06 noviembre, 2025

EL ÁNGEL DE LUZ

El ángel se apareció de repente. Muchas cosas surgen de repente. Sin causa que lo justifique. Simplemente porque sí. Estás con un grupo de gente en alguna reunión o presentación de libro o comida de amigos o has ido al cine y de repente: he ahí el ángel. El ángel podrías ser tú mismo para otro que te descubre como tal en tales acontecimientos sociales. O en las rutinas de ir al médico, pasar por una dependencia del estado, o navegando por Internet o viendo amigos predecibles en su conducta. He ahí el ángel anunciándose entre el sopor de la rutina o la costumbre o los hábitos. Una luz se encarna en el acontecimiento, en el escenario de nuestra funcionalidad cotidiana; en el grisáceo barniz del día a día. Y esa luz nos abre a algo inesperado, a una visión sin causa y efecto; una situación en sí sin explicación o razón de ser en el correr de nuestra vida.

Quizás una ruptura con el orden establecido de la normalidad, sea cuál sea ese tinte de normalidad con sus inconscientes categorías. Te ves sorprendido, atraído, absorbido, deslumbrado por esa revelación instantánea. El ángel se ha revelado. Ha aparecido sin ser anunciado. Quizás ha sido un reflejo sobre la pared. O posiblemente has mirado por la ventana y he ahí dos perros jugando en el parque. O quizás ese momento en que esa


camarera de cara sonriente te sirve la cerveza fresca sobre la mesa. O quizás ese rostro que has visto en muchos momentos pero que hoy es algo distinto, algo excepcional, una mirada absolutamente fresca anunciando una nueva apertura al universo. Nunca sabes cuándo ha de suceder, pero sucede en ocasiones. Nunca sabes cuándo has llegado a ser el ángel de otra persona o el personaje no esperado en ese momento en que todo parecía seguir el correr prosaico y cotidiano de la normalidad. Podría ser una idea, o pensamiento, un recuerdo, un trozo de canción, una hormiga caminando. Una sombra. Un claro en el cielo. Una palabra pronunciada que sigue resonando.

Hoy el ángel se apareció de repente. He ahí la luz, y la luz fue. Pero la luz apuntó a una turbia oscuridad con demasiada carga emocional sin objeto dónde descargarse. Donde surge plena luz no siempre lleva al cielo de los milagros, sino al infierno de la pura claridad. Era el rostro de quien ya lo sabe todo, de quién ya ha categorizado el universo en territorios. De quien ya ha decidido qué es lo bueno y qué es lo malo. Una conciencia omnipotente de Justicia esperando su gran momento de perfección.

Se acercó a mí y me dijo: “Yo a ti te conozco”.

Al ver su rostro de fría certeza y ojos tan brillantes como las estrellas, me levanté del asiento, abrí la puerta del edificio y salí corriendo por las calles empapadas de lluvia de aquella ciudad.

EL ÁNGEL DE LUZ

El ángel se apareció de repente. Muchas cosas surgen de repente. Sin causa que lo justifique. Simplemente porque sí. Estás con un grupo de g...