Estado relegado como máquina auxiliar y paralela hasta que quede fuera de servicio.
Todo un sueño. Bueno, he tomado mi primer café y las teclas casi se pulsan solas.
26 agosto, 2019
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