Manuel de León, pastor de la Iglesia Evangélica de La Felguera y autor de varios libros sobre historia del protestantismo, está en proyecto de sacar a la luz un libro titulado "El Dios de la presencia
numinosa", y subtitulado "La mística protestante." Manuel de León se centra de forma meticulosa y extensa sobre el poco o nada conocido fenómeno místico del mundo protestante y sus personajes, pero lo hace también explorando aquellos condicionantes que influyeron ya no solo en la mística en el protestantismo, sino también en el cristianismo en general. Por sus páginas circulan personajes que van desde Pablo a Miguel Servet, desde el pietismo de Valentín Weigel, A. Hermann Francke, Margereta Wolker y Eva Margareta, a individualidades puritanas tales como Stephen Charnock o Isaac Ambrose. Explora también la espiritualidad mística de Lutero y otros protagonistas de la Reforma, entre ellos Müntzer y Grebel. No falta tampoco un buen capítulo sobre Jacob Boeheme o también el fundador del Cuaquerismo George Fox y la mística de la Sociedad de los Amigos.
El libro entonces nos conecta con el poeta romántico visionario William Blake influido por las tendencias subterráneas del misticismo protestante inglés, para luego entrar en el luteranismo alemán y sus derivas filosóficas que influyen en Kant. El filósofo de Königsberg tuvo un interesante debate en torno al misticismo del sueco Swedenborg y con este visionario nos metemos en su laberíntica pero detallada descripción del Más Allá.No faltarán exploraciones en torno a Jung, a Rudolph Otto, la mística católica contrastada con la protestante y al final nos introduce en los aspectos místico-carismáticos del movimiento pentecostal moderno, su enorme éxito y proyección en Latinoamérica, minorías étnicas y en general su alcance a importantes sectores sociales ávidos de una espiritualidad más cercana al corazón que al cerebro o las doctrinas sistematizadas en credos.
Un libro que ya solo por su extensión y los temas que toca
apetece.
LA EXPERIENCIA MÍSTICA
Los místicos nos dicen que sus experiencias son auténticas y
no una autosugestión. La experiencia mística es una fusión de mi ser particular
con otro ser más universal. Es una experiencia interna, "subjetiva",
pero que obedece a una predisposición difícil de precisar y comunicar. Hay
momentos en el místico que siente como un flujo interno de liberación de toda
atadura o ruptura quizás con los hábitos de pensamiento que normalmente lo
ligan al sentido común de lo prosaico, de lo normal, de lo práctico. Vivimos en
función del trabajo, del mantener las obligaciones sociales al día sin caer en
crisis de confusión, de agotamiento, o escasez, o culpabilidad moral. Pero en
el místico hay momentos de soltura, de libre juego del alma, de trascendencia
en libertad y entonces intuye, detecta la posibilidad de un alma universal
donde todas las esencias de las cosas confluyen en un mismo flujo de libertad y
él o ella se funden en el todo, aunque sea por un instante, por un momento. La
experiencia mística es ese acto de fusión interna, íntima, que se transforma en
deleite y hace posible recuperar la fe en un universo vivo, donde los
formalismos, los obstáculos, las prohibiciones, las órdenes o mandatos, las
leyes, dejan de tener vigencia y entonces el paisaje se hace infinitamente tan
intenso como ilimitado.
Los místicos pueden fusionarse con Dios, con el Alma del
Mundo, con el misterio inefable; con el amor eterno.
Pero la experiencia mística tiene sus peligros, sus
oscuridades, sus extravíos, sus abismos