NO IMPORTA
Caminaba sólo. Siempre solo. Algunos decían que sólo sabía hablar con las serpientes y los coyotes. Era amigo del desierto y de las nubes lejanas. Solía ir al pueblo a comprar sus suministros y asistir al servicio religioso de la iglesia presbiteriana. Luego se iba. Sólo con su mochila cargada o su biblia de pastas negras cogida con
Nadie sabía cómo se llamaba nuestro hombre.
Había aparecido un día por el pueblo vendiendo sus figurines y otro día desapareció a una edad que nadie sabía desentrañar. Desapareció por las montañas secas de Monte Pelado, no muy lejos del Valle del Pecos. Dicen los más viejos que todavía se acuerdan de él, que un chico; el hijo del pastor Urdí de la iglesia presbiteriana, vio a nuestro hombre rodeado de coyotes cerca del pozo del Indio. Él, en medio de la jauría, aullando como una alimaña más. Luego las nubes cubrieron la luna llena y el chico ya no pudo ver más.
No importa. Qué más da. Ya nadie lo recuerda.
Vitalek